30/9/09

Resfriados, quién los entiende

Qué malos son los resfriados y lo peor, las conversaciones que generan con la médica, mejor escribo doctora que así no hay confusión (me encanta saber la etimología de las palabras y gracias a esa famosa mis, ahora sé que fue Confucio el padre de la confusión, que clarificadora fue dándonos el propio ejemplo), que siempre que acudes a ella acabas hablando del moco, mucosidad, dice ella. Que si es denso o está licuado, que de qué color es, si blanco transparente o amarillo o verde, pues según color se sabe la etapa de infección, parece ser. Y yo, que con los años me hago más sabia en medicina le acabo diciendo la verdad: Mire doctora, es que lo mío es mucosidad variable, ora blanco, ora amarillo, ora verde, ora vuelta a empezar, ¿qué puedo hacer, pues tengo la nariz como un pimiento? Esto es un proceso que se tiene que pasar, tres días de subida … Pero es que llevo más de tres días de mi vida moqueando, casi un mes y de proceso no tiene nada, creo que estamos ante un verdadero ciclo, como el del agua, pero en moco, ¿sabe de qué hablo? Pues no se puede hacer nada, ahora hay todo de reacciones que tienen que ver con la inmunología y de las cuales desconocemos cura. Será eso, que mis mocos tienen mucha mundología. Gracias, y muy buenas.

Creo que hoy soy yo la mocosa estremecida (vaya, ahora se me ofende la niña).

29/9/09

Con tu amor

Da igual el día que me espere o el día que he vivido, dan igual los problemas, las erosiones personales, las jornadas laborales. Da igual todo, porque tu luz me conduce cada noche a tus brazos, mi puerto, y me anclo en tu corazón, y en cada uno de tus titilantes latidos, respiro y hago mío el universo de tu amor. Soy como una florecita pegajosa adherida a tu luz.

28/9/09

No le gusta la fruta

Hace unos años: No, no. A mi hija no le des fruta porque no le gusta, así que de postre le das un yogur o un helado.

Ahora, seis años después: Estoy preocupada, mi niña tiene problemas para ir de vientre. Pobrecita, unos dolores y unos sudores.

El sábado, en el cine.

Dintel: Toma tres euros y compra las chuches que quieras, yo voy a por las palomitas.
Niñadelscollons: Vale.

Sentadas en las butacas, mientras esperamos que empiece la peli.

Dintel: ¿Qué has comprado?
Niñadelscollons: Un chiclé de MELÓN, unos ositos de NARANJA, sólo me gustan los de naranja. PLATANITOS y corazones de MELOCOTÓN.
Dintel: ¿Has comprado chicles de menta?
Niñadelscollons: De FRESA, de menta no me gustan.

En fin, demostrado que está que el hombre es frutívoro y a la niñadelscollons no le gusta la fruta, eso sí, todo lo que lleva sabor a fruta le encanta, por lo que creo que el nombre apropiado para esta niña es Retoñitodelamadredelscollons, y no me tiréis de la lengua.

27/9/09

Frases del libro que estoy leyendo

"Todas las esperanzas tenían una cita con la decepción."

"Si él muere, es que la muerte está más viva que la vida."

"Aprendió el coste de la amabilidad de un hombre."

"Que nunca se diga que mi dolor me ha endurecido tanto como para no sentir el dolor de los otros."


(Las abuelas)

26/9/09

Deferencias, ¿o quizá eran diferencias?

Soy una mierda. No me hago valer y al final acabo siendo pisoteada por todo el mundo. Me mato ayudando a la gente de mi alrededor, pues soy persona de muchos recursos, pero cuando soy yo quien necesita ayuda siempre tienen otras prioridades que impiden prestármela.

También mis jefes me tratan de forma diferente que al resto de mis compañeros. Si me encuentro mal me dicen que el trabajo es urgente, que debo esforzarme un poco y quedarme a realizarlo, mientras que cualquier otro trabajador es invitado inmediatamente a irse a casa a curarse.

Recuerdo el día en el que mi suegra murió de repente y pedí ausentarme por la tarde para estar junto a mi pareja. Me dijeron que no podía ser, que trabajara las primeras horas y luego me fuera un poco antes. Sé perfectamente que otros compañeros se han ido inmediatamente.

También recuerdo una ocasión en que tocaba subir unos archivos a los altillos, acción a la que se dedica una mañana entera. Pesaban tanto, estaba tan cansada, que pedí si podía tomarme la tarde de descanso porque no podía con mi alma. “No debes estar aquí, pues debes cumplir tu horario”. Este año, le tocó hacerlo a un compañero, y van los jefes y amablemente le conceden la tarde libre para que descanse.

Con respecto a mis amigos, puedo contar mil anécdotas del mismo estilo, pero hace rato que escribo con un nudo en la garganta y creo que es mejor que cierre la libreta y deje fluir el alma. ¡Qué salada está cuando se licua por los ojos!

25/9/09

Las abuelas

Nunca me he arrepentido tanto de no saber inglés como leyendo este libro. Pero es que no hay manera de aprenderlo. Soy un desastre. Lo he intentado un par de veces y los tichers, amablemente, me han intentado explicar, sin que me ofendiera, que mejor me dedique a plantar fríjoles que seguro, seguro, antes encuentro una habichuela mágica que aprendo la lengua inglesa.

Pero, a medida que leo, no sabéis el dolor que siento por no poderlo hacer en el idioma original del escritor (si es de habla inglesa, no me quejo de no saber japonés), en el idioma de Shakespeare, en el idioma de la poesía y de las canciones.

El libro, una maravilla. Si traducido es así, ¡cómo debe ser en su idioma original! Además, sitúa la acción (en su mayoría) en Wisconsin, estado de EEUU, al que, a través de Raquel, le he cogido mucho cariño; como ella siempre pone fotos en su blog, digamos que he podido hacerme una idea del colorido, la vegetación y los lagos, pues si no hubiera tenido ese documento fotográfico, mi adoctrinada mente, al leer “oeste americano” (que en realidad es oeste medio), se hubiera imaginado unos paisajes llenos de polvo y aridez, como los de las pelis.

Y las abuelas, geniales las pinceladas lingüísticas con las que nos las dibuja. No sé cómo acabará este libro, pero sólo habiendo leído un poquito menos de la mitad ya considero que son de aquellos libros que deben leerse. Es la primera vez que hago un comentario de un libro que no he acabado aún, pero creo que el final importa bien poco, en esta ocasión, pues como reza la contraportada no es más que “un retrato de una familia rural en Wisconsin”. Y en el prólogo añaden que en realidad no es más que un trozo de la historia de Estados Unidos. En realidad, para mí, no es más que uno de los mejores caramelos que estoy degustando estos días.

Leedlo, y si tenéis ocasión, leedlo en el idioma original y luego venid a contadme, que ya me encargaré yo misma de darme cabezazos contra las paredes. Por cierto, por décima vez, creo, vuelvo a intentar estudiar inglés, pero esta vez de forma autodidacta; se aceptan sugerencias sobre el método.

23/9/09

Se acabó

Se acabó, eso me dijiste ayer. Se acabó, me marcho, y cogiste tus cosas y te fuiste. Sin motivo alguno, cogiste tus cosas y te marchaste. Sin explicación, se acabó. Todas tus cosas, menos yo, que al ver que partías comprendí que era parte de esa limpieza que se hace en los traslados. Se acabó. Lo que no vi, es si te llevaste la sonrisa puesta o doblada en el fondo de tu maleta.

22/9/09

Soy una mata gigantes

Si no recuerdo mal, me he pasado todo el verano sin leer un cómic. No me había dado cuenta de hasta qué punto lo añoraba hasta que ayer por la mañana empecé a leer uno. ¡Cómo disfruté! ¡Cómo lo llevé todo el día conmigo, en la mente! La historia, el dibujo, las viñetas, los personajes…

La protagonista, Bárbara, me ha arrebatado el corazón, me ha llegado a conmover lo indecible y la empatía hacia ella ha brillado durante toda la lectura. Y como guinda, las geniales frases respuesta de este personaje; concretas, concisas, irónicas y llenas de su propia psicología, cosa que le confería una gran profundidad.

El formato del libro, el tacto de sus hojas (medio satinadas, que le dan una flexibilidad especial), su olor, el blanco y negro de las imágenes, todo, absolutamente todo ha ayudado en este viaje por los abismos de mis entrañas, por las entrañas del personaje.

Tema principal, el miedo.

Venga, ya estáis tardando en leerlo.

21/9/09

Frases

Un día oí por la tele que nada en este universo pasa una sola vez, que el infinito va en los dos sentidos. Realmente, en aquel momento, estaban, estas frases, aplicadas al hecho de que si pierdes una oportunidad, te vuelve a llegar, cosa que no creo para nada, a no ser que haya otras vidas propias y paralelas, que no simultáneas. El caso es que las dos frasecitas me gustaron mucho y me las apunté en un papel. Y, para ser sincera, harta de ver el papelito de un lado a otro de mi escritorio, hoy he decidido escribirlas en el blog para no perderlas. A veces soy así de simple.

20/9/09

Qué pesada es la vida cuando se vuelve complicada

Qué pesada es la vida cuando se vuelve complicada. En esos momentos, apetece apearse de ella y decir a voz en grito: ¡que sigan sin mí!

Una mañana, suena el despertador, te levantas entre legañas y regañadientes, pues abandonar el lecho calentito antes de que haya despuntado el día no le apetece a nadie, te diriges al cuarto de baño, descorres la cortina para ducharte, entras en la bañera y abres el grifo del agua, y resulta que: por mucho que pongas la palanquita del grifo hacia la marca roja, por este, no sale agua caliente, aún más, parece desconocer del todo el concepto de caliente.

Cierras el grifo y sales de la ducha para ver que le pasa al dichoso calentador, no sin antes percusionar ese huesecillo rodillar interno contra una de las paredes de la ducha, pues, en la finitud del gesto al sacar el primer pie y depositarlo en la toalla de suelo, al otro, le ha dado por patinar en dirección contraria causando el impacto. Es entonces, cuando empieza una hermosa coreografía espasmódica de doblegamiento lumbar para evitar, en semejantes horas, soltar el aullido de dolor. Por fin, dejando huellas húmedas en el suelo, pues ya da igual todo, e intentando no resbalar, que una cosa es la rodilla y la otra, mucho más seria, el coxis, te plantas delante del calentador y resulta que está apagado y fuera de cobertura; apagado porque ha decidido por “motu propio” no volverse a encender nunca más, y fuera de cobertura, porque no hay seguro que lo cubra. Eso supone: páginas amarillas, buscar un técnico, encargar calentador y sustitución del estropeado. Quedar con el técnico, hoy no puedo, mañana no puede, teléfono por aquí, móvil por allá.

Al final, quedamos citados. En un par de horas estará instalado, se lleva el viejo, le pago y tírate al monte a cazar la perdiz, por aquello de la ingesta desde la felicidad. Mañana siguiente, “¿qué poco caliente que sale? Llama de nuevo al señor, que eso es cosa del caudal de agua, que no hay problema, ¿cuándo puede pasar?, esta tarde, por la tarde hoy no puedo, mañana no puedo yo, móvil y teléfono, viene un sábado, pero pronto, que luego se va a fuera con su familia. Madrugón de sábado.

Bueno, así explicado, no es nada del otro mundo, vamos, que es de lo más normal. Ya. Pero es que paralelamente, se estropeó el DVD, fui al FNAC a comprar UNO (por seguir con las mayúsculas), lo instalé, lo probé y fue bien. Hurra, algo que funcionaba.
A los dos días, rebobinaba mal, luego empezó a encallarse. Desenchufé los cables, con el movimiento de mueble que ello supone. Ponlos en su cajita, que inteligentemente tenía guardada debajo de la cama, ve de nuevo al FNAC, quéjate, toma otro, vuelve a casa, instala, probatura de mil maneras a ver si todo funciona. Creo que esta vez sí.

Pero por si aún quedaban dudas sobre el título del post… Las gafas que tengo desde hace dos años no han dado más que problemas. Así que justo unos días antes de que se me rompieran los aparatos antes citados, fui a la óptica; queja por aquí, queja por allá. Ya os podéis imaginar: una miope desde los cinco años, siendo fiel a la misma óptica toda su vida, tiene hasta alfombra roja y hasta casi una copa y pastelitos, después de haber pasado más de cuarenta comprando sus antiparras en el mismo sitio,. No te preocupes, te buscamos otra montura.

En medio de las roturas antes citadas, sms de la óptica anunciando que ya estaba en la tienda. Coordinación estratégica. Corre a que te la cambien, espera a ver si te la puedo montar yo. Mira ya está. Perfecto (al unísono). Día siguiente, en la óptica: es que me mareo, esto es problema de los ejes, espera que lo curvo un poco. Bien. Perfecto (nuestro segundo dúo). Otro día más: me sigo mareando y tengo la sensación de que se mueven los objetos. Sigue siendo el eje, espera que te lo descurvo un poco. Nuevo día: ¡qué dolor en la nariz! ¡Ostras, me ha salido una alergia de las patillitas nasales! Óptica de nuevo, por el camino, llamada de móvil, no, ahora no me va bien que venga, mejor mañana, ¿cuánto tiempo necesita para cambiar el calentador? Simultáneo:Te pondré unas patillitas de silicona, vale, mañana estaré toda la tarde en casa, ¿lo traerá usted mismo? ¿A qué ya no te molestan tanto?

Agotada, llego a casa y me dispongo a ver una película de DVD, al cargarlo veo que la imagen permanece fija y partida por la mitad ¡Por Belcebú y todas su familia! Mejor me voy a dormir, eso sí, con la precaución de poner el colchón en el suelo, no vaya a ser que se rompa alguna pata de la cama y tengamos un disgusto serio.

17/9/09

Esto sí que no es literatura

Ni todos los métodos usados por la Inquisición y su querido Torquemada, ni todos los correctivos utilizados en Alcatraz superan una sola sesión de fisioterapia.

Médico: Usted está haciendo mal uso de su espalda.
Dintel: ¿Y cómo la puedo usar bien?

Médico escribe: diez sesiones de fisioterapia.
Dintel piensa: bueno, supongo que eso me hará sentirme mejor, menos cansada y con menos dolores de cervicales, dorsales y lumbares.

Hasta ese momento, todo era felicidad, expectativas muy buenas y ganas de usar bien las cosas, porque ya os podéis imaginar, para alguien que es tan perfeccionista como yo, descubrir que hacía mal uso de algo, le ha creado como una especie de onda sísmica cerebral que le ha llevado a tomar consciencia de la zona y a actuar como si de Alexandre y su técnica se tratara. Además, como es más fácil ver la paja del ojo ajeno, ahora me da por corregir espaldas vecinas, ya que para mí siempre ha sido más fácil la palabra que el acto. Pero a lo que íbamos, capítulo segundo: primer día de fisioterapia.

Dos amables y bellas fisios me indican dónde está el vestuario para cambiarme. Y así lo hago, me disfrazo con la ropa que me pedían, supuestamente de deporte (pues para diez sesiones pensé que no valía la pena vaciar Decathlon optimizando mi indumentaria) y cuando salgo a la primera sala de tortura me encuentro con todo de personas realizando lo que ellas llaman "ejercicios" indumentadas de la manera más chic que os podáis imaginar. Y ahí estaba yo, con mi calza larga azul casi hasta las rodillas, tres tallas más grandes de lo que me correspondía, unas rodillas blancas como la leche y varicosas como la hidrografía hispánica y una raya fronteriza desde donde bajaba hasta el tobillo la morenenez de haber llevado todo el verano unas bermudas de esa medida. Camiseta de color naranja (parece ser que la moda terapiosa es el blanco, el negro y el plateado). Total que lel primer ejercicio fue sobre mi vergüenza, que también parece que la uso mal.

Me estiraron en una camilla, me ataron el pie a una cinta y... pierna estaradaparriba, pierna estiradapabajo. Cinco minutos con cada. Cuando hubo pasado el tiempo, descubrí que mi bruxismo también me estaba ayudando a levantar las piernas. Me senté en la camilla exhausta y con nalgas doloridas (porque las abdominales y sus agujetas es otro tema a parte que aparecería al día siguiente) y la simpática y bella fisio me dijo: “pasa al box cuatro”.

Al box cuatro. Sí, y ahí había puerta. Qué miedo. Me sentaron en una silla, me hicieron quitar la camiseta y me empezaron a poner unas ventosas por toda la espalda que succionaban y daban unas corrientes eléctricas.

Fisio: Es para relajar los músculos.

Coño de relajo, han pasado tres días y aún tengo las marcas de las dichosas ventosas, es más, como cada día me las ponen en sitios diferentes, mi espalda está de lo más pop con esos círculos atopolinados de los setenta. Eso sí, del dolor que tengo en la espalda no hablo, porque estoy convencida que eso forma parte del buen uso.

Después de esos diez minutos, vino la fisio, ¿o debiera llamarle verduga?, y me llevó al box quince. Y yo, ilusa de mí, que pensaba que lo peor había pasado, resulta que me atan una cinta alrededor del cuello y la nuca que va atada a una cuerda que sube hasta el techo y pasa por una polea y en cuyo otro extremo del cabo (dejadme ser marinera) se cuelgan dos kilos de peso. No solo eso, que mientras estoy estirando mis vértebras en contra de la gravedad, me ponen dos focos de microondas uno en cervicales y otro en lumbares. Toma ya, y aguanta diez minutos más. Así, cual ganado en matadero me las tengo que ver cada día. Eso sí, con el calorcito del micro que con el tiempo llega a quemar.

Después de esto, cuando te sueltan, no te atreves a girar el cuello por si aquello del croc, ya sabéis. Así que te dejas conducir, como corderilla a la camilla de turno para seguir haciendo el castigo que toque, mientras que con el rabillo del ojo ves como las saetas del reloj de pared parece que den un paso adelante y cuatro hacia detrás, recordándome aquel dichoso juego de niñas en el que nos cogíamos por el hombro todas y cantábamos una estúpida canción que nos hacía avanzar más para atrás que para adelante.

Al final, cuando piensan que has cumplido por aquel día tu deuda con la sociedad, te dejan libre y te vas, lenta y pausadamente, intentando recolocar todo tu esqueleto en su acostumbrado mal uso, cosa que el cansancio y el dolor, ya se encargan de no dejarte hacer.

No sé si al final haré buen uso de mi espalda, no tengo ni idea, pero os aseguro que hago buen uso del descanso y sobre todo de la cama (recordadme que haga una oda a mi estimado colchón). Ah, por cierto, el insomnio ha desaparecido, no sé si el cansancio puede más o es que prefiero soñar a ver mi cruda realidad. A día de hoy, me faltan siete. Dadme ánimos o, mejor, dadme un trago, que siempre hace ver las cosas de otra manera.

15/9/09

Lecciones de abstinencia

Me lo he pasado muy bien leyendo este libro. Se lee con facilidad y con cierta sonrisa irónica en la mente e, incluso en la boca, durante buena parte de él. Con narración desenfadada, también en momentos de enfado, se desarrolla esta trama en la que juegan unos personajes con ideas bien dispares.

Hay algunas frases lúcidas que he marcado mientras las leía y de las que no me quiero olvidar. Dos temas: la educación sexual y la educación sexual (esta segunda bajo la tutela de una iglesia.

El final es de lo más normal, al menos esa es mi opinión. Pero estoy contenta porque he disfrutado con la lectura. A cada César, lo suyo…

13/9/09

La boda

No hace mucho, dos amigas se casaron. Con la pompa y el boato correspondiente a su idea de casarse. Las dos de blanco, con agasajo y banquete, y un inmenso pastel blanco con dos muñequitas aguantando una bandera hexacolor.

Me invitaron: “después de tres años viviendo juntas, queremos celebrar por todo lo alto nuestro amor y hemos decidido casarnos. Estás invitada”, me dijo la que parecía llevar la relación, mientras que la otra, con la mirada, sencillamente, subrayaba las palabras de su gran amor y asentía con la cabeza.

La boda fue un rollo, como todas las bodas y esta, más. Durante el baile, que a mi parecer, fue la mejor parte, fui a los servicios. El vino blanco, el negro y el cava, se peleaban por salir de mí, y la verdad, quería estar bien vacía para recibir con todo el amor posible mi roncito. Al entrar en los servicios, me encontré a una de las novias, enrollándose con otra que no era su mujer. Salí sin hacer demasiado ruido y fuera sentí la ducha fría de lo que acababa de ver.

No entiendo por qué me supo tan mal descubrir la traición, si por edad, ya tengo la suficiente experiencia como para saber que unas personas están más casadas que otras.

12/9/09

Sutilidades

El hilo de araña no se suele ver a simple vista. La luz debe incidir sobre él de una manera especial para hacérsenos visible y comprobar cómo es de grande la tela tejida. De ahí que la presa esté a merced de la laboriosa araña en cuanto toca una de sus pringosas telas.

Lo mismo ocurre con algunos tipos de relación en el que el comportamiento de la “presa” nos suena extraño, muchas veces, hasta esquivo y no sabemos bien por qué. Seguro que si buscamos con la luz adecuada iluminando su alrededor, en seguida veremos que continua atrapada en la telaraña de alguna ex, que, de alguna manera, mueve los hilos de la manipulación y la zarandea como si fuera una obediente marioneta en deuda con la mano que le hace cobrar vida.

Y aquí, a quien debemos compadecer, aunque casi nos sea imposible, no es a la triste presa que es incapaz de soltarse de la telaraña que la tiene atrapada, no; sino a esa ex que es incapaz de ser si no tiene una presa para poder mostrarse.

Aunque para ser justa, cabe mencionar, que tanto araña como presa tienen una relación simbiótica entre ellas que justifica la posesión y la sumisión de una manera tan sutil, que desde fuera es imposible de entender.

11/9/09

Tenaz que es una

En silencio, como si de una almorrana se tratase sigo con mi idea de hacer cómics. Como un hobbie, nada más. Me lo paso bien, lápiz en mano, intentando aplicar todo lo que voy leyendo sobre la teoría del cómic. Tengo dos modalidades; una, copiar y realizar los ejercicios que traen los libros, que de alguna manera no es más que un entreno para la mano, y, la segunda, hacer mis propias historietas.

En principio, en esta segunda modalidad, aún soy incapaz de crear personajes como los que me paso el día copiando, por esto el dibujo resulta mucho más infantil. Pero, a mi, me gusta y creo que eso es lo importante. Quiero mejorar la técnica, pero no quiero abandonar el trazo sencillo ni la utilización del lápiz. No me gusta entintarlos ni colorearlos. Al menos por ahora.

Cuando me distancio de mis cómics me sorprendo porque me gustan más y pienso que tampoco, haciendo tan poco tiempo que estoy metida en ello, me salen tan mal. Para muestra un botón.

10/9/09

La soledad de Charles Dickens

Hace ya unas semanas que empecé este libro y como era tan gordo no me lo he querido llevar encima por lo que, como paso poco tiempo en casa, su lectura se ha alargado más de lo que tengo costumbre.

El autor ha cogido las biografías de Dickens y Collins y ha ficcionado una historia que parte de uno de los libros del primero. Si debo ser sincera del todo, a mí, que me apasiona todo el mundo Dickens y Collins, en algunos momentos, se me ha hecho pesado de leer, pues el autor no hacía más que aportar datos que, a mi modo de parecer, se alejaban de la línea de acción narrativa. Pero a pesar de esto, hay otros muchos momentos trepidantes que me obligaban a permanecer en lectura página tras página.
Una de las cosas que más me ha gustado es distinguir en todo momento cuando lo que se narraba era biográfico y cuando ficción.

Creo que es un libro para todas aquellas personas apasionadas de Dickens y con ciertos conocimientos previos sobre su vida.

5/9/09

Hormonas

Me han pasado un artículo que se titula “Ciclo hormonal. Análisis semana a semana”, y no me preguntéis de dónde lo han sacado porque la fotocopia no contiene tan irrelevante información. Por el título, pensaba que era científico, pero por el tono del texto y por el diseño de la página me ha quedado claro en seguida que era más de tendencia revistil al alcance de cualquier lectora (sí, lectora en femenino, pues, desgraciadamente, eso ya da muchos datos).

A lo que iba. El artículo habla de las cuatro semanas del ciclo de la mujer, del mes, que si los estrógenos y la testosterona parriba, que si la testosterona y los estrógenos pabajo, que si en los primeros días de la tercera semana, que si en el tercer día de la cuarta semana, que, por ende, irritabilidad y tristeza, que si pasan uno días más, entonces, euforia y lucidez, que durante no sé que días los estrógenos entran en conjunción con Plutón y son estos los mejores para el sexo, que la culpa de los ataques de ansiedad es de los estrógenos que suben rápidamente sin que nadie los invite…

En fin, que durante las cuatro semanas que dura el mes, mis hormonas no paran en ese, al parecer, parque temático que es mi cuerpo.

¡De qué narices yo voy a tener mal carácter, cambios de humor, irascibilidad y demases características que mis allegados me han tildado a lo largo de mi vida! ¡No señores, no señoras, no! De mal carácter nada, sencillamente, soy mujer.

¡Qué comodín más bueno echarle la culpa a la hormona! Además siempre queda mejor que la culpa la tenga la hormona que la neurona (que es el caso de los hombres)!

3/9/09

Divina providencia

Sigo con la costumbre de comprarme libros sin leer la reseña que llevan. Pero esta vez, aún fue más arriesgado; cogí el libro porque era de la editorial salamandra, sin leer ni el título, ni quién lo había escrito, ni ver la foto de la portada. Me senté en un bar y empecé a leerlo mientras degustaba una tónica. En seguida me pilló y empecé a disfrutarlo. Cuando llegué al segundo capítulo y vi que la historia y el narrador cambiaban pensé, “vaya, no es novela, son relatos de estos que acaban de forma extraña”. Y, el tercero, y el cuarto, y el quinto relato, cada vez acababan de forma más rara. Pero cual fue mi sorpresa al ver que en realidad estaba leyendo diferentes caminos hacia una misma trama. Era como si me paseara por los hilos de una tela de araña, que acaban confluyendo todos en el centro. Y confieso, que al llegar al centro, que en este caso es el final, miré el título del libro y sonreí porque fui consciente que había disfrutado mucho más el libro sin saber el título que si lo hubiera sabido. No puedo decir más.

2/9/09

Lo nuestro

Plantamos aquel árbol, ¿recuerdas? Plantamos aquel árbol una noche de borrachera hace ya mucho tiempo. Tú volviste a casa de mis padres y, desde el jardín, me tiraste piedrecitas a la ventana. Era verano, estaba abierta y no chocaron en los cristales. Me despertó el ruido de estas al caer sobre el suelo. Había estado llorando, pero el alcohol pudo más que la pena y me dormí entre lágrima y dolor. Notaba los ojos hinchados y acartonados por la sal de las lágrimas pero en seguida tomé consciencia de que estabas abajo, en el jardín. Bajé.

No hablaste. No me dijiste nada. Te abalanzaste sobre mi boca y la cubriste con amor, rozando tus labios con temblor, como con miedo a que desapareciera. Tus manos me quitaron la camiseta de tirantes con la que dormía y ahí mismo hicimos el amor. En silencio, dejando hablar a nuestros cuerpos.

Cuando acabamos, del bolsillo sacaste esa semilla y cogiste mi mano junto con la tuya empezaste a rasgar el césped y ha hacer un pequeño agujero. Te ayudé en cuanto entendí lo que pretendías hacer. Con sumo cuidado la depositaste en la palma de mi mano y, con la cabeza, asentiste invitándome a ser yo quien lo plantara. Y así lo hice.

Tapada la semilla con a la tierra negra, me acompañaste hasta el borde de la piscina para que me limpiara las manos. El agua estaba tibia y las luces brillaban como cartas de un Tarot que auguraban nuestro futuro, confiriendo al agua seguridad y calidez. Te metiste poco a poco, primero sentándote en el borde y luego bajando aguantada por los brazos hasta que casi estuviste dentro. No querías hacer ruido. Me metí yo también. Volvimos a hacer el amor conteniendo la pasión, priorizando la ternura y ralentizando el tiempo.

Ha llovido mucho desde entonces, pero no entre nosotras. Sellamos nuestro amor aquel día y el tiempo no lo ha erosionado. Plantamos aquel árbol y tú me dijiste:

­−Tú serás mi libro. Los hijos, ya vendrán.

1/9/09

Desnudo

Esta noche he pintado un cuadro, de tonalidades azules y verdes marinas. Un cuarto en un cuadro, una habitación, dos cuerpos desnudos que yacen abrazados sobre una cama. Su respiración. He pintado su respiración acelerada y sudorosa que proporciona el brillo a los bordes de las cosas que, en segundo plano, decoran el hecho. El hecho en el lecho, porque es la parte más importante del cuadro, la se extiende como una red gris oscura casi azul, la que reclama ser examinada por cualquier ojo humano, previendo, así, descosidos. He realzado con volumen, con pincelas gruesas, nuestra doctrina, para no perdernos cuando falte la pasión. Porque esta, con la luz del tiempo, se deteriora dejando sólo la acidez de lo que fue y un sinfín de pinceladas, ahora grises, que un día contuvieron, tonalidad, brillo y color.

He pintado esta noche porque creo en nosotras dos.