31/5/10

Uno por diez a la menos cuarentidos (Lost)

No sé por qué hago caso a los guionistas diciendo en programas anexos que “no es un sueño ni están muertos” y yo, obediente, descartando una de mis teorías principales, que por cierto, no he leído a nadie en Internet (por lo que lo más seguro es que no sea cierta, es lo que tienen las teorías de una aficionada).

Directamente, sin anestesia, seis temporadas de Tiempo de Planck (si ya no se entendió un comentario mío sobre la isla, ahora ya será la debacle). Seis temporadas para explicarnos que todos morimos en paz. Seis temporadas para narrarnos qué ocurre en el momento en que morimos, cuánto más seguimos pensando desde que el corazón deja de bombear sangre…

Ayer vi, por fin, el capítulo traducido.

El tiempo de Planck, uno por diez a la menos cuarentidos segundos, así se llamaba mi moto anterior. Le había puesto el nombre con letras naranjas, de estas que se ven con luz azul en la parte delantera de la, digamos, carrocería, la que recubría la horquilla. Y ahora resulta, que uno de los conceptos que más me apasiona puede responder a la teoría de Lost. Feliz soy…

28/5/10

La punta de la lengua

Hacía mucho que tenía este libro en la biblioteca, cuando me lo compré lo estuve picoteando algunos días y lo dejé para otro momento, pues seguro que debía tener alguna cosa prioritaria por hacer. Y ahí se quedó, en la balda de los libros de ensayo sobre escritura y ahí ha ido pasando los años. El otro día lo cogí de nuevo, esta vez dispuesta a leerlo con atención y ganas y así ha sido.
Nunca he sido buena en lenguas, soy persona claramente de ciencias por naturaleza y por devoción. Siempre me ha costado mucho el aprendizaje de una segunda lengua y, a pesar de casi dieciocho años de estudio, que se dice pronto, la tengo de lo más deficitaria. Eso sí, siempre he sido lectora y he devorado todo libro que se me ha puesto delante. Es lo que tiene ser una perfecta insómnica desde la más tierna infancia. Como buena lectora, también me ha gustado mucho escribir. Recuerdo cómo disfrutaba con las redacciones que nos obligaban a hacer en las clases de lengua. Siempre buscaba en el diccionario las palabras que leía y no entendía y luego las aplicaba a mis escritos, cosa que a veces sigo haciendo.
Este libro, que no es más que un análisis de la utilización de diferentes términos, me ha servido para ver que desconozco totalmente el tema. Ahora resulta que muchas de las palabras que están en mi vocabulario son verdaderas depredadoras procedentes del inglés que lo único que hace es engullir la palabra castellana junto con sus sinónimos más próximos de manera que el lenguaje español pierde matices. Y lo peor es que es por una mala traducción, al menos eso opina el autor del libro y creo que a mí me ha convencido.
Una de las partes del libro que más he disfrutado ha sido el de las letras de algunas canciones. Será por la necesidad que he tenido de ser letrista, este tema me ha hecho pensar y tomar conciencia de la importancia de la corrección en todo el ámbito del lenguaje. Ahora me fijaré mucho más en cómo escribo mis letras, no quiero que un día caigan en sus manos y tenga algo que decirme.
Uno de los aspectos de los que habla me ha creado un poco de inquietud. Dice que si seguimos cambiando el significado de algunas palabras por el mal uso de estas, llegará un día en que no entenderemos lo que leamos si el libro es antiguo. Eso sería una verdadera pena. Cita ejemplos, pero no quiero transcribir ninguno porque para eso está el libro.
Me lo he pasado muy bien leyéndolo, lo he encontrado muy interesante. Pienso que puede ser atractivo para todas aquellas personas que sientan amor por las palabras. Las otras, abstenerse, porque sólo de palabras trata.

27/5/10

Manos

He visto dos manos que iban cogidas por la calle, paseándose sin prisas, balanceándose al compás de cada paso. Dos manos huesudas, femeninas, cálidas, atrevidas. Dos manos que tenían los dedos entrelazados como si ese contacto fuera el que impidiera actuar a la gravedad. No había movimiento alguno entre los dedos, más bien parecía que existía un consciente desinterés por parte de ambas manos y sin embargo, cosa que me sorprendió, de aquel contacto fluía amor. Hasta tal punto, que yo que iba detrás, me iba salpicando de él.
Desde aquel día busqué una mano que me cogiera así para pasear la vida. Una mano que mostrara ese desinterés consciente que lleva al amor y no a la posesión.

26/5/10

Se fue

Y la vida sigue, y ese tremendo vacío que nos ha dejado su ausencia se debe llenar, poco a poco, con los recuerdos que de ella hemos ido almacenando y que ni siquiera somos conscientes que tenemos. Nos cuesta bastante hacernos a la idea de que se ha ido, de que ya no la volveremos a tener al lado, de que ahora sí que estamos solas en la vida. Siempre fue las dos ruedecillas que nos acompañaron cuando aprendimos a montar en bicicleta y que llegado el momento en que ya fuimos capaces de hacerlo sin ellas, guardamos en un armario, porque sólo con su existencia ya nos sentíamos seguras para seguir pedaleando de un rumbo a otro.

Y, ahora, el tiempo que pasamos juntas nos parece insuficiente, querríamos haberlo aprovechado más. Pero es ley de vida que los poyuelos abandonen el nido en cuanto estén preparados, y nosotras sólo nos limitamos a ser obedientes y cumplir dicha ley. Pero ya verás, que con el paso del tiempo, ese vacío se llenará hasta los topes, ya que el tiempo, realmente no fue exiguo y es mucho lo vivido; y porque, en este momento, estamos ocupadas en ser ruedecillas de una nueva bicicleta, tal y como en aquel momento lo fue ella, y es así como, realmente, debemos y queremos rendirle culto.

25/5/10

Y se acabó

Para mí no supuso ningún madrugón. Llevaba ya rato dando vueltas en la cama nerviosa por el acontecimiento (debo recordar no utilizar la palabra evento), por lo qué cuando sonó el despertador, rauda y veloz, ya tenía un dedo sobre el mando de la tele, el canal preparado cuidadosamente la noche anterior y la cabeza llena de hipótesis deseosas de ser comprobadas. Porque el verdadero disfrute de esta serie han sido las conversaciones posteriores con la gente que a mi alrededor también la ha ido siguiendo. Después de seis años, una ya empezaba a estar cansada de elucubrar y tenía ganas de que llegaran todas las respuestas y por supuesto, estas no sólo no han llegado, sino que, para colmo, el final abierto (tan previsible este tipo de final) ha añadido un gran interrogante imposible de convertir en hipótesis.

Me pasé todo el día de ayer con la cabeza “perdida” en la isla, buscando lógica al final y cada vez que encontraba una teoría alguien me la desmontaba: “no puede ser, ¿te acuerdas que en el capítulo aquel pasaba aquello?” Y me acordaba y veía que mi teoría no era viable. Mi hoja llena de flechitas representando la no linealidad del tiempo cada vez se complicaba más.

Me decepcionó el final, con él pensaba dejar de ocupar una parte de mi cerebro con tanta hipótesis y no ha sido así, sigue igual de ocupada. Aldespertarme hoy, después de haber compartido la noche con la almohada, he descubierto que el final de Lost ha sido el que tenía que ser porque no se ha salido de la línea de estos seis años y que la isla debe ser el McGuffin más grande de toda la historia del cine.

Hoy he quedado para seguir hablando de ello.

18/5/10

No se habla con la boca llena

No hay tiempo para palabras cuando te dedicas a la exploración; las manos acariciando tus sinuosidades y la boca sondeando tus oscuros.

Qué tangentes son las palabras en esos momentos, sólo se me permite interseccionar una con tu cuerpo: AMOR. Y en cada máximo de tu cuerpo constuyo una frase tangente que tiene como punto de interseción esa única palabra permitida que no necesita ser pronunciada, porque es por todo el mundo sabido que no se habla con la boca llena.

17/5/10

Sin lugar a dudas

Vayas donde vayas irá mi abrazo. Vengas de donde vengas te esperará mi regazo. Deberás libar mis besos cada día de mi boca.

14/5/10

Diario 3

Puede parecer una locura, para nada soy fanática de nada. Miento, sí soy fanática, de la mujer que amo. Fan absoluta y acérrima. Pero he andado de cabeza durante un par de años con el asunto de Lost. Un amigo, el que casi siempre me descubre cosas que me encantan, vino a casa hará dos años y pico y me trajo la primera temporada de Lost en Dvd. Me pareció genial, y sí, se tratada de una isla en la que sólo corrían, como decía la gente a la que no le gustaba. Pero realmente, no sólo corrían, si no que la información que íbamos adquiriendo actuaba como una droga y te creaba una total dependencia.

Esa dependencia, la tenía, siempre quería más y más y más. Pero era soportable. Ahora, en la última temporada, que veo religiosamente cada martes en la tele, la inquietud por llegar a saber qué es la isla, hace que esté nerviosa. Y lo curioso, es que me encuentro más de una vez pensando y buscando teorías. Tengo miedo de que el final me decepcione un montón, las expectativas son tan grandes…

Bueno, de todas maneras, debo pensar en lo bien que me lo he pasado cada vez que he visto un capítulo. Quizá el final no sea tan importante. Quizá siempre estemos dando más importancia al final que al proceso. Quizá… bueno, seamos sinceras: sería genial que el final fuera la guinda, para qué negarlo.

13/5/10

Si lees esto...

...vuelve.

Aún no entiendo por qué me dejaste. Aquí, en las sombras de mi casa, sumida en la más profunda de las decepciones vivo esperando que vuelvas. Dije que no volvería a ser dependiente, pero fue fácil decirlo y estar convencida de ello cuando estabas a mi lado. Ahora, en soledad, es otro cantar. No tengo ganas de seguir viviendo. Así lo pienso y así te lo digo. Me cuesta levantarme de la cama y mi pijama se ha convertido en mi nueva piel. Piensa si quieres que pretendo darte lástima. Que haría lo que fuera para que volvieras. Te has llevado lo más jovial de mi vida y has, con tu partida, arrancado el deseo de mí. ¿Quién puede vivir sin deseo?

Nos acostamos como cada noche juntas y por la mañana, cuando la luz se coló entre las persianas y desperté, ya no estabas a mi lado. Te fuiste así, sin avisar, sin darme a tiempo a despedirme. ¡Qué coño despedida! Si lo llego a saber, tú de aquí no te mueves.

Como deseo una noche de sexo absoluto, como antes de que te fueras, en la que me lo dabas todo y me hacías disfrutar. En que solo el roce humedecía mis anhelos y me llevaba al más lejano y absoluto éxtasis.

No has hecho bien en irte y dejarme aquí sola. Tantos años juntas. Tantos años disfrutando de los placeres de la vida. Y ahora desapareces y si te he visto, no me acuerdo. Vuelve, libido, te necesito. ¿Qué tengo que hacer para que vuelvas?

12/5/10

Aceptación

Fue y en su momento fue duro comprender, más de avanzar y aceptar. Tejer que soy fue laborioso. Vestirme de mí fue volar.

11/5/10

Rosalie Blum. Volumen III. ¡Al azar, Baltazar!

He acabado con el tercer libro de la trilogía. Hacía ya mucho tiempo que lo tenía en la estantería y no encontraba el momento de leerlo. Quería tiempo para dedicárselo y tranquilidad para disfrutarlo. Al final, todo llega si se tiene la paciencia de esperar, que en mi caso no ha sido mucha.

Ha sido una delicia la lectura de estos tres libros, desde el primero, en el que apenas conocía a los personajes, hasta este tercero, en el que ya tenía la información de los otros dos libros.

Es una historia de soledades, de vidas anodinas por la cotidianidad. De falta de valor más que de libertad. Mientras me pierdo en sus páginas, un halo de calidez me acompaña, halo que desprende la sumisión de los personajes a la vida que les toca vivir. Me he encontrado disculpando la maldad de alguno de los personajes y por más que quiera ver objetivamente la realidad, sigo disculpándolos. El personaje de la madre no tiene desperdicio, aunque en este tercer tomo se nos muestra poco. Eso sí, impacta tanto en el primer libro que te la llevas contigo a lo largo de toda la lectura. La madre, un personaje genial.

10/5/10

Diario 2

Hace un mes que me veo privada de una de mis sentidos, el olfato. Espero que sea un simple castigo y no una cadena perpetua. Como siempre, en esta vida, se encuentra a faltar aquello que has perdido cosa que hace que aumente un par de UIP (Unidad Internacional de Penurias) el capazo de mi desgracia.

Mientras me duchaba y añoraba el olor a champú, a gel y mi propio cuerpo, maldecía mi pituitaria con toda mi alma. Luego, ante el espejo, por costumbre he ido a coger la colonia, y al ver el frasco entre mis manos, lo he pensado mejor y lo he vuelto dejar, sin usarlo, sobre la repisa.

He empezado a pensar en la importancia del olfato mientras iba acabándome de arreglar. Es cierto, que desde que no huelo no me apetece cocinar, ni tampoco comer: todo me sabe a trapo. Y pensando y pensando, se me ha ocurrido pensar en los blogs, en cómo huele la persona que hay detrás de cada blog, qué colonia usa. Y la curiosidad se ha despertado, y la intriga ha aparecido.

Ahora, cada vez que lea vuestros blogs, intentaré imaginar cómo oléis.

9/5/10

Alicia en un mundo real


Me enteré de que había salido un cómic de Isabel Franc y Susanna Martín. El primer cómic de ambas en equipo y decidí correr en su busca. Nada más llegar a casa, me senté en el sofá y me puse a leerlo y no me levanté de él hasta que lo acabé, soltando de vez en cuando alguna carcajada, pues has escenas que, para mí, son verdaderamente graciosas e inteligentes.

Los personajes son encantadores, las situaciones susceptibles de empatía y, aunque la historia que se explica en la trama principal no se haya vivido en primera persona, todo el mundo tiene a alguien cerca que ha pasado por eso (no voy a nombrar el qué). La protagonista nos abre en canal su piel para poder acceder a su interior y con las autoras consiguen que el muñequito dibujado se nos vuelva real. Es un libro para leer y releer porque cada viñeta está llena de detalles a descubrir. Me reí mucho con el portátil (una tontería de esas que a mí me encantan).

Ah, y aprovechando que era el Salón del Cómic aquí, me fui a buscar uno firmado por las autoras. Creo que juntas hacen un buen trabajo y espero que después de Alicia, vengan muchos más cómics porque necesito reírme de mí misma.

8/5/10

Noches sin ti

No duermas, pero protégete del techo estrellado que a tu lado sombrea la vida y vida confiere a tus fantasmas. Más vale que intentes flotar en las insistencias de lo ajeno, y te olvides en lo nocturno de ese vacío, de ese silencio, de todo lo tuyo. Observa sin destaparte las tinieblas de tu habitación, se te acercan con aliento indolente para pedirte tu amor sin condición. No huyas de ellas, hazte pasar por música que dormita en su propio instrumento, séllate los labios con el recuerdo más bello e impide a toda esa sombra introducirse en tu cuerpo. No luches, déjate hacer pero no poseer, intenta que tu pensamiento permanezca hundido, lánzalo hacia abajo por esa pendiente que es tu pasado, pero no se lo entregues a la noche, porque ella lo convertirá en llanto.

7/5/10

La librería

Me lo compré por el título, no tenía ninguna referencia de él y lo encontré apilado en una de las mesas de novedades. La portada me gustó y la editorial, también. Así de tontos son los motivos que me pueden llevar a la elección de un libro.

Me ha encantado leerlo. No es un libro divertido, ni en el que haya mucha acción, ni en el que los personajes tengan grandes profundidades. Es un libro en el que se nos narra una historia, y más que narrar, creo que iría mejor el verbo recrear; se nos recrea una historia. En algunos momentos me ha arrancado alguna sonrisa y, en otros, me ha hecho pensar y reconocer algunas actitudes cerca de mí.

Cada vez que abría el libro y me ponía a su lectura me invadía una tremenda paz que curiosamente me acompañaba un rato después de haber dejado de leer.

En definitiva, me llevo un buen sabor.

6/5/10

Panegírico

Qué cruel el destino que me suspende sobre el abismo de tener que escribirme un panegírico, siendo como soy feroz verduga de mis buenos actos, voraz caníbal de mi fibra sensible y desalmada juez de mis cualidades.

Podríaseme pedir cualquier cosa si viniera con rúbrica del hado y cual sumisa parte de un todo, sin lugar a dudas, no titubearía en complacer. Pero ni el destino ni nadie se atrevan a ordenarme que me dirija ningún halago ni palabra bella, pues mi ser hace tiempo que desterró lisonjas y piropos sobre mí.

5/5/10

Resfriado

He cogido un resfriado de primavera. Es de aquellos en los que se te obturan las fosas nasales con la inflamación de la mucosa y no puedes respirar. La congestión es tal que cada vez que trago me cambia la presión de los oídos tapándoseme uno de estos. Cada vez que me ocurre, empiezo una curiosa danza con movimiento brusco de cabeza y dedo en oreja para intentar destapármelo. En estas me hallaba cuando en la oscuridad del comedor veo dos brillos sobre el cabezal del sofá. Eran las cuatro de la mañana.

−¿Qué haces despierta a estas horas? −me pregunta con voz somnolienta.

La poca luz que entraba desde la calle se había reflejado en los oscuros ojos de la Mosca Estremecida haciéndolos brillar como si de dos zafiros se tratase.

−No me encuentro nada bien y no puedo dormir. Estoy totalmente tapada,no puedo respirar. Se me seca la boca y la garganta. Estoy fatal.

−Eso de que los humanos os resfriéis es muy gracioso. Nosotras transmitimos enfermedades a los humanos, cierto, pero no padecemos ninguna, la naturaleza es sabia.

−¿Cuántas moscas han muerto por aplastamiento? ¿Eh? Con lo pesadas que sois…

−Sí, ese es el tsunami de las moscas, los matamoscas. Eso sí, bastante os cuesta matarnos a la primera, cobardes, y siempre debéis recurrir a las bombas de destrucción masiva, los insecticidas. Ya os vale. Cobardes, más que cobardes.

−No estoy para discutir. Me duele la cabeza y tengo sueño. De todas maneras, si no fuerais tan pesadas y pegajosas no pasaría nada. Vosotras a la caca y dejadnos en paz. Además, debes reconocer que desde que te conozco no uso insecticidas ni nada por el estilo.

−Cierto. Pero deberías ser más camarada y hacer campaña entre el resto de los humanos. La solidaridad es algo con lo que se nace.

−Sí, claro, acabaría en el loquero como apareciera con una pancarta de “parad la masacre mosquil” y gritando “no a los insecticidas”.

−Nosotras las moscas somos más solidarias con lo nuestro. Vamos todas a una.

−No hace falta que lo jures que vais todas a una… caca.

−¿Ahora, a qué viene hablar de comida? Cuando te pones así no te soporto.

Y dicho esto se retiró a la cocina. De camino al lavabo vi que estaba comiendo. Chupaba del cubo de la basura un poco de pulpa de fresón que se había quedado en el rabito de este. Qué golosa es.

−Cierra la puerta de la cocina cuando salgas, no quiero corrientes de aire.

Ya en el lavabo, abrí el armario dónde guardo las medicinas. No sabía bien, bien que tomarme. Sé que nada funciona cuando estoy en este estado de congestión. Vi el bote de Vicks VapoRub y pensé que no me iría mal unas friegas en el pecho. Así lo hice.
Cuando me dirigí para la habitación, ella seguía en la cocina.

−Buenas noches, voy a intentar dormir un rato. Por favor, no me despiertes, que lo que tengo se cura descansando y durmiendo.

−No te preocupes. No te despertaré. Ya te he dicho que las moscas somos solidarias.

Cuando me arropé en la cama empecé a sentir ese calor que provoca el Vicks VapoRub. Apenas olía el mentol que desprende, pero noté cierta mejoría pues los vahos que exhalaba el producto me iban descongestionando y poco a poco fui quedándome dormida.

A la mañana siguiente, no desperté mucho mejor de lo que estaba, pero al menos había dormido algo. Peor me encontraría si hubiera sido una noche de insomnio. Me dirigí al lavabo para lavarme la cara, es lo primero que hago cada vez que me levanto. Cuando abría el grifo, mientras me miraba en el espejo, descubrí que me tocaba depilación de bigote. Pues tenía una especie de acúmulo peludo debajo de la nariz. Cerré el grifo, me sequé las manos y me puse las gafas de nuevo. Ahora, veía bien el impostor mostacho que me había crecido en esa noche; era la Mosca Estremecida que estaba durmiendo sobre mi labio superior.

−¡Mosca! Despierta, ¿qué narices haces debajo de mi nariz?

Pero la mosca seguía durmiendo. No la quería despertar de un manotazo por si le hacía daño y mucho menos sacarla con mis dedos, la podía aplastar si no controlaba la fuerza. Mirándola fijamente por el espejo, descubrí que la forma en que tenía las patas dobladas no era la normal. Acostumbraban las moscas a dormir de pie y estaba, ahora, de costado con las patas hechas un lío.

−Coño con la bicha, ha venido a morirse en mi bigote.

−No estoy muerta, creo −me contestó−. Solamente llevo un colocón de mil pares de probóscides. Y me he quedado pegada a ti. Ahora somos siamesas.

−¿Un colocón? ¿Dónde has pillado un colocón? ¿Pegada a mí? Quita, quita, siamesas.

Un asco repentino me invadió sólo de pensarlo. Me fui hacia el despacho y cogí un trozo de cartulina. Volví delante del espejo y con mucho cuidad, usándola de rasqueta, conseguí sacarme la Mosca Estremecida. Fui a la cocina a buscar un platito de café. Le puse agua y obligué a la mosca a darse un baño. Después, la llevé al comedor y la senté encima de la mesa. Fui a la cocina, con un cuchillo, pelé un poco de naranja y se di para que comiera.

Poco a poco se fue recuperando. A la vez que yo me recuperaba del susto morrocotudo de tener una mosca pegada en mi piel.

−¿Cómo has podido acabar en este estado? ¿Qué estuviste tomando? No me digas que el fresón fermentado se convierte en un alcohol tan potente, porque sólo llevaba en la basura desde la hora de la cena. No lo entiendo. ¿Te has bebido mi ron?

−Lo que recuerdo es que que después de comer un rato me vine a dormir sobre tu mesita de noche, como siempre. La habitación olía muy raro. Un olor muy fuerte. Demasiado fuerte para mi sensibilidad olfativa. Quise saber de donde venía y a medida que me acercaba a ti, olía más. Nunca habías olido así. Un olor, como muy penetrante y mareante. Y fresco, muy fresco. Me posé sobre tu mejilla para intentar encontrar el foco y en cuanto quise pasar a la otra mejilla por encima del labio, me empecé a quedar pegada sobre él. Era como una materia viscosa y pringosa que no me permitía avanzar. A medida que me iba moviendo me iba pringando toda. Veía muy raro. Mis ocelos empezaron a ver distorsionada la realidad, y luchar no conducía a nada. Cada vez me importaba menos todo. La voluntad sucumbía ante esa fuerza invisible que me tenía atrapada, hasta que perdí el conocimiento. El olor penetrante había invadido todo mi interior. Fue como si los dioses de las moscas hubieran querido acabar conmigo. Eso me pasa por ser agnóstica, atea y comunista. ¡Oh, dioses del Moscal admitid mi arrepentimiento, mi incredulidad ha sido aplacada!

−Déjate de tonterías −mientra ella había explicado su aventura, yo había ido entendiendo lo que había pasado−. Ya sé lo que pasó.

−Son las fuerzas del mal que me han poseído y querían pasarme al lado oscuro.

−No, no es nada de todo eso.

−¿Tú que sabes? No tuviste que luchar con todas tus fuerzas contra esa red invisible y tentaculada que me impedía avanzar. Es la voluntad de los…

−Que no es nada de eso, te digo. Que sintiéndolo mucho, nada tiene que ver con tus dioses. Resulta que al ponerme el Vicks VapoRub en el pecho, el poco que me quedaba en la mano lo puse debajo de la nariz para que su olor penetrara directamente y me la despejara antes. No ha sido nada más que eso.

La mosca me mira con cara desencajada.

−¿No ha sido nada más que eso? ¿No ha sido nada más que eso?

−Sí, en el fondo no ha pasado nada. Sólo ha sido un susto.

− ¿Un susto? ¿Nada más que un susto? ¿Y tú te llamas amiga? Me has dejado renegar sobre mis creencias. ¡Oprimidos al poder! −me gritó toda enfadada mientras explotaba yo en una carcajada−. “Arriba moscas de la Tierra. En pie famélica legión. Atruena la razón en marcha, es el fin de la opresión.”

Y se puso a cantar a grito pelado, paseándose por toda la mesa del comedor, pata y puño en algo y con semblante serio. Mientras en el sofá, yo me partía de risa sin poderlo evitar. Había sido un gran susto, pero por suerte, sólo eso, un susto. Ahora, todo había vuelto a la normalidad (si es que a esto se le puede llamar normalidad).

4/5/10

Anuncios

Al leer este anuncio no he podido menos que pensar en Marcela. Curioso anuncio. Me ha hecho recordar aquellos maravillosos años (no sé para quién) en los que las chicas podíamos entrar gratis en la discoteca como reclamo masculino (por aquel entonces poseedor de independencia económica). Ya, “por aquel entonces”, me daba rabia que ocurriera esto. Es más dejé de ir a todas aquellas discos en las que no era más que un cebo, o mejor dicho una carnada. El macho ibérico, pagaba por entrar y pagaba por invitar a la chica porque ella no tenía entrada con consumición incluida. ¡Qué tontas hemos sido a veces! Se ve que eso daba derecho a roce, o al menos era lo que querían inducir las discotecas.

Leyendo este anuncio me he acordado de aquel entonces. Aquí no creo que seamos el cebo de nada, al menos, mi rasa inteligencia no ha descubierto la trampa. Pero ¿verdad que sonaría ridículo que los que tuvieran descuento fueran los morenos de pelo rizado? Pues a mí me suena igual de ridículo que sean las mujeres las que tengan el descuento. Por cierto, ya te vale lo del Fernand@.

3/5/10

Diario 1

Diario 1

Cuánto tiempo sin sentarme a escribir. Al menos, escribir para aquí. Con esta tranquilidad que ahora me abraza y teniendo el tiempo para hacerlo. Me acompaña un buen zumo de naranja, mi pijama a rayas y mis zapatillas. Fuera, hace mal tiempo, pero me importa bien poco. No pienso salir. Sigo prisionera entre las paredes de mi casa.

Mis dos últimos trabajos fueron un éxito rotundo. El público, puesto en pie, no paró de aplaudir, se le tuvo que echar invitándolo a desalojar la sala. Me sentía orgullosa a rabiar. Le había dedicado tantas horas, tantos días, tantas noches levantándome preocupada para solucionar algún problema, que los múltiples choques de palmas no acababan de compensar.

Anteriormente, había avisado que iba a dejar el teatro. Que estas serían mis últimas obras. No es que estuviera cansada o que me faltaran ideas, no. Sencillamente, quería dedicar todo el tiempo que pudiera a escribir mi novela.

El público no se fue, quería hablar conmigo. Me felicitó, me aduló, me idolatró. Me dijo un montón de bellas palabras que supongo sentía de corazón. Todo el mundo, sin excepción, me pidió que no lo dejara. Que para junio querían ver otra puesta en escena. Sonreí, incluso llegué a carcajearme. Sabía incluso, desde el momento en que aquellos aplausos no compensaron para nada todo lo que yo había pasado, que no iba a dejar el mundo del teatro. Mi mundo. Un mundo que, sin quererlo uno, se lleva en la sangre, y, en mi caso también, es una puerta hacia mi interior. Ese interior barrado y candado para todo el mundo y que, con cada obra, veo cómo se mueve sobre el escenario. Eso sí que compensa, sacar a pasear tu Yo en cada uno de tus trabajos.

Por esto tengo dos nuevos proyectos en los que dejarme de nuevo la piel. Con el mismo gusto que lo hago siempre y a sabiendas que ningún aplauso podrá compensar lo que siento al ver mi trabajo realizado.
Fuera llueve y sigo postrada ante mi enfermedad, que mejora pero no con la rapidez que yo quisiera. Y, hoy, de nuevo, me he sentido con ganas de teclear un rato. Desde hace dos semanas, ni leo, ni escribo, ni vivo.