La chica que vende cupones de la ONCE en la caseta de la esquina de mi casa ve. El motivo que le ha llevado a este trabajo es una parálisis mental que le imposibilita el movimiento coordinado de sus extremidades.
Cada mañana, una viejecita acude a la caseta a la misma hora, las once y cuarto, hora en que yo tomo en el bar de enfrente mí único café del día. La chica que vende cupones de la ONCE abre la puerta de la caseta, sale, cruza la calle, entra en el bar y se dirige a los servicios con su torpe caminar, no sin antes mirar hacia mi mesa y sonreírme.
La viejecita se ha plantado delante de la puerta de la caseta, la sabe no cerrada y parece que eso la pone en tensión. Empieza a arreglarse nerviosa el vestido cuando considera que la chica tarda en volver. Se estira la falda para abajo, se recoloca los hombros se pellizca la blusa para colocar holgar el tejido; todo esto, sin apartar la vista de la puerta del bar.
La chica sale del servicio, me mira y vuelve a sonreírme y con su cadente baile asonante se dirige a la puerta de salida.
Cuando alcanza de nuevo la caseta, da un beso a la viejecita, que tiernamente la retiene para alargar un poco más el beso. Antes de irse, la viejecita, comprueba que esté cerrada correctamente la puerta y se va caminando por la acera, cargando el peso de la edad sobre la pierna izquierda.
De aquella manera que sólo el tiempo sabe hacer, he incluido, sin darme cuenta, esta escena en el protocolo de mi café.
Hoy no ha venido la viejecita, al principio, extrañada he pensado que se retrasaba, pero enseguida he tenido claro que no vendría. Mi café se ha quedado frío en la mesa.
Al salir del bar, me he acercado a la caseta de la ONCE y le he preguntado a la chica si quería ir al servicio.
—No es necesario —me ha contestado con una triste sonrisa—, tenía una necesidad imperiosa de sentirse útil.
Yo me pregunto, tu le compras algun cupon, quiniela, loto de la suerte???? aahhhh, seguro que NO, la suerte no llega sola.
ResponderEliminarUn beso.
...ufff...bonita pero triste historia...hermoso tu gesto...magnifica chica de la ONCE...un abrazo...
ResponderEliminarHago mio el comentario de "mimundo". Una historia muy tierna.
ResponderEliminarBesos
Qué ternura, Dintel. Precioso.
ResponderEliminarjur un poco triste...
ResponderEliminarJo...me he quedado un poco así...tristona... :(
ResponderEliminarEn este mundo faltan personas como tu, esto q has hecho te honra.
entre el día y tu post, me he quedado toda melancólica ya...
ResponderEliminarY es que a veces nos parece que si no somos útiles, no servimos... pero hay muchas maneras de tener sentido, no?
ResponderEliminarA mí el domingo quiso invitarme una bisabuela a un café por acompañarla al servicio. Fue mi compi de autobús. Más maja... Iba a un funeral.
Un abrazo :)
como dice Blau, a comprar cupones, que la chica lo merece...
ResponderEliminarBesicos
Encarna
Es la necesidad del ángel.
ResponderEliminarDintel: tengo que reconocer que eres una funambulista de las palabras... y nunca había leído algo tan bonito y enternecedor!!!
ResponderEliminarLo mejor que he leído de ti.
Abrazos salinos
uf, cuanta ternura y tristeza a partes iguales,
ResponderEliminargracias por compartirlo
Se me han puesto los pelos de punta. Sin más.
ResponderEliminarEs lo que tiene ser solidaria..., gestos así. Es bueno dejarnos tocar por lo que nos rodea.
ResponderEliminarUn abrazo.
qué bonito... gente como tú y como la vendedora de cupones es la que hace cambiar el mundo
ResponderEliminarun besazo
jooo que historia de verdad... que historia más tierna...
ResponderEliminarbesitos grandotes...
Bonito gesto y precioso post. Me has hecho recordar q en mis tiempos d dependienta en zara habia frente a la puerta, tambien, un kiosco d la once y el hombre (en este caso) entraba al servicio d la tienda. Pero el tio no se fiaba d nadie... pq no hacia mas q poner un pie fuera y ya estaba con la cara pegada a la cerradura y a las llaves: no importaba q tardase el tiempo q fuese... el dejaba la caseta cerrada. Un beso y me ha encantado
ResponderEliminarQué bueno el relato, qué literario y qué potente afectivamente, gracias.
ResponderEliminarMuy observadora, si señora.
ResponderEliminarEs increíble como has ido tejiendo la historia con lo que veías.
Me encantó el detalle de que le preguntaras a la chica si quería ir al servicio.
un beso
Aparte de la ternura ya comentada con creces,ole por esa chica, que a pesar de su minusvalía,todavía sentía la necesidad de alegrar al prójimo. :-)
ResponderEliminarMuy triste y tierno a la vez!
ResponderEliminarMe recuerda que estoy inscrita en la ONCE, igual dentro de poco me veré en situación similar.
¡ !
ResponderEliminarPocas personas cuentan en descripciones como lo haces tú.
ResponderEliminarBesos
Lo más lógico sería cerrar la caseta con llave, e ir al baño con la tranquilidad de saber que no involucras a nadie.
ResponderEliminarSupongo que entre ambas se había establecido ese ritual,...un relato muy bonito, sí señora.
Un beso
Este relato puede ser que sea de los que son verdad...me da igual...qué bonito!!
ResponderEliminarQue tus ojos nunca dejen de mirar y contarnos...
ResponderEliminarBSS
LA VIEJITA SE MURIO?....
ResponderEliminarSALUDOS
Joo, es bonito, triste pero bonito.
ResponderEliminarHasta aqui llega la pagina que he guardado, y cuyos comentarios he escrito en mi casa, y ahora desde casa de mis padres (tienen internet) estoy copiando y pegando.
ResponderEliminarAhora repetire la operacion, guardo la pagina y el proximo dia con tiempo e internet, te volvere a inundar de comentarios!!