23/10/12

Amorísimo o amorosérrimo

No quiero volverme una evasiva de lo que fui. Ni retrotraer para empezar lo nuestro in media res. No quiero balancearme en el tópico del amor y el desamor. Ni aferrarme a la idea de que la ruptura marque nuestro fin. No quiero. 

Quiero que la gente que me juzga viva toda una travesía de la estupefacción al comprobar que mi alma intelectiva les muestra el apego hacia ti. Inimaginable el amor que nos profesamos, sobre el lecho, bajo el cielo, entre pieles. Inimaginables esos besos que nos damos, no con la boca, ni con la intención, si no con las miradas que suspiran por cruzarse. Inimaginables esos minúsculos y evanescentes malos humores de las circunstancias que no hacen más que afianzarnos. Inimaginable nuestro pensamiento inseparable y coetáneo. Como inimaginable también, el sentimiento desbordado que supera el superlativo de amor.

Lo nuestro es porque tenía que ser.

22/10/12

Lumbre entre cenizas

Me he propuesto de nuevo escribir cada día, como ejercicio, como había estado haciendo hasta hace un par de años. Me sentía bien con ello, llena, funcional. Me levantaba por la mañana con ganas de coger la pluma y escribir; notaba fluir dentro de mí un montón de cosas, ideas, sensaciones, montones de emociones que quería convertir en palabras. No me había notado nunca encallada. Me sentía con la fuerza de trabajar a la vez que tenía en mi mente el texto que estaba preparando. Gozaba esperando el momento de poder echar mano a mi libreta, a mi pluma, a mi ordenador. Ahora, me despierto perezosa, con el alma dormida y la mente con las ideas sedimentadas, reposando sobre su propio tapiz, desgarrada la creatividad, con la absurda idea de que ya no tengo nada qué decir.

Lo que nunca creí que me pasara, pasó. Pasó y se instaló de forma tan sutil que cuando me di cuenta había perdido el sentido de mi identidad, ¿o lo que perdí fue la identidad de mi sentido? ¡Qué más da! (pienso después de pensar), lo que importa es volver a enhebrar la aguja y zurcir el siete de estos años.

Aprendo a tener paciencia conmigo misma, tengo una buena maestra. Quiero volver a escribir sin coacción, con temática libre, textos bonitos, textos feos, mis textos en definitiva, sin tener la obligación de escribir lo que no quiero. ¡Qué malas son las simbiosis para el mundo del fluir! Mea culpa por permitir que pasara.

Mientras hablan, yo callo y me dedico a remendar mis propios jirones. Sé que algún día volveré a escribir como antes lo hacía y de nuevo, volverá a oírse mi voz. Qué tiemble la Tierra entonces.

12/10/12

Nada que ver con la crisis

El mundo está lleno de cenutrios, y no sé si esto me indigna o si me hace gracia (que la hilaridad sería la mejor protección contra mis rabias). Me explico.

Cada mañana, en cada uno de los asientos del tren, se encuentra cuidadosamente doblada y puesta La Vanguardia. No solo en el tren de mi línea, sino en los trenes con la misma franja horaria de todas las líneas. Generoso regalo para los que cogemos este tipo de transporte a estas primeras horas de cada jornada laboral. Esto viene ocurriendo desde hace tres o cuatro años.

Normalmente suelo leerla durante el trayecto hasta llegar a mi trabajo. Me da tiempo de sobras de leerme de pe a pa  los artículos que más me interesan y de echar una ojeada rápida a las cabeceras del resto, esto, claro está, si el traqueteo del tren no me devuelve a brazos de Morpheo, cosa que en algunas ocasiones me suele pasar. Cuando acabo la lectura, en vez de dejarlo de nuevo sobre el asiento me lo llevo y recorto los artículos que me parecen más interesantes para pasárselos a una amiga, que se los lea y luego podamos comentarlos.

Pero resulta, que parte de la humanidad no tiene suficiente con hacer algo parecido a la que yo hago, si no que anda sedienta de posesión desmesurada de Vanguardias y se dedican a viajar en el tren, bolsa de plástico en mano, para agenciarse todas aquellas que aún se encuentran vírgenes sobre los asientos. Me encanta ver la idiosincrasia de cada uno de estos individuos. Hay, quién descaradamente, va pasando por el pasillo cogiéndolas, mientras que otros disimulan y hacen ver que leen la portada para acabar, mientras miran incisivamente de reojo a un lado y a otro para controlar no ser descubiertos, poniéndola disimuladamente en su bolsa.

Todos los verdaderos lectores, levantamos los ojos por encima del filo superior de la hoja, comprobamos, en el espejo de los otros como somos y volvemos a bajarlos mientras chasqueamos la lengua en señal de desaprobación y vergüenza.

11/10/12

Prescripción facultativa

Y se hizo la tranquilidad, y esta vino en forma de luz, de ganas de vivir, de nuevas miradas hacia el mundo. Las risas volvieron a sus pensamientos y empezó a mofarse de sí misma, de lo mal que lo había pasado. Se herniaba cada noche de sus inacabables carcajadas mientras pensaba en su naufragio, en cómo casi se había ahogado.

¡Qué tontos nos volvemos en los malos momentos! Perdemos la esencia de que todo tiene finitud y, el dolor, mucho más, pues por propia supervivencia ya nos encargamos de salir bien pronto de él. Pero, sin embargo, nos olvidamos de ello y nos sentimos incapaces de soportarlo por más tiempo. Animalicos, ¡con todo lo que puede llegar a soportar el ser humano!

Se hizo la tranquilidad, sí, y ahora, la cerveza diaria que se había acostumbrado a tomar en el bar más cercano de su casa, que fue refugio en esos momentos tan duros, aquella cerveza en la que había intentado ahogar dolor y desespero, la necesitaba más que nunca. No quería olvidar el sabor amargo en el que, por un tiempo, se convirtió su vida.

Y volvía religiosamente, cada día, cada tarde, después del trabajo, a ese bar en busca de su placebo, un placebo que ella misma se había prescrito para el resto de su vida.

9/10/12

De rodillas

De rodillas ante ti, contemplo, abrigada por la tranquilidad, cómo duermes con placidez. No me atrevo a besarte por miedo a romper el momento. La noche alberga mis sentimientos y mi deseo, vivo su compañía. La luz de la farola solo tiene por misión colarse por las rendijas de la persiana para dibujar tu silueta bajo esa colcha de amor que cubre tu desnudez.

Recibí la noche sobre tu cuerpo, besando todos tus pliegues, excitada, húmeda como nunca antes había estado. Me siento impregnada de ti. Al llegar el alba, nuestro olor se vuelve aroma. Será la colonia que nos acompañe durante todo el día.

No puedo contenerme, te beso.