30/9/13

¡Titúlalo tú!

Es fácil perder la confianza en la vida. Si no me creéis, miradme a mí: creyéndome con el mundo a mis pies, una penosa mediocre con ínfulas de poder con todo, puro ejemplo de atavismo, con el alma sofocada por la soledad y las lágrimas arañadas por la cruda realidad, liderando no más que a cuatro gatas que fui encontrando en los callejones de mi existencia.

Mi vida, versada en interrelacionarme, solo consigue llenarse de erráticas maniobras de interacción social que me conducen a ser rechazada profusamente por todo aquel o aquella, que sin saberlo, se adentra en mi espacio vital, a pesar de toda la retahíla de retorcidos manejos que extraigo de mi inveterada experiencia. Una y otra vez la misma escena se ha ido repitiendo en mí.

Hace unos días, por fin, iracunda, abrí la ventada y le chillé a la vida, que no la quería más, que se largara por donde vino. Ya no me fío ni un pelo de ella.