31/12/09

Último día, que no ultimatum

Tengo varios posts a medias y quería acabar alguno para publicarlo hoy, pero, al final, he pensado que es el último día del año y que, mientras que toda España está haciendo borrón y cuenta nueva de este 2009, yo no podía ser tan marciana y mantenerme tan alejada de esta maravillosa tradición del último día. Repaso, repaso, repaso.

Ahora mismo estoy en la cama, enferma (sí, esta noche me tomaré doce ibuprofenos con una buena copa de bisolbón y brindaré por este expectante año que voy a empezar horizontalmente, cosa que siempre había deseado pero compartiendo cierta actividad física, ustedes ya me entienden) y como no tengo mantita eléctrica, me he puesto el portátil encima, que una siempre tiene sus ciberrecursos.

Hace tiempo que aprendí a aceptar los reveses de esta vida y siempre, siempre, guste o no guste a mis allegados, encuentro un motivo de humor en todas las situaciones. Y me da igual lo que piensen de mí, cosa que creo que es normal porque es lo que conlleva crecer y madurar, que te vuelves pasota ante los juicios sobre ti. Se supone que la edad, son los galones (como medida de capacidad etílica, también) que te permiten cada vez dar menos explicaciones y hacer más lo que te da la gana. Pronto llegaré a Capitán General de esta vida.

Recuerdo el año en que, por fin, empecé a ser dueña de mis silencios. También era un 31 de diciembre, el primero que pasé sola, en mi casa, conmigo misma y mis circunstancias. Todo el mundo se esforzó en que aceptara su invitación, a una fiesta, a una cena privada, a casa de mis padres, con unos amigos en nosédónde… Pero yo quería celebrar aquella entrada de año conmigo. Ahí, descubrí cómo me llega a gustar mi soledad, mi silencio, mi presencia. De eso ya hace mucho tiempo.

¿Qué voy a decir de este año que está a punto de expirar? Este año ha sido genial, como todos los otros, porque tengo la suerte de recordar todo con humor, desgracias incluidas. Porque, no nos engañemos, la vida es un cúmulo tanto de alegrías y como de tristezas. Y demos gracias porque sólo en los contrarios encontraremos el verdadero baremo que nos va hacer apreciar la vida en toda su realidad. Así, que a pesar del cabreo monumental que tiene la Mosca Estremecida porque no vamos a ir a la fiesta que teníamos planeada y nos vamos a quedar aquí en la camita, sin uvas ni cava, sin bailes ni conversaciones etílicas, yo estoy feliz, porque siempre, siempre, en cualquier situación estoy muy bien conmigo misma.

Os deseo unas Felices Risas y un Próspera evolución.

Ah!!! Y la Mosca también, que acaba de venir volando y me ha pegado una patada en la nariz mientras me chillaba: “No me dejes mal y felicita a esta gente el año de mi parte”. Y ahora la tengo estirándome de uno de los pelillos nasales, cosa que sabe me molesta mucho (creo que empiezo a añorar la verdadera soledad…)

30/12/09

Dimensiones

−Tu amor hacia mí es pequeñito −me dijo una tarde de sábado mientras estábamos mirando la tele sentadas en el sofá, con las piernas entrelazadas; mientras le masajeaba suavemente una pequeña área de su tobillo.

La miré y sonreí. Qué lejos estás de entender, amor. ¿No leíste a Juan Ramón en la escuela? Mi amor hacia ti es adimensional, porque es la idea lo que lo amplifica y lo hace universal.

En momentos así, no puedo menos que abalanzarme sobre ella y abrazarla y besarla y hacerle el amor y, en pleno orgasmo, dotarla de visión microscópica para que vea que todas mis partículas contienen una porción de ella.

Me enamora la sutil manera que tiene de reclamarme.

26/12/09

¡Y una mierda, escatología!

Qué felicidad le causé, el otro día, sin querer a la Mosca Estremecida. No es que busque que sea infeliz, ni que no me esfuerce para lo contrario, lo que ocurre, y ya se lo he dicho, que si su felicidad radica en esto que os voy a contar, que se haga plañidera o que espere sentada, porque si lo puedo evitar, nunca más volverá a ocurrir.

Ella no entiende que le haga defecar siempre en una cajita vacía de Ferrero Rocher y luego, por la noche se la haga vaciar y limpiar para tenerla preparada para el día siguiente.

−¡Con lo bonita que es la caca! Un montoncito aquí, otro por ahí y así, cuando vuelas, tienes un objetivo para posarte un rato y descansar. ¿No vas tú en primavera al campo? ¿No te gustan los prados y las flores? ¿Y su olor?

−No me fastidies, que no es lo mismo.

−Pues hazte a la idea de que mis defecaciones son una extraña variedad de orquídeas.

−Es que cuando no quieres entender algo…

El caso es que la conversación acabó así y nunca más tuve problema con ese asunto. Hasta el día de los autos, o sea, hace unos tres días, que le di motivo para divertirse de lo lindo y morirse de risa.

El otro día, después de hacer mis necesidades, tiré de la cadena y, contradiciendo la lógica de los vasos comunicantes y de los sifones, el váter empezó a aumentar su nivel freático hasta que regurgitó su contenido, cual fuente surgente de la naturaleza (no hago referencia a los geisers porque por aquí no hay, que lo sé de muy buena tinta, pero la sensación fue como si los hubiera).

Imaginaos la escena: suelo del cuarto de baño, zapatillas de estar por casa para tirar a la basura, tropezones (y no de los de apunto de caerse, que también) circulando a su libre albedrío, sensación de que nunca iba a parar de sacar agua la dichosa cisterna.

Cuando todo se calmó, que no, cuando “las aguas del río volvieron a su cauce” (que en este caso no fue así), recogí rápidamente el agua del suelo y sus sedimentos, fregué bien, tiré las zapatillas a la basura y me duché, tenía que ir a trabajar y ya iba justa.

Toda la mañana con el móvil y el administrador. Que si se había embozado mi váter. Que vale, que llamaría a un lampista. Que el lampista le había preguntado si era la única. Que no tenía ni idea, que no había hablado con nadie. Que no habían recibido otras quejas. Que bueno, que me daba igual, pero alguien tenía que arreglar mi váter. Que vale, que me llamaría el lampista directamente. Y me llamó. Resumo la llamaba: “Mire, señora, esto parece un problema suyo, por lo que el coste corre de su cuenta. En principio, si hemos de desmontar el váter costará unos 400 euros. Pero el problema es que es muy viejo y se puede romper. Si se rompe, serán 1600 euros”. Respuesta: “Estupendo, ya le llamaré”.

Como es de imaginar caí en una profunda desesperación. No estaba dispuesta a pagar 1600 euros por una cañería obturada y alguien tenía que solucionarme el problema.

Suerte, que cuando cuentas tu vida, todo el mundo te da consejos. Todos mis compañeros de trabajo me explicaron algún método para intentar desatascarlo yo misma. Así, que cuando llegué a casa por la tarde noche, venía armada con Sidol destascador, Salfumán, Silic Banc, Sosa caústica, guantes de goma bien largos, un cable gordo, una mascarilla de esas de la Gripe A y unas gafas de soldar del conserje de mi oficina. Y sobre todo, venía armada con toda la paciencia del mundo y la convicción de que lo solucionaría (porque no pensaba pagar ni un duro).

La cara de la Mosca Estremecida no tuvo desperdicio cuando me vio vestirme para la batalla. Me puse el chándal más viejo que tenía en casa, unas deportivas que uso para pintar paredes cuando es menester, los guantes, la mascarilla y las gafas.

En el váter, vacié un poco de agua con un cacharro viejo de la cocina. Con un colador de los chinos, pesqué lo pescable (dejémoslo así) y tiré el Sidol. Me esperé una hora, pero no pasó nada. Al tirar de la cadena volvió a subir el nivel y a desbordar. Lo recogí todo, volví a fregar el suelo. Esperé que se secara (eso fue lo más difícil, pues como llevamos varios días de lluvia, no hay manera de que se seque nada). Y mientras pensé: “no puedo mezclar ahora la sosa caústica ni el salfumán porque el Sidol puede contener algún producto que haga reacción y soltar algún gas nocivo, y claro, seguro que en el váter quedan restos.”

Así que volví a tirar de la cadena para que se vaciara de nuevo el váter y la concentración de Sidol que pudiera contener disminuyera. Repetí la operación de recogida de agua y me senté en el sofá dispuesta a llamar al lampista, en mi mente apareció una lápida que rezaba: Intoxicación por váter tozudo.

La Mosca estaba disfrutando de lo lindo, se la veía sonreír por debajo de la probóscide, pero no me dirigía la palabra y yo pasaba de ella. Sabía que podía explotar en cualquier momento. Iba de aquí para allá viendo lo que hacía y lo que pasaba. Y cuando la hilaridad le podía, se iba a mi habitación y disimulaba mirando por la ventana.

Iluminada por un rayo divino, como mínimo, se me ocurrió la idea de la ventosa. Pero… ¿cómo fabricar una? Creo que tardé casi una hora en tener la idea.

Cogí la fregona, la puse en una bolsa de plástico del súper, que até al palo con las asas para que no se soltara; me puse la mascarilla,las gafas y los guantes y al lavabo que me fui.

Como si fuera un deshollinador, estuve presionando la fregona embolsada con el fondo del váter, haciendo vacío y dejando entrar aire. Repetí la acción tres o cuatro veces, hasta que derepente, se oyó un ruido de agua-aire-ynoséqué y se vació todo el váter. Levanté la fregona despacio, esperando que pasara algo. Pero no pasó nada. Expectante, tiré de la cadena y comprobé que funcionaba.

Esa noche dormí muy feliz.

Fue a partir del día siguiente que la mosca empezó a hablarme; al principio no dijo nada sobre el tema, pero luego, fue ganando confianza hasta el punto de que cada vez que me levanto del sofá tengo que aguantar su cachondeo.

−¿Vas de “expelición”? Ja, ja, ja, ja, ja, ja −se mofa. O grita entre convulsiones y carcajadas−: ¡Evacuen la sala, que se va a producir la expulsión! Ja, ja, ja, ja, ja. No prefieres deponer tu idea! Juaaaa, juaaa, juaaaaaaaa.

Y yo tengo que aguantar sus comentarios aunque, en el fondo, también le veo su lado gracioso.

−No, voy “inminentemente” a exonerar mi vientre. Jaajajajajajajajaja.

−Jajajajajjajajajajajajajajjaja.

Y, al final, cedo ante la lógica y me revuelco de risa con ella por el sofá, hablando entre hipadas, a ver quién la dice más gorda.

−Este año te ha tocado la Pedrea −me chilla cuando ya me duelen costillas y necesito parar, consiguiendo arrancar de nuevo mis carcajadas, anegando los ojos de lágrimas, a contrarespiración y evitando el rictus de la cara con las manos, pues el dolor de los músculos faciales es intenso.

−Para. Para. No puedo más.

−Esto es una buena descarga de adrenalina −me dice cuando ya ha conseguido tranquilizarse.

−¿Descarga? −grito yo.

−Jajajajajajajajajajajajajaja!!!

−Jajajajajajajajajajajajajajajajajajajjajaja!!!!!

24/12/09

¿Feliz Navidad?

Este es el día en que todo el mundo se felicita las fiestas, se desea paz y amor, una vida plena de felicidad y cariño, de objetivos cumplidos y deseos realizados. Pero creo que pasa como el día de Sant Jordi, que todo el mundo se regala un libro y los días siguientes se ve a una inmensa mayoría de gente que viaja en tren, autobús o autocar de línea leyendo el libro que le han regalado, pero luego… cuando se lo ha acabado o cuando ha sido incapaz de acabárselo, viajan de nuevo como siempre lo habían hecho antes, sin leer.

En realidad, pienso que estas fiestas son peores que el día de San Jordi; y digo peores, porque pienso que tener la obligación de ser feliz porque es Navidad es una tarea harto difícil para muchas personas. Incluso para mí, que precisamente esta época es de añoranza y lo que me apetece es retirarme en soledad. Pero no voy a ser el bicho raro que vaya en contra de esta dichosa sociedad… así que deseo que todas las personas que me lean puedan sonreír, reír o descojonarse durante estas fiestas. Porque la risa es más perenne que la felicidad.

23/12/09

Vida de Pi

Libro curioso e interesante. Hacía tiempo que no me sorprendía con perspectivas de mirada de nadie y este autor lo ha conseguido. A pesar de que considero de que no es un libro fácil de leer, pues hay momentos totalmente descriptivos que paran la acción página tras página, es un libro que me ha resultado muy interesante.

Dos temas: religión y zoología. Un protagonista: un niño. No quiero explicar más, es una historia para sorprenderse leyéndola.

La he disfrutado un montón; a las cuatro de esta madrugada permanecía con los ojos pegados a sus páginas.

Ahora bostezo feliz.

22/12/09

El maravilloso cochecito Chicco

Alucino. Alucino pepinillos. Sigo sin poder parpadear, pues el cerebro me ha hecho click clock click y creo que se me ha roto algún engranaje y costará que vuelva a funcionar de nuevo. Necesito una lampista de neuronas. ¿Alguien por la sala?

Resulta que mientras me comía un suculento bocadillo de pan con tomate con queso, miraba la tele sin prestar demasiada atención. Estaba en un momento (¿momento?, ja, cínica que es una) de publicidad. Anunciaban un cochecito Chicco y decían que podrías conducir igual que papá, creo recordar (como no estoy segura, no voy a hacer hincapié en el hecho de que lo mismo quería conducir igual que mamá, o del hecho que ya se ha clasificado el juguete para niños, y eso que parece ser que son entre dos y tres años). El caso es que hacia el final del anuncio dice: “ya nada te separará de la diversión” (no sé si es literal porque ya estoy chocha para recordar literaridades) y justamente cuando se pronuncia eso, el súper cochecito pisotea un libro abierto que hay en el suelo. ¡Qué maravilloso mensaje el de la casa Chicco!

Me ha reventado el pensamiento el asunto: ¿no se ha dado cuenta el publicista? o, ¿ese es precisamente el mensaje? ¿Quién maneja los hilos de la casa Chicco?

Necesito que alguien me de cuerda, se me ha parado toda la maquinaria.

21/12/09

El símbolo perdido

Me lo tenía que leer, eso seguro. No quería que la gente hablara de él sin que yo pudiera opinar. El jueves pasado, mi jefa llevaba en el bolso un paquete y me dijo: “Este es mi regalo de Navidad, me he comprado El símbolo perdido, ¿te lo has leído?” “No aún no”. “ Pues si me lo devuelves antes del 24 te lo dejo leer". Y así fue como el viernes, me acababa el famoso best seller.

Más de lo mismo: símbolos, fracmasones, algo de gore gratuito, descripciones y parrafadas explicativas sobre sus conocimientos. Y por supuesto, capítulos de dos o tres páginas creando suspense patatero al final de estos. Y la Caperucita tomó el camino más largo. Pronto sabría que había sido la peor decisión de su vida. Y dale, otro capítulo más.

Supongo que cómo es tan fácil de leer y trata de temas herméticos y demases, atrae a toda clase de públicos. Sobre todo aquellos que tienen poco tiempo para leer, ya que la lectura de este libro, nocturna casi siempre o en los desplazamientos, es de extrema facilidad puesto que el lector no piensa, ya lo hace el escritor por él.

Bueno, que este señor escritor tiene la receta de estas rosquillas y cada equis tiempo nos fríe una.

16/12/09

Coleccionista de ti

Advertirte, te advertí, que de ti, nada perdería, y aquel pensamiento de beso, que en nuestro primer día, dejaste pasar fugaz, presa de timidez y alegría, un día de luz o de sombras, de silencios o de gritos, lanzándome al vacío, si falta hubiera hecho, lo recuperaría.

Y puesto en acto el pensamiento, sin llegar al desconcierto, besar, me besarías, para enmendar el deseo de aquel lejano primer día.

15/12/09

Maldito karma

En realidad buscaba un libro de cocina y me llamó tanto la atención la montaña de libros que había de este libro que decidí que debía acompañarme. Y no me equivocaba. Como soy una persona muy visual, su lectura me ha comportado una perenne sonrisa, ya que imaginarme las situaciones que narra, de la forma tan detallada en que lo hago, conduce directamente a un estado risueño, que me viene durando los dos días de lectura.

El libro está bien escrito, la historia, sorprende y a pesar de que pueda parecer repetitiva, porque en algún momento lo he pensado, no esa sensación. Siempre hay un avance que hace que tengas ganas de seguir leyendo.

El final, la verdad es que no sé qué pensar sobre el final, ya que juega con lo que está bien y lo que no lo está de tal manera, que por empatía con la protagonista, es el final que toca, pero… si se empatiza con la propia moralidad, al menos la mía, hay cosas que no acaban de cuadrar. En fin, creo que necesito un poco más de pensamiento y digestión sobre el tema.

Es un libro ligero de lectura rápida, de aquella que apetece coger en cualquier momento.

13/12/09

Más que carbón, diamante

Es como la historia del patito feo, pero sin patito, que ya desde hace tiempo es un bello cisne, y utilizo el epíteto para enfatizar, pues la naturaleza la ha acariciado con aquella mano que tiñe de belleza a algunas suertudas, que no mi caso, y, dichas, en vez de dicharacheras por la buena fortuna, son incapaces de asumirlo, pues el triste velo de la autoestima mal llevada, que sí fue mi caso también, impide ver la realidad.

La vida, no es frágil como se pensaba. Aquí, en este lacerado planeta que habitamos, lo más frágil que tenemos es la autoestima, esa semilla con la que nacemos, que si no se riega, se alimenta, se cuida y se mima y se hace crecer, descrece y nos descrece como personas. ¡Tanto conocimiento, tanta sapiencia humana, tanta tecnología y en definitiva, tan-ta-ton-tería!

Y, ahora, a mis cincuenta y cinco años, empiezo a sentarme a contemplar mi derredor y descubro que, en general, a todos nos cuelga la autoestima más de lo que debería. Y mirando mirando, localizo unos ojitos que todo lo observan y que nada parpan, de un bello cisne, negro como el carbón, el carbón de esa autoestima que necesita estabilizar su carbono para poder ser el diamante, ahora en bruto (en este caso debiera decir bruta), que contiene.

Cuando observo estas cosas, pasada yo esas edades, me aparece la ternura (eso que siempre tengo tan alejado de mí) y lo que es más importante, la impotencia. La impotencia de no poder influir en la educación que se imparte. Porque no nos engañemos, si no se nos enseña, nadie nace con el manual de la autoestima bajo el brazo (ah, y lo del pan, aprovecho para desmentirlo también).

Pues nada, que he conocido un carboncito que espero que un día, cuando se mire al espejo sea capaz de descubrir el brillo de ese diamante.

11/12/09

Priorizaciones

No acabamos de entender las priorizaciones de los demás. En el momento en que no estamos dentro de ellas, nos sentimos dejados de lado, nos sentimos que “no somos nadie” para aquellas personas.

Por este medio, aún se nota mucho más. Para mantener una correcta relación internáutica debes responder los mails “a vuelta de correo”, como se decía antes; debes conectarte al msn cada día para saludar a tus contactos, debes mantener el blog a post del día anterior, como mucho, y con los comentaristas contestados; del Facebock no digo nada, pues me queda muy, pero que muy grande.

Lo mejor de todo es cuando alguien con quien tenías contacto (y ahora vuelvo a lo del principio), disminuye ese contacto contigo alegando que anda muy ocupado con el trabajo. Hasta aquí, no pasa nada, todo el mundo tiene épocas en las que el trabajo ahoga un poco más. El caso es cuando, visitando blogs, por ejemplo, empiezas a ver sus comentarios en uno, en otro, y en otro y en otro más. O por ejemplo, si te conectas a un chat, ves a esa persona hablando despreocupadamente en el general del chat, un rato, otro, y otro y otro rato más. O en tu correo, empiezas a recibir de esos masivos, con tonterías powerpointianas, que vienen de su dirección. Es ahí cuando te sientes menos que cero, para aquella persona.

Y, eso, considero que es un error, porque sólo es una cuestión de priorizaciones y las priorizaciones no son más que una gestión de vida y, ahí, sí que nadie se puede meter: cada uno gestiona su vida como le da la gana. Es más, las priorizaciones, normalmente (creo que lleva el concepto intrínseco) dependen de un tiempo y puede, que en algún otro momento, vuelvas a estar priorizado en la vida de aquella persona. Todos hacemos lo mismo, pero es más fácil ver la paja en el ojo ajeno.

8/12/09

Nuevo hobbie

Me gusta fabricar cosas por mi misma más que comprarlas. Debo aprovechar que ahora estoy en un momento creativo e intentar hacer todos aquellos proyectos que tengo en la cabeza y que una vez realizados me hacen sentir tan bien. Porque yo no necesito grandes cosas para sentirme bien. Eso da mucha envidia, lo sé, pero qué voy a hacer, soy así de genial (sí, mi abuela opinaba lo mismo, y mi madre, también). Yo, como ya estoy acostumbrada a mí misma, no me doy cuenta hasta qué punto valgo tanto la pena, pero, voy a sincerarme, viendo cómo me mira la gente que me rodea, sé, con toda seguridad y sin duda alguna, que soy de lo que no hay. Pero, bueno, no voy a dar opción de que sintáis envidia de la gente que corre por mis aledaños, no, no lo voy a hacer, por lo que sigo con la cuestión creativa. Pues eso, que ahora me dedico a esto. ;)

Ningún diseño es mío, aunque he puesto de mi cosecha, eh?

Rosalie Blum

Soy la persona más feliz de la tierra. He encontrado una tienda de cómics y me ha encantado la persona que me atendió. Me aconsejó, acertó y ya he quedado con ella que será la encargada de mis lecturas de cómic.

Este libro es una trilogía y sólo está publicado, aquí en España, el primer volumen. Mi nuevo amigo me ha dicho que en diciembre saldrá el segundo.

El dibujo es genial, la distribución de las viñetas, también. Los personajes, ¿qué puedo decir de los personajes? Son entrañables y eso que se ven claramente sus defectos (supongo que por eso me resultan entrañables). Mención especial a la madre del protagonista, posesiva y con un hobbie que no ha hecho más que arrancar mi sonrisa todo el rato.

Me quedo ansiosa esperando el volumen dos.

4/12/09

Historia de un matrimonio

Otro libro que engullo con extremo placer, lo empecé ayer por la tarde y ya me pilló en sus primeras páginas. Y hoy, por la mañana, en una extensa cola de más de dos horas, he podido concluirlo, y ni me he dado cuenta del transcurso del tiempo. Casi casi, al acabar la última página y cerrar la contraportada mientras supiraba para cambiar la dirección de mis ojos y la postura de lectura me tocaba a mí.

Una terrible pregunta que desde el principio me ha hecho replantearme mi vida: ¿conocemos realmente a la persona que tenemos al lado?

“Creemos conocer a quien amamos.
Al marido, a la esposa. Los conocemos, somos ellos; a veces, por separado en una fiesta, nos sorprendemos expresando sus opiniones, sus preferencias respecto a comida o libros, contando una anécdota que no nos sucedió a nosotros sino a ellos. Observamos su manera característica de hablar, conducir y vestirse; cómo acercan el terrón de azúcar al café y lo ven pasar de blanco a marrón y entonces, satisfechos, lo dejan caer en la taza. Observaba cómo mi marido hacía eso mismo todas las mañanas; era una esposa atenta.
Creemos conocerlos. Y amarlos. Pero lo que amamos resulta ser una mala traducción, hecha por nosotros mismos, de un idioma que apenas dominamos. Con ella tratamos de llegar al original, aunque jamás lo conseguimos. Lo hemos visto todo. Pero ¿qué hemos entendido de verdad?”.

3/12/09

Mis libros

He tomado una determinación, voy a deshacerme de todos mis libros. No tengo más ganas de venerarlos como si ellos contuvieran la respuesta y el secreto de la piedra filosofal. No quiero seguir realizando ninguna alquimia con ellos. No son más que páginas llenas de letras, palabras, de textos, de historias y tiempos, de sangres y pensamientos de escritores. Formaron parte de mí las horas en que los tuve entre mis brazos, y me zambullía en sus páginas para nadar los largos que necesitara para disfrutarlos. ¿Pero, y luego? Luego se han convertido en el picoteo de algún día melancólico, en el acariciar los lomos recordando algún momento en el que me acompañaron, en el verlos, ahí, en las estanterías, quietos, mientras yo estoy tendida en mi sofá. Pero nada más.

No nada más en ellos. ¿Cuánto tiempo más deberé seguir leyendo para encontrar alguna respuesta a mi vida? ¿Cuántos libros más deben pasar por mis manos para poder encontrarme a mi misma?

La decisión está tomada: voy a deshacerme de todos mis libros.

2/12/09

La huella del ángel

Me lo he leído de una sentada, en tres horas. Me ha gustado mucho cómo está narrado. El juego que se trae el narrador y la forma de distribuir la información a lo largo de la historia me ha encantado.

El halo de silencio, dolor y misterio que rodea al personaje femenino, me ha agarrado desde el primer momento, hasta tal punto que me ha sido imposible, dejar de leer el libro hasta que lo he acabado.

¡Cuántas capas ponemos los humanos encima para intentar olvidar el dolor! Y por muy protegidos que nos creamos, siempre hay alguien con una simple sonrisa es capaz de rasgarlas y desmontarnos toda la coraza.

Cada vez me gustan más los libros escritos por mujeres. Siempre me siento más cercana a sus personajes y a las visiones que me muestran.

Vale la pena leerlo, se aprende.

1/12/09

Puente entre el dolor

Recuerdo cuando tenía 16 ó 17 años, una noche de verano, que me levanté, tal como hoy, en las mismas circunstancias, me abrigué, cogí mi libreta y me senté en la terraza a escribir. No tardó en amanecer. Estuve más de tres horas seguidas haciéndolo. Me había tomado un calmante, igual que hoy, y mi pluma se deslizaba tranquila sobre la línea de la hoja, soltando palabras de amor, que mi enamorado corazón albergaba en silencio. Entonces, cercana aún a la adolescencia, si no aún en ella, escribía poesía y tenía la esperanzada idea de publicar algo algún día. Sabía a ciencia cierta, y siempre con los pies en el suelo, que mis poemas carecían de calidad alguna, pero mi tesón y la cantidad de horas qué le dedicaba, me conferían la ilusión de que algún día podrían llegar a ser buenos.

Hace tiempo que dejé atras todos esos sueños, quizá delirios de juventud, que me hacían concebir el mundo mucho más asequible de lo que es en realidad. Esta noche, como la de hace años, por el mismo motivo, me hallo abrigada digiriendo un calmante que tarda en hacer efecto. En mí, se ha convertido en costumbre, después de tantos tiempo, acudir a la escritura para agilizar la espera. Pero esta vez, a pesar de que las teclas suenan de forma mucho más rápida que antaño, a pesar de que las palabras han sido escritas por mí, ya en infinitas de sus combinaciones, sé, con la esperanza convertida en la ternura que da el propio cambio de visión por la edad, que nada puedo esperar de lo que escribo, y, sin embargo, ¡terrible paradoja!, continúo escribiendo.