11/10/12

Prescripción facultativa

Y se hizo la tranquilidad, y esta vino en forma de luz, de ganas de vivir, de nuevas miradas hacia el mundo. Las risas volvieron a sus pensamientos y empezó a mofarse de sí misma, de lo mal que lo había pasado. Se herniaba cada noche de sus inacabables carcajadas mientras pensaba en su naufragio, en cómo casi se había ahogado.

¡Qué tontos nos volvemos en los malos momentos! Perdemos la esencia de que todo tiene finitud y, el dolor, mucho más, pues por propia supervivencia ya nos encargamos de salir bien pronto de él. Pero, sin embargo, nos olvidamos de ello y nos sentimos incapaces de soportarlo por más tiempo. Animalicos, ¡con todo lo que puede llegar a soportar el ser humano!

Se hizo la tranquilidad, sí, y ahora, la cerveza diaria que se había acostumbrado a tomar en el bar más cercano de su casa, que fue refugio en esos momentos tan duros, aquella cerveza en la que había intentado ahogar dolor y desespero, la necesitaba más que nunca. No quería olvidar el sabor amargo en el que, por un tiempo, se convirtió su vida.

Y volvía religiosamente, cada día, cada tarde, después del trabajo, a ese bar en busca de su placebo, un placebo que ella misma se había prescrito para el resto de su vida.

1 comentario:

maslama dijo...

todxs tenemos estos pequeños rituales, quizá es una manera de aferrarse a.. ??? ni idea, a algo muy profundo

besos,