26/12/09

¡Y una mierda, escatología!

Qué felicidad le causé, el otro día, sin querer a la Mosca Estremecida. No es que busque que sea infeliz, ni que no me esfuerce para lo contrario, lo que ocurre, y ya se lo he dicho, que si su felicidad radica en esto que os voy a contar, que se haga plañidera o que espere sentada, porque si lo puedo evitar, nunca más volverá a ocurrir.

Ella no entiende que le haga defecar siempre en una cajita vacía de Ferrero Rocher y luego, por la noche se la haga vaciar y limpiar para tenerla preparada para el día siguiente.

−¡Con lo bonita que es la caca! Un montoncito aquí, otro por ahí y así, cuando vuelas, tienes un objetivo para posarte un rato y descansar. ¿No vas tú en primavera al campo? ¿No te gustan los prados y las flores? ¿Y su olor?

−No me fastidies, que no es lo mismo.

−Pues hazte a la idea de que mis defecaciones son una extraña variedad de orquídeas.

−Es que cuando no quieres entender algo…

El caso es que la conversación acabó así y nunca más tuve problema con ese asunto. Hasta el día de los autos, o sea, hace unos tres días, que le di motivo para divertirse de lo lindo y morirse de risa.

El otro día, después de hacer mis necesidades, tiré de la cadena y, contradiciendo la lógica de los vasos comunicantes y de los sifones, el váter empezó a aumentar su nivel freático hasta que regurgitó su contenido, cual fuente surgente de la naturaleza (no hago referencia a los geisers porque por aquí no hay, que lo sé de muy buena tinta, pero la sensación fue como si los hubiera).

Imaginaos la escena: suelo del cuarto de baño, zapatillas de estar por casa para tirar a la basura, tropezones (y no de los de apunto de caerse, que también) circulando a su libre albedrío, sensación de que nunca iba a parar de sacar agua la dichosa cisterna.

Cuando todo se calmó, que no, cuando “las aguas del río volvieron a su cauce” (que en este caso no fue así), recogí rápidamente el agua del suelo y sus sedimentos, fregué bien, tiré las zapatillas a la basura y me duché, tenía que ir a trabajar y ya iba justa.

Toda la mañana con el móvil y el administrador. Que si se había embozado mi váter. Que vale, que llamaría a un lampista. Que el lampista le había preguntado si era la única. Que no tenía ni idea, que no había hablado con nadie. Que no habían recibido otras quejas. Que bueno, que me daba igual, pero alguien tenía que arreglar mi váter. Que vale, que me llamaría el lampista directamente. Y me llamó. Resumo la llamaba: “Mire, señora, esto parece un problema suyo, por lo que el coste corre de su cuenta. En principio, si hemos de desmontar el váter costará unos 400 euros. Pero el problema es que es muy viejo y se puede romper. Si se rompe, serán 1600 euros”. Respuesta: “Estupendo, ya le llamaré”.

Como es de imaginar caí en una profunda desesperación. No estaba dispuesta a pagar 1600 euros por una cañería obturada y alguien tenía que solucionarme el problema.

Suerte, que cuando cuentas tu vida, todo el mundo te da consejos. Todos mis compañeros de trabajo me explicaron algún método para intentar desatascarlo yo misma. Así, que cuando llegué a casa por la tarde noche, venía armada con Sidol destascador, Salfumán, Silic Banc, Sosa caústica, guantes de goma bien largos, un cable gordo, una mascarilla de esas de la Gripe A y unas gafas de soldar del conserje de mi oficina. Y sobre todo, venía armada con toda la paciencia del mundo y la convicción de que lo solucionaría (porque no pensaba pagar ni un duro).

La cara de la Mosca Estremecida no tuvo desperdicio cuando me vio vestirme para la batalla. Me puse el chándal más viejo que tenía en casa, unas deportivas que uso para pintar paredes cuando es menester, los guantes, la mascarilla y las gafas.

En el váter, vacié un poco de agua con un cacharro viejo de la cocina. Con un colador de los chinos, pesqué lo pescable (dejémoslo así) y tiré el Sidol. Me esperé una hora, pero no pasó nada. Al tirar de la cadena volvió a subir el nivel y a desbordar. Lo recogí todo, volví a fregar el suelo. Esperé que se secara (eso fue lo más difícil, pues como llevamos varios días de lluvia, no hay manera de que se seque nada). Y mientras pensé: “no puedo mezclar ahora la sosa caústica ni el salfumán porque el Sidol puede contener algún producto que haga reacción y soltar algún gas nocivo, y claro, seguro que en el váter quedan restos.”

Así que volví a tirar de la cadena para que se vaciara de nuevo el váter y la concentración de Sidol que pudiera contener disminuyera. Repetí la operación de recogida de agua y me senté en el sofá dispuesta a llamar al lampista, en mi mente apareció una lápida que rezaba: Intoxicación por váter tozudo.

La Mosca estaba disfrutando de lo lindo, se la veía sonreír por debajo de la probóscide, pero no me dirigía la palabra y yo pasaba de ella. Sabía que podía explotar en cualquier momento. Iba de aquí para allá viendo lo que hacía y lo que pasaba. Y cuando la hilaridad le podía, se iba a mi habitación y disimulaba mirando por la ventana.

Iluminada por un rayo divino, como mínimo, se me ocurrió la idea de la ventosa. Pero… ¿cómo fabricar una? Creo que tardé casi una hora en tener la idea.

Cogí la fregona, la puse en una bolsa de plástico del súper, que até al palo con las asas para que no se soltara; me puse la mascarilla,las gafas y los guantes y al lavabo que me fui.

Como si fuera un deshollinador, estuve presionando la fregona embolsada con el fondo del váter, haciendo vacío y dejando entrar aire. Repetí la acción tres o cuatro veces, hasta que derepente, se oyó un ruido de agua-aire-ynoséqué y se vació todo el váter. Levanté la fregona despacio, esperando que pasara algo. Pero no pasó nada. Expectante, tiré de la cadena y comprobé que funcionaba.

Esa noche dormí muy feliz.

Fue a partir del día siguiente que la mosca empezó a hablarme; al principio no dijo nada sobre el tema, pero luego, fue ganando confianza hasta el punto de que cada vez que me levanto del sofá tengo que aguantar su cachondeo.

−¿Vas de “expelición”? Ja, ja, ja, ja, ja, ja −se mofa. O grita entre convulsiones y carcajadas−: ¡Evacuen la sala, que se va a producir la expulsión! Ja, ja, ja, ja, ja. No prefieres deponer tu idea! Juaaaa, juaaa, juaaaaaaaa.

Y yo tengo que aguantar sus comentarios aunque, en el fondo, también le veo su lado gracioso.

−No, voy “inminentemente” a exonerar mi vientre. Jaajajajajajajajaja.

−Jajajajajjajajajajajajajajjaja.

Y, al final, cedo ante la lógica y me revuelco de risa con ella por el sofá, hablando entre hipadas, a ver quién la dice más gorda.

−Este año te ha tocado la Pedrea −me chilla cuando ya me duelen costillas y necesito parar, consiguiendo arrancar de nuevo mis carcajadas, anegando los ojos de lágrimas, a contrarespiración y evitando el rictus de la cara con las manos, pues el dolor de los músculos faciales es intenso.

−Para. Para. No puedo más.

−Esto es una buena descarga de adrenalina −me dice cuando ya ha conseguido tranquilizarse.

−¿Descarga? −grito yo.

−Jajajajajajajajajajajajajaja!!!

−Jajajajajajajajajajajajajajajajajajajjajaja!!!!!

12 comentarios:

María dijo...

Ja, ja, ja... ¡muy bueno! Ya se sabe que, en navidades, hay que desatascarse de algún modo...

Miguelo dijo...

es todo muy surrealista jajajaj

Mafalda dijo...

Me gusta cómo lo cuentas =) me he reído un montón.
Espero que no te tengas que volver a vestir de caza-fantasmas en mucho tiempo jaja.

Un beso

Spica dijo...

...jajajaja...muy interesante el aparato que inventante, lo mismo lo puedes patentar jajajaja...un abrazo...

illeR dijo...

Te gustara!!

http://issuu.com/diegoareso/docs/coprogenasok


Lo bueno empieza en la pagina 45

iTxaro dijo...

jajjajaaa

1600 euros???? yo por 1600 euros me pongo el buzo y hasta buceo para encontrar el problema

biennnn

Pena Mexicana dijo...

Muy bueno, ya extrañaba yo a la mosca estremecida...

Anónimo dijo...

Cada día se supera esta mosca tuya.

Irreverens dijo...

No me hables de mierda, que tengo yo al compañero con una diarrea de las que hacen historia.
XD

Veo que eres una mujer con recursos. Muy bien.
:)

Por cierto, Feliz Año Nuevo a ti y a tu mosquita.

elojocadaver dijo...

Debe ser fatigoso vivir con la mosca detrás de la oreja constantemente. Imposible no reirse con esta historia.

Mármara dijo...

Le tengo oído a mi madre que "pisar mierda" da muy buenísima suerte, así que, coge a la Mosca, dirígete a la primera administración de lotería que encuentres y cómprate un décimo para El Niño (que termine en seis, que es el que va a tocar) que este año te forras.
Otrosí digo: me he partido el culo de risa :P

Mármara dijo...

¡Huy, se me olvidaba! Ojalá no haya una próxima vez, pero si diera, o diese, vierte en el inodoro una botella de dos litros de coca-cola y espera. Hace milagros. También puedes utilizarla como medida preventiva.