30/11/10

La mirada condicionada

Recuerdo que de niña tenía una madre que no tenía edad porque sencillamente era mi madre. Una señora como todas las madres del mundo. No veía su vida más allá de mí y de mis hermanos. Dedicada a darnos de desayunar, plancharnos nuestros uniformes, encargarse de que tuviéramos la bata y los libros en la cartera, llevarnos al colegio. Recogernos por la tarde, preguntarnos qué tal el día, qué habíamos comido, si teníamos deberes. Reñirnos por no querer meternos en el baño, por jugar mientras cenábamos, por no querernos ir a la cama.

Mi madre era esa, no tenía edad, sencillamente estaba, nunca se cansaba y siempre lo tenía todo apunto, para mí, para mis hermanos, para su familia.

Por eso, ahora que la veo consumir su altura, encorvarse y andar mirando al suelo, con miedo a tropezar y sin ganas de caminar con la cabeza alta, pues le cuesta aceptar que cada día que pasa es una nueva merma en ella. Ahora que observo cómo sus comentarios y su visión de la vida se vuelven cada día más infantiles y más seniles a la vez. Ahora que con dos pasos se agota y tiene que parar a coger aire y todos caminos no van más allá de circunvalar la manzana de su casa. Ahora que sus lágrimas son la impotencia de quien ha sido pero ha dejado de ser. Ahora, veo que la edad le ha venido de golpe y yo no he sabido ver a mi madre más allá de ello, de ser una madre. Nunca he visto la mujer que se encerraba dentro de su maternidad.

29/11/10

Explicación matemática

A los cuarenta me encerré en mi habitación sin querer levantarme de la cama nunca más. Había tenido bastante del mundo y de sus circunstancias. Saturada de la gente que me rodeaba buscaba la soledad, aquella que llena los espacios vacíos y los ensancha hasta comprimir el alma. Harta de relaciones tangenciales solo pretendía permanecer bajo el calor del edredón, protegida por la cámara de aire caliente con que este me rodeaba. Tenía la esperanza de convertir mi vida en dos líneas paralelas, una para poder circular yo y otra para que circularan mis sentimientos.

Mi error fue no extraviar mi mente por algún rincón de la casa, antes de convertir mi lecho en sarcófago y yacer en él, junto a la paz y protección que pretendía. También fue una mala idea traer conmigo la boca, que sin ella no se nombra y sin nombrar no hay realidad.

“Dos puntos que se atraen lo harán, sin lugar a dudas, en línea recta”. Eso no pasó con nosotras. Chocamos y rebotamos entrando en una elipsis de rotación que hizo que no pudiéramos vivir juntas ni separadas tampoco. Y cuando para todo el mundo uno más uno eran dos, nosotras demostrábamos que en progresión aritmética íbamos perdiendo decimales en cada choque, en cada rebote, hasta llegar ambas, a tender a cero.

¿Y qué hay mejor para tender a cero que desaparecer para siempre entre las sábanas que un día sumaron dos?

28/11/10

Será que el vino trae añoranzas.

Hace tiempo que no paseo bajo el frío del amanecer con la montaña bajo mis pies, añorando el crujir de las ramitas en el suelo, que ahora, en invierno, húmedas, son abrazadas y protegidas por la tierra mojada que las incorpora en sí.

Hace tiempo que no respiro el primer aire de la mañana, cuyo oxígeno recién fotosintetizado han desprendido árboles y arbustos y plantas, en su continuo quehacer por sobrevivir. Ese aire frío, también, que te muestra cada recoveco de tus pulmones haciendo consciente la capacidad pulmonar que posees para que no pierdas detalle de todo lo que sientes en cada instante.

Hace tiempo que no comparto mi soledad con laderas empinadas trazadas de senderos intransitables por la soberanía de la rebelde vegetación.

Por el contra, aquí estoy, sentada como Clara, en mi silla de despacho con ruedas, cubiertas mis piernas por una manta a cuadros de tonos rojizos y una copa de vino vacía entre el teclado y la pantalla. Estática de cuerpo pero no de mente, que ha obligado a pasear mis dedos por encima del teclado mientras, allá, en la montaña, amanecía sin mí.

27/11/10

Cotidianidad

Pasa el tiempo y hay cosas que continúan igual. En esta época sigo desayunando delante del ordenador, naranja cortada a gajos y yogur con cereales, mirando de vez en cuando por la ventana para ver cómo se va levantando el día. El edificio de enfrente dormido, con las persianas en su totalidad bajadas. Se escucha el ruido de unos pocos coches que circulan por la calle. Escribo. Escribo abrigada con dos polares pero a pesar de ello con las manos frías. La gente necesita beber algo caliente a primera hora y yo no ingeriré nada caliente hasta la hora de comer. Por esto debo tener las manos frías, pienso.

De repente, un movimiento en la casa de enfrente hace que despegue los ojos del ordenador. Se alza una persiana y se abre la ventana. La señora aparece, como cada día desde que vivo en esta casa, con la manta, la colcha, las sábanas y las almohadas y las sacude y expulsa con brío. Hoy la manta era la roja, y el edredón el rosa a juego con las fundas de las almohadas. Ella lleva una bata verde manzana y cada equis, pasa por delante de la abierta ventana con aspecto de trajinar en la habitación.

Ella no sabe que siempre la miro. Que me gusta mirarla porque es la señal de que aquel día, será un buen día, como siempre. Es el pistoletazo para que salga disparada a la ducha y sonría bajo el agua pensando en lo cotidiano de la costumbre.

21/11/10

Deterioro

Mi madre es mi roca y al verle el miedo en los ojos se erosionó toda mi seguridad.

19/11/10

Duchas, en sus varias acepciones

Caía el agua de la ducha intentando memorizar nuestros cuerpos. Hipótesis de gotas plateaban nuestro nuevo contorno mientras construían imágenes incompletas de la profundidad de tus enjabonados senos. La esponja comenzaba de mi mano su monólogo sobre tu cuerpo e hila desde su mágico huso hebras de espuma y deseo. En el interior, la humedad va en iridiscente aumento.

18/11/10

Soy especial

Ser superdotada de adulto, también es un mal rollo. Salirse de lo normal, del cerco de ovejitas, no provoca más que conflictos, y los superdotados, que lo suelen ser en muchos aspectos menos en los asuntos emocionales, se encuentran en las puertas del parvulario con respecto a resolución de conflictos.

Ser superdotada implica ver incomprensión sobre tus actos. Si de niña ya era difícil vivir con una misma, de adulta, es dificilísimo, más si no has sido capaz de ir adquiriendo estrategias sociales.

Lo mejor de todo: la autoestima que se siente cuando uno piensa que es especial, es infinita. Y solo se puede sentir una especial, si alguien la considera como tal. Todo el mundo debiera sentirse especial.

16/11/10

A la sombra de la guadaña

Sé que debo levantar la cabeza, secarme las lágrimas y confiar en los caprichos de la vida, pues nada puedo hacer al respecto si la tuya pende de un hilo. La muerte fuera de tiempo es la mayor aporía que conozco. Ante ella, mejor rendirse y rodearse de metáforas para limar así la aspereza que se produce en la garganta del corazón.

Debo neutralizar toda equivalencia perceptiva, desfamiliarizar la mirada para poder alcanzar la lírica que pudiera tener tu muerte. Ojala fueras simplemente una mentira del alma y tu guadaña, solo la necesidad de supervivencia y superación que necesita el hombre. Pero eres real, con manto o sin manto, pasas desamparando el egoísmo del que queda vivo, por esa pérdida, que más que pérdida es arrebato, hurto, robo, saqueo. ¿O no saqueas la vida hasta que esta expira?

14/11/10

Impotencia y rabia

-No volveré a pasar por esto.



No, no se te han ido las ganas de vivir, pero sí las de sufrir.
¿Cómo se puede luchar contra esto?

13/11/10

Es así

Cuando la vida te niega su sonrisa solo te queda caminar por el mundo sin perder el sol.

12/11/10

Días duros

Qué terrible impotencia esperar que salgas del quirófano. Esa separación aséptica de puertas que me priva de estar junto a ti en la dureza del momento me supera. Quisiera cogerte de la mano hasta que te durmieran. Traspasarte todo lo que fuera para que no tuvieras miedo y sobre todo, no te sintieras sola en los minutos más huérfanos de tu vida. El frío del quirófano empequeñece a cualquiera y, aunque enfermeras y médicas se esfuerzan por transmitirte su tranquilidad, se erige un muro de hielo que te hace temblar y sonreír sin escuchar pero sin perder la compostura. Cada una de tus entrañas grita. ¿Por qué a mí? Y son mil ecos los que resuenan en tus asustados ojos.
Justo antes de la anestesia te supeditas al sacrificio: la suerte está echada. Pones tu voluntad en manos del devenir, él será quien decida tus próximos días.
Mientras, yo desgasto baldosa, mastico chicle y cuando la lágrima se me atraganta más allá de la rabia, abofetearía con fuerza a toda aquella persona que intenta consolarme. Necesito fuerza, no consuelo, nos esperan días duros.

7/11/10

Qué difícil tener tiempo cuando se te escapa por los resquicios

Y sí, se me escapa por los resquicios del cansancio. Todo hay que decirlo, ahora duermo más, o dormía más, que los pitos son cosa mala y destrozan el equilibrio del alma. De todas formas, liada como estoy en mil cosas raras, es lógico que el tiempo, que cura todas las heridas, no dé abasto conmigo.


La vaca la logré acabar, a pesar de las dos semanas que mi casa olió a pintura de esmalte, concluí la hazaña sin llegar a causar ningún cisma.

La dirección e la obra de teatro me trae por el camino de la amargura; demasiados problemas técnicos para mí, una simple directora que lo único que le gusta es el trabajo de actor.

El asunto “cuentacuentos”, ¿aprender?, no aprendo mucho, pero me gusta. El otro día causé furor con Madrechillona, un libro que Farala recomendaba en su blog y que me agencié rápidamente ya sólo por el título. Gustó mucho, tanto como a mí. E aquí el resultado: un pingüino desmontable.

El asunto matemático, genial. Necesitaba yo de nuevo un contacto con mi verdadera devoción. Tanto es así, que voy a dedicarme de nuevo a expandir mi hemisferio derecho, que hace tiempo que tengo olvidado.

La adaptación de la obra de teatro, a medias. Tengo la estructura montada y ahora necesito momentos para irla escribiendo. Estoy contenta porque no se basa en la película y los personajes femeninos, sobre todo el de la madre, he logrado que no sea tan pavo.

Los “sketchs”: aquí debo reconocer que estoy bloqueada. Esta vez la temática es muy difícil así que de cinco sólo he conseguido dos. Tendré que montarme algún tipo de happening mental para ver si se me llegan a ocurrir los tres que me faltan.

El monólogo de siete personajes, superado. Escrito, estudiado e interpretado.

El problema es que aún no he acabado una cosa y ya me he comprometido en otra. Todo esto sumado a lo poco que descanso, pues empieza a hacer merma en mi velocidad de acción. O sea, que me empieza a faltar tiempo.

6/11/10

La tía Mame

Hacía tiempo que no me reía a carcajada limpia y así ha sido cómo he acabado la lectura de este libro, como casi siempre, en lugar público. Al final, mucha gente que estaba a mi alrededor se reía porque yo también lo hacía. Lágrimas en los ojos, no digo más. Leído siempre con una sonrisa de vez en cuando alcanzaba la carcajada, que era, precisamente, lo que mis compañeros de viaje estaban esperando. Cuando casi he llegado a mi destino, he parado de leer y les he recomendado el libro. Ha habido gente que ha tomado nota. Nunca había hecho este tipo de cosas, a lo sumo, pedir referencias sobre algún libro que alguien estaba leyendo, pero promocionar uno públicamente con el ejemplo, pues, no.


Creo que con este libro he descubierto que me encantan las historias de personajes. Disfruto viéndolos en escena. Porque para mí la lectura no es más que un montaje cerebral de una obra de teatro hecha en ambientes naturales, cada palabra del escritor pone en acción al personaje en mi mente y me lo muestra en todos los prismas que contiene el libro. A veces soy una mera espectadora o a veces me convierto en el propio personaje. De verdad, no entiendo cómo puede ser que no guste leer.

Hacía tiempo que no comentaba ningún libro en mi blog. No, no he dejado de leer. Pero mi lectura ha sido mucho más específica y cercana a mi profesión, ¿o será procesión? (me entiendo yo con el chiste), y, claro, no venía demasiado a cuento.

Como dirían por aquí cerca: nada, pues, hay que leerla.

5/11/10

Lo que soy

Soy la impulsiva palabra que no tiene tiempo de brillar en la boca porque se lanza contra las ondas de la luz que desprende la realidad. Embiste, interrumpe y derrama, así, lanzada a bocajarro, haciendo añicos a cualquiera que se interponga en su camino.


Ya vendrá la bajada de tono cuando la inercia del impulso decaiga.