31/5/20

Tiempo de escritura


Salimos ya de las tinieblas que envuelven nuestro corazón. El letargo de mente y obra llega a su fin. Son nuevos tiempos. Tiempos de escritura. Lo que hoy es vivido perdurará en nosotros.

La joven padawan está preparada para cualquier enviste del Reverso Tenebroso, segura, ella, del poder de sus palabras. Después del letargo a la que ha sido sometida, siente la Fuerza más que nunca y ha aprendido a escuchar su instinto. La situación no consiguió doblegarla ni apagarla, sino limarla y prepararla para la nueva rebelión.

Obediente, escucha a su maestro. En breve, el consejo la llamará para ascenderla. Eso querrá decir que confiaran plenamente en ella y que estará en comunión con la Fuerza.

Al principio, cuando la Fuerza se empieza a sentir, las mismas palabras pueden conducirte al Lado Oscuro. Solo las almas puras y sintácticas podrán llegar a completarte como Jedi.

La joven padawan es consciente de todo esto. Su única arma es la estilográfica que heredó de su padre. Este, antes de cesar sus funciones como organismo biológico y su espíritu ascender a otro plano de existencia donde la Fuerza Cósmica permite mantener la individualidad del Jedi, se la había regalado como herencia de toda una vida de sabiduría.

La joven padawan se dispone a presentarse delante del consejo. A pesar de dominar todos los aspectos místicos de la Fuerza y sentir su estilográfica como un sable de luz, se sentía nerviosa. Los nuevos tiempos de escritura obligaban a acelerarlo todo, ¿y si no estaba preparada?

Algo en la Fuerza se perturba. Las dudas no son buenas para ningún Jedi. Resquebrajan el poder y la sabiduría, y enturbian el lado luminoso de esta. La joven padawan se dirige hacia el consejo. En cuanto entra en la cámara donde los grandes maestros la esperan, todas sus dudas se disipan, sabe que domina el viejo arte de las palabras y que, a pesar de su juventud, la Fuerza la acompaña.

Son nuevos tiempos; tiempos de escritura.

30/5/20

Ejercicio creativo


Dos mujeres a punto de cruzar una calle. El semáforo está rojo. Van hablando. Una de ellas lleva la mano detrás.

1.- Son dos amigas que se han reencontrado por primera vez después del confinamiento. No han mantenido nada de contacto durante estos meses, porque a pesar de gustarles decir que son amigas, son simplemente conocidas de pasear un poco y tomar un café. Tienen cosas que contarse, han pasado un tiempo sin ponerse al día y la conversación es amena. Ninguna de las dos llamaría a la otra en caso de apuro. Marina, que no sabe decir que no y a la que el confinamiento ha cambiado y ya no le gustan tanto las superficialidades, ha accedido a dar un paseo con Carla cuando esta, aburrida de tanta monotonía, se lo ha propuesto. Se siente incómoda y cada vez que le pasa le pica todo. Ahora se está rascando la espalda mientras busca una excusa para concluir el paseo y volver de nuevo a su casa.

2.- Casualmente las veo desde mi ventana. Vienen a por mí. Me han debido seguir cuando he ido a buscar el pan. Se piensan que la culpable soy yo. La más alta lleva la mano detrás, seguro que va a sacar la pistola que lleva en la espalda. La suelen esconder allí, sé muy bien cómo actúan. Si fueran policías la llevarían en una cartuchera en la cintura o colgada en bandolera en el lado contrario de la dominancia de mano. Me escondo tras las cortinas, acaban de mirar directamente hacia mí, tengo poco tiempo. Piensa. Piensa. No tengo por donde huir. Mejor me escondo debajo de la cama y espero que no se les ocurra mirar. Me quedo dormida. ¿O ya me han matado?

3.- Marisa y Alba están a punto de cruzar el semáforo. No se hablan, desde hace un par de días, en que Marisa por estrés de trabajo la trató despóticamente, Alba enmudeció y no ha vuelto a decir nada salvo que sean monosílabos. Se habían enamorado locamente hace un par de años, un verano que coincidieron en el mismo hotel. En seguida se habían ido a vivir juntas y todo había ido como la seda.  Marisa trabajaba en IBM y tenía un buen sueldo. Alba era enfermera y tampoco se podía quejar. Vivían cómodamente y en un estado de eterna felicidad. Un día, la empresa de Marisa optó por un nuevo método de trabajo desde casa. Sin darse cuenta, Marisa iba día a día aumentando el horario de trabajo hasta que llegar a un punto de estrés que le había hecho menguar su paciencia y su forma de hablar con Alba. Así, poco a poco, fue cargándose el amor que habían estado tejiendo juntas. A punto de cruzar el semáforo, Marisa con la mano cerrada escondida detrás ocultando un anillo que había comprado hacía tiempo, iba a cometer el error más grande de su vida, pidiéndole matrimonio a la mujer que había querido con locura.

4.- Jacinta y Encarna son dos hermanas que viven juntas en la antigua casa familiar de sus padres. Son las típicas hermanas que por un motivo u otro se han quedado para vestir Santos. Las dos aceptan su anodina vida con resignación y en silencio, disimulándose la frustración que las invade. Jacinta, demasiado miedosa para afrontar la vida, se quedó siempre bajo el amparo de su madre. Una madre que no levantó el ala para dejarla marchar y que aún la protegió más debilitándola hasta el punto de hacerla tan insegura que empezó a tener un montón de alergias y enfermedades, creadas más por la dependencia que por su propio cuerpo. Encarna, se había independizado hace tiempo, pero tuvo que volver a la casa familiar en el mismo momento en que a sus padres empezó a fallarle la salud. De esto ya hacía diez años. Ambas hermanas, al final, no se sabe bien por si por comodidad o por desidia, se quedaron a vivir allí. Ahora, estaban delante del semáforo. Se dirigían a la farmacia a buscar algún calmante ya que Jacinta, tenía un inmenso dolor en las lumbares y para andar se las cogía con una mano ya que tenía la sensación que le aliviaba. Su hermana la acompañaba en silencio, taciturna. Pero si le mirabas bien, en sus ojos había un destello: el veneno estaba haciendo su efecto.

28/5/20

Escritura mecánica


Se supone que debo empezar a escribir y no parar hasta que hayan pasado diez minutos; porque he empezado a leer un libro de escritura y estoy haciendo todos los ejercicios. Cada capítulo tiene un ejercicio al final y me he decidido a hacer este reto.

Nunca antes lo había hecho escribiendo directamente en Word, siempre lo hacía con papel y boli, pero es que no me va a apetecer pasarlo luego y así ya queda todo para colgarlo en el blog.

He dormido bien, me gusta dormir. Ahora que ya no tengo insomnio disfruto del descanso y me levanto feliz. Al final, soy feliz con la vida que tengo y cada día aprovecho más mis propias capacidades para ocupar el tiempo. Lo tengo bien distribuido y hago un montón de actividades que me llenan y me hacen sentir bien. Estoy leyendo un libro que me pone nerviosa; se trata de una mujer que es dejada por su pareja y empieza a entrar en una vorágine de, ahora no me sale la palabra, de declive, de irse destrozando la vida porque empieza a enloquecer, al principio imperceptiblemente y, al final, que no he llegado, creo que se hará mucho más visible. Me parece interesante el tema a nivel escritura, pero, a nivel historia, tanta tensión me supera.

A veces pienso que esto de escribir es fácil y otras, que no. Hoy estoy con la sensación de que sigo sin tener nada que decir, y que, cuando digo, sigo repitiéndome como siempre. Bueno, es la idea que tengo.

Según este libro de escritura, que leo un capítulo diario, somos nosotros mismos quienes nos ponemos las trabas y nos bloqueamos a la hora de escribir. Este ejercicio debe durar para empezar a sacar realmente el tema de escritura. Dice que emborrone folios y folios para dar tiempo suficiente a que aparezca alguna cosa que pueda resultar interesante. No es la primera vez que lo hago, no, y nunca he conseguido ver qué tema puede resultar interesante y sea germen de un texto relato o novela.

A ver si alguien ve algo interesante para desarrollar.

No para de oírse un ruido de motor desde hace varios días que me pone muy nerviosa; al final voy a tener que salir e investigar de donde viene este ruido porque ahora es casi diario, incluso hay otro nocturno que intento no oír y, que me enerva, también, antes de dormir. No lo oigo una vez dormida. Por la mañana ya no está.

Ha pasado el tiempo, pero no tengo claro que haya surgido nada. Bueno, ya veremos.

27/5/20

Diarios


De nuevo, decidí volver a escribir un diario. Esta vez, debía ser diferente a todos los que había estado escribiendo a lo largo de mi vida y, que posteriormente a su escritura, había destrozado.

Quería que fuera un diario escrito con buena letra, visualmente perfecto, cuyo contenido fuera lo que me ocurriera durante el día contado desde un punto literario, lleno de sensaciones y sentimientos. Quería imitar los diarios que hasta ahora he leído de Virginia Wolf, Kandinsky, Van Gogh, Flaubert, etc…

Quería convertir mis anodinos días en poética y profundidades y que, si algún día llegaban a ser leídos, quería, transmitieran un mundo interior lleno de efervescencia, como si mi vida fuera parecida a la de Dorothy Parker o, tal vez, Machado, o tal vez, alguna de las hermanas Brontë, Charlotte o Elizabeth.

Llevo ya, cuento, casi seis meses escribiéndolo. A veces, antes de ponerme a escribir, lo releo un poco y me decepciono. Mi escritura dista tanto de lo que quiero conseguir. No sé si es que mi vida es tan anodina que es imposible encontrarle poética alguna, o que soy incapaz de convertirla en un buen texto. Muchas veces, mi diario parece una sucesión de hechos, ni siquiera concatenados. Tiende más hacia un dietario en el que solo falta poner las horas en las que se ha realizado cada tarea.

Sé que no es la primera vez que escribo sobre el tema. Es un recurrente en mi vida. Pienso en ello mucho. No escribo para ser leída, sino para leerme. Y “leerme” en el sentido más amplio e incluso metafórico: entenderme. Cuando me veo reflejada en mis palabras es cuando puedo alejarme un poco de mí para tomar decisiones en frío. Demasiado enrevesado el interior para darme respuestas sin tomar distancia.

Llegados a este punto, es cuando suelo desistir de seguir escribiendo y como el producto obtenido no me gusta toca desguazarlo. No es la primera vez que pasa y supongo que no será la última. Consecuencia: horas de escritura aniquiladas.
Esta vez, sorprendiéndome incluso a mí misma, voy a continuar con mis diarios. Voy a seguir luchando por conseguir el tono y la calidad que quiero en ellos y, sobretodo, por mejorar su presentación, que a veces, dista mucho de lo armónico.

Confieso que a veces tengo la sensación de no evolucionar, de que me siguen preocupando las mismas cosas y que me hallo parada en el tiempo intentando algo que a lo largo de mi vida no he conseguido. No me refiero solo al tema de la escritura del diario. ¿Llegaré a cambiar las preocupaciones que tengo en la vida? ¿Evolucionaré? ¿O lo que me interesa, preocupa y ocupa son mis universales, para siempre?

Hace tiempo que descubrí que mejor me dejo fluir que me intento cambiar, siempre llego a mejor puerto así.