29/4/11

Tardes con Margueritte

Casualmente, un día coincidí en el tren con dos compañeras de trabajo con las que antes solía coincidir y ahora, nunca. Nos sentamos juntas y una de ellas llevaba este libro en las manos, se lo había dejado la otra. Me dijo que se lo estaba acabando y que le estaba gustando. Cuando pregunté de qué iba, la que es su dueña me dijo que de la relación de un joven con una persona mayor y que tenía que ver con libros. Como siempre pedí si me lo podían dejar. 

Llegó el libro a mí y lo he estado compaginando con mis lecturas de matemáticas, por lo que, absorbida por los otros libros avanzaba muy poquito en este. Hasta que ayer me dije: “de hoy no pasa”. Y cierto, me lo acabé. Me lo acabé ya que inesperadamente tuve que ir al médico y ya se sabe que sus salas de espera van estupendo para la lectura y más cuando apenas hay nadie porque se acercan las vacaciones.

El personaje principal me ha costado de digerir, sobre todo al principio de la novela. Luego, me ha encantado. Es curiosa la forma de narración y las metáforas que utiliza. Me ha encantado el personaje de Margeritte, que encandila enseguida, si no es por ella misma, en contra posición del protagonista. Me ha encantado la historia que cuentan. Me ha encantado las situaciones que narra. Así que no puedo hacer otra cosa que recomendarlo.

26/4/11

Andando

Hacía tiempo que no me metía un cómic en vena. Será porque ya no trabaja conmigo el chico que me los dejaba y como es un tema que desconozco no me atrevo a comprármelos yo. Así que en el otro día, en el Salón del Cómic, no pude reprimirme y me compré unos cuantos. Curiosamente, me los compré en el stand de la tiendecilla del Carrer Xuclà, que es un sitio que me gusta mucho tanto por el trato, como por los consejos. Ahí fue donde me recomendaron Rosalie Blum.

Me quedé los dos que más me llamaban la atención. Uno fue este, Andando. El que había salido justamente para el Salón y pocos lo habían leído. Pero mi librero, sí.

Trata sobre la crisis, tres historias que se van entrecruzando sin llegar a juntarse. La filosofía de la foto de la portada, que viene explicada al final en los extras me ha encantado. Sabiéndola, he vuelto a releer el cómic intentando buscar aquella información oculta que el dibujo otorga y me ha vuelto a gustar mucho. Y eso que las historias no van más allá de lo que explican y que el final sorprende por lo normal que es. Tengo otro preparado para su lectura. A ver qué.

25/4/11

Double boucle

Ahora sí, he entrado en crisis neurótica de que no sé escribir y no vale la pena continuar esforzándome con la novela porque, si he de confesar, me cuesta mucho trabajo cada capítulo y no creo que sea capaz de digerir el bodrio que puedo crear.

No hago más que leer trozos de libros que me han gustado para ver como conectan un párrafo con otro, como mueven a su narrador por la historia sin que pierda el punto de vista, como se escribe sin utilizar los gerundios, las muletillas, y las frases de forma diferente a la que yo acostumbro a escribir. Confieso que los gerundios me traen por el camino de la amargura. En estos momentos, los odio, los odio con toda mi alma porque cada cuatro o cinco palabras que escribo me sale uno, uno y mal utilizado. Entonces quiero cambiar la estructura de la frase pero me pierde belleza. ¿Cómo me puede parecer bella una frase en la que el tiempo verbal está mal utilizado? Y así estoy, incapaz de empezar el capítulo cuatro porque me da un miedo atroz enfrentarme a mis limitaciones. Eso me provoca una lucha interna que me obliga a estar constantemente con el ceño fruncido, ausente. A tanto ha llegado hoy que al final lo he verbalizado y me he quedado un poco más tranquila.

Ahora he decidido escribir y vomitar todo lo que llevo dentro y aquí estoy, sin dejar de hacerlo, sin pensar si está bien escrito o no, sin intentar ir más allá de lo que quiero decir. ¿Por qué no dejo fluir así mi novela? ¿Por qué no dejo de controlar tanto y escribo y escribo y escribo?

En fin, no se me haga caso. Siempre se puede tener un mal día, o una mala semana, o una mal mes… o… una mala idea: escribir una novela.

24/4/11

De nuevo, todo en su sitio

He arreglado mi casa. Ya le tocaba. Desde aquel día, he dejado pasar el tiempo sin ocuparme de ella. He abierto la ventana y he puesto un cielo gris, me ha parecido el adecuado para no tener tentaciones de dejarlo todo y tumbarme en la cama de nuevo. Eso sí, he sacado el frío helado de invierno y he puesto una brisa cálida, para compensar la falta de sol. He dejado los porticones de las persianas abiertos, para permitir que la tenue luz amarillenta de los rayos que intentan colarse a través de las nubes entre oblicuamente en las habitaciones de mi hogar. He abierto las ventanas traseras para crear corriente de aire. Por el pasillo, con la corriente, han empezado a circular tamos hechos de lágrimas y soledad. Me he dado cuenta del estado de mi ropa, vetusto polvo arrugado que necesita de nuevo ser tejido. Si hubiera tenido mangas, me las hubiera arremangado para tejarme cómodamente la presencia. He hallado jirones de desesperación por todas las estancias. Uno a uno me he hecho con ellos y los he hilvanado de recuerdos alterados de tanto usarlos y con la rueca que la decisión otorga he hilado de nuevo mis ganas de vivir.
Una vez recompuesta he abierto mi diario reordenado con hojas negras, tu recuerdo zumbando en mis espaldas. Escribo: mi fuero interno dice que el enjambre se ha marchado con la reina, ya puedo vivir.

22/4/11

Soy como un libro abierto

¿Lo comprendes o no?
Solo con mirar cómo cojo una hoja de papel, o cómo utilizo los cubiertos o, si te fijas, cómo me pongo el abrigo, descubrirás lo que siento en cada momento.

El mecanismo es siempre el mismo: en mi interior no cabe la emoción y aflora por doquier propagando el secreto. Por mucho que tenga los brazos vacíos y la garganta cerrada, esa sensación de estar siempre completa es la culpable de la traición. Los bolsillos del pantalón rezuman el gesto. Solo tienes que observarme, ver qué hacen mis manos, mi cuerpo, con qué brío o lentitud me muevo y sabrás cómo me siento en cada momento.

21/4/11

Requiem por la razón

No me pidas que sea yo cuando la mentira impera y me has prohibido el fondo de mi mente. Es suficiente para abrumar el carmesí de mi silencio teñido de ser hasta que tú tengas a bien señalar lo que está oculto, que ni el viento ni los insistentes compases de una melodía son los culpables de la zozobra que podamos contener. No repiquetees tu coqueta creencia mientras el sol se pone en la curvatura de mi edad, que ajena he vivido hasta ahora a ello. No voy a inclinarme y atender en silencio ante la espera de tu decisión. Difícil es lo que prometiste. Soy enajenada prisionera de leer alguna señal.

20/4/11

Cuando sale al escenario

─Cuando salgas al escenario, miras al público con cara asesina, muy enfadada y das una patada contra el suelo. Entonces, con la flor en la mano, empiezas tu réplica.

La Niñadelscollons nada más salir al escenario con una sonrisa de oreja a oreja, empieza su réplica y, en medio de la frase, recuerda que debe dar una patada contra el suelo; interrumpe en seco su habla, pega la patada mientras todo su cuerpo adquiere una extraña rigidez y a la vez intenta retomar el texto, juega con la flor y arruga el tallo.

─Niñadelscollons, no, así, no. Tú estás muy, pero que muy enfadada porque te han pisado todas las flores de tu jardín y sólo te queda esta que llevas en la mano. Por eso le echas toda la caballería al caracol, que está reposando aquí en un jardín vecino. Entra, mirada enfadadísima hacia el público, busca al caracol, te acercas, patada, empiezas la réplica y levanta esgrime la flor como si fuera una porra.

La Niñadelscollons sale de escena y vuelve a entrar rápidamente tocándose un mechón rizado de su cola. Con media sonrisa dibujada y los ojos perdidos en su interior como buscando el cajoncito cerebral donde ha guardado las instrucciones que acaba de recibir por parte de la directora.

─¡Mecagoentoloquesemeneaoesinerte!

Llevamos seis sesiones para montar su escena. La única en la que sale la Niñadelscollons; por supuesto ya se escogió que el personaje fuera adecuado su impermeabilidad cerebral.

Día del estreno: La platea llena a rebosar. A cada niño/a ha venido a verlo una caterva de familiares. Empieza la obra; todo discurre tal y como estaba previsto. Llega la escena de la Niñadelscollons. Se me tensa la mandíbula (ahora sé de dónde me viene ese bruxismo), el corazón se me acelera hasta casi salírseme por la boca y la Niñadelscollons hace su aparición. Cara agresiva, muy bien. Patada en el suelo, excelente. Flor en ristre, fenomenal. Y ya va a empezar su declamación cuando de entre el público que guardaba un silencio sepulcral por la tensión propia de la escena, se oye a voz en grito:

─”Chochete” mío, que estoy aquí. Ese es mi “chochete”.

De lo que se deduce: No existe Niñadelscollons si detrás no hay una Padredelscollons, o una Madredelscollons, o un… ¡Es toda una saga! (o una plaga, depende de cómo se mire).

Por cierto, todo cabe decirlo, la Niñadelscollons muy puesta en su papel, guardando la tensión del momento, flor en ristre aún, empezó su réplica diciendo, para seguir con el tema:

─Te regalo mi flor.

19/4/11

Los números primos

De nuevo una joyita en mis manos, en la que se ha nombrado a multitud de matemáticos de los que apenas recuerdo nada, pero cuyos nombres me suenan mucho. Un rollo olvidarnos de lo que aprendemos.

Recuerdo que cuando empecé a estudiar descomposiciones de un número, allá por la EGB, me encantaba realizarlas salvo cuando el número correspondía al resultado de multiplicar dos números primos altos. Aunque luego en COU y en la UNI me empezaron a gustar todos aquellos números que tenían relaciones especiales.

Para tenerlo más a mano, quiero anotar aquí las tres fases del proceso matemático, porque, de alguna manera, son las fases de cualquier creación.

1.- Análisis depurado que ponga de manifiesto las dificultades del problema y de los diferentes enfoques necesarios para abordarlo, de las herramientas de que se dispone, lo que supone una revisión a fondo de sus conocimientos.

2.- Etapa de aparente abandono. Se deja de pensar en el problema o, por lo menos, se deja de pensar de manera determinada para que la mente se adentre en ese misterioso territorio de la inconsciencia, en el que la actividad creadora sigue sus propias pautas. Es el territorio de la imprecisión, de la inexactitud y el vagabundeo intelectual. El resultado de este proceso inconsciente puede aparecer en cualquier momento, por sorpresa y ligado a acontecimientos que aparentemente nada tengan que ver con el objeto de la investigación.

3.- La plena consciencia en la que el matemático somete a un severo juicio las ideas, aceptando unas y rechazando otras. Puede haber uno o varios retornos a la segunda etapa hasta que finalmente, si el problema se ha resuelto, se somete a las reglas de juego que impone el formalismo matemático y se le da la forma definitiva a la solución.

Espero con ansia el próximo libro.

18/4/11

Texto de amor

─Escribe ̶ me ordenaste.

̶ Pero, ¿qué…

Sus manos jugaban en mi sexo y su aliento me caldeaba la nuca.

−Escribe ─me susurró.

Sentada sobre ella, coloqué mis manos sobre el teclado, el meñique sobre la a, el anular sobre la s, el corazón sobre la d y así sucesivamente, mientras, ella colocaba el pulgar y el índice sobre mi clítoris y con lento movimiento los movía, frotándolos uno a otro. Me quedé inmóvil con los dedos sobre las teclas. En cuanto noté que la sensación de deseo me invadía, levanté las manos del teclado para girarme y corresponderle. Ella paró en seco.

─Escribe lo que sientes y continuaré –me dijo sin apartar las manos del lugar.

Solo la atmósfera que había creado consiguió que me humedeciera. Notaba su mano derecha sobre mi clítoris y su mano izquierda, húmeda de mí, que introducía un dedo en mi interior haciendo que mermara la precisión de los míos sobre las teclas. La intensidad con que acariciaba mis paredes internas se transformaba en un absoluto descontrol de la fuerza de mis dedos sobre el teclado. Sus manos expertas se movían, una acariciando fuera, la otra indagando dentro, buscando las zonas rugosas de máximo placer. Mientras, cabalgaba sobre la sinuosidad del placer, en su curvatura máxima jadeaba y dejaba de escribir, cuando decaía un poco, retomaba la acción. Me descubrí acariciando las teclas en movimiento circular, mientras subía y bajaba sobre ella. Mi escritura se había ralentizado.

─Sigue escribiendo, si quieres que siga.

Como una posesa, tecleaba intentando escribir lo que sus manos me hacían sentir. El orgasmo llegó mucho antes de lo que ella hubiera querido. Jadeé, grité, babeé y todo sin levantar las manos del teclado, escribiendo y escribiendo, ya que era lo que ella quería. Al final, exhausta, me dejé caer hacia atrás, con la cabeza sobre su hombro y el texto en la pantalla. Sus dedos seguían en mi interior, notando los últimos espasmos de placer. Me susurró:

─Es obra mía, la firmaré yo.

17/4/11

Conversación.

En la cama. Noche.

DINTEL: ¿Tú crees que soy un genio?

SRA. DE DINTEL: No

DINTEL: ¿Por qué?

SRA. DE DINTEL: Ya habrías hecho algo.

15/4/11

Cuando las rectas se vuelven curvas

Es una pasada: disfruto tanto, que tengo aparcado el mundo de la novela. Ya he conseguido despertar el interés de los que viajan en tren conmigo. Hoy he estado hablando con un señor sobre el libro, me ha dicho que disfruta viéndome leerlo. Esto es porque voy con el índice siguiendo las demostraciones matemáticas y si alguna me cuesta, vuelvo y vuelvo hasta que acabo por comprenderla. Parece ser que incluso he llegado a hablar en voz alta. Se ha interesado el señor por saber qué periódico era el que la ponía a la venta y me ha dicho que a partir de ahora la iba a hacer él también. Ha bromeado diciéndome que así, si no entendía algo le podría ayudar yo. Ahí me he muerto de vergüenza. Con lo asocial que soy y con lo que me gusta pasar desapercibida y por culpa de las mates todo el vagón tenía la atención puesta en nosotros.

El problema principal que tengo es que estos libros no me caben en ningún sitio de casa. Eso me desespera un poco. Por ahora estoy amontonando la colección encima de un radiador que tengo en un rincón del comedor. ¿Qué pasará cuando la montaña no aguante la verticalidad? Creo que si sigo comprando libros me acabarán echando de casa.

11/4/11

Matemáticos, espías y piratas informáticos

Este segundo libro también ha sido de mi agrado, aunque no tanto como el primero porque había términos algo más complicados para mí. Lo que me ha encantado descubrir es la historia de los mensajes encriptados y las anécdotas que los rodean. Cómo se inventó el primer ordenador y cómo se fabricó la primera máquina de encriptación y desencriptación.

Lo que más me divierte es que cada día cuando llego al trabajo, mis compañeros me piden que les explique lo que he ido leyendo y ello me da pie a explayarme con el tema. Me encanta, disfruto con ello y lo mejor de todo que al explicarlo lo fijo en mi memoria y así no se me olvida tan pronto.

Me lo leo en tres días y me quedo con ganas de que llegue el fin de semana para adquirir un nuevo ejemplar. Esto me recuerda a cuando era pequeña y esperaba que llegara el viernes para que me dieran la semanada y poder bajar a comprar al Señor Manolo un par o tres de libros de Los Cinco.

10/4/11

Cuestión de ritmo

Ya tenía yo ganas de poder estar un ratito delante del ordenador y hoy me he programado la tarde para poderlo hacer. Desde que se me quemó y lo arreglé, no me he acercado más a él. Más que nada porque llego derrotada y del sofá no paso. A veces, por la mañana, intento leer algún blog, pero apenas tengo tiempo, entre hacerme la comida y el desayuno, desayunar, ducharme y salir por piernas a coger el tren. No sé qué es lo que ha cambiado en mi vida para no tener tiempo, si me pongo a examinar hago lo mismo que siempre. Quizá me haya vuelto una vaga, porque en vez de venir a sentarme aquí y escribir como hacía antes, ahora me siento en el sofá a resetear la mente delante de la tele y me voy a dormir pronto para resetear el cuerpo. Es curioso todo esto de los ritmos y los bioritmos, he cambiado el ritmo y me cuesta mucho volver al de antes. ¿A esto se le llama envejecer?