26/2/13

Una de trenes

Ahora es una maravilla viajar en tren. No es que hayan mejorado la calidad de sus asientos, que cuando el trayecto dura más de media hora se agarrotan las piernas, sientes que se te corta la circulación sanguínea en los muslos y el culo se te aplana tanto que ríete tú del concepto terrestre antes de Galileo. No, no es eso. Tampoco es que ahora llegue puntual el tren cada mañana y, por ende, tu también lo hagas en tu lugar de trabajo, que tampoco. Faltaría más que dejara de aumentar la colección de justificantes (que no disculpas) que Renfe me da para mi empresa. No, no, que para eso una es hábil y coge siete trenes antes del le que tocaría para prevenir “incidenciasdisculpenlasmolestias”.

Digo que es una maravilla porque desde que la tecnología del móvil ha evolucionado sin par, nadie da el coñazo a nadie, todo el mundo anda absorto en guasapes, feisbucs, tuiters y demases. Y, ¡ay!, pobre del que se le olvide quitarle el sonido porque recibirá la mirada furibunda de todos los que concentrados andan en su móvil. Es como una coreografía. La primera vez que al pardillo le suena el pilinplinplin la gente se remueve en sus asientos. No pasa nada. Alguna respiración profunda, fruto de salirse de la concentración, puede escaparse, pero poco más. Si al pobre desgraciadoquenosabelaquelaespera, se le vuelve a escapar un plingpling, todas las miradas se centran sobre él. Sin  dejar de teclear o de recorrer pantallas el resto de los viajeros alza su cabeza y dispara directamente la mirada a la frente del susodicho. Suelen ir acompañadas de algún que otro percusionante chasquido de lenguas. Parece que con eso se sacia la ira, y vuelven al unísono, sí, al unísono (a mí también me sorprende) a concentrarse en sus dispositivos. Si de nuevo vuelve a sonar, se produce, por fin, el alud de reacciones: soplidos, golpes innecesarios, carraspeos, cambios de posturas, hay quien, incluso, con un grácil picar de pies, se levanta para cambiar de vagón, animalico él, pensándose que en  otro encontrará la paz que necesita para perderse en las tripas de su propia comunicación.

Ahora, en este preciso momento, todo es silencio, cabezas bajas, móviles y tablets en mano y un remanso de paz. Pero todos, en secreto esperamos, a ese ruidoso pardillo para darnos una buena excusa de comunicarnos en directo.

Por cierto, qué lejos queda la época del transistor sobre el hombro, aunque no quiero  ni mentar a los estridentes músicos ambulantes, con sus amplificadores mal sintetizados.

25/2/13

Esperando

Tengo una preciosa foto tuya sobre mi escritorio. Me llena de ternura cuando la miro, y de calor cuando lloro. Si quiero escribir y la página en blanco acecha, la miro y me lleno en seguida de ideas. Todas esas ideas que el contacto contigo me aporta. Tengo mi cuerpo impregnado del tuyo. Tu sabor en los labios y tu aroma en pudorosos lugares activos tras tu paso. Sonrisa y sonrisa,  a cual más sincera, esperan el regreso, porque quieren más de ti. Lo quieren todo. Lo quiero todo. Tiembla mi cuerpo de anhelo cuando escribo mi deseo. Mientras, en la foto, me guiñas un ojo y me sorprendo humedeciendo mis labios, ambos labios que aumentan su sonreír al imaginar que te contemplaran de nuevo yacida a mi lado.

24/2/13

Cuando vuelvo de la estación...

...después de despedirte, dejo un rastro de suela por el paseo que otras veces me ve trotar a tu alrededor. Se me deshacen los zapatos en la lucha. Ellos quieren volver a por ti y mi cordura sabe que no debo permitírselo. Llego a casa, pongo la llave en la cerradura y la puerta me la escupe hacia afuera; “No entres sin ella”, parece decirme. Pero al final prefiere que la traspase a que siga empañando su mirilla con mis suspiros de melancolía aceptada.

Me ahogo cuando no estás. Cuando te ve preparar la bolsa, la casa encoje sus paredes y sus techos hasta comprimir el aire tanto que soy incapaz de respirarlo. Y ahora, de nuevo al entrar en ella, me siento desmayar. No tengo ganas de nada, ni las luces se encienden cuando aprieto el interruptor ni las puertas quieren abrirse. El sofá, ahora frío y solitario, se niega a abrazarme como acostumbra a hacerlo cuando estamos las dos.

Me voy a dormir. En el cuarto de baño, cuando abro el grifo para lavarme los dientes no sale nada de agua, sólo asoma un pequeño ratoncillo que sube a las cerdas de mi cepillo de dientes y me mira con orejas gachas antes de salir corriendo por el pasillo para acurrucarse en una de tus  zapatillas. Paso de lavarme los dientes.

El pijama se resiste a salir de debajo de la almohada. Una de las perneras se ha abrazado a la manga del tuyo y no quiere soltarse. La entiendo y me acuesto vestida abrazándome yo a la otra manga. Las sábanas huelen a ti. Me pierdo en añoranzas y lágrimas.

Cuánto amor, cariño, cuánto amor para estar separadas.

Noche y pensamiento

Cruzar la frontera de la media edad es acercarse al silencio, a la soledad. Es mejor hacer emigrar al desespero.

23/2/13

Mejor con objetivos como el mío

En ocasiones, a parte de ver muertos, consigo estar orgullosa de mí. Eso me hace vivir unos días relajada con respecto a la rigurosidad a la que me someto. Vivo bajo unas rígidas normas que yo misma me he impuesto y bajo un perfeccionismo que, no voy a negarlo, me trae de cabeza y me lleva a ciertas ansiedades que a esta, mi edad, ya no me sientan nada bien.

Pero como decía, hoy me siento orgullosa de mí. Os explico. Llevaba varias semanas escribiendo una obra de teatro infantil. Me había construido la estructura en dos DinA3 empalmados para que me cupiesen las 24 escenas que necesitaba para explicar la historia. Una vez creada toda la "escaleta", había ido escribiendo escena tras escena en todos los momentos en los que no estaba haciendo algo priorizado. Así que llevaba conmigo un montón de hojas para reutilizar y un fabuloso Parker que me regaló un amigo en una de mis visitas a Madrid; y dos cargas de tinta, por si se me acababa. He escrito en el tren, en un banco de la calle, en un bar, en casa, de pie en una cola. He tomado notas hasta en el supermercado. El proceso de escritura ha durado unas dos semanas. Cuando no se dispongo de un tiempo seguido para escribir debo írselo arañando al día.

De todo este proceso, lo que más me gusta, es llevar la obra en la cabeza cuando no puedo escribir. Se me van ocurriendo ideas y me las apunto en el primer papel que pillo. También en la palma de la mano, si no he pillado ninguno. Y al final de mucho trabajo, la obra terminada.

Terminada y con la sensación de que es lo mejor que escrito del género. Ya la han leído tres personas y me han dicho que les ha gustado muchísimo, que es muy divertida y amena. Incluso una de ellas ha utilizado mis palabras, que es “genial”. Ahora sólo me falta dirigirla y ver cómo funciona con público real. Y si todo sale bien, explotaré de orgullo.

¿Por qué ha sido la obra de teatro que he escrito mejor? La respuesta es un secreto que no voy a compartir. Sólo diré que fue escrita con un objetivo, un gran objetivo. Y con objetivos como el mío, nada puede salir mal. Y eso es todo, amigos!!!

13/2/13

Consciencia

Me despierto en mitad de la noche con miedo a encontrar el vacío que acompaña en silencio mis oscuridades. No quiero abrir los ojos porque temo ver fantasmas conocidos rondando mi vigilia. Permanezco quieta rogando a Morpheo que se apiade de mí y me devuelva al país de los sueños. Mi respiración se acelera. Inminente es el momento de la verdad. Mi alma temblorosa traga saliva haciendo acope de valentía para afrontar la tristeza que lleva su propia soledad. Un instinto hace que separe el brazo izquierdo del cuerpo bajo las sábanas. Noto calor e ipso facto mi corazón sonríe. Estás durmiendo a mi lado. Todo esto ocurre en un pequeñísimo tiempo de Plank, el tiempo en que se tarda en pasar de la inconsciencia a la consciencia, el tiempo en que se tarda, entre tus brazos, en olvidar la soledad. Gracias, amor mío, por amarme.

12/2/13

Cuestionario

He encontrado estas preguntas en el blog de las Gatas, y ¡mira por dónde!, me ha apetecido contestarlas. Hacía mucho que no me dedicaba a la noble tarea del cuestionario.

Al final debo citar a 20 blogs para que contesten a las mismas preguntas. Ahora, no estoy en condiciones de citar a nadie, así que toda aquella persona a la que le apetezca hacerlo, bienvenida sea.

1) ¿Qué te gusta más cocinar, postres o platos de cuchara?
Me gusta cocinar cualquier cosa. Aunque creo que soy más apta para cocinar platos. Los postres muchas veces se me resisten o no me quedan tan buenos como me imagino que deben quedar mientras los estoy cocinando. Por otro lado, improvisar en la cocina es lo que más me gusta. Me compré una enciclopedia de sabores para aprender a combinar diferentes sabores (aquellos que en un principio nunca se me hubiera ocurrido poner juntos).
2) ¿Qué es lo más importante para ti en una persona, la personalidad o el físico?
Antes hubiera dicho que la personalidad, pero ahora, después de mi cambio rotundo en las rigideces de mi vida, he llegado a la conclusión que el físico y la personalidad están absolutamente ligados, por lo que contesto: para  mí lo más importante es la persona.
3) ¿Desde cuándo empezaste con el blog o página?
Desde el 2004 en blogs, y mucho antes en foros. La verdad es que empecé a escribir en foros y me gustaba muchísimo. Los comentarios, las opiniones, eran como más naturales. Supongo que al ser una página que no me pertenecía, la gente se sentía más libre de opinar sobre lo que yo escribía, no se sentía invadiendo ningún terreno. En el blog, todo fue diferente. Es mi espacio y la gente se corta más.
4) ¿Quién fue la persona que te inspiró para empezar en este mundo?
La verdad es que empecé a escribir como denuncia a un abuso que hubo. Yo siempre había escrito, desde muy pequeña, pero llevaba mucho tiempo que lo tenía abandonado. Le volví a encontrar el gusanillo y aquí estoy, escribiendo mucho más de lo que publico. Y tengo a la editora pendiente de que acabe la novela. A ver si este verano es mucho mejor que este pasado y le puedo dar un buen empuje.
5) ¿Sueles seguir muchos blogs o te llegan los seguidores por otras personas que te han conocido?
Antes seguía muchos blogs, comentaba e incluso llegué a conocer a sus propietarios. Ahora, sigo leyendo, en silencio, no comento, con leer tengo suficiente. Antes me seguía bastante gente, ahora, me lee poquísima. Pero no me importa. Sigo escribiendo. Me he vuelto huraña y solitaria al respecto.
6) ¿Qué te gusta más, cocinar o que te cocinen?
Cocinar, por supuesto.
7) ¿comes en casa o en el trabajo?
En el trabajo, si se le puede llamar comer.
8) ¿Sueles hacer recetas de verduras?
Es la base de mi alimentación. Aunque ahora, estoy haciendo mucho el burro. Ya lo pagaré.
9) ¿Cuál es tu mejor receta?
Aquella que le hace llorar de placer.
10) ¿Qué es lo que pides a una persona para que sea tu amiga?
No creo en la amistad. Me he sentido defraudada muchísimo. Y con ello no quiero decir que me hayan defraudado. No sirvo para tener amigos. Ahora, ha llegado un punto en el que intento conservar las pocas amistades que tengo pero no quiero nadie  nuevo en mi vida.
11) ¿Cuál es la mejor película que has visto?
Mi propia historia.
Y con esto acabo el asunto.

1/2/13

Barcelona TM

Uff, escribo recién acabado un nuevo libro de cómic. Este no pertenece al género de novela gráfica, pues son pequeñas historietas con un mismo tema: la Ciudad de Barcelona. Se han reunido en un mismo libro 33 autores y cada uno, desde su propio estilo nos muestra una perspectiva de la ciudad.

El proyecto salió de unas comidas que hacen cada miércoles, en las que empezaron a reunirse hace unos diez años, unos autores y a las que se han ido añadiendo muchos más, tanto fijos como ocasionales. Queda explicado todo esto, de una manera amena, en las últimas páginas del libro.

Ello me ha hecho pensar en una época muy buena que tuve hace años. No es que la de ahora no lo sea, ¡qué va!, pero aquella fue con un montón de gente a mi alrededor. Debo reconocer que con la edad me he vuelto más huraña, algo más solitaria, y con un mundo interior lleno de vida. Pero por aquel entonces, tenía un grupo “intelectual” (siempre me ha gustado pensar que era así) con los que me reunía a cenar cada viernes final de mes en un restaurante modernista de la ciudad. Filólogos, músicos, compositores, abogados, artistas, gente sin estudios pero con inquietudes e ideas propias y yo misma, nos reuníamos a hablar de lo divino y de lo humano y a intentar cambiar el mundo de alguna manera. Cada cena teníamos una temática. Pasábamos un mes leyendo y estudiando sobre el tema y luego en la cena hablábamos largo y tendido. En más de una ocasión nos daba la tarde del día siguiente. Cuando cerraba el restaurante nos desplazábamos a un viejo tugurio en el que podíamos permaneces hasta casi la concluíamos, entre mordiscos a cruasanes y bocadillos, nuestra noche temática.

Pero como todo en esta vida eso pasó. Nosotros no llegamos a crear un producto visible como el libro que acabo de leer. Pero os puedo asegurar que fueron noches de crecimiento intelectual, personal y social.

Y volviendo al libro, ya veis, me he puesto bucólica.