25/7/11

Control

Leí  en el tren, lugar en el que me gusta mucho leer, un artículo en el que se planteaba la cuestión de si es posible cambiar. Me pareció interesante, pues en pocas palabras daba un mapa de la situación humana con respecto a este tema. Como siempre, iba parando la lectura para perderme en mis interiores para analizar, desde mi persona, la cuestión o el matiz en concreto del que me estaban hablando.
Una de las cosas que me llamó la atención es el hecho de que, en general, el ser humano se plantea el cambio en momentos de crisis, sobre todo amorosa, y luego, si vuelve a encontrar un amor, se olvida de sus propósitos y objetivos. Me llamó la atención porque yo me estoy planteando el cambio continuamente. Con ello no quiero decir que lo consiga ni que no lo consiga. Tengo mis pequeños triunfos y durante estos más de cuarenta años he arrastrado un gran fracaso, del que, ahora, si soy completamente sincera conmigo misma, lo catalogo fracaso porque los cambios son minúsculos y lentos, muy, pero que muy lentos.
Cambiar es posible, afirma, pero difícil, complementa y opino lo mismo. Como estrategia decía que debiéramos dedicar diez minutos al día a analizarnos, siendo sinceros con nosotros mismos, que hay que ver lo que llegamos a mentirnos para no sentir remordimientos. Supongo que así, engañándonos, creemos que tenemos las riendas de nuestra vida. Porque, no nos engañemos, todo radica en el control.

22/7/11

La yayadelscollons

No va y resulta que ahora me coge “codo de tenista”. ¡Pero si en su vida ha jugado a tenis! Y ahora va todo el día por casa uyuyuy y ayayay.

Ayer mismo, a la hora de comer, desde la cocina se oyó un enorme estruendo. Corro a ver qué había pasado. En el suelo la olla a presión a sus pies y la tapa debajo de una de las sillas, ella mirándome entre su parpadeo de atónita, con la mano izquierda cogiéndose el codo derecho, diciendo: se me olvida que no puedo coger peso. Respiré hondo y no le dije nada. Recogí la tapa y la olla. ¿Qué vamos a comer?, le pregunté para no entrar en el tema. Patata y judía tierna. Vi como sacaba de un colador la verdura y la ponía dentro de la olla. Siempre la deja un rato en remojo para que “se hidrate”, dice. En momentos como este, me enternece. Metida en estos pensamientos empecé a poner la mesa. Niña, me dijo, mira a ver qué pasa, que con este codo no puedo poner la tapa. ¿Mira a ver qué pasa? Pues que con la caída al suelo la tapa se ha vuelto ovalada, yaya. OVALADA y no encaja en la olla. Ahora la tendremos que tirar.

La yayadelscollons se fue y volvió con un martillo viejo, de esos que entre el hierro y el palo que lo aguanta hay un trozo de trapo sucio para impedir que se saga. Trae, me dijo mientras que entre uyuyuys y ayayays golpeaba el perímetro de la tapa. Yaya, que no vas a poder y te vas a hacer más daño, le dije y me fui a sentar al sofá al ver que continuaba en sus trece. No sé qué sonaba más fuerte, si los uyuyuys o los golpes fallidos del martillo. El caso es que desde la cocina me gritó: tardaremos en comer una media hora, la verdura se tiene que hacer en una olla normal. No la he podido arreglar.

Más tarde descubrí en la basura, la tapa de la olla a presión con una forma muy parecida a los relojes de Dalí. Mi abuela se pasó todo el día sentada aguantándose el codo con la otra mano entre, uisss, y ayayayays, cuando se me pasará este dolor, mientras que yo llegaba a la conclusión que mientras se lie a martillazos lo mínimo que puede tener es codo de tenista.

21/7/11

Cabezona

Cabezona. Permíteme comenzar así, pues no puedo menos que llamarte cabezona. Deja de intentar cambiar al mundo, siempre ha sido así y siempre lo seguirá siendo. Deja de intentar que este te recuerde, no está a tu alcance hacer algo lo suficientemente algo para que la posteridad te abrace. ¿A dónde pretendes llegar con tus textos? Filosofía barata de cuarto de baño público.

Cabezona y pretenciosa. Permíteme decírtelo sin tensar el aliento que exhalamos. Deja de dar latigazos de sintaxis en el aire, no intentes rellenar el vacío con elocuencia. Deja de pretender erizar los recuerdos de otros pisos, supuestos universales impertérritos al viento. Te has creado es ingeniosa cúpula con cada una de tus circunstancias y tus rutinas, y las pisadas se estancan, y las palabras no fluyen al poco de habitar en ella.

Cabezona, no puedo más que llamarte cabezona si pretendes seguir como hasta ahora. Obtén de ti la más absoluta de las verdades, no fuerces las frases de tu charla, abre con melosidad tu corazón y concédete la sinceridad que te mereces para lograr que tus raíces crezcan en el pequeño parterre que te pertenece. Verás, que toda esa gente que te rodea, como arena en el desierto, se disipa y pierdes de golpe la sensación de pertenencia. Pero, cuando se disipe la polvareda, si  miras bien, verás que permanezco a tu lado.

20/7/11

Mi utopía

Es pequeña mi utopía, tan pequeña que a veces yo misma la pierdo y tardo días en encontrarla. Se me esconde en  la oscuridad de la desesperanza y como que aún es transparente me cuesta volver a hallarla. Cuando reordeno el cajón de mi experiencia, nunca encuentro dónde  guardarla y erizada de recuerdos del momento de crearla, la dejo suelta, y en seguida, huye por el interior de mi calma. No hay manera de domarla. Lo mejor, no hacerle caso, y de tanto en tanto, respirarla.

19/7/11

Sencilla-mente: amor.

Soy pensamiento y por ello soy luz, me derramo dentro de tu forma y ocupo tus oquedades. Somos la simbiosis entre cuerpo y deseo. Somos dos dimensiones que consiguen alargar sus intervalos. Rozo las yemas de tus emociones, mano y manto que se extiende sobre ambas. Despierto tus formas y corrientes de pensamientos se deslizan por tus curvas, frenéticos, sudorosos,  buscando el siempre entre mi boca. Te miro, te miro y escruto, escruto y espío para descubrir qué ocurrencia ilumina tu rostro. Estamos sincronizadas en el deseo y en el placer.

18/7/11

Cuando te vas

Cuando te vas por la mañana, a trabajar, me quedo tendida sobre la cama, en tu lado, boca abajo, abrazando la memoria que la sábana tiene de ti.  He recorrido tantas veces tu cuerpo con mi mano, con mis labios, con mis pechos, que ahora soy capaz de recrearte en mí. Llevo la impronta de tu tacto marcada en toda la piel y con un leve roce de mis dedos consigo la humedad que sólo tu presencia otorga.

14/7/11

¡Indignaos!

Leí  este libro porque una señora mayor me lo recomendó. “¿No lo has leído aún?”, esa fue su pregunta. Y lo que me incitó directamente a leerlo, fue ese aún. Me dije que debía cumplir su expectativa, pues me era bien fácil: leer.

No me ha aportado nada nuevo. Hace ya tiempo que sé que de la indignación sale el compromiso y no del enfado. Enfurruñarse y patalear no sirve de nada, sólo es un gasto inútil de energía. Y la energía va cara, más ahora que mi tiempo se ha acelerado y me empieza a no sobrar.

Vivo y vivo dedicando una parte de mi vida a sembrar; a sembrar ideas de futuro, de paz, de esfuerzo, de ilusión y de ganas. A sembrar estrategias de resolución de problemas, tan necesarias en nuestros días. A sembrar sonrisas e inquietudes. En definitiva, a sembrar todo aquello cultivable y productivo.

Leer este libro me ha servido para reflexionar sobre mí misma, que buena falta me hacía, pues me dejaba empujar por el devenir de los días y empezaba a sentirme desmotivada, cansada y sin energía.

No puedo añadir nada más. Se lee en menos de quince minutos. Me ha valido la pena invertirlos.

13/7/11

Dibujar

Ha sido un enorme placer reencontrarme con el dibujo. Creo que lo estoy utilizando como terapia. Ya que necesito un saneamiento personal, sobre todo a nivel de cansancio. Mientras hago un estudio de argumentación de los maravillosos programas televisivos que nos ofrecen las diferentes cadenas voy dibujando en mi libreta animalitos y plantas con un viejo lápiz. Le presto mucha atención a lo que es el asunto sombras ya que siempre me ha costado mucho que me parezcan naturales. Son como pegotes en forma de manchas que no consigo pastar bien en el dibujo.

Qué placer deslizar el lápiz por la hoja y que, al final, el resultado te guste. Noto mucha más facilidad que antes. Supongo que esto de dibujar es como ir en bicicleta, no se olvida y es acumulativo.

Eso sí, sigo haciendo los ejercicios que me marca un libro. Soy incapaz de inventar mis propios personajes. Lo he intentado, pero no los visualizo. No se me ocurre. Deberé hacer un estudio para saber qué resortes creativos debo utilizar.



12/7/11

Duele el amor

Es tanto el amor que duele. Duele porque no estamos hechos para la demasía. El ser humano puede  aguantar todo reza la creencia popular. Pero para abandonar su niñez, forja  a hierro la reja que nos separará de nuestro fuero interno queriendo, así,  retener el exceso que no debemos enseñar nunca a los demás, aquel que desata nuestra bilis y nuestras excreciones.

Duele el amor si no se nos está permitido consumirlo. Duele porque transformando así el sentimiento, nos encontramos mucho más seguros, ya que el dolor es fiel compañero de nuestras vidas.

Duele el amor por sentirse vivo.