28/5/09

Siembra

Es bien cierto que quien siembra acaba por recoger, incluso si se siembra sobre terreno yermo, en algún momento, alguna semilla se sublevará brotando revelándose de la más abosoluta de las nadas.

Cuando ya no podía más, cuando iba a tirar el estante de toallas entero, cuando, agotada de darme una y otra vez de morros contra la pared, me había armado con la escudería de refranes “donde no hay, no se puede sacar”, “donde no hay, nada fluye”, etc., etc, unos pequeños brotes han empezado a asomar entre tanta piedra.

Al principio, no me lo creía, en seguida pensé que eran, sin lugar a dudas, malas hierbas, pero, poco a poco, primero de amarillo y ahora fotosintéticamente verdes han ido creciendo y haciéndose menos incipientes.

Llevo mucho tiempo sembrando sin que ocurriera nada. Ahora, cansada, veo que todo mi trabajo se había quedado latente en cada una de las semillas. Sólo me queda esperar que florezca cada uno de los tallos, eso sí, sin dejar de cuidarlos ni un minuto, porque aún son tiernos y cualquier agente externo podría pudrirlos.

Me siento llena, llena y cansada, llena, cansada y realizada, sé que ninguno de mis esfuerzos ha caído sobre terreno baldío. Me voy feliz, sonriente; me voy con la intención de invitar a mi paciencia a un par de copas. Se las merece tanto o más que yo, sin duda alguna.

25/5/09

Anoche

Anoche, hicimos el amor, supurando pasión por los poros, pero con toda la lentitud que el deseo nos permitió. Una vez acabamos, volvimos a empezar, concatenamos un acto con otro trenzando caricias y cuerpos, coreografiando silencios de amor.

Cuando la noche se cansó de esperar para adormecernos, yo, aún sobre ti, pegadas por el sudor, encendí la luz. Inmediatamente me vi reflejada en tus pupilas, pequeñita, mientras que tus ojos, más cristalinos que nunca, derramaban felicidad.

Anoche, salpicamos la alcoba de una hermosa y secreta lujuria de amor.

23/5/09

Ser o no ser... guapa

Sonrío a escribir, no puedo menos que hacerlo. Sentado delante de mí, en el tren, un personaje peculiar, de aquellos que si un director de teatro lo monta en escena la gente lo tacha de exagerado e irreal.

Los viajes en tren se me pasan vertiendo palabras en mis libretas, sin levantar cabeza de estas.

A mi lado, sentada en contra del destino del tren, una chica que me ha llamado la atención por su atractivo y belleza. Delante de nosotras, un chico extremadamente delgado, vestido de militar, con pantalón corto, leía ocupando los dos asientos. De un golpe de vista al libro lo he reconocido: El Banquete, de Platón. Mis ojos, atraídos por lo singular, se fijaban una y otra vez en sus rodillas, pues les llamaba la atención lo huesudas y extremadamente peludas que resultaban.

Cuando ya llevaba un buen rato concentrada en lo que estaba escribiendo, el chico ha dicho:

−Eres muy guapa.

En todo momento he sabido que no se dirigía a mí pues sé perfectamente que quedo excluida de este adjetivo. He sentido que la chica se revolvía ligeramente en su asiento intentando ocultar la timidez que le había despertado el comentario. Rauda como un rayo he levantado los ojos y mirado fijamente al chico, le he dicho:

−Muchas gracias.

En su mirada he descubierto la duda y la búsqueda de una salida airosa. Mientras yo empezaba a sonreír en mi fuero interno.

−Se lo decía a ella −ha medio balbuceado sin poder acabar de mantener la mirada hasta concluir la frase.

Sin decir nada, he vuelto a concentrarme en mi escritura, no sin activar mi visión periférica para no perder detalle de lo que hacía el chico. Este, sin parecer presuroso, ha recogido su libro, su mochila y se ha ido a otro vagón, haciendo un verdadero mutis por el foro.

Entonces como si hubiera sido algo concretado de antemano, la chica y yo nos hemos empezado a reír a carcajadas. Después de hipar un buen rato intentando controlar la risa, me ha dicho:

−Bajo en Cataluña, ¿te apetece un café?

20/5/09

Evolución y transformismo

No quiero andar a medias con las medidas, esas que en su evolución engrandecen y que marcan el camino a seguir.

Pues aunque existe la leyenda popular que cuenta que antes, en mi juventud, poseía el don de la proporción en mis partes corporales, ahora, con una simple visión de cada uno de ustedes basta para que lo que en su momento no fue leyenda se quede como tal.

Bajo el sabio consejo materno que percatose al instante del movimiento uniformemente pendular de ambas, fui advertida e instruida en la necesaria compra de un artilugio sujetor desatando esto mi tozudez más por un hecho de inercia que de convencimiento pues hacía tiempo que me molestaba el peculiar botamiento de lo que es conocido por pecho o busto .

Cuando dejé atrás la niñez y llegó el momento de sujetar, descubrí que faltaban cinco (85-60-90) para pertenecer a la famosa tríada numérica. Pero al cantar los cuarenta, poca vela pude apagar pues mis pechos eran ya dos tetas que, cual parapetos, impidieron llegar el soplido a la llama, creando así el drama, de todo un año de mala suerte.

Ahora, está claro, que, como si de chambelanes se trataran, asoman por una esquina anunciando que en breves minutos llegaré. Al menos, esa utilidad tienen.

He pasado a sujetar desde las centenas, con aros como costillas de ballena y cuatro cierres, reforzando, detrás. Mis sujetadores, antes sensuales, ahora son dos cazuelas que en cava, negro, visón o blanco me tengo que calzar, y, dentro, tengo que recolocar semejantes trozos de ternera.

Hace un par de años las intenté pesar, no quieran saber ustedes el problema, pues se encajó la bandeja de mi, desde entonces, asustada báscula de cocina, agarrando bien la izquierda y no se quería soltar. Cuatro quilos cincuenta, gritó la saeta, mientras me indicaba dónde podía comprar un kilopondímetro, aparato más apropiado para tal enorme despuntar.

Y no quieran que les hable de las mamografías, donde el problema no es cazarlas, si no recogerlas, pues una vez puestas en el aparato, cuelgan por el otro lado y, entre el médico y yo, nos faltan manos para evitar que la soteta haga ventosa en la pequeña repisa de radiografiar. Este año, dicho doctor, al gritro de “atrás fieras”, haciendo sonar un látigo por encima de su cabeza ha conseguido asustarlas y que volvieran a su colgante jaula.

Con esto quiero dar fe de que con el paso del tiempo maduramos, crecemos y nos transformamos sino en todos los aspectos al menos en uno.

17/5/09

Anti

Tengo miedo. Llevo muchos días pensando en esta partícula que añadida delante de un sustantivo, actualmente, connota lucha. Por definición, simplemente es lo opuesto.

Y precisamente es de la connotación de la que surge mi miedo, porque muchas veces, esa lucha conduce la ideología a una serie de actitudes obtusas y ofuscadas con las que no puedo estar de acuerdo por muy anti que yo sea.

Y es que no puedo con las cerrazones mentales que impiden ver más allá de uno mismo. Pienso que tales limitaciones de pensamiento pueden llegar a quitarnos el derecho a ser antis.

No me hagáis caso, es un “pure parler” o mejor dicho, un “pure penser”.

16/5/09

La soledad de los números primos

Un libro, que sin lugar a dudas, leería en un momento u otro. Mi pasión por la matemática es tal que tengo una pequeña colección de obras literarias en las que aparece la matemática en su argumento narrativo.

Recuerdo que, hace mucho tiempo, sentada sobre una roca de un espigón, dejando que el mar al romper sobre ella comparar su salinidad con la de mis lágrimas, comparé mi existencia con un número primo; en concreto el 17, aunque, sin perder mi ironía, esa que me ha caracterizado siempre, me reprendí argumentando que debiera compararme con el número 13, por mi mala suerte. Apenas contaba con 17 años y acababa de sufrir mi primer desengaño amoroso. Después de un verano intenso, en los primeros de septiembre, un chico me dejó por otra, mucho más alta, mucho más guapa y con mucho más buen tipo que yo, alegando que yo era una persona difícil. Fue la primera vez que alguien utilizaba ese calificativo conmigo, que, como premonitorio, me ha acompañado siempre.

Más tarde comprendí que mi vida amorosa nada tenía que ver con los primos, sino que más bien con las primas.

El libro habla de dos personas particulares que se encuentran. Narrado en tercera persona, de una forma fluida e inteligente coge de la mano al lector y lo acompaña a través de esas particularidades haciendo que se plantee la suya propia.

Es curioso, hay veces que los libros tienen su momento para leerse, he leído este en el preciso.

15/5/09

Vuelve

La mayor desagracia de la juventud actual es no pertenecer a ella.
Salvador Dalí

Hoy me he levantado vieja; sola, vieja y decrépita. Sin tiempo para hacer y sin hacer por falta de tiempo. ¿Dónde estás, amor, tú, que negocias con Cronos la eternidad de tu abrazo?

14/5/09

Este blog sólo admite a lectores invitados.

"No parece que te hayan invitado a leer este blog. Si crees que se trata de un error, es posible que desees ponerte en contacto con el autor del blog y solicitar una invitación."

¿No parece? ¿No parece? Sencillamente, no me han invitado. Ah, y cuando en el perfil no está el e-mail de contacto, ¿cómo me puedo poner en contacto con el autor del blog y solicitar una invitación?

Seamos prácticos, ¿para qué leer a alguien que no te invita a hacerlo?

13/5/09

El día que me vaya no se lo diré a nadie

No me ha gustado tanto como la que me leí hace unos días; las metáforas no son tan adecuadas como las del otro libro, los dos protagonistas no han acabado de conectar conmigo y la historia, digamos que tampoco.

Me ha gustado el ritmo y la forma que tiene el autor de mostrar a los personajes. Esta es su primera novela y da la impresión de que no es más que un trampolín para escribir la otra. Al final, suelo leer la contraportada y los datos biográficos del autor. Esta vez llego a la conclusión que a través de sus personajes se describe muy bien.

Contiene un interesante juego de miradas que, a nivel personal, me ha servido para clarificar técnica narrativa.

Se lee rápido.

11/5/09

¿Dónde iremos a parar?

Hay cosas que me dejan fuera de juego y soy yo misma la que pretendo que no me metan el gol. Ayer por la tarde, mientras estaba comiendo un suculento pastel de manzana acabado de hacer, medio derrumbada en el sofá de una amiga, dieron una ¿noticia? en el programa España Directo que me dejó tiesa el resto del día. Para quien no conozca el programa sólo quiero decir que se pasan la tarde anunciando los reportajes, noticias y recetas que contendrá. Y entre publicidad y publicidad y la repetida anunciación de lo que veremos después, te va pasando la tarde de forma catatónicamente neuronal.

Pues ayer, ¡viva el respeto por la integridad!, uno de los reportajes fue sobre una señora mayor que por motivos de salud no podía moverse, y si quería bajar a la calle, su hija tenía que avisar a una especie de ambulancieros para que la ayudaran con una silla especial que parecía un híbrido entre un carretilla y un sillín de carrusel. Lo que me pareció una falta de consideración, es que la cámara se puso en el descansillo de abajo grabando cómo se bajaba a la pobre señora. En la imagen, un primer plano de las bragas de la señora que se divisaban al final de unas engrosadas piernas, por la enfermedad, que parecían columnas salomónicas irisadamente moradas.

Y yo me pregunto, ¿quién coño es capaz de coger esa perspectiva para dar la noticia? ¿Qué pretendían?, porque no me puedo creer que ellos no se dieran cuenta de que estaban bailando un zapateao en la integridad y el respeto de esta señora. Y para más inri, esta imagen se repitió, una y otra vez, durante toda la tarde, hasta que por fin dieron el reportaje.

La noticia, que supongo pretendía ser dramática, se convirtió en un tema hilarante. Tuve que luchar contra las imágenes que veía para ver el problema real de la pobre señora ya que estaba distorsionada por la bragosa perspectiva del cámara.

10/5/09

Connotación

–Perdona, estaba aquí, con el intermitente puesto esperando que se fuera el Ibiza para poder aparcar yo –se explicaba una chica morena de pelo corto totalmente convencida que la otra comprendería.

Pero no fue así; la chica de pelo largo y moreno le aclaró que cuando el Ibiza se fue no había otro coche esperando y ella, que estaba detrás, ocupó su lugar como es ley tácita en el mundo del aparcamiento.

–Es que me había puesto delante para no molestar en el paso de peatones –siguió explicándose la chica morena de pelo corto, mientras cruzaba los brazos sobre el pecho y abría las piernas algo más de la altura de las caderas como ayuda afianzadora de su propio discurso.

Pero tampoco le sirvió de nada la explicación ya que la chica de pelo largo y moreno le dijo que el aparcamiento era de la persona que se esperaba detrás del coche que desaparcaba, que, sintiéndolo mucho, se había pasado el sitio y que le correspondía a ella, la chica de pelo largo y moreno, aparcar ahí.

–No me parece justo puesto que antes estaba yo –alzó la voz como inicio de la pérdida de paciencia.

La chica de pelo largo y moreno se la miró de arriba abajo y con un gesto de orgullo se le acercó invadiendo su espacio vital y le dijo:

–¡Lesbiana! –y sin esperar respuesta se dio media vuelta y se fue.

–¡Morenaza! –le contestó.

Al ver que la chica de pelo largo y moreno se pareaba y se giraba atónita ante lo que acababa de oír, añadió.

–¡Ah! ¿Es que lo tuyo no era un piropo?

9/5/09

Antichrista

Me la he leído en tres cuartos de hora, ahora mismo, estirada en el sofá, comiendo moras de color rojo. Quizá sea uno de los libros de esta escritora que más me ha gustado. Lo encuentro redondo. El título, la historia y sobre todo el final. Ese ultimo a parte de la novela que me ha puesto una sonrisa y me ha dado la energía suficiente para venir al ordenador a escribir la sensación. La verdad, es que no puedo dejar de sonreír; encuentro muy inteligente la forma de contar la historia. Además, pienso que con ese final, adquiere una envididada profundidad la protagonista.

Narrado en primera persona, de lectura rápida y dinámica.

Os dejo. Voy a ver qué leo ahora.

6/5/09

Hacia el trabajo

El tren para más o menos donde Elisa tiene calculado que lo hará, es mucha la experiencia que se coge durante catorce años, seis veces por semana. A esa hora, son siempre los mismos que se agrupan en la puerta para subir los primeros y adjudicarse un asiento seguro.

En general, el viaje transcurre en silencio. La mayoría de los pasajeros prefiere dormitar. Son casi todo trabajadores de la construcción o mujeres que van a casa ajenas a realizar faenas del hogar.

A Elisa le gusta observar. Se fija en todo. Le encantaría escribir sobre ello pero le da pereza tomar notas de lo que está viendo; sabe con seguridad que luego no se acordará. Piensa que si hubiera anotado desde un principio otro gallo cantaría, porque catorce años dan para tener mucho material acumulado. Pero se contenta con observar e ir escribiendo con sus pensamientos. Así, con la rapidez de estos, cada viaje es una novela.

5/5/09

No esperes que te perdone

No te he perdonado ni lo haré nunca. Y ahora, no llames a ello rencor, que no lo es. Ni un ápice de este corre por mis venas, bien al contrario, sólo fluye por mi ser recuerdos bonitos de ti.

Tuve que aprender a olvidar los deseos de venganza, el dolor que me mataba y los motivos de nuestra ruptura. Tuve que aplastar recuerdos nocivos para mi equilibrio y aprender a transformar el desamor en aceptado sosiego.

Cuando pienso en ti, lo hago de forma completa, desde la sana añoranza, desde el lugar de quien deja ir por propio convencimiento.

No me acuses de resentimiento, que ya ves por ti misma que no existe, así como nunca existirá perdón. No me mires con esa cara de sorpresa, no soy nada incongruente con lo que digo, más bien al contrario; si no te perdono es por propia integridad, simplemente por el amor que me profeso que es mil millones de veces más grande que la insignificancia de la rabia y el rencor que pueda sentir.

¿Te apetece un té?

4/5/09

Ser amor

Aún el aire de la noche contiene la humedad de nuestras sílabas de amor.
No me hará falta abrigo en el invierno de tu ausencia porque en mi piel no existe ningún desgarrón.
No busco nada porque en ti hallé.
Es mi deber cada noche gozar de la fértil lluvia de pasión que me das.
Cada día siguiente, cielos azules sobre mí, y por debajo, la lid de la intimidad sobre las sábanas en forma de barro azul con cielo dentro.

3/5/09

Todo es pura matemática

“Trabajo deprisa para vivir despacio” Montserrat Caballé

Esta frase, en mi caso es bien falsa. Cierto que trabajo deprisa, en esto coincido con Caballé, pero ¿vivir despacio?, ¡ese es otro cantar!
Con la aceleración que me da el trabajo es imposible vivir despacio, es sólo una cuestión física.
Es del todo el mundo sabido que aceleración es igual a la velocidad partida por el tiempo. O sea

a=v/t

Pero si sabemos que velocidad es igual a espacio partido por tiempo, o sea:

v= s/t

Y juntamos las dos fórmulas sustituyendo en la primera la velocidad por la fórmula de la segunda, véase:

a=(s/t)/t

Despejando s, recordemos que es espacio, llegamos a la famosa fórmula de:
s=a.t2

espacio es igual a la aceleración por el tiempo al cuadrado

Donde se deduce que:
d=-a.t2
despacio es igual a menos aceleración (o aceleración negativa, o desaceleración, es todo lo mismo) por tiempo al cuadrado

O sea, una incongruencia, porque si me acelero (no es una desaceleración) no puedo ir despacio, c.s.q.d.
Además según las fórmulas con esa aceleración adquiero más espacio, pero esa es otra teoría que en este momento no viene a cuento.

2/5/09

El playlove, donde las calles no tienen nombre

El libro es más gordo que los habituales y me había propuesto leerlo en dos veces. ¡Qué va! Atrapada desde la primera página, más por la belleza y la sencillez de las líneas del dibujo que por la propia historia, bastante previsible desde el principio.

Tema: macho alfa (perfectamente retratado y mostrado).