29/11/10

Explicación matemática

A los cuarenta me encerré en mi habitación sin querer levantarme de la cama nunca más. Había tenido bastante del mundo y de sus circunstancias. Saturada de la gente que me rodeaba buscaba la soledad, aquella que llena los espacios vacíos y los ensancha hasta comprimir el alma. Harta de relaciones tangenciales solo pretendía permanecer bajo el calor del edredón, protegida por la cámara de aire caliente con que este me rodeaba. Tenía la esperanza de convertir mi vida en dos líneas paralelas, una para poder circular yo y otra para que circularan mis sentimientos.

Mi error fue no extraviar mi mente por algún rincón de la casa, antes de convertir mi lecho en sarcófago y yacer en él, junto a la paz y protección que pretendía. También fue una mala idea traer conmigo la boca, que sin ella no se nombra y sin nombrar no hay realidad.

“Dos puntos que se atraen lo harán, sin lugar a dudas, en línea recta”. Eso no pasó con nosotras. Chocamos y rebotamos entrando en una elipsis de rotación que hizo que no pudiéramos vivir juntas ni separadas tampoco. Y cuando para todo el mundo uno más uno eran dos, nosotras demostrábamos que en progresión aritmética íbamos perdiendo decimales en cada choque, en cada rebote, hasta llegar ambas, a tender a cero.

¿Y qué hay mejor para tender a cero que desaparecer para siempre entre las sábanas que un día sumaron dos?

5 comentarios:

chris dijo...

Las matemáticas del amor...en algún lugar de mi ordenador yace un post similar a este pero mucho peor explicado.

Cuando somos pequeños se empeñan en demostrarnos que los números no fallan pero cuando nos hacemos adultos descubrimos que las cuentas no cuadran. Y entonces toca revisar todo lo aprendido. Bajo unas sábanas o en cualquier otro refugio que encuentres...

Sandra Sánchez dijo...

Nada, en el amor comprobado: las cuentas nunca salen...
;)

frida dijo...

En las relaciones personales ni uno y uno suman dos, ni dos mitades forman una unidad, ni la tendencia a cero es igual a nada...
Lo peor de eso es que simpre intentamos creerlo, lo mejor es que sabemos a ciencia cierta que afortunadamente no es así...
De esas rupturas y vacios se sale..

farala dijo...

ay ¡cuidadín cuidadín! que esa tendencia a desaparecer la conozco y ¡¡es fatal de los fatales!!

Raquel dijo...

Pues eso mismo.
Me encanta!