20/11/19

¿Y por qué no un poema?


De un recuerdo se trata:
juntas bajo el paraguas,
riendo por todo, por nada.
El amor por montera
 y escurridiza la palabra;
bajábamos rambla abajo,
como tontas enamoradas.
Quien nos diría entonces,
que la lluvia se nos llevaba
Del alma el amor,
y de mi mente, la calma.

19/11/19

Por los pelos


Siempre que me voy a trabajar lo hago con la cabeza mojada. Nunca me he secado el pelo después de lavármelo. En invierno, molesta el frío del camino hasta la estación, sobre todo en las orejas, que se me congela el conducto y me duelen como si tuviera otitis. En verano, los aires acondicionados me matan, me dan de lleno en el cogote y con el contraste del calor que hace, me duele la cabeza. Pero a pesar de todo, sigo saliendo con el pelo mojado de casa. Pienso que el secador no es demasiado bueno para el cabello. Ese aire caliente castigándolo con sus ráfagas y soplidos. No, pienso que no es bueno. Siempre pienso que lo debilita y que lo quiebra.

Recuerdo cuando era joven que cuando tardaba en cortármelo, a veces, se me abrían las puntas (era algo en lo que no he vuelto a pensar nunca más). Y también recuerdo que tenía mucho más pelo que ahora, que se me ve el cuero cabelludo rosado. No sé si me pone nerviosa irme quedando calva o me hace gracia. Porque soy de las que considero que la arruga es bella, ¿pero la calva?, no sé. ¿Y la arruga y la calva? Pensamiento positivo: cuando sea calva, no me afectará el aire frío porque no llevaré el pelo mojado. Nota: recordar secarme la calva cada vez que salga de la ducha.

18/11/19

Los ojos amarillos de los cocodrilos

Hace mucho tiempo me compré un libro que me recomendó un librero: Los ojos amarillos de los cocodrilos. Como me estaba leyendo otro libro y cuando lo acabara tenía otro en la lista, lo dejé. Tardaron mucho en devolvérmelo, pues la persona a la que se lo había dejado, en cuanto lo acabó, se lo dejó a una amiga. Yo no entiendo como la gente hace esto sin consultárselo a la dueña, que en este caso era yo. El caso es que cuando me lo devolvieron estaba absolutamente leído, sus páginas lo acusaban. El libro parecía viejo, con las páginas engrosadas de tanto pasarlas y los cantos del lomo descoloridos por el roce de haberlo llevado dentro del bolso, por lo que nunca encontré el momento de que me apeteciera leerlo.

Pues ayer, vi la película en Netflix. Pensé que no me gustaría y me encantó. La hija de Gerard Depardieu, Julie, me ha encantado. Llegué a empatizar tanto con ella, que sentía todo lo que le estaba pasando en mi interior y en mi piel.

Debo confesar, y para esto el post, que de nuevo se me ha despertado el gusanillo de la escritura. Quizá deba analizarme bien y afrontar que soy una vaga y por eso me es imposible llegar a acabar nada de lo que empiezo a escribir. Porque de proyectos tengo tres, todos a medias. Quizá me de miedo descubrir que soy incapaz de escribirlos y por eso no lo hago y así me creo que no los concluyo porque no quiero. No sé. Soy muy complicada.

Pero plantarme aquí y escribir cada día, a la hora que sea, no me cuesta nada. Me siento delante del teclado, pienso un momento y las palabras fluyen en seguida por mis dedos y las tecleo a una velocidad atómica, para no olvidarme nada de lo que quiero escribir.

(Suspiro) Todo es fácil en esta vida, lo tengo claro, solo se debe tener tesón y capacidad de esfuerzo.

Ahora que lo pienso, este fin de semana he visto películas de escritoras. No había caído en ello.

17/11/19

Trampolín


Parecerá una tontería bien grande, pero creo que hoy es un día especial. Esta noche me he despertado a las cuatro. No me sentía bien. Pero no físicamente, sino anímicamente. Llevo muchos días descontenta con mi vida y sin darme cuenta. Me dejo llevar por la vorágine de los días; trabajar y descansar, no me da para mucho más. Pienso que este año he envejecido mucho y me lo noto, ya no tanto físicamente, que también, si no espiritualmente. Llevo muy clavada la ruptura en mi interior. Quiero que ella sea feliz, pero por algún romántico motivo, soy incapaz de amar a otra, ni siquiera interesarme por ninguna. Así que al final, me abandono a mi estúpido romanticismo y en vez de vivir la vida, la paso. Paso y devengo por el calendario, un día tras otro, y por fin un año.
Llevo muchos meses de abandono, tanto en alimentación, como en amistades, como en mi persona. No me apetece esforzarme en nada.

En la cama, entra sábanas y mantas, pues no había puesto aún el nórdico, ha ido amaneciendo poco a poco. Me sentía en calma, como todas aquellas personas que no tienen nada contra lo que luchar y se dejan arrastrar y dirigir. Así estaba yo.

No sé qué pensamiento se me ha cruzado por la cabeza, no lo puedo recuperar, pero el caso es que me he levantado temprano (al fin y al cabo, ya estaba despierta) y me he ido al gimnasio, cosa que no hacía desde el verano. Me he machacado en los aparatos de cardio y en la cinta y luego he vuelto a casa dispuesta a acabar el libro de viñetas que tengo a medias. No, no lo he hecho. He planchado, he desayunado, me he duchado y me he sentado en el sofá.

Me he puesto a ver la tele. Por casualidad, daban “Mujercitas”. De pequeña, cuando la veía (cada Navidad) me identificaba con Jo. Y hoy, la he visto desde otra perspectiva. No he empatizado con ella. ¡Qué va! Mi vida no se parece nada a la suya. Viéndola he llorado. He llorado mucho y he descubierto que aún me falta llorar. No podré poner punto final a esta etapa que estoy viviendo si no acabo de llorar.

Así que hoy voy a llorar todo lo que tenga que llorar porque mañana será otro día.

16/11/19

Es lo que hay


He perdido la vida. La llevaba conmigo a todas partes, pero hoy no la encuentro. Últimamente, era una vida deslucida, una vida con la luz deshilachada, llena de dioptrías y de sombras en una espesura luminosa y con una sonrisa por consuelo.

Creo que sé qué fue lo que ocurrió; el otro día me vacié tecleando tu nombre y fue en ese momento en el que sentí que algo me faltaba. Respiré pues pensé que con la concentración lo había dejado de hacer y no le di mayor importancia. 

Fue la vida que se fue. No tenía sentido que siguiera a mi lado si tu no estabas. Se cansó de ver la repetición del gesto en mis ojos y del silente mecer de del fragmento del alma enmarcado en un cristal. Se fue sin decir nada.

14/11/19

Voy y vengo


Voy y vengo cada día. Es lo primero que pienso cuando suena el despertador. Y si algún día fuera y no volviera. Prefiero no imaginarlo; se me altera la hipocondría. Así que me preparo un buen desayuno que me haga olvidar estos pensamientos. ¿De dónde me salen? Si dejara fluir todo germen de pensamiento sería imposible vivirme. 

Una vez en el vagón, al cabo de un rato, ya no sé si voy o vengo. El caso es que me guía la inercia del cuerpo. El sabe qué hacer conmigo. Como los bailarines, que tras múltiples ensayos ya no tienen que pensar, su cuerpo les guía.

¿Y si solo volviera? Sin haber ido antes. Eso quedaría muy bien en mi currículo, en la cuarta línea del apartado de habilidades: “volvió antes de irse”. Sonrío. Me gusta la idea. Me lo voy a proponer muy seriamente. Cuanto más lo pienso más creo que he nacido para esto. No debo olvidarme de comentárselo a mi terapeuta; siempre me pregunta por mis inquietudes.

12/11/19

Un mal día


Sí, soy silencio. Una sombra de silencio que se pierde entre el bullicio de la vida. Una niebla extraña de lo que fui. Deseo convertido en humo. Perdido el rito de cruzarnos las miradas, olvidado el riesgo de ti. No soy. El compás de tus tacones resuena en mi pecho hundido. Soy pieza que mueve el azar en una vieja partida con el infinito. Urgentes desvelos me recuerdan que no estás. No nombro ya tu cuerpo, ni el mío es llamado. Esa codicia gozosa por ser otra me consume. El espejo refleja mi desnudez y tu ausencia y la sombra del atardecer delimita mi cansado cuerpo. Los recuerdos se tornan anhelos de muerte, ¿quién jugó con la suerte si no yo? Maldita esta y maldito este corazón suicida que quiere matar tu recuerdo. Ya no sé ni cómo me llamo, porque al no nombrarte me borro y al borrarme te conjuro; no quiero olvidarme de ti, por esto lucho.

11/11/19

Astrid Lindgren


Ayer vi una peli que iba sobre la vida de Astrid Lindgren, “Joven Astrid”. Para todas aquellas que no lo sepan es a autora de Pippi Langstrump (no sé de dónde sacar el simbolillo que va sobre la “a” del apellido). Cuando yo era pequeña, los domingos después del telediario, daban series infantiles. Recuerdo que durante mucho tiempo fue la de Pippi.

Mi padre se ponía nervioso porque decía que era una tontería de serie que no iba a aportarnos nada de aprendizaje. Pero yo, la adoraba. La libertad que tenía la protagonista, que vagaba sola por el mundo, acompañada de un mono y un caballo a topos, era la sensación que necesitaba yo. Absolutamente embriagada por los libros de “Los cinco” y “Los tres investigadores”, Pippi, para mí fue, el descubrimento de que podía hacer todo aquello que me propusiera, aunque no tuviera ni un maletín lleno de monedas de oro, ni la descomunal fuerza que tenía ella.

Pues la película de ayer, volviendo al tema, me dejó chafada. No sabía (nunca me había interesado nada de esta autora), que hubiera tenido una vida tan difícil. He leído por aquí, que precisamente, sus difíciles experiencias fueron la que la acabaron de convertir en la excelente escritora que fue, “llegando así a comprender el alma de un niño”.

A mí me ha gustado. No puedo decir más.

10/11/19

Claridad


Con una claridad insospechada me lanzo a dejar patente mis principios, que darán cuerpo y garantía de mi coherencia y comportamiento. No miento, me aturdo solo con pensar hacerlo; y no busco menos merecimiento que el necio que así mismo se prodiga. No quiero extenderme en el gesto, que luego en baremo se convierte y si no cumples, revierte en lo que fue dicho y no hecho, transición imperceptible de lo compacto al fragmento. Ni que decir tengo que lamento introducir, entonces, factor de conocimiento donde ningún dolor, moral o físico, desborda el límite de mi piel. Debiendo abreviar orgullo y reconocer que en estos estadios profundos fácil es el pacto con la locura como ejercicio de humildad. Y llegado a este punto aparece aquel terror que el destino me dejó como herencia: una imagen unitaria y sólida de mi desazón.

9/11/19

Flagelándome, que es gerundio


Hay días en lo que necesito es flagelarme y esto hice ayer por la noche cuando volví del teatro.

Por la mañana, Azules me pidió que la acompañara. Tenía que llevar un cuco a una amiga que vivía en el Montseny y salía de cuentas en breve. Decidimos utilizar esa excusa para hacer una pequeña excursión por la zona.

Ante todo quiero decir que fue una día precioso; caminando por bosques de alisos, chopos y fresnos, bordeando el río Tordera. También plataneros, plantados en algún momento por alguien ya que no son autóctonos de la zona. Paseando nuestro incipiente amor bajo los trinos de los petirrojos y el suave aleteo de las mariposas Atalantas, que en breve emigraran hacia Europa del norte. Nos hemos besado en varias ocasiones, en momentos cruciales de nuestra conversación de presente y de futuro muy cercano, cuando las palabras alcanzaban el clímax emocional y conducían a la necesidad de desfogarse.

Todo iba muy bien, cuando, por esas conexiones neuronales que aparecen cuando menos te lo esperas, me he dado cuenta de que esa pequeña excursión que estábamos haciendo la había hecho con mi ex. Algo en mi interior se ha nublado aunque, como buena alumna zen que soy, he podido apartar el pensamiento negativo y he continuado con nuestro paseo.

Hemos comido en una fonda de montaña y después hemos vuelto para casa; cada una para su casa. Por la noche, tenía teatro con unos amigos y luego venía ella a recogernos para tomar algo y así poderla presentar. Todo muy bien.
Cuando volví a casa, la conexión neuronal había ido trabajando el recuerdo y tenía un montón de sensaciones. Olores, ventanilla bajada, día nublado, mano sobre su pierna mientras conducía, sensación de no poder amar más y el cd Caos de Malú sonando en el coche. Y es aquí donde viene el flagelo. Ya no escucho nada de Malú porque era nuestra música, pero ayer por la noche, me la pasé oyendo una y otra vez el disco entero. Hoy me he levantado con el espíritu hecho fosfatina y la sensación de haber perdido al amor de mi vida.

P.S. Pero creo que acabo de encontrar a un nuevo amor de mi vida. Al menos la sensación es esta.

8/11/19

Ampliando conocimiento


Hoy me han hablado de “Test de Bechdel”, del que nunca antes había oído hablar. Se trata de una serie de ítems para evaluar el machismo en las películas y en las obras de teatro. Se trata de ver si se cumple o no las siguientes cuestiones.

1.- En la película han de salir como mínimo dos personajes femeninos.

2.- Deben hablar entre ellas en algún momento de la película.

3.- Su conversación no debe versar sobre hombres, sea cual sea el hombre del que se hable (familiar, amor, etc.). Además, deben tener nombre.

Parece ser que si lo llevas a cabo hay un montón de películas que son andrógenas, empezando por los Pitufos, cuya única mujer, Pitufina, no tiene una característica principal como los otros, solo ser mujer.

Acabo de ver que quien me ha explicado esto ha debido de leerlo en Wikipedia, porque lo pone casi igual.

El caso es que me ha sorprendido mucho dicho test y me cogen ganas de analizar películas. Creo que actualmente hay muchas películas que no serían tachadas de machistas siguiendo este test. ¿O me estoy equivocando?

Mejor dejad de leer este post y buscarlo en Wikipedia, es interesante el tema.

7/11/19

Azules

Ayer por la tarde nos vimos. No paramos de hablar, de sincerarnos la una con la otra. Tenemos muchas cosas de las que hablar y no es exactamente de nuestra vida. No nos interesan nuestros respectivos pasado, al menos por ahora; sobre todo en el aspecto de amores ni amoríos. Hemos decidido que nuestra vida empiece a partir de ahora. Y así lo estamos haciendo.

Hablamos de nosotras, porque ya empieza a existir un nosotras. De nuestras expectativas, de lo que nos gustaría dar y recibir, de nuestros miedos (creo que yo tengo más que ella). Es una pasada hablar de futuro sin condicionarnos, sin establecer para nada metas ni objetivos. Solo deseos. Tengo muchas esperanzas puestas en esta nueva relación, llegue donde llegue, porque esta vez no voy a perder la finitud que nos rodea.

6/11/19

Ya es la hora


Esa amabilidad irónica con la que me encuentro a veces y a la que nunca me suscribo me crea un escepticismo purificador que me permite estar por encima de todas las cosas. Y sé que esto te exhorta a la seriedad, pero no lo puedo evitar. Ese arsenal de rabia existencial que no haces más que arremeter en contra de mí, fíjate bien, ya no me inmuta. Solo me empuja a una especie de redil en el que espero que algún día te despistes y me permita entrar de nuevo en la vida. Quizá la gente no entienda lo que escribo, pero tú sí. Tú sabes muy bien de lo que estoy hablando. Se está acabando el letargo o ¿debo decir la paciencia? Creo que ya ha pasado mi momento de cautela. Esta aciaga existencia debe dejar de existir; te exonero de mi amor y yo huyo del tuyo.

5/11/19

En una vieja libreta de cuyo nombre no quiero acordarme


Hoy me he encontrado con una libreta del pasado. Digo “del pasado” porque hace diez años que la llevaba encima. Era mi libreta de escribir ideas, relatos, frases y todo aquello que me llamara la atención y que fuera germen de creatividad en la escritura. Aun no dibujaba, porque no sé ve ninguno de los dibujos que mis libretas de ahora contienen. Leerla, me ha impresionado un poco. Cosas que he encontrado:

“¿Qué ocurrió con aquellas personas que fueron tan importantes y que luego desaparecieron de mi vida sin dejar el vacío que se les suponía?”

“¿Es cierto eso que dicen que la vida no es como la vivimos sino como la recordamos?”

“Cuánto amor hay en mi vida. Las noches se dilatan entre besos y caricias, los cuerpos se desvelan entre roces y fluidos.”

“El enamoramiento es una enfermedad de la atención.”

“Escribo totalmente borracha, tal como la vida me trajo al mundo.”

“Las relaciones tóxicas no entienden de géneros”

“Qué tontos que somos en los malos momentos.”

“Y se hizo la tranquilidad, y esta vino en forma de luz, de ganas de vivir, de nuevas miradas hacia el mundo. Perdemos la esencia de que todo tiene finitud.”

“El ser humano tiende a regirse por las ideas recibidas más que por las propias.”

Sin comentarios.

4/11/19

Descontrolando el control


Siempre he querido medirlo todo, controlarlo. La vida como tiene que ser, pensaba. El calor de una mirada, el recuerdo desde el alma, un corazón bien plantado, nada del revés. Dar paso a la lágrima, en contadas ocasiones; la sinceridad, desde mi rasero. Todo bien etiquetado, hasta el amor.

Y cuando ya descuento mis años, descubro que la vida no es esto, apenas regalo mi gesto y no busco ningún placer. Pero si tú me dijeras que me amas y viera tus azules mirar, humedecidos, mi infinito, te ofrecería mi mundo inaudito inmesurable, incontrolable como el amor que entre tú y yo debe ser.

3/11/19

Que todos los insomnios sean iguales


Las noches de insomnio dan para mucho. Ahora tengo poquísimas, por no decir ninguna. Lejos quedan aquellos largos años en los que dormía dos horas o tres y tenía todo el tiempo nocturno para leer y para escribir. He sido de las personas cuyo insomnio no era bien, bien, un insomnio ya que no estaba nada cansada. Siempre he pensado que no necesitaba dormir tanto como el resto de la gente. Tampoco disfrutaba durmiendo. Siempre me levantaba al cabo de un par de horas de dormir y ya no volvía a la cama.

Ahora disfruto durmiendo. Por fin he entendido el porqué del placer de dormir. Pero esta noche, he vuelto a ser la Dintel de siempre; me he despertado a la hora y media de haberme quedado dormida y me he levantado. No tenía ganas ni de leer, ni de escribir, ni de dibujar, ni de nada, así que me he plantificado delante de la tele y he buscado una serie para meterme en vena.

Un día por la calle, en una parada de autobús, vi un cartel con una nueva serie que se llamaba “Vida perfecta” y esta ha sido la que he elegido. Me la he visto de un tirón, la primera temporada. Debo decir que cada capítulo dura media hora, así que es fácil de tragar y de digerir. Me ha encantado. Me han gustado los personajes principales, tres mujeres con unas personalidades arrolladoras, con unos problemas igual de arrolladores y con una interpretación sensacional por parte de las tres actrices. Está escrita por una de las actrices, cosa que me ha sorprendido gratamente. No había oído hablar de ninguna de ellas. Sigo impresionada por el guion y por la temática.

Me he quedado con ganas de más temporadas, que no sé si llegaran o no. Se me ha hecho muy corta. Cuando he acabado de verla, me he quedado un buen rato en el sofá recreando algunos momentos que me han parecido sensacionales. Y ahora estoy aquí, escribiendo sobre ello.

Que cada una juzgue si debe verla.

2/11/19

“Y después la vida tomó las riendas y el tiempo se aceleró”.


Después de un largo letargo en el que tengo la sensación de no haber avanzado y haber estado perdiendo el tiempo, mi vida se ha acelerado de golpe. También mi corazón, que ya era hora que latiera con ilusión. Pensaba que sucumbiría ante la bravata de mi ex, pero veo que más tarde que temprano mi vida toma de nuevo las riendas y vive.

Cuando la conocí (a la persona que ocupa mi mente y empieza a rellenar mi corazón) me pareció enseguida simpática (bueno, me lo hubiera parecido cualquier chica que no huyera de mi lado) Corroboro: es muy simpática. Tenía miedo de caer en una estúpida gazmoñería proveniente de esos últimos años de autocompasión. Se podría aducir de hasta qué punto había llegado a tirar la toalla. Y a pesar de que estaba absolutamente poseída por la delicuescencia, supo ver mi interior y empezar a enamorarse de él y no de la patética visión que estaba dando. Suerte que quien ha tenido un poder siempre le queda una parte residual.

“Me he empezado a dar cuenta que el tiempo no actúa como un fijador, sino más bien como un disolvente” (esta frase no es mía, la leí hace mucho tiempo en algún lugar y creo que hoy es el momento apropiado de utilizarla).
Me dijo, “tú solo ves lo que ha desaparecido, yo solo veo lo que permanece”. Gracias a ella he descubierto, también, que este gran paréntesis en mi vida era evanescente.

1/11/19

Segunda cita. Qué bonitos son los comienzos.


Bueno, esto marcha viento en popa. Nos vimos, otra vez, ayer por la tarde un rato, porque luego cada una tenía sus celebraciones. Quedamos en el bar donde suelo ir a escribir. Es como mi casa y me dio la impresión de que me sentiría más segura y menos vergonzosa si era mi terreno.

Cuando he llegué, faltaban cinco o seis minutos para la hora quedada y ya estaba allí. Mi chica cuántica es también puntual como yo. Eso me dio sensación de buen augurio.

Estaba sentada en una mesa con un diario en la mano, leyendo interesadamente un artículo sobre una nueva exposición en uno de los museos de nuestra ciudad. A la que me vio cerró el periódico, se puso de pie, me plantó un beso en la mejilla y quitó un bolso de la silla más cercana a ella, clara indicación que me sentara allí.

Estaba temblando, su beso, y eso que no me gusta nada que me besen, me sentó a las mil maravillas. Debo decir que hace más de un año, desde hace dos agostos, que no me besa ni me toca nadie. Por lo que se me puso toda la piel de gallina y me costó mucho parecer natural al hablar.

Para mí fue como en una película; ella se mostraba muy cariñosa y cercana. La veía absolutamente tan emocionada como yo por esos primeros contactos. Reímos mucho y ya empezamos a contarnos algunas intimidades. Se interesó por si tenía alguna relación y le dije que no. Sin preguntarle me aclaró que ella tampoco. Aunque en seguida se desmintió y me dijo, “estaba empezando una incipiente relación, pero me interesas más tú”. Como os podéis imaginar me quedé de pasta de boniato (aprovechando el otoño). Y mientras me decía esto, me acariciaba la mano con la que tenía cogido el vaso.

No voy a entrar en detalles, solo deciros que nos dimos un beso, tierno, tímido, cálido y adolescente y no he dormido en toda la noche intentando no olvidarme de las sensaciones que me produjeron. Repitiendo y repitiendo la misma escena.