20/2/18

Capítulo 2 (1)

La noche había sido larga, Marta se metió en la cama tarde con la esperanza de dormir unas horas. Después de vaciar el plato con la comida de la cena intacta y fregarlo, se puso a ordenar y limpiar  los armarios de la cocina. Empezó por el de debajo del fregadero, donde guardaba los productos de limpieza. No hacía mucho que lo había hecho con su marido. Había sido él quien, a penas de recién casados, le había enseñado que debía empezar por ese.
—Es el que suele estar más sucio —le dijo cuando limpiaron juntos por primera vez.
—Y tú ¿cómo lo sabes? —le preguntó sorprendida. A pesar de llevar ya tres años de novios, su marido siempre la sorprendía en este tipo de cosas.
—Pues, porque por mucho cuidado que se tenga cuando se utilizan los productos siempre se moja el culo del envase y este acaba por dejar un cerco en el armario.
—Míralo, el sabiondo.
—Y, como tú —añadió muerto de risa, mientras la cogía de la cintura y la apoyaba contra la pared de la cocina—, siempre tienes  más de un producto de cada, por si las  moscas, tenemos todo un cuadro abstracto de cercos en el armario —concluyó besándola para evitar cualquier represalia.
Amaneció y, estirada en la cama, seguía mirando el techo en espera que el tiempo pasara. Los armarios habían quedado impolutos y la cocina, completamente recogida sin embargo no había conseguido conciliar el sueño a pesar del cansancio y la tristeza del día. Inés había insistido en quedarse con su madre hasta el entierro, pero esta se puso firme y la mandó para su casa.
—Vale, mamá. Pero mañana te vendremos a buscar a las nueve.
—No hace falta, hija. Me cojo un taxi aquí mismo.
—¡Pero cómo vas a ir en taxi a enterrar a tu marido! Cómo si estuvieras sola en el mundo y no tuvieras más familia. Estoy yo, y Eduardo. No quiero que vayas al tanatorio en taxi.
—No quiero molestaros. Eduardo seguro que debe tener mucho trabajo.—Me da igual el trabajo que tenga o deje de tener. Estos son momentos para estar toda la familia junta. Vendrás con nosotros y no se hable más.

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