22/4/15

Rareza

Ríanse ustedes de Alonso Quijano, que lo que no me pase a mí, no le pasa a nadie. Me he levantado esta mañana y ya me sentía rara, pero no soy de las personas que se escanea minuciosamente hasta dar con el epicentro de la anomalía, ni de las que piensa que algún día les pueda pasar lo que a Gregorio Samsa. Así que no me he hecho demasiado caso y me he metido en la ducha; lugar en donde la cabeza vaga lejos del cuerpo y por, costumbre adquirida, te “higienizas” sin conciencia de hacerlo. Ha sido en el momento de aclararme el pelo cuando me he dado cuenta de que algo me pasaba. A penas me mojaba el agua. Si tiraba la ducha más hacia mi espalda, solo notaba que me salpicaban pequeñas gotas, y si la desplazaba hacia delante, me ocurría lo mismo. No conseguía  notar el chorro de agua cayendo sobre mí como de costumbre. ¿He perdido sensibilidad cutánea? ¿O tengo un lupus de esos de los House? La mente es muy traicionera en estos momentos en los que los nervios se empiezan a apoderar de tu ser y el misterio principia a crear angustia. ¿Qué me pasa? Necesito mirarme en el espejo.

Mis ojos no podían dar crédito a lo que veían, mi mente no podía asimilar mi nueva realidad. Nada más lejos de lo que hubiera podido imaginar nunca: había perdido una dimensión. Sí, sí, así como suena: solo tenía dos dimensiones, como las cartas de corazones de Alicia. Qué difícil es mirarse ahora, se pierde la perspectiva. ¿No será que siempre he tenido dos dimensiones y era yo la que me creía que tenía una personalidad poliédrica? No sé qué debo pensar al respecto, el pensamiento se me ha vuelto plano y acostumbrada a mover mis ideas sobre tres coordenadas, ahora con dos me da impresión de des-ordenadas. Si tan siquiera encuentro mis ejes, y mis hermosos pechos se han convertido en dos elpipses (perdí la ocasión de circunferencia con la edad) que equidistan del ombligo y forman un triángulo isósceles. Toma ya dos dimensiones. ¿Cómo me presente así en el trabajo? “Hola buenas, ahora soy un plano, que contiene solo dos dimensiones, eso sí, con infinitos puntos y rectas”. Y me siento en mi mesa a trabajar. Y mis compañeros me miraran boquiabiertos y ojipláticos sin devolverme el saludo devorado por la sorpresa. Me miraran de reojo o descaradamente los más cercanos y todos se preguntarán: ¿También tendrá el encefalograma plano?

¿Quién en estas condiciones podría ir a trabajar? Mejor me doblo dos veces y me vuelvo a la cama. Porque los sueños, sueños son (esperémoslo) y sobre planos no hay nada escrito. 

No hay comentarios: