14/7/09

La tengo enfadada

La tengo enfadada. No os podéis imaginar qué cabreo monumental ha pillado. Ha sido de aquellos que empiezan como una pequeña brisa y acaban como un huracán.

Esta madrugada, después de despertarme y dormirme durante toda la noche, me he levantado a escribir un rato y me la he encontrando estirada en el sofá hexaespatarrada y con los ocelos fijos en el techo.

−¿Tampoco puedes dormir? −le he preguntado sumergiendo la pregunta en un largo bostezo.

−No. Hace calor y por otro lado estoy pensando en este fin de semana.

−¿Te lo has pasado bien?

−Sí, me lo he pasado muy bien, pero me lo hubiera pasado mejor si hubiera podido participar de la fiesta −dice retintineando las cuatro últimas palabras.

Ya me lo estaba esperando. Sabía que eso me lo iba a oír. Este fin de semana me habían invitado a una fiesta y el viernes, mientras estaba preparando la mochila, la Mosca Estremecida se me acercó con las antenas bajas y una voz compungida a suplicarme que la llevara conmigo. Como podéis imaginar, mi no fue rotundo. Se sentó sin rechistar en el sofá y encendió la televisión para ver el Canal Cocina. A los dos minutos se fue a por un poco de zumo de tomate y volvió. Sorbió por la cañita con más fuerza de lo normal y dejando pasar aire, para hacer mucho ruido. La iba mirando de reojo, ya me conozco sus artimañas: quería llamar mi atención. Haciendo caso omiso, continué con mi mochila. Apagó la tele al ver que el recurso no había servido de nada. Entonces se le ocurrió la idea de hojear los libros de mi biblioteca; los sacaba de uno en uno, los abría aleatoriamente por una página, hacía ver que leía un par de líneas y los depositaba en la mesa del comedor. Uno tras otro, sabiendo de antemano que el desorden me molesta. No le dije nada y transporté la mochila a mi habitación para acabar de hacerla.

Cuando salí, ya preparada para irme estaba sentada al borde de la mesa, enfrente de la puerta de mi habitación, jugando con una de sus patas, mientras que con las otras se aguantaba para no perder el equilibrio.

−¿Ya te vas? −me dijo mientras pensaba qué estrategia sería la que me hiciera cambiar de opinión.

−Sí. Tienes comida que te he dejado en la nevera y he dejado una de las ventanas entornada por si quieres salir a dar una vuelta. Las puertas de las habitaciones las dejo abiertas para que puedas entrar en todas. No desordenes mucho y limpia lo que utilices.

−Vale. Qué te lo pases bien −me dijo con cierta resignación intentando parecer alegre.

−Vuelvo el domingo, ya te contaré.

Nada más subir al autocar y empezar a leer la revista que me había comprado para el viaje, noté un zumbido debajo del cuello de mi camisa.

−¡Mosca! −grité. Y la señora mayor que viajaba en el asiento del otro lado del pasillo me miró complacida, se debió pensar que utilizaba la expresión para no soltar un taco.

Poco a poco, la Mosca salió de debajo de mi cuello de la camisa y se posó sobre el borde la revista.

−Lo siento, no podía desaprovechar una ocasión como esta −me dijo a modo de disculpa.

−Muy bien, te dejo venir con una condición −y me interrumpí esperando ver su cara de aprobación −. Si vienes, vas a estar escondida todo el rato debajo del cuello de mi camisa, sin decir nada a nadie y sin hacerte notar.

−Vale, de acuerdo −aceptó, pero al ver mi cara de pocos amigos y totalmente exenta de confianza, añadió−, te lo prometo.

Y la verdad es que se portó muy bien, nadie notó su presencia y estuvo volando y posándose sobre la mesa como si fuera una mosca normal. Nadie se percató, ni nadie sospechó nada.

−Si me hubieras dejado participar, hubiera disfrutado de vuestras conversaciones, hubiera podido aportar mis propias opiniones a esas fabulosas discusiones que tuvisteis −me dice, mientras, al recordarlas, se empieza a enfadar un poco más.

−Bueno, quizá en la próxima, si te sigues portando bien, haga que te inviten.

−Lo que más me ha gustado es ver que siendo todas personas, sois bien diferentes, y descubrir, que a pesar de tener visiones distintas sobre la vida y opiniones que difieren de un polo a otro, halláis puntos comunes donde poder moveros y encontraros a gusto unas con otras.

−Es que cada persona es diferente de las otras.

−¿A ti te parece una mosca diferente de otra?

−No.

−¿Y por qué me tiene que parecer a mi, de antemano, una persona diferente a otra?

Siempre me pone en un brete con sus preguntas; mi silencio contesta por mí.

−Debo confesarte que me tuve que morder la boca para no participar en esa suculenta discusión de sofá que tuvisteis. Ahí, teniendo conceptos de base cada una expusisteis vuestro punto de vista y vuestra experiencia haciendo crecer el tema en todas sus dimensiones. He descubierto que el no estar de acuerdo e intentar argumentar las propias posturas lo que hace es observar el tema desde el punto contrario, cosa que ayuda a seguir buscando argumentos a tu favor o a cambiar ciertos aspectos del pensamiento, porque los cambios de pensamiento no suelen ser radicales.

Nos quedamos calladas reflexionando sobre lo que acaba de decir.

−Además, al verbalizar tu propio pensamiento, lo que estás haciendo es replanteártelo de nuevo. Es como sacarle el polvo.

Silencio de nuevo.

−¿Qué, no piensas decir nada? Me lo debes, me debes una discusión porque no me dejaste participar en aquella.

La verdad es que no sé qué decirle. Tiene que comprender que a estas horas de la madrugada es muy difícil discutir y las legañas cerebrales. Ahora me siento mal por haberle prohibido participar.

−Bien, que sepas que otra vez no voy a hacerte caso, que no eres nadie para mandarme estar escondida y callada, ni nadie para hacerme perder o no dejarme participar en un fin de semana tan genial como este, donde se junta un montón de gente tan dispar y a la vez tan atractiva. He dicho. Hoy duermes tú en el sofá.

Se levanta y con un orgulloso golpe de cabeza se recoloca las antenas bien, se dirige a mi habitación volando con cierta pomposidad y cierra la puerta de golpe. Ya se le pasará, siempre se le acaba pasando.

Y si tan mala soy, ¿por qué no se larga a dar la murga a otra?

14 comentarios:

Irreverens dijo...

Lo de verbalizar las ideas para ordenarlas e incluso comprenderlas una misma es muy, muy cierto. Y valioso.

En cuanto al intercambio de impresiones con otras personas distintas a nosotras, es enriquecedor siempre y cuando todas estén dispuestas a matizar sus opiniones en algún punto de la conversación. Si no, el debate se convierte en un diálogo de sordos.

Veo que a tu mosca le afecta menos el calor que a nosotras.
:)

Ico dijo...

Ja..ja lo que pasa es que si la llevaras contigo sabes que ella sería el centro de atención y el alma de la fiesta..ja.ja

Lucía dijo...

Tu mosca es de lo más espabilada, ahora, eso de que de golpe empiecea pensar que todas las moscas son diferentes... tiene razón, pero no sé si me va a salir muy bien. Habrá que irse acostumbrando, aunque te juro que el día que una mosca me hable, me caigo al suelo del susto.

Besitos

Anca Balaj dijo...

Me encantan los cuentos de moscas, no sé por qué (las moscas en sí me resultan pesadas, aunque es cierto que las mías no se parecen a la tuya, no tienen conversación). De hecho yo he escrito alguno.
Ha sido una buena lectura para empezar el día.

Un beso

María dijo...

La mosca no te ha dicho que seas mala... es una percepción tuya...

farala dijo...

pues fijate que te engaña, yo la vi hablando con la faralaez, un buen rato, y discutiendo con otras, es que es muy prota, tu mosca, siempre quiere más...

Saltinbanqui dijo...

Eso si que es tener la mosca detras de la oreja.

XD

Morgana dijo...

jajaja me encanta esa mosca..

Blau dijo...

Dintel, pagale un boleto a la mosca y dale vacaciones de verano.

Besos

cris dijo...

Que susto me has dado, pensé que era tu mosca a la que perseguía con las pinzas de la barbacoa :)

Raquel dijo...

Me sigue encantando y estremeciendo tu mosca. En cuanto empiezo a leer algo que tiene que ver con ella, la sonrisa me asoma y ya ando imaginando toda la escena antes de que la cuentes.

marga dijo...

jajaja excelente

tal vez hojeaba la biblioteca para el meme literario

=P

Anónimo dijo...

Vaya!, una discusión de sofá muy pero que muy cercana. Mis respetos a la mosca.

Mármara dijo...

Me ha dicho una pajarita que tu Mosca ha aprovechado esa fiesta para hacerse con un buen club de fans (al que ya me he apuntado, por cierto).