Nunca supe quien había detrás de mis palabras, escondite
perfecto entre la voz y el silencio, donde guardar las miserias que el mundo ha
tenido a bien otorgarme. Recuerdo que una vez luché por alguien y como perro
apaleado lamí mis heridas en la cuneta de cualquier camino, durante muchas
noches, durante muchos días. El dolor protege de todo, diluye los deseos y los
convierte en una masa de costumbre que te acompaña en cada acto, no quiero ni
pensar que eso es a lo que llaman vivir. Sentada junto a una vela pacto con la
noche; las sombras huyen de los cuerpos cuando suena el crudo pensamiento. No
soy nadie, no soy nada, un cúmulo de toscos fantasmas huraños por recordar que
nunca he sido amada. Y en húmeda pared de la noche, la sombra enflaquecida de
mi autoestima tiembla extenuada bajo la luz de tu vela hasta que la muerte me
venga a buscar al alba. Me encontrará sangrando, despierta, con tu nombre
clavado en el alma.
¡Ey me ha encantado tu entrada! La manera en la que escribes.
ResponderEliminarYa me leo más del blog con gusto.
Saludos.