24/7/14

Conversaciones de residencia

─Dios, con todo lo bien que lo ha hecho todo, con esto se ha equivocado.
─¿Por qué lo dices?
─Si ya no sirvo para nada, ¿qué hago aquí viviendo? (Silencio) No puedo hacer nada; ni leer, que tanto me gustaba, ni escribir, ni coser, ni estar en mi casa, ni andar. Pegada a esta silla de ruedas esperando a que vengáis a verme de vez en cuando.
─Mamá, estuve antes de ayer. Que fue tu cumpleaños. Comimos un pastelito, de tu pastelería de toda la vida. Y vinieron los tíos.
─Ya. Puede. Pero no me acuerdo. Me siento muy sola. Tengo unos sueños muy raros. No sé qué me pasa. Estos no son mis ojos, están muy tristes y vacíos. Sé cuál es mi nombre, pero no sé qué personalidad tengo. No quiero ponerte triste. Lloro mucho.
─¿Y qué quieres que haga?
─Tú, nada. Voy a pensar qué hago y cómo lo hago y cuando tenga cien años, tomaré una determinación.

No hay comentarios: