Siempre que me voy a trabajar lo hago con la cabeza mojada.
Nunca me he secado el pelo después de lavármelo. En invierno, molesta el frío
del camino hasta la estación, sobre todo en las orejas, que se me congela el
conducto y me duelen como si tuviera otitis. En verano, los aires
acondicionados me matan, me dan de lleno en el cogote y con el contraste del
calor que hace, me duele la cabeza. Pero a pesar de todo, sigo saliendo con el
pelo mojado de casa. Pienso que el secador no es demasiado bueno para el cabello.
Ese aire caliente castigándolo con sus ráfagas y soplidos. No, pienso que no es
bueno. Siempre pienso que lo debilita y que lo quiebra.
Recuerdo cuando era joven que cuando tardaba en cortármelo,
a veces, se me abrían las puntas (era algo en lo que no he vuelto a pensar
nunca más). Y también recuerdo que tenía mucho más pelo que ahora, que se me ve
el cuero cabelludo rosado. No sé si me pone nerviosa irme quedando calva o me
hace gracia. Porque soy de las que considero que la arruga es bella, ¿pero la
calva?, no sé. ¿Y la arruga y la calva? Pensamiento positivo: cuando sea calva,
no me afectará el aire frío porque no llevaré el pelo mojado. Nota: recordar
secarme la calva cada vez que salga de la ducha.
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