31/10/08

Viviendo del cuento

Es el primer cómic que me compro y en realidad no es un cómic. Me lo recomendó mi librera predilecta diciéndome que me iba a gustar mucho y así ha sido. Me ha gustado, sí, pero es un libro bastante especial. Habla sobre el diseño desde un punto de vista muy crítico e irónico (por esto me ha gustado).

La parte que menos me ha gustado, es que está lleno de faltas de ortografía. Supongo que tanto el autor como la editorial han considerado parte del diseño saltarse las normas ortográficas. El otro día hablaba del tema en un post y hoy me lo encuentro de cara en el libro que estoy leyendo. En fin… ¡todo sea por el diseño!

30/10/08

Pinito poético

Porque a veces soy como tú
y acarreo con lo que me echen,
en silencio y mansamente,
con las orejas bien erguidas
porque el orgullo no se pierde.

Soy diferente en el rebaño:
Callo
más que balo,
y a pesar de que soy obediente
nadie
rige mi mente.

Palo tras palo obedezco,
soy muy mansa
pero de corazón terco.
Fuerte y dura como el roble,
tierna e infantil
como el lobezno,
puedo provocar en la gente
cualquier sentimiento del espectro.

Pero qué burra me siento
cuando la noche me acecha
tan lejos de tu lecho.
Entonces, soy cobarde,
de corazón pequeño,
y necesito verte
y preciso con urgencia tu voz,
pues le tengo miedo a la muerte.

29/10/08

Domingo en soledad

Estirada en la cama, con una botella de litro y medio de agua Font Vella, con El País que muy matutinamente he ido a buscar (la cenutria de dintel se pasó el sábado diciendo que cambiaban la hora pero, al final, ella se olvidó de cambiarla), me dedico a leer el suplemento de belleza que acompaña al periódico. Normalmente se queda sin abrir porque no es un tema que me interese demasiado y suelo dejarlo para el final por si tengo tiempo, cosa que no suele ocurrir. La soledad de este domingo hace que sea lo primero que lea.

¡Qué depresión! No sé cómo puedo ir por la vida sin haberme operado como Marilyn. Será por eso que no me siento “arreglada”, como ella, simplemente con un pañuelo en la cabeza, unas gafas oscuras y los labios rojo…, esperad que busco el adjetivo…, eso, rojo flamígeo. Más bien, si yo me pongo eso me siento como una mona de Pascua.

Paso página y me encuentro que no tengo “la piel de luna”, tomaya, que mis melaninas y mis hemoglobinas, pigmentos estos deloscojones, han decidido mancharme la piel y, claro, sin un camuflaje antimanchas poco puedo hacer.

Y lerda que es una, para seguir en la línea, tampoco he adquirido el “Phyto Lip Shine” (eso de phyto me suena a cuando estudiaba botánica), por lo que no tengo “más color que mi gloss” (niputaidea, no preguntéis), ni tengo la sonrisa resplandeciente, ni los labios hidratados, con volumen, pringosos (cual la miel), ni suaves, ni protegidos. ¡Vayapordiós, qué perraca llego a ser!

Páginas más adelante me encuentro que hay una crema que “recupera la piel de tus recuerdos”. ¡Toma ya” Mi piel melanínicamente manchada también es alzhémica. Y tal la maravillosa crema que es “rectificadora sin cirugía”. He de confesar que aquí he tenido que detener mi lectura para controlar mi respiración y evitar que la taquicardia fuese a más. Sepáis, luego no me echéis en cara que no informo, que esta super cream “consigue rectificar aquello que nunca se ha alcanzado en quirófano”. ¿La inteligencia?, pregunto.

Entonces, como parece ser que sobran páginas y se tienen que rellenar, en una de ellas te recomiendan un buen baño, no más. Eso sí, con el título de “Terapia en la bañera: Manual de uso. ¿Cómo se prepara un baño relajante?” (y nada tiene que ver con masturbarse). Y en dicho manual, no hay más que un listado de diferentes productos con sus pertinentes marcas: exfoliante de Pichimonty, gel de Troplides a la esencia jamonosa, esponja natural de I ves Ras Kdo, jabones naturales, aceites, sales antiestrés (lógicas, con lo que estresa preparar un baño con todo esto sin olvidarte nada). Total, como preparar el caldo de Navidad.

Y llego a la página, y con ella acabaré, en donde quedan claros los niveles. El artículo (por llamarlo de algún modo) se titula: “Diez verdades y mentiras de la belleza” ¡Carambola! Copio textualmente:

Ser atractivo es una cuestión de centímetros y kilos. Falso.
Los retoques estéticos causan adicción. Verdadero.
Los tacones de diez cm son una moda inocente. Falso.
La crema perfecta es la más cara. Falso.


En fin, ¿qué sueldo debe cobrar una mujer (los hombres están empezando) para poder seguir los consejos de dicha revista? Entonces es cuando las mileuristas salimos a la calle con la famosa pancarta de “la arruga es bella y mi fealdad, también”, entonando el grito de “No me llames Marilyn, llámame Concha” (Guiño cariñoso a mi admirado Forges).

Nota Post Post:
No podía dejar de comentar la página 18, donde afirman la máxima: "El pelo corto es a la mujer lo que el largo al hombre: un acto contestatario”. Las doble página nos muestra siete fotos primer plano de unas bellezas, no despampanantes, pero yalasquerríayo, con unos ojos… unas naricillas… unos mentoncillos, que para qué mentarlos ,y, ya os lo podéis suponer, les queda el pelo corto chachipirulibalanbanbú. ¡Ay! Si esos cortes de pelo se los hiciera una chica de a pie, otro gallo cantaría y la llamarían bollera. En fin, callo ya, paso de meterme con la biocosmética o la cosmética verde… que me da que pensar… ¿Habrá cosmética para blogueras?

28/10/08

Abuso. Obtuso. Inconcluso.

Bebes. Llegas tarde. Todo tiene que ser ya. Te enfadas porque la cena está fría. Tiras el plato contra el suelo. Obligas a hacerte un par de huevos. ¡Los tuyos! Le gritas. Ella llora. Te sientes fuerte. La atraes hacia ti. La sientas en tus rodillas. Con una mano untas pan en los huevos. Con la otra le das una colleja para que calle. La manoseas mientras te llevas el pan mojado a la boca.

27/10/08

Normalidad

He pasado el día bajo la tiranía de la normalidad, ese monstruo pacífico y engañoso de piel anodina y viscosa a la que hay que decidir si plegarse o no. Las horas, más largas que de costumbre, jugaban con mi paciencia intentando acabar con ella. El suspiro ha sido mi más fiel compañero en esta interminable jornada. He anhelado la senescencia de este acendrado día desde el mismo momento en que el aire y el rocío de la incipiente mañana se han estado burlando de mí. Hace un rato, cuando los cielos viraban hacia el rojo he soltado un último suspiro deseando que mañana sea un día radiante de plenitud. Me he sentido melancólica; te he imaginado, en alguna parte, a lo largo de otra melancolía.

26/10/08

El Burda

Pensé que en mi juventud había puesto mucho empeño en recortar unos patrones que se ajustaran a mi vida, pero está claro que en algo me equivoqué. Voy arrastrando el bajo de mis celos que se descosen continuamente. La cremallera de la diplomacia no funciona bien y siempre acabo metiendo la pata. Tengo un agujero en el bolsillo derecho de la esperanza, por donde pierdo los intentos de lucha y las ganas. Se me caen los pantalones porque no se ajustan bien a la cintura del ánimo. Llevo la ilusión cosida al bies sesgando todas las cosas buenas de mi existencia. La amistad me queda corta de sisa y la rasgo sin darme cuenta, frecuentemente. Cuesta desabrochar los botones de la envida porque los ojales de la autoestima son pequeños y cerrados. La tristeza hace arrugas en la tela de mi semblante.

No fueron los patrones, me equivoqué al tomar las medidas. Mi vida no es de mi talla, me viene grande.

25/10/08

Basta ya

Mientras duermes, me he levantado a saborear con dolor los últimos tragos de amor que me diste ayer por la noche. Conoces mi sed y quieres saciármela, pero ya tu líquido, que un día fue ambrosía, no me satisface como antes. Me he empachado de ti. Hoy pienso dejarte. Me estoy armando de valor, en mi ordenador, entre estas palabras para decírtelo cuando despiertes. No es que haya otra, no, es que hay muchas más y he llegado a la conclusión de que no quiero perdérmelas. Pensé que eras mi puerto pero no quiero anclarme en ti. Quiero tener la libertad de navegar por el mar que me apetezca y atracar en los puertos que guste y contigo no puedo, te estoy viviendo como un lastre.

Sé que te dolerá, tú siempre has preferido la verdad a la mentira, ya basta de callar porque tus besos me tapen la voz. Te quise. Te quiero. Pero no eres lo absoluto, aún no.

24/10/08

Los ojos del hermano eterno

También me lo dio mi librero, pero esta vez no acertó. Me lo leí porque soy persona de leer casi todo, me guste o no me guste. Hay gente que considera que hay demasiados libros y poca vida para leerlos, por lo que es mejo leer cosas que gusten. A mí me da igual, prefiero no pensar en todo lo que dejo de leer porque me estresa y me pone de mal humor. He descubierto que aprendo igualmente leyendo cosas que no me gustan o que no estoy de acuerdo, por lo que no lo considero pérdida de tiempo. Porque en el fondo, lo que me gusta de la lectura, es lo que aprendo con ella. Es el aprendizaje y su proceso lo que realmente me apasiona. Y me apasiona de la lectura y de mil cosas más.

Este librito es una leyenda con todas las de la ley. Se lee mientras te comes un bocadillo y esperas los cinco minutos para eructar la coca-cola que lo acompaña. Como toda leyenda, lleva incluida la búsqueda de la verdad. Para quien le guste este tipo de lecturas con moralina incluida, pues no está mal.

23/10/08

Los hombres que no amaban a las mujeres

Toma este. ¿Me gustará? Creo que sí, es de los que enganchan.

Y vaya manera de engancharme; llevo tres días con él pegado a mí. Si tenía cinco minutos, o tres o uno o, apenas, segundos, habría la página por la que iba y a leer, aunque fuera sólo una frase. Le he robado tiempo a todo para pode dedicarselo a la lectura y ya no sólo eso, no, sino que al ser esta de misterio, he estado los tres días dándole al coco, haciendo hipótesis y conjeturas, de manera que tengo la impresión de haberme zambullido en este libro durante los tres días seguidos a tiempo completo.

No tengo ni que decir que he disfrutado tanto o más que cuando leía a Los Cinco o a Los Tres Investigadores. Creo que se nota en claramente en el párrafo anterior.

Lo que más me ha gustado es la distribución de los enigmas a lo largo de la historia. El trato de la información está muy bien llevado, bajo mi humilde parecer, que no perecer.

Un fin de semana largo, en una playa, con un buen jersey de lana para cuando empieza a atardecer, el otoño abrazando el paisaje y este libro y se tiene la sensación de que se vive bien. No me olvido la copa de vino, eso es indispensable. De todas maneras, por la época que es, al caer la tarde, es de bon vivant (cosa que me considero absolutamente) calentar el vino al fuego, en una olla, añadirle melocotón pelado, naranja o manzana junto con unas hiervecillas aromáticas que tienen los ingleses y disfrutar del ocaso, del libro y de la bebida.

Nota: esto de ocaso me ha sonado a jubilación. Lo que hace la costumbre en las palabras…

22/10/08

Tristeza personificada

El semáforo rojo ha impedido que pudiera coger el autobús. En la acera de enfrente, con involuntariedad, veo de reojo a la tristeza personificada: un hombre cuya altura vela la extrema delgadez con la que vive. Los brazos le caen paralelos al cuerpo, suspendidos e inertes. Viste una camiseta sucia en la que se adivina el color mostaza como original, y pantalones cortos de tela gris. Calza unas viejas sandalias y lleva el pie izquierdo enfundado en un calcetín corto, de deporte, con sus rayas azul y roja, totalmente estirado hacia arriba.

El semáforo cambia y toda la gente que se había aglomerado en la acera a esperar el verde se dispone a cruzar. Él permanece quieto, en su margen, con la mirada perdida, mientras la muchedumbre se entrecruza en medio del paso de peatones. A medida que se le va acercando, el hombre se aparta hacia un lado o hacia el otro, permitiendo que la gente pase sin rozarlo.

Una vez lo he rebasado, no puedo evitar girarme. El semáforo, rojo de nuevo. Me atrae su inmovilidad. Me fijo en las lineales cicatrices que fronterizan los brazos con sendas manos. Comprendo enseguida: se aparta de la gente porque no consiguió apartarse de la vida.

21/10/08

La chica que vende cupones de la ONCE

La chica que vende cupones de la ONCE en la caseta de la esquina de mi casa ve. El motivo que le ha llevado a este trabajo es una parálisis mental que le imposibilita el movimiento coordinado de sus extremidades.

Cada mañana, una viejecita acude a la caseta a la misma hora, las once y cuarto, hora en que yo tomo en el bar de enfrente mí único café del día. La chica que vende cupones de la ONCE abre la puerta de la caseta, sale, cruza la calle, entra en el bar y se dirige a los servicios con su torpe caminar, no sin antes mirar hacia mi mesa y sonreírme.

La viejecita se ha plantado delante de la puerta de la caseta, la sabe no cerrada y parece que eso la pone en tensión. Empieza a arreglarse nerviosa el vestido cuando considera que la chica tarda en volver. Se estira la falda para abajo, se recoloca los hombros se pellizca la blusa para colocar holgar el tejido; todo esto, sin apartar la vista de la puerta del bar.

La chica sale del servicio, me mira y vuelve a sonreírme y con su cadente baile asonante se dirige a la puerta de salida.

Cuando alcanza de nuevo la caseta, da un beso a la viejecita, que tiernamente la retiene para alargar un poco más el beso. Antes de irse, la viejecita, comprueba que esté cerrada correctamente la puerta y se va caminando por la acera, cargando el peso de la edad sobre la pierna izquierda.

De aquella manera que sólo el tiempo sabe hacer, he incluido, sin darme cuenta, esta escena en el protocolo de mi café.

Hoy no ha venido la viejecita, al principio, extrañada he pensado que se retrasaba, pero enseguida he tenido claro que no vendría. Mi café se ha quedado frío en la mesa.

Al salir del bar, me he acercado a la caseta de la ONCE y le he preguntado a la chica si quería ir al servicio.

—No es necesario —me ha contestado con una triste sonrisa—, tenía una necesidad imperiosa de sentirse útil.

20/10/08

Mi estimada lengua

El domingo por la mañana, en El País digital, leí una noticia (no he sido capaz de encontrarla y lindarla) sobre el nivel de escritura que tienen los estudiantes y realmente me parece alarmante lo que ahí se nos explicaba. Lo más alarmante, a mi modo de ver, es el hecho de buscar un culpable a la baja calidad lingüística con la que los alumnos afrontan su primer trabajo o la universidad. Esa culpa, en primera instancia, ha sido engatusada a los maestros y profesores que han tenido. ¡Cómo no! La culpa siempre la tiene la escuela. Ese centro obsoleto que no sabe parchear los problemas sociales que existen en sus alumnos. ¡Pobres maestros! Leerán el artículo y callarán. Ni uno dirá nada de las acusaciones que les hacen porque están tan acostumbrados a tener la culpa de todo, que una más no engrosará el montón de pecados. Pero, aunque no todos los maestros tienen esa calidad lingüística requerida, sí, la mayoría, así como la mayoría siente la terrible impotencia al darse de cabezazos contra una sociedad en la que, realmente, cada vez importa menos cómo se hable.

El artículo, que me pareció muy interesante debido a mi amor hacia la lengua, continua analizando quién tiene las culpas de este relajamiento lingüístico. Y estas, como si de un pastel se tratase, están repartidas.

Añadir que, por la tarde, en un anuncio en televisión (Antena 3, creo) se anunciaba un portal en el que podías bajarte juegos y te regalaban una entrada de cine y no sé qué pamplinas más. No tiene desperdicio la jerga con la que habla el chico, supongo que para delimitar hacia quién va dirigido dicho anuncio.

El artículo ha calado lo suficiente en mí como para despertarme esta mañana y ser lo primero en lo que piense. Soy persona de aquellas que no tiene la ortografía bien afianzada, a pesar de ser una gran lectora y de los millones de esfuerzos que hago por fijar palabras en mi mente y evitar así la garrafal falta. No he conseguido escribir sin faltas en toda mi vida. Y es de honor agradecer al corrector de mi tratamiento de textos y a la Rae, a la cual vivo encadenada, porque me evitan muchas de estas. Si vierais mis escritos en las libretas… están llenos de faltas.

Viendo la imposibilidad de solucionar el problema, empecé a buscar las causas, y parece ser que no son otras que cuestiones de hemisferios cerebrales. Me ha satisfecho esa explicación y con ella me he quedado. No sé si algún día escribiré sin faltas de ortografía, porque siempre me aparecen las mismas dudas, pero ahí tengo puesta mi meta lingüística.

En cuanto a frase, el orden de esta, la claridad en la exposición y la buena argumentación, creo que día a día voy avanzando mucho. Así que puedo sentirme contenta, más que nada, porque la lengua en mí está viva.

Hábitats

Aquí, en los foros, lo salvaje no busca moraleja ya que dispone de su propia razón. La lectora de foros se olvida a menudo que a necesidades diferentes, conductas diferentes, y se enfurece porque en el fondo le nace una incomprensión. En realidad, la mayoría de post son melodías distintas con la misma lírica; la agresividad del medio conduce a la supervivencia del más fuerte. Se forman unas parejas que disfrutan del sexo, mientras que el resto de los miembros pasará a ser pasto, energía para el medio.

En los foros, la muerte acecha a aquellos que no saben buscar la perfección y vivir en el equilibrio. Sólo los brillantes tienen cabida en el universo de las bestias. Amar y cazar son las herramientas de continuidad del foro. La recompensa del orgasmo se ha convertido en el reclamo suficiente para que valga la pena luchar en el campo del amar. Mientras, en el cazar, se esquilma todo lo nuevo a modo de bautismo foril.

Tácticas enrevesadas crean relaciones imposibles y un laberinto de intereses a cuatro bandas en las que todas intentan conseguir el trozo más grande del pastel. Las equivocaciones y los errores son frecuentes y necesarios porque la debilidad de unas será la fuerza de las otras.

Shhhh, silencio, la canción de la noche esconde una batalla para elegir a la reina del foro, ganará aquella que utilice el perfume más engatusador como extravagante ardid.

19/10/08

¿Quién eres tú?

¿Quién eres tú para decirme adiós cuando yo no quiero irme de ti? ¿Quién eres tú para darle finitud al amor que te profeso? ¿Quién eres tú para decidir que mi tiempo a tu lado ha concluido? ¿Quién eres tú…?

Sigo con la rabia pegada a mis entrañas y con la incredibilidad a flor de piel. He intentado romper tu imagen en mi mente en mil pedazos, pero obstinada se niega a fracturarse. Te bequé con tiempo para que recapacitaras y volvieras pero desdeñaste todo lo que vino de mí. Se me han hacinado tus sensaciones en el alma desencadenando un sentimiento que ha evolucionado de amargura a ironía y de ironía a sarcasmo.

Veo en tu exquisita elocuencia del silencio, como ya me tenías olvidada antes de pronunciar tu adiós. Cuando te hagas vieja y torpe y sin respuesta, tal vez recuerdes este instante y mi tristeza.

18/10/08

En el café de la juventud perdida

Llevo un buen rato delante del ordenador pensando y ordenando las ideas y sensaciones de este libro y no consigo palabras que se ajusten a lo que quiero decir. En realidad no tengo muy claro lo que quiero decir. Supongo que cuando un libro gusta se sabe lo que se quiere comunicar, igual que si no gusta, pero cuando un libro se mueve en las fronteras cuesta más encontrar términos que definan lo que se siente. Más que nada por no ser injusta con él.
Es un libro demasiado descriptivo, con pelos y señales, de lugares que yo no conozco. Aunque he estado por esos lares, como no me crea una atmósfera que yo pueda reconocer, o para ser más humilde, no he sabido reconocerla, se me hace pesado y monótono tanta descripción. El libro consta de cinco capítulos, cada uno de ellos narrado por uno de los personajes de la historia. Cinco narradores en primera persona, personajes diferentes, con vivencias diferentes y venidos de diferentes “mundos” y todos ellos utilizan el mismo tipo de lenguaje, sin ningún deje especial que permita identificarlos salvo por el contexto.

Lo que más me ha gustado es la que al unir las cinco perspectivas diferentes obtenemos la información necesaria para entender la historia que nos narra.

17/10/08

Ya tocaba

Hacía mucho tiempo que no me dedicaba a cocinar. Hoy me ha apetecido.

?

Quiso besarla pero interrumpió la acción al ver el gesto de rechazo. El amor se quedó bajo el pliegue del suceso.

16/10/08

Carta de una desconocida

Mi librero preferido me dijo, “toma, llévate este, para un viaje en autobús” y obediente que soy, me lo llevé. La verdad es que iba cerca y le tuve que dedicar más de un viaje, dos y medio, para ser exactas.

Me ha gustado sí. No lo voy a negar, pero me sentí decepcionada porque al principio se engaña al lector, cosa que se descubre un poco más adelante. Me sentí traicionada porque, como buena lectora, ya tenía mi serie de hipótesis sobre el porqué del asunto, pero claro está, con los datos que me daba el autor. Y luego, más adelante, cuando uno de estos datos resulta que es falso, todas esas hipótesis se fueron al garete, con lo caras que van. De todas maneras, para poder seguir leyendo, justifiqué esa mentira. Pero si debo ser sincera, la llevo clavadita en algún lado.

Me habían hablado muy bien del libro, creo que no es para tanto, aunque la idea me ha gustado mucho.

15/10/08

Sed de vida

Tenía la sensación de que la vida existía sólo para que yo la consumiera, que no tenía más que cogerla y tomarla a grandes sorbos para no notar el sabor amargo que, indefectiblemente, posee a veces. ¡Qué idea más inmadura!

Ahora, gusto en disfrutarla trago a trago, respirando en cada uno, para paladear el aroma y gozar de toda la gama de sabores que posee, sin que se me pase ninguno por alto. ¿Será que ahora soy consciente del tiempo y de la poca consumición que me queda?

14/10/08

Me muero

La enfermedad me corroe. He perdido mucho peso y esas arrugas que nunca tuve se han instalado en mi tez. La naturaleza es sabia, no quiere que muera joven y me envejece de manera acelerada para que al alcanzar mi muerte no sienta ella remordimientos por haber hecho algo mal. Porque en algo se ha equivocado. Estoy segura que yo no debiera morir, al menos ahora en que, alcanzando la madurez, mi vida funcionaba en todos sus aspectos.

Cuando el médico me comunicó mi realidad, directamente, sin ambages que me hicieran sospechar, sentí a mi cuerpo reírse de mí por no haberme dado cuenta yo sola. Tomé la decisión de luchar con todas mis fuerzas contra la enfermedad y durante los primeros días, luché con denuedo, aceptando todo tipo de tratamiento vejatorio. Pero ahora, mis flaquísimas fuerzas han hecho que perniciosamente desista y deje que el tiempo actúe arrebatándome rápidamente lo que me queda de vida. No reniego, me someto obediente a la abulia que conlleva dicha enfermedad. Ahora, ella es mi ama y yo su esclava.

13/10/08

Vagabunda de las estrellas

Bajo la luz de la farola, con la negra noche por montera, mientras que el frío acecha mis huesos, escribo pensando en ti. Eso me reconforta, como la sopa caliente de cena un lluvioso día de invierno. Porque pensar en ti es el empuje del que gozo cada uno de los espacios en que estamos separadas.

Tengo la garganta seca y, antes de que aparezca la tos, doy un buen trago de la botella que siempre me acompaña. ¡Buen disolvente universal, cosecha de las últimas lluvias!

Pienso y sonrío. Mi cara se vistió de sonrisa tras tu primer beso y ni aún las circunstancias más arduas arrugan su comisura.

Subo a la farola como si de un cocotero se tratase y con cuidado de no quemarme desenrosco su bombilla. Por unos instantes el cambio de luz a la oscuridad me ciega. Me esfuerzo en ver alguna cosa dentro de este negro profundo. Poco a poco, como si se encendieran van apareciendo las estrellas en la bóveda celeste. Son tus estrellas. A todas ellas les he puesto tu nombre.

Me suelto del poste de la farola para intentar cogerlas con las manos. Vuelo hacia ti.

12/10/08

Los juncos

Delicioso, sencillamente, delicioso. Además, creo que me va a servir de impulso. Bueno, yo ya me entiendo.

La historia que nos narra es autobiográfica. Una etapa de su vida; sus primeros amores, sus indecisiones en los estudios y a nivel profesional, sus primeros trabajos. Todo explicado desde un punto de vista llano, realista y, en algunos momentos, irónico.

¡Vaya suerte que tengo! Están cayendo en mis manos lecturas que me están apasionando. ¡Cómo no voy a ser lectora?

11/10/08

No quiero

No quiero promesas de futuros ni deseos, sólo el contacto de tu piel mientras me duermo.

No quiero planes ni maneras de pasar el tiempo, sólo tu voz entre mis sueños.

No quiero que me digas “te quiero”, sólo despertarme por la mañana con tu beso.

10/10/08

Fe de rata

No puedo menos que reírme, y no digo descojonarme ya que queda fuera del lenguaje lésbico. Pero me parto la caja y todo lo que se deba partir, me mondo, me desternillo (no destornillo, no; desternillo, de ternilla), incluso me meo, es más, me contorsiono sobre mí misma porque me duele la barriga de tanto reír. Y no hablemos de las mandíbulas, que de tanto forzar los músculos de las mejillas se me están agarrotando y también duelen. Y como es a carcajada limpia, se me están cambiando las mucosidades de la traquea de sitio y me provocan un ataque de tos. No reía así desde hacía tiempo y es gracias a ti.

Y es que el infantilismo en algunas personas me hace mucha gracia, vamos, que por el primer párrafo, ya se puede saber qué gracia me hace.

Esas personas que van sobre podium caminando (que no plataformas, que eso hasta puede quedar chic) y que anhelan palio bajo el que caminar; esas personas que se las dan de íntegras, que critican a la sociedad y al resto de semejantes porque no entran dentro de sus cánones, que por lo visto tienen, estos, algo de ley divina; esas personas que deben bajar su mirada para hablar con el resto, la plebe. En definitiva, esas personas, que luego dejen escapar su rabia en el más absurdo de los infantilismos: “Tú me pegaste, pues ahora (después de meses y meses) te lo devuelvo. Y paras y no juego”.

Animalica, escucha, que yo no te pegué. Que te diste el golpe tu misma porque cualquier crítica la recibes como una patada. Pero que eso, en el fondo, da igual, cada uno es como es. Pero permíteme que me siga riendo pues me has hecho muchísima gracia. Has estado guardando tu venganza en un bolsillito de tu pantalón y ahora vas y me la sueltas toda arrugadita y fuera de lugar. ¡Cómo quieres que no me muera de risa? Eso lo hacen los críos e incluso ellos se olvidan pasado un tiempo. Si es que las inseguridades juegan malas pasadas.

En fin, quiero darte las gracias porque me has proporcionado un buen momento de risa y, sobretodo, un buen momento de escritura. Por cierto, qué equivocada estás conmigo.

Lo prohibido

Buscamos lo que no tenemos porque lo que habemos no nos sacia. Deseamos la mujer del prójimo porque la nuestra es lo cotidiano. La monotonía nos mata y sin embargo, cuando no la tenemos la buscamos. ¿Qué queremos? Quiero lo que no tengo porque, de lo que tengo, ya me he cansado.

Quiero tenerte en propiedad, porque para mí, eres lo prohibido. Robarle tu mirada a ella me aporta la adrenalina necesaria para querer seguir viviendo. No quiero conseguirte, porque cuando lo haga, ya no te desearé, y el deseo es el motor que me arranca cada mañana de la cama y me impulsa a buscarte, mi imposible, y a robarte del corazón de mi mejor amiga. La amistad está para eso, ¿no? para sacar de ella lo mejor que contiene, y, en este caso, eres tú. Sé que, por la misma regla de tres, acabarás deseándome a mí, porque también soy tu imposible y una vez saciadas nuestras necesidades nos abandonaremos, arrepentidas, a confesar la verdad. Nuestras mutuas relaciones se transformarán en un hervidero de sentimientos heridos, que con nuestro saber hacer, iremos sanando. No abandonaremos a nuestras respectivas, porque habremos sacado la relación de la monotonía e intentaremos salvarla. No volveremos a mirarnos hasta que de nuevo, la desidia de la pareja nos empiece a ahogar y nos abandonaremos al nuevo deseo sabiendo que es inútil luchar contra el péndulo en el que vivimos.

8/10/08

Ignatius

Servidora de múltiples disfraces, escondida tras nicks inexplicables por decisión propia. Portadora de un tatuaje legionario que dice: “Con respeto, antes la meto” (la pata, aclaro).

Ingeniera de obesas ideas y aceitosas decisiones que la llevan a vivir dentro de una camaleónica mentira. Atacando y atacando y atrancando la cordura, de tranca en tranca y tiro porque no arranca, que para algo modero el juego y el tablero.
Valia, valium, vali, de la declinación latina que no atina, sale su ladina estulticia, que si escribe, la pifia y si lee, la codicia.

Ansiosa protagonista de sus historias inventadas, que de la nada hace plagas, invitando a la risa con sus burradas. Y más bien ondulada es su creencia que, lo que un día es sapiencia, al siguiente niega y niega y riega con sus creencias haciendo temblar la fe, que con cada una un café quiere adquirir presencia, ¡mejor que monte una agencia!

Magia de color espectral que si es buena es natural y si es mala viene de al lado, aunque en los dados de su tirada ha quedado ya bien claro su talante fantasmal, eso sí, bien blanqueado.

Vende motos, pasa fotos y viviendo de alborotos, se siente más que los otros.
Genio y figura hasta la sepultura, de nuestras paciencias (de nuevo aclaro).

7/10/08

La ternura del dragón

Me han saltado las lágrimas hacia el final, no porque explique algo lacrimógeno, sino porque mi empatía ha sido tan grande que he llorado para no gritar “¡qué duro es crecer!” (dejar atrás los mundos de Yupi).

Esta novela ya tiene unos años (1983), es del siglo pasado (qué bien queda decir esto), pero creo que es de aquellas historias que perdurarán a lo largo del tiempo sin envejecer.

Totalmente recomendable para todo el mundo; es más, en la librería donde lo adquirí, me quedé sorprendida de la pila de ejemplares que tenían y el vendedor, que pareció leerme el pensamiento, me dijo: “es que el instituto de aquí al lado lo ha cogido como libro de lectura”. Entonces, dudé. “Será otro pijamín a rayas”. Pero haciendo caso de mi famoso refrán “libro que toca mi mano hay que meterlo en el saco”, lo compré. Era una manera, también, de ver qué leían los jóvenes (por obligación, que tengo muy claro que la lectura de libros es algo que linda con lo obsoleto) actualmente. De todas maneras, seguro, seguro, que no les gustará cómo me ha gustado a mí, porque en realidad, es un libro para adultos.

6/10/08

La peor banda del mundo

¡Inteligente cómic! He disfrutado, como dicen por ahí, como un plátano (no me pregunten, tampoco lo entiendo y me niego a darle connotación sexual). El trazo del dibujo, las palabras que utiliza, los nombres de los personajes, los trabajos que desempeñan estos y su transfondo, el transfondo por encima de todo.

Son pequeños flashes que se van entrelazando y nos muestran de una forma crítica nuestra propia realidad social. Por cierto, cuanta más cultura se tenga, más se puede llegar a disfrutar de la crítica, por la cantidad de guiños que contiene.

Hoy he llegado al trabajo y he buscado a mi compañero dispensador de cómics para saltarle a su alrededor la emoción y el disfrute que me ha producido la lectura. Sin alterarse me ha dicho: “ah, pues de este autor tengo tres más”. Supongo que mañana me los traerá.

¡Qué chula es la vida del lector!

5/10/08

Amor

Amor, sé que salí ayer precipitadamente de tu casa pero fueron las circunstancias las que me empujaron a ello. En cierta manera, me fue bien porque, cuando la rabia aparece, el dolor se hace más llevadero. Ver a otra mujer contigo me sirvió para salir de la hipnosis que produce la estúpida esperanza de que lo que estás viviendo no sea real, y, honestamente, te debo una disculpa, porque en tu "ya no te quiero" oía un "dame tiempo, estoy hecha un lío", en tu "vete, ya no haces nada aquí", un "necesito estar sola". Siempre supe de historias en las que el amor se acaba, pero nunca pensé que eso nos pasara a nosotras, que te llegara a pasar a ti.

Me lo pensé mucho antes de dejar marido, amigos y ciudad. Incluso mis padres me dijeron: "Si dejas el negocio familiar, no esperes volver a trabajar con nosotros cuando las cosas te vayan mal”. Fue duro para ellos aceptar mi lesbianismo, así, de un día para otro, junto con la locura de "me he enamorado y me voy a la otra punta del país a vivir con ella". ¿Recuerdas, cariño, esa época? ¿Tus promesas de amor eterno? ¿De que juntas podríamos enfrentarnos a todo? No, no te lo estoy echando en cara, has sido y eres lo más importante de mi vida y te debo mucho, sólo es que tus palabras de amor me martillean el cerebro y acuden a mi mente de forma desordenada, agolpándose.

Ayer salí de tu casa con una mezcla de exaltados sentimientos, por un lado el amor que me golpeaba enfadado porque se sentía impotente y humillado; por otro, la rabia, que, felizmente, se me colocaba entre sien y sien y me obligaba a sacar el látigo de la templanza para calmarla; también, la soledad, que vino con su temida maleta para quedarse; y por último, no quiero engañarte, el odio que sentí hacia esa mujer culpabilizándola de tu desamor hacia mí. Ya ves, amor, tengo el océano emocional con tormenta, incapaz de calmar la furia de sus vientos.

No quiero que te preocupes por mí, poco a poco iré reconstruyendo mi vida, es lógico que ahora esté toda derrumbada, patas arriba, porque tú has sido mi vida durante estos casi dos años. Gracias a la rabia, de alguna manera, sin fuerzas, he vuelto a pensar en mí. Ayer por la tarde decidí ir a ver a Sara, esa amiga tuya a la que siempre le he caído tan bien. Cuando me abrió la puerta se sorprendió mucho de verme y su educación le obligó a hacerme pasar. La verdad es que yo presentaba una imagen bastante desaliñada. Apenas hubo cerrado la puerta, me lancé a sus brazos y me puse a llorar. Me condujo al sofá y me indicó que me sentara. Me preparó un té con limón, amor, como el que tú me preparabas, chafándolo en el fondo de la taza. Mientras hipaba e intentaba controlarme. Estaba al día de nuestra historia y muy educadamente, entre sorbo y sorbo me dejó muy claro que, en realidad, era amiga tuya y que era del todo incómodo que me hubiera presentado en su casa. Dejé la taza con lo que me quedaba de té sobre la mesita y dando las gracias por su atención me dirigí a la puerta. Ni siquiera se levantó para despedirme. Ya ves, cariño, no hago ninguna a derechas.

Me busqué una pensión, necesitaba estar encerrada, llorar y patalear hasta caer exhausta en un sueño anheladamente recuperador. He dormido hasta hace un rato. Escribir me sienta bien, siempre me ha servido de terapia y aquí estoy, contándote como me siento, quizá con la esperanza de que al leerlo veas realmente cómo te amo, quizá, con la sapiencia en mi fuero interno de que al hilar las palabras saco realmente mis fantasmas de dentro, tejiendo con ellas mi corazón rasgado para evitar que, en un futuro, se puedan palpar las costuras.

4/10/08

Esperanza

Nunca pensé que podría encontrarme en esta situación, en una ciudad que no es la mía, a muchos quilómetros de mis amistades, sin ningún lugar donde poder derrumbarme y llorar. La noche ha sido dura, tanto como duro ha resultado el banco y durísima tu ausencia. Soy inútil como vagabunda, ni siquiera me fui a acomodar en el banco de un parque, me senté en este y en este he pasado la noche. Por la mañana, temprano, me han hecho levantar una pareja de policías que pasaban por ahí.

─ No puede estar aquí, señorita ─me dijo uno de ellos mirando con sorpresa mis dos bolsas de basura.

Obedecí, aunque por un momento quise resistirme, para ver si me detenían y, desde el calabozo, llamarte y ver que, con mucha culpabilidad, acudías a sacarme. Qué malas pasadas nos hace nuestra mente.

De pronto, pillé al vuelo una idea fugaz: iría a verte. Una noche entera da para recapacitar y seguro que habrías cambiado de opinión. Con una impuesta alegría que surgía de no sé dónde, me acerqué al contenedor y tiré las dos bolsas de basura para poder aligerar mi paso, seguro que no las necesitaría más. Iba con la idea de renovar nuestra relación. Ahora, sí que funcionaría, con todo el amor que siento por ti, es imposible que no sea así.

Al llegar a la puerta de tu casa, he mirado el reloj, no, aún no te habrías ido a trabajar. He llamado al timbre y con el nerviosismo propio de quien se juega la vida en esta acción, he esperado a oír tus pasos por el pasillo. Todas las ilusiones han subido hasta mi garganta y no he tenido más remedio que carraspearlas y obligarlas a bajar de nuevo a mi estómago, donde nervios, anhelos y alma, estaban reunidos esperándote.

Has abierto la puerta. He podido comprobar como tu cara inicial, de sorpresa, se transformaba en rabia, mientras, que yo, incapaz de aguantar tu mirada, bajaba la mía hasta depositarla en tu mano sujetando la puerta, notando, por la presión y un ligero movimiento, que dudabas entre mantenerla abierta y cerrármela en las narices. He comprendido, con tu gesto, que lo nuestro estaba acabado. El silencio ha sido hiriente y queriendo evitar hacerte daño he levantado de nuevo mi mirada para intentar darte una explicación de mi presencia. Ahora me sentía ridícula y sentía ridículos mis sentimientos incontrolados hacia tu amor. Sentía, también, la tremenda necesidad de montarte un drama y confesarte que era incapaz de vivir sin ti, darte pena para no perderte, lo que sea para que recapacitaras y me volvieras a amar. En el impulso de hacerlo, he visto como una mujer, que ha aparecido por detrás de ti, te ha puesto la mano sobre el hombro y te ha preguntado si pasaba algo.

Me he tragado el indigesto amor que siento por ti, y haciendo uso de una dignidad que desconocía, me he ido con la cabeza alta, mientras disimuladamente, a trompicones y a patadas, arrastraba hacia la calle a mi corazón, que quería quedarse junto a ti.

Rota en lloros he corrido hasta el banco donde he pasado la noche en busca de las dos bolsas que tiré en el cercano contenedor. Ya no estaban, cariño: hoy he perdido los restos de tu amor.

3/10/08

La primera noche sin ti

Fui incapaz de deshacerme de las bolsas de basura, contenían las ilusiones de dos años, los esfuerzos, los cariños, las caricias y los besos, en definitiva, todo el amor que sentía por ti. Caminé sin rumbo hasta que el cansancio se sumó a mi dolor y empecé a tropezarme con las bolsas que, fuertemente, agarraban mis manos. Levanté la vista del suelo, noté que tenía la nuca entumecida, debía hacer rato que caminaba en esa posición. Divisé un banco y fui a sentarme en él.

Sigo sentada en él, abrazando con fuerza las dos bolsas y dejando que las lágrimas resbalen por mi corazón. Mientras con un movimiento de vaivén me acuno para calmar mi desespero y, así, evitar perder los nervios. Mi dedo pulgar de la mano derecha acaricia el plástico negro, no te preocupes, mi amor, no me estoy volviendo loca, no es más que el anhelo por acariciarte. Pienso que no puede ser verdad que se haya acabado todo, que con mi amor hay bastante para vivir las dos, pero sé que me estoy engañando porque lo único que quiero es dejar de sentir ese acre dolor punzante que convierte mi conciencia en pura destrucción.

Estoy sola, en una ciudad que no es la mía y sin ningún lugar a dónde ir. Noto el frío de la soledad. Soy incapaz de pensar con claridad. Sólo sé que quiero permanecer abrazada a esas dos bolsas que, en definitiva, son mi propia realidad y por otra parte, son lo único que me queda de ti.

Ha anochecido y me estiro sobre el banco. Pasaré la noche aquí. ¿Pensarás en mí? ¿Estarás preocupada al no saber en dónde estoy? Te imagino tan desesperada como yo, con las mismas necesidades de mí que yo de ti, arrepentida por no haber sabido salvar nuestro amor y perdida en la oscuridad de mi ausencia.

¡Qué ilusa soy! Pero, da igual, con estos pensamientos intentaré arrullar mi noche.

2/10/08

León La Came

Me dejaron, el otro día, los cuatro volúmenes de que consta esta historia. Me avisaron: “es algo surrealista”. Y pensé: “por muy surrealista que sea, me gustará”.

Ahora que la he leído no sé qué decir; metafóricamente, me ha gustado mucho, pero he encontrado trozos verdaderamente grotescos, incluso he sentido a veces, que rayaban el mal gusto e incluso la escatología. Queda clarísima su sátira hacia uno de “los pilares fundamentales”, la familia.

Creo que será de los libros que, con el tiempo, me acabará gustando, incluso me dejará un buen sabor de boca, cosa que ahora no tengo porque necesito una larga digestión.

Muy recomendable si antes se está provisto de un buen protector de estómago.

Sólo he escaneado el primer tomo.

1/10/08

Apolillada tos

Llevo un par de semanas con un catarro descomunal. La tos empieza a hacer mella en mis costillas, que ya, desde los dos primeros días, se quejan con un intenso dolor. A su quejido se les ha unido el diafragma. Ahora, no sé quien grita más fuerte. ¡Tos, nunca mais!

Desde que apareció por primera vez la tos, duermo con una cebolla debajo de la cama. Dicen las viejas entendidas que desprende unos efluvios que al inhalarlos te atontan la zona tusígena y dejas de hacerlo. Va muy bien porque también evita la sedimentación de la mucosa a lo largo de toda la traquea. Con ello lo único que he conseguido es que por las mañanas, cuando viajo en autobús, lo haga más cómodamente. Primero me husmean un par de veces, y luego, disimuladamente se van desplazando hacia otro lado del transporte. Incluso ha habido quien, haciendo ver que bajaba en esa parada, se ha levantado del asiento de mi lado. Alguna ventaja debía de tener la cebolla, porque la tos, sigue.

Mi segunda intentona ha sido con el vinagre. Dicen los licenciados en Toses y Convulsiones que lo mejor que se puede hacer cuando se tiene un ataque de tos es tomarse una cucharadita de vinagre. Y la verdad, funciona. Se para en el acto y las costillas te lo agradecen, así, como las paredes de la laringe que andan irritadas en ambos sentidos. Pero, porque claro, existe un pero, al cabo de un rato vuelven a aparecer los ataques de tos seca (mi tos es seca, según mi nonagenaria abuela) y otra vez, cucharadita de vinagre. Dado que la acción del ácido acético finaliza, me llené de vinagre, una botellita de agua de esas pequeñas para poder echarle mano “dondeestésyalahoraqueestés”. Y durante un par de días, lingotazo que te crió. Consecuencia: aumento de la dosis del protector de estómago por acentuación de acidez, y continuidad de una tos, llamémosla ya persistente.

No, no me rendí ante el tema. Me dije: aún no la has atacado con el tema sopita. Y me fui al súper más cercano de casa, con el funcional carrito y lo cargué de tetrabricks de caldos de gallina, de pollo, de doble caldo, de carne y de todo lo que el estante contenía que pudiera servir para hacer una sopa rápida. No compré pasta porque suelo tener varios paquetes en casa. Cambié mi dieta; en cada ingestión, sopa. Sí el brick era de un litro, pues medio en cada comida. Ponía el caldo en el fuego y cuando hervía, añadía un par de puñados de pistón mediano. Total que he estado comiendo sopa durante al menos cuatro días. Y me sentía bastante bien, sobretodo durante un par de horas después de la ingestión. Ayer, cuando el caldo hervía, volqué la pasta directamente del paquete, pues quedaba la cantidad justa. Al ir a removerla en la olla para que no se pegara, vi como unas barquitas oscuras que en seguida identifiqué como polillas muertas. Me acordé de que mi madre me dijo un día: cuando la pasta se apolilla, verás que deja en el fondo del paquete como un polvillo. Y ciertamente, en el fondo del paquete, polvillo. Con una parsimonia de aceptación, pues ya llevaba toda la semana comiendo sus huevillos cerré el fuego, cogí la olla y la vertí, la sopa con los tres cadáveres, en la pila. Sin dejar la cadencia que la derrota conlleva, saqué un vaso y me preparé un cubata, con tres hielitos, ron y cola y me dispuse a beberlo delante del ordenador, con la mirada perdida en la pantalla.

Pues qué queréis que os diga; el hielo, milagroso. Ha desinflamado mi garganta y he podido dormir bastante bien. Aunque hoy por la mañana, al mirarme al espejo me he visto una pupa en el labio. ¡Y es que todo no se puede tener!