9/11/15

Fun House. Una familia tragicómica

Un amigo viajó a NY y acabó viendo un musical que le encantó, que le arrebató. Al enterarse de que estaba basado en una novela gráfica decidió regalármelo para mi cumpleaños. Llevaba ya un tiempo anunciándome que tenía un regalo muy chulo para mí.

Acabo de concluir su lectura y sin perder tiempo me he puesto a escribir este post. No es del tipo de libros que se lee de un tirón, más que nada porque llena bastante su lectura y se necesita tiempo para ir digiriendo las sensaciones que te van contando y sobre todo las que se te producen por lo que se calla y se lee entre líneas. La historia me ha gustado, pero me ha gustado muchísimo más la forma en la que está contada. Sé que en el musical la cronología no existe ya que se utilizan tres tiempos de la vida de la protagonista para ir dando la información y que el espectador monte la historia en la cabeza. Aquí, en la novela, se sigue bastante la cronología, aunque como recurso a veces se hacen referencias a épocas pasadas.

Una peculiaridad de esta novela es que hace muchas reseñas a libros y te transcribe una parte de estos, siempre con referencia a la historia que se cuenta. Muchos de los libros de los que habla ya me los había leído. Los otros pasan a engrosar mi lista de libros por leer.

Me ha parecido una novela gráfica densa que debe ser tomada a bocaditos, pero totalmente recomendable, (voy a dejar ir una perogrullada) totalmente recomendable para las personas que quieran leerla.

8/11/15

Cortapisas al amor

¿Qué ilusoria defensa de la fragilidad hace que la vida despriorice el amor? Giré y me fui, por miedo a la rotura, llevándome conmigo una maleta de sensaciones inconcretas y dejando atrás una vida extática y feliz. Y pasa el tiempo y sigo aquí, cosa que indica que vivo, mas mi realidad no es vivir, si no revivir. ¿Vida? ¿O teatro?

Pensé que podría darle todas las palabras que durante estos meses he estado guardando para ella. Palabras que cada vez me salen de más adentro. Pero cuando lo veo y su mirada me atraviesa, seria y desafiante, el mutismo se apodera de mí y se litifica mi ser. Me gusta pensar que detrás de su seriedad hay una risa deseando ser desatada. Pero callo más que hablo y vuelvo a girar y me vuelvo a ir. Así me va pasando el tiempo. Así voy perdiendo la vida. Y cuando logro vencer ese temor a equivocarme de nuevo que me petrifica y le hablo, mis frases chirrían y derrapan y ella siempre me contesta con las palabras justas. Frases ásperas y naufragas de tanto rozar contra las mías.

Nuestras frases con cortas, muy cortas, sus verbos predican poco. Nuestras frases salen del silencio y vuelven a él. A veces las palabras no necesitan un destino, se les debe permitir detenerse en la frontera de las sensaciones. ¡Qué terrible sensación vivir en la ambigüedad de los silencios! Amar en el corazón es fácil. Qué complicado se hace comunicarlo.

5/11/15

“Yo te quiero porque al oír tu nombre necesito sujetarme el corazón.” *

Noche de blanco insomnio, como hacía tiempo no tenía. Palpitaciones acompasan tu presencia en  mi pensamiento. ¡Qué callado amor sostiene mi alma! Lejos los susurros de un pasado incierto que golpean en la callosa llaga. He intentado dormir pero se me clava tu nombre en la añoranza. Paseo por la desierta casa para templar mi inquietud. Intento dormir de nuevo pero el resorte de tu ausencia me pone en pie. Rompo escritos, lloro palabras, acaricio tu lado de la cama e intento de nuevo dormir. Harta ya de deambular por tus recuerdos decido convertir mi angustia en texto. Se me cierran los ojos, se me encoje el estómago, se atraviesa en mi ser el verso. Me cala el vacío hasta los mismísimos huesos. Por un beso, yo no sé qué daría por un beso. Por tu beso.

1/11/15

No me preguntes cómo me siento

He reducido mi vida a lo esencial. Mis pensamientos rezuman la derrota de una lucha que no quise. Tengo el buche lleno a rebosar de cosas que decir, de verdades silenciadas. Aunque las palabras no siempre necesitan un destino, necesito espetarle certidumbres, tantas que mi silencio grita en el hueco que dejó la pena al ser consumida por el tiempo. El tiempo, la enfermedad del alma, el  marcapasos de mis días. Necesito unas vacaciones de mí misma. Cada silencio mío es un despropósito tuyo. Y almaceno  el dolor que me causan tus ojos envenenados y tus acciones torcidas. Y ese dolor deslavaza en la memoria tu persona. ¿Existen palabras para atenuar el odio ajeno?

28/10/15

Y es que por tu amor...

Cuando creí que nunca más sentiría latir mi amalgamado y dolorido corazón, que mi mente no saldría nunca de sus palabras toscas, duras y herméticas, y que nunca dejarían de doler los caminos recorridos bajo la sombra de un falso amor, oigo tu voz entonando mi nombre. Se me quiebran los latidos de miedo al pensar en que me estoy volviendo a enamorar y es tu imagen y tu ser los que se cuelan en los resquicios de mi persona.

Párate un momento y escúchame: deberás recomponer, zurcir y recoger, cristales, porcelana y piel del suelo. He perdido años de mi vida intentando vadear aguas poco claras. Y en mi propio naufragio ahogué pasión e hipérboles.  Aprendí la soledad bajo una mirada mortífera y llegué a acostumbrarme a la locura ajena.

Y lo que pareciera una disonancia no es más que tu amor por mí. Tus besos y tus abrazos cambian mi norte. Hay cuerpos que son consuelo y tras el consuelo, el deseo. Y es que por tu amor volví a nacer, tú fuiste la respiración y era tan grande la ilusión…

“Y es que por tu amor volví a nacer, tú fuiste la respiración y era tan grande la ilusión”. (Canción: Volví a nacer. Carlos Vives)

27/10/15

El empujón

Te veía llegar cada tarde derrotada. Cerrabas la puerta despacio, acompañándola con la palma de la mano y apoyabas la frente en ella un rato. Supongo que el frescor de la madera te hacía bien. O quizá necesitabas energía y este simple gesto te recargaba. Tú no lo sabes, pero desde que descubrí por casualidad que hacías, cada día te observo. Me enternece ver este pequeño momento de debilidad. Tú que eres tan fuerte. Tan decidida. Que puedes con todo.
Te dije un día:
─Deberías buscarte un trabajo. A parte de que entrará un sueldo más en casa, te vendría bien no estar tan ociosa y deshacerte un poco de las responsabilidades del hogar. Nuestras conversaciones, ahora, no van más allá de las aventuras y desventuras de nuestra estimada Rumba. “Que si hoy se ha metido debajo del sofá y no ha podido salir.” “Que si ha arrastrado la pared virtual y no ha servido de nada ponérsela.”
─Te estás burlando ─me contestó parándose en seco.
─No, no. No me malinterpretes. Creo que una persona tan inteligente como tú necesita seguir desarrollándose y encerrada en casa no creo que lo puedas hacer.
─Intenta arreglarlo ahora…
Y así quedó nuestra conversación. Al día siguiente se duchó, se arregló y desayunó conmigo. Salimos de casa juntos y regresó a casa más tarde que yo, cuando ya empezaba casi a anochecer.
─No ha habido suerte ─me dijo.
Un día tras otro la misma rutina. Hasta que dejó de anunciarme que, como cada día, no había encontrado trabajo alguno.
Así fue pasando el tiempo. Ella cada día más seria, más cansada, más desesperanzada. Por fin llegó un día, un año y pico más tarde que entró radiante, cerro de un golpe la puerta y me dijo desde la entrada:
─Hoy sí que ha habido suerte.
Se fue directamente a la habitación a cambiarse. Aproveché para descorchar una botella de buen vino y llené dos copas. Cuando salí de la cocina con una copa en cada mano me la encontré en el pasillo con una maleta en cada mano.
─Gracias por el empujón.
Se dio media vuelta y se fue.
Ahora soy yo quien cada día vuelve a casa, cierro la puerta despacio y apoyo la frente en ella durante un buen rato.

26/10/15

Reencontrándome

Cómo amo las cosas pequeñas, esa mirada, ese gesto, ese silencio que dice más que calla. He andado perdida pero ahora sé. Mil ratoncillos diminutos pellizcan mis sentimientos en el estómago. Mi inconsciente me grita: ¡Venga, date prisa, empieza a hilvanar lo que sientes! ¿Y qué es lo que siento? Entre tanto batiburrillo de sensaciones no logro encontrar la aguja. ¿Cómo voy a remendar tanto girón de melancolía? Me da miedo dimensionar, no quiero perder pie del suelo. Es arriesgarse mucho querer tocar esas cumbres erráticas que me muestras. No me atrevo a reafirmar mis propósitos, no quiero engendrar falsas ilusiones. Prefiero la consciencia de numerosas incertidumbres. Prefiero esconderme tras la contundencia del efecto de tu mirada y dejar latir al tiempo.

25/10/15

El charco

Ha llovido. Ha caído un chaparrón de esos de verano en el que las nubes apenas necesitan media hora para descargar y dejar paso al sol para que de nuevo continúe su trabajo, eso sí, en un ambiente más fresco. El tiempo y el espacio están a punto de coincidir.

Marta, una niña de diez años que esa tarde iba con su madre a visitar a su abuela no tenía previsto que su madre se parara a hablar en la calle con una vecina.

Juan, que acostumbra a pasear al perro a las cinco, cuando vuelve del trabajo, tuvo que posponer el ansiado paseo del chucho hasta que concluyera el dichoso capricho nímbico.

Susana se pregunta por qué la ciudad se colapsaba de coches siempre que caían cuatro gotas. Ya debiera haber llegado a casa de su hermana para recoger a la peque. Se había incorporado hacía tres días al trabajo, después de que su baja por maternidad concluyera y aun notaba muchísimo la separación. Por lo que ella, que nunca coge el coche, ahora lo utiliza para minimizar el tiempo y volver a sentir, lo antes posible, aquella “cosita pequeñaja y tierna” entre sus brazos. La meteorología debiera ser más considerada con estas cosas.

Marta se suele aburrir mucho durante las conversaciones de los mayores. Cogida de la mano de su madre, sus pies empiezan a jugar con las rallas de las baldosas. No tarda en descubrir cerca del borde de la acera un charco plateado como un espejo. Se suelta de la mano y va corriendo a ponerse de cuclillas al lado de este.

Juan ya ha salido de casa. Duna tira de él rápidamente para olismear el árbol de delante de su portal, como tiene por costumbre. Su amo, debido a la rutina de los paseos, le presta poca atención mientras va de un árbol a otro.

Susana no encuentra aparcamiento y lo deja en doble fila con las luces de emergencia. No tardará ni dos minutos en volver porque ya le ha mandado un wapp a su hermana para que tenga la niña preparada.

Marta observa la vida reflejada en el charco, ve los edificios distorsionados y a su madre moviendo las manos de forma muy graciosa. Más adelante, cuando estudie Platón, pensará en este momento y se perderá en sus propios pensamientos.

Juan después de varios tirones de correa por parte del perro decide soltarlo y que vaya un poco a su aire. El perro se queda parado tres o cuatro pasos detrás de él. Juan se para y lo llama, pero no le hace caso. El perro, desde lejos, contempla a Marta en cuclillas mirando el charco. Esta que ya se ha cansado de la inactividad ha cogido una pequeña ramita. En su pensamiento está jugar un poco con el agua.

Susana apaga el coche y quita la llave y se quita el cinturón. Coge el bolso del asiento de al lado y con la otra mano abre la puerta. Empieza a ir veloz. Sale y la cierra con un golpe seco. Y casi de espaldas aprieta el botón de la llave para cerrar el coche. Se oyen dos pitidos y las luces se encienden un par de veces. Pasa entre dos coches aparcados justo en el momento en que el perro decide ir a por la ramita que tiene la niña, pensándose que quiere jugar con él. Susana, por no tropezar con el perro da un traspié y acaba pisando el charco en el que Marta está jugando. Del ímpetu, el agua sale disparada y salpica toda la cara de Marta que ante la sorpresa de lo inesperado suelta un pequeño chillido que coincide con el grito de Juan llamando al perro.

Y ahí tenemos el final de la escena. Marta sentada en el suelo con toda la cara mojada. Susana plantada en medio del charco sin saber muy bien que hacer. Juan dando vueltas alrededor de ellas intentando coger al perro para ponerle de nuevo la correa, mientras que este salta y corre contento con la ramita en la boca pensando que se trata de un juego. La madre de Marta y la vecina continúan hablando. No se han enterado de nada de lo que ha ocurrido a su alrededor.

23/10/15

Conjeturas 2

La mujer de pelo crespado de color ébano y tez blanca que siempre viste de negro no es una bruja. ¡Ya le gustaría, ya! Pero se tiene que conformar con su humilde plaza pública de maestra. Lleva medias muy tupidas para que no se vean los pelos de las piernas y calza zapatos voluminosos para esconder las pezuñas, piensan sus alumnos. Parece pacífica pero siempre da un poco de miedo por el vaporoso peinado que lleva y el contraste de su vestimenta negra con el blanco de su piel. El pavor aumenta cuando clava su mirada directamente en ti. Entonces, si te atreves a aguantársela más de un par de segundos puedes llegar a ver el mismísimo diablo. Sus ojos contienen tonalidades más propias del infierno que de esta vida.

La mujer de pelo crespado de color ébano y tez blanca que siempre viste de negro no tiene la culpa de que ese maldito ardor de estómago le agrie el carácter, ni de que tenga mala circulación y tenga que llevar medias compresivas, ni de que las dimensiones de sus plantillas le impidan llevar un zapato más femenino. Tampoco tiene la culpa de que se le haya obturado el lagrimal y siempre ande con los ojos enrojecidos. Ni de que lleve años perdiendo pelo y ya no sepa como disimularlo. Eso sí, siempre le ha gustado vestir de negro.

22/10/15

Conjeturas 1

El chaval lleno de granos, delgado, con gafas, que siempre se sienta cerca de las puertas de salida y parece tímido y vergonzoso coge el tren cada día cargado con su mochila porque estudia en la otra punta de la ciudad. No quiere que nadie del barrio sepa de él. No le gustaría cruzarse los fines de semana con ninguno de sus compañeros. Ha decidido levantarse dos horas antes de las clases para que nadie lo vea. No puede con su timidez. En el lejano instituto puede ser quien se le antoje. No lo conocen de verdad. No saben que es un cobarde incapaz de mirar a los ojos e incapaz de afrontar una conversación. Allí es el líder de la clase. Un “clarkkent” para sus compañeros, siempre con la simpatía, siempre con el chiste, y esa calidez que enamora a todos. Los profesores se sorprenden de la madurez de sus respuestas y de la precisión con que lleva el aprendizaje de las lecciones. Nadie en su instituto se fija si tiene acné o no. Es el más popular. Incluso durante el patio se le acercan alumnos de otras clases para oír sus conversaciones. Durante unas horas al día vive feliz, exultante. Su interior vive su máximo esplendor. Se siente grande, invencible, tal vez.

El timbre anuncia que se han acabado las clases. El chaval lleno de granos, tímido y vergonzoso se despide de sus amigos en la puerta de la estación. ¡Cómo mola, es el único de la clase que va en tren a su casa! Todos sus colegas, en secreto, desean que los invite a pasar la tarde en su casa. Pero el chaval lleno de granos ya se encargará muy mucho de que esto no llegue a ocurrir nunca. No quiere mezclar sus dos vidas. No quiere que descubran como es realmente, un cero a la izquierda que nunca hace nada bien. Su padre ya se encarga cada día de hacérselo saber.

21/10/15

Inquietud, divino tesoro

¡Qué capaz me siento de hacer las cosas cuando no las hago! Cuando en mi interior tengo claro que quiero hacerlas pero sin embargo nunca encuentro el momento, o priorizo otras que bien mirado (incluso mal), no tienen nada de prioritarias.

Todo empieza con una sensación de intranquilidad en el estómago, con una gran ducha de adrenalina que me hace sentir el speed de la creación. Porque estas sensaciones acompañan a un momento creativo, un momento de “voy a hacer…”

Primer error: No maduro bien la idea. Y ya me pongo como una moto porque tengo proyecto y me subo por las nubes con mi nuevo objetivo y se me iluminan los días y se disipa la soledad. Mi cerebro organizador busca el tiempo para podérselo dedicar. Pero…, no he pensado en el cómo. Fin de la realización. Bienvenida la desilusión y de nuevo la oscuridad.

Segundo error: “Mi objetivo es este”. Empecemos. Empiezo, el primer día avanzo poco, el segundo, un pasito más. “¡Huy, qué proyecto tan ambicioso! Vaya, avanza muy poco a poco; no lo voy a acabar nunca. Es desmesurado. Abandono.” Nunca mido la realidad del proyecto con mis posibilidades. Demasiado trabajo en el que no me apetece invertir tanto tiempo.

Tercer error: Llevar el peso de mil proyectos en los que me he ilusionado y no haberlos realizado por culpa de los dos errores anteriores.

Debo  ver el vaso medio vacío, porque en realidad tengo un montón de proyectos realizados con bastante éxito y de los que estoy muy orgullosa. Pero de estos me olvido pronto, se vuelven volátiles, pierden su peso.

Ahora, tengo un gran proyecto. Un grandioso y desmesurado proyecto. Si lo llego a realizar, cambiaría bastante mi vida. ¡Adiós a la soledad! ¡Hola de nuevo a la ilusión! ¿Seré capaz de llevarlo a término? Me noto decidida, noto la inquietud en mi estómago. No quiero que nada falle. Más que nada porque aun no “alea jacta est”.

20/10/15

Tiempos

Me gusta llegar a la estación con el tiempo justo de bajar al andén, sacarme la chaqueta y organizarme: anudar el pañuelo de cuello en la bandolera térmica donde llevo la comida, doblar, según los cánones (con el forro hacia el exterior), la chaqueta y sacar el libro o la libreta de escritura. Y justo mientras estoy haciendo esto empezar a oír que anuncian mi tren.

Tengo la sensación de aprovechar el tiempo al máximo, y esto, me produce placer. A medida que las rutinas se convierten en lo que son, rutinas, voy perfeccionando el tiempo que requiere su realización. Sin prisas pero sin pausas, llego a dominar tanto la técnica de la temporalización que hasta me sobra tiempo.

Mi viaje dura cuarenta minutos y salvo que ocurra algo especial, el tren, que no funciona como los de antaño, cumple rigurosamente su horario. A estas horas, las seis de la mañana aun no lleva acumulados retrasos.

Durante el trayecto, suelo leer o escribir o meditar y crear. Haga lo que haga, se me suele hacer corto. Es una buena manera de empezar el día, con una lucha de tranquilidad que desaparecerá en seguida que llegue a mi trabajo. El viaje suele ser silencioso, la gente dormita o anda braceando dentro de su móvil o tablet. Algún joven acaba los deberes para la universidad o repasa algún dossier. Algunos otros, los menos, leen un libro o un periódico.

Solemos encontrarnos las mismas personas; la chica que duerme todo el trayecto, la que se pasa todo el invierno resfriada y no se saca de encima esa tos residual tan molesta, el chico que lleva los pantalones manchados de pintura y a lo largo del tiempo aumenta el cromatismo de estos, los tres señores que van a andar ataviados con ropa cómoda y pequeñas mochilas, el chaval lleno de granos, delgado, con gafas, que siempre se sienta cerca de las puertas de salida y parece tímido y vergonzoso.

Es el momento en que la temporalización de estas personas coincide en espacio con la mía. Sujetas todas a la velocidad que lleve el tren. ¡Cuánta física emanamos sin saberlo!

9/9/15

Vestido de novia

Me lo recomendaron, me dijeron que estaba muy bien e hice caso. Me lo he leído. He tardado sesiones de hora y pico cada vez, menos esta última en la que me apetecía acabármelo y he sobrepasado el tiempo. Ahora que lo he acabado de leer puedo decir que me ha gustado. Pero también quiero puntualizar que a partir de la página 111 hay un cambio de narrador. Tengo comprobado que no me suelen gustar estos cambios porque es como si tuviera que volver a entrar dentro de la novela otra vez. Además, desde el esta página todo el misterio que se ha estado fraguando desde el principio queda desvelado, por lo que en este apartado se aportan pocas ocasiones para seguir haciendo hipótesis. Después el libro vuelve, al menos para mí, a adquirir emoción y ganas de seguir leyendo. Sé que esta sensación es absolutamente personal, pues la persona que me lo recomendó no debió tener esta impresión.
En definitiva, lo he disfrutado y he leído algo de un estilo que hacía tiempo no leía. Me he puesto como tarea leer otro libro del mismo autor para ver si me gusta o solo ha sido este. Es de lectura bastante rápida y de lenguaje claro. Si hay alguien que se lo haya leído me gustaría saber su opinión.

2/9/15

Charlotte

La lectura de un libro suele ser equiparable al ascenso de una montaña, subes, subes, subes, hasta que alcanzas la cima. En cambio, por paradójico que pueda parecer, la lectura de Charlotte ha sido como descender una montaña esquiando a gran velocidad en las pendientes pronunciadas y paseando en amplios slalom cuando estas perdían su severidad. A veces notaba el frío de la nieve, a veces el calor del sol sobre la cara.
Leí en un diario la crítica de este libro y decía que estaba escrito en verso. Yo considero que no es así, a pesar de lírica y la poética que contiene. El autor escribe toda la novela utilizando una línea por frase. Esto me ha dado la sensación de quedarme con ganas de más a cada momento. Si tuviera que hacer un símil es como si me dieran de comer con una cuchara medio llena cuando yo estoy muerta de hambre, me quedaría esperando la siguiente cucharada con anhelo. Así me he leído el libro. Vamos, que me lo he leído en dos sentadas.
Totalmente recomendable. Además, el libro es una biografia novelada de Charlotte Salomon. Mi recomendación es que si no sabéis quién es no busquéis información en la red, primero leeros el libro.
Ayer por la noche no me podía dormir, llevaba el aroma de Charlotte en el alma y me sentía completamente conmovida por la historia. Aun, hoy, si respiro profundamente, siento que el último aire que saco contiene un poco de ella.

Leedlo, casi es una orden.

12/7/15

Flannery O’Connor, Tiras Cómicas

Había oído hablar de ella a alguno de mis profesores de narrativa y decidí comprarme algún libro: Cuentos completos. Ya debe hacer tres años que lo tengo, debo reconocer que no me lo he leído, no por falta de ganas, si no por los vericuetos a los que nos conduce la vida (una historia en la que no quiero entrar).

Este último Salón del Cómic, en un stand que no es de mis acostumbrados lugares de compra, encontré el libro del que voy a hablaros. Como no fue el único que adquirí, quedó el último para ser leído.

Estos días en los que soy más consciente de lo que cuesta realizar un buen dibujo partiendo de una buena idea, decidí leerlo. No lo he querido engullir rápidamente, que hubiera podido. He preferido trocearlo y convertirlo en pequeños aperitivos para justo antes del sueño. Y cuando me obligaba a cerrar la luz, me quedaba estirada, muy quieta, mirando las sombras que se dibujaban en el techo cada vez que pasaban coches y pensando: “A los 16 años ya dibujaba viñetas cómicas, ¿qué he hecho yo en mi vida?”. Porque si hay una cosa que me aterra es llegar al final de ella y darme cuenta de que he perdido el tiempo. Pensaba: “¿Cómo es que  yo que quiero dibujar, escribir, crear, soy incapaz de hacerlo? Capacidad de trabajo, tengo. Organización para que el tiempo me cunda y pueda cada día reservar un poco para mí, también tengo.
¿Qué es lo que me pasa?” Yo misma sé la respuesta. Tengo un absoluto bloqueo por miedo al fracaso. Será que este perfeccionismo del que tan orgullosa estoy va en detrimento de mí. Porque si fuera valiente, si me diera igual el resultado y solo pensara en el proceso, me lanzaría de cabeza a este inmenso lago (por ahora laguna Estigia) que es el arte y que tanto me atrae.

En los momentos en que pienso esto aparece por mi mente una canción de uno de los primeros musicales que vi en mi vida, titulada Mediocridad


Me impactó absolutamente porque tuve claro que yo no quería ser una mediocre en mi vida. Y aquí estoy, viviendo en la más sumida de las soledades, entre mis libros, mis cuatro plantas, mis dibujos y mis textos, con un blog a la deriva desde hace tiempo y absolutamente cansada, muy cansada para seguir tirando de cualquier carro. Y en momentos como este, en los que ni toalla tengo para tirar, entro en la lectura de este libro y de nuevo vuelve a aparecer esa llama de inquietud por seguir adelante con mis dibujos, con mis textos, con mi vida, aun a sabiendas que volveré a caer en esta oscuridad profunda de esta escarpada soledad que la vida (saquémonos culpas de encima) ha decidido para mí.

Es un libro recomendable, pero específico para quien tenga interés en Flannery o el mundo de las viñetas. Sé que existe una biografía de esta escritora. Pensaba que la tenía pero no la encuentro. Esta semana, una de mis tareas será irla a adquirir. Ya os contaré.

Gracias Ave Fénix, por no abandonarme del todo.

29/4/15

Escultor

Poco a poco vuelvo a leer. Me compré este cómic por el tipo de dibujos azulados; porque trataba de un artista que había perdido la inspiración (como yo); y su vida era un cubo de basura (como puede llegar a ser la mía si continúo así).

Casi 400 páginas (el cómic es caro pero vale la pena) que he devorado sin pausa pero sin prisa y que me han ido acariciando el alma hasta lo indecible. Supongo que la empatía ha sido decisiva en mi gusto, pero si intento extrapolarme un poco, creo que no es necesario estar en mi estado para que guste.

Un aspecto que me ha encantado es que tal como está narrada y algunos puntos de inflexión utilizados se acercan considerablemente al realismo mágico. En la biblioteca del alma tengo este libro archivado al lado de Lydie, porque hay historias que una vez que las hemos leído nos acompañan toda la vida. Leedlo, ya me diréis.

28/4/15

Sin "datis de cuéstion"

Venga, que es fácil. Esto de escribir no tiene secreto. Todo el mundo puede hacerlo. Ya lo decía Flannery O’Connor: “cualquier persona que haya superado la infancia tiene material para estar escribiendo hasta el día de su muerte”. ¡Venga! ¡Dale caña, Torete, y aporrea el teclado, que ya superaste la infancia con creces! Todo consiste en elegir un argumento y entrelazar los hilos. ¡A tejer, qué faltan manos! Tejo una red de palabras, una amalgama de sentimientos, desentraño un final siempre teniendo en cuenta a Voltaire (“el secreto de aburrir a la gente consiste en decirlo todo”) y ya está.

(Pausa y silencio)

Creo que eso del convencimiento absoluto no me sirve demasiado. Pero necesito encontrar un motivo para olvidarme de querer escribir que sea de una asunción que no haga falta poner en duda. Creo que me estoy deslizando hacia la tragedia. Lo que digo y lo que siento están circulando por carriles paralelos, ni siquiera de un mismo plano. Mejor paro y reflexiono. Escribir, quiero escribir. Buf, como dijo alguien: “esperar lo que nunca ocurrirá es una muerte demasiado horrible”. Mejor cierro esto y me largo a tomar una cervecita. La tercera será suficiente motivo de asunción de mi quieroynopuedo como escritora.

¡Decid algo!, soy de las personas que sufren con los silencios tensos.

27/4/15

El dormir se va a acabar

Debiera hablar de “alcance embriagador” cuando duermo toda una noche seguida. Cosa que ya no me acostumbra a pasar. Pero, no me voy a engañar, ni pienso hacerlo con ustedes, sé que el sueño tiene también diferentes edades, como las tuvo en su día Lulú. Y en estos momentos, cuando llevo la cana en ristre y no queda bien que tire la caña, el dormir mengua incluso con la hipnosis.

¿Estaré entrando en la senectud de mi dormir?  ¿O me he aferrado en demasía al concepto de cabezada? No sé qué señales o actos deben ligarse para converger en un apacible sueño de más de cuatro horas. ¿Será que Morpheo no tiene suficiente pujanza para abrazarme toda una noche? Debe ser que mi estado rem es más endeble de lo que pienso, o existen numerosas trabas que me impiden deslizarme más de cuatro horas a través del letargo.  No puedo concebir el resto de mi vida durmiendo así, porque cuando llevo dos horas despierta, dando vueltas y vueltas en la cama, sin poder controlar los suspiros de la mente, ni los calambres ni las tensiones de mi cuerpo, atisbo el desespero que sentiré al acercarme al dichoso segundo antes de que suene el despertador, cual corneta en campamento militar, y deba levantarme, me sienta como me sienta, sin haber pasado antes por el amodorramiento propio de un  estado de coma. Y aunque la anterior frase parezca larga, nada comparado con el eterno estado de vigilia en que se convierten mis noches. ¿Será la edad?, o ¿mi inutilidad para saber dormir?

Cada mañana, cuando suena el despertador, más que un ser viviente quiero ser un ser durmiente, como la Bella, eso sí, sin príncipe ni princesa que venga a tocarme las narices.

22/4/15

Rareza

Ríanse ustedes de Alonso Quijano, que lo que no me pase a mí, no le pasa a nadie. Me he levantado esta mañana y ya me sentía rara, pero no soy de las personas que se escanea minuciosamente hasta dar con el epicentro de la anomalía, ni de las que piensa que algún día les pueda pasar lo que a Gregorio Samsa. Así que no me he hecho demasiado caso y me he metido en la ducha; lugar en donde la cabeza vaga lejos del cuerpo y por, costumbre adquirida, te “higienizas” sin conciencia de hacerlo. Ha sido en el momento de aclararme el pelo cuando me he dado cuenta de que algo me pasaba. A penas me mojaba el agua. Si tiraba la ducha más hacia mi espalda, solo notaba que me salpicaban pequeñas gotas, y si la desplazaba hacia delante, me ocurría lo mismo. No conseguía  notar el chorro de agua cayendo sobre mí como de costumbre. ¿He perdido sensibilidad cutánea? ¿O tengo un lupus de esos de los House? La mente es muy traicionera en estos momentos en los que los nervios se empiezan a apoderar de tu ser y el misterio principia a crear angustia. ¿Qué me pasa? Necesito mirarme en el espejo.

Mis ojos no podían dar crédito a lo que veían, mi mente no podía asimilar mi nueva realidad. Nada más lejos de lo que hubiera podido imaginar nunca: había perdido una dimensión. Sí, sí, así como suena: solo tenía dos dimensiones, como las cartas de corazones de Alicia. Qué difícil es mirarse ahora, se pierde la perspectiva. ¿No será que siempre he tenido dos dimensiones y era yo la que me creía que tenía una personalidad poliédrica? No sé qué debo pensar al respecto, el pensamiento se me ha vuelto plano y acostumbrada a mover mis ideas sobre tres coordenadas, ahora con dos me da impresión de des-ordenadas. Si tan siquiera encuentro mis ejes, y mis hermosos pechos se han convertido en dos elpipses (perdí la ocasión de circunferencia con la edad) que equidistan del ombligo y forman un triángulo isósceles. Toma ya dos dimensiones. ¿Cómo me presente así en el trabajo? “Hola buenas, ahora soy un plano, que contiene solo dos dimensiones, eso sí, con infinitos puntos y rectas”. Y me siento en mi mesa a trabajar. Y mis compañeros me miraran boquiabiertos y ojipláticos sin devolverme el saludo devorado por la sorpresa. Me miraran de reojo o descaradamente los más cercanos y todos se preguntarán: ¿También tendrá el encefalograma plano?

¿Quién en estas condiciones podría ir a trabajar? Mejor me doblo dos veces y me vuelvo a la cama. Porque los sueños, sueños son (esperémoslo) y sobre planos no hay nada escrito. 

21/4/15

Ante el espejo

Uf, que pocas ganas tengo. Ahora resulta que toca examen de conciencia. Mejor peluquería o de tiendas. Pero debo tomarme en serio y si toca, toca. Buf, qué pereza ahondar en lo recóndito y surcar fondos que me resultan dolorosos. Respiro tres veces y me posesiono de valentía, pero qué miedo me da desvelarme. ¿No puedo dejarlo para otro día? No me conformo con vagas impresiones, pero ¿un examen de consciencia a palo seco? Mejor antes un gin tonic que enfatiza la retrospección. Es que hoy me encuentras con la voluntad atrofiada, casi inoperante. Vale, no me mires así, debo reafirmarme en mis propósitos y huir de la recursividad. Lo intento, pero, mal momento, tengo el interior impregnado de abulia existencial. Mal día me reclamas. No me mires así, te he dicho. No me vengas con exigencias o apago la luz. 

20/4/15

Mis ideas

No voy a permitir que ninguna de mis ideas me someta a una tiranía mental. Las quiero libres, abiertas, preparadas para asimilar cualquier cambio improvisto, sin ceñirse a nada ni a nadie, capaces de conducirme a esas elipses que concentran su propia esencia. Unas ideas que rompan con mis convenciones, adquiridas, estas, más bien por miedo a vivir y a traspasar la raya, que por propia creencia. Mis ideas deben tener un papel preponderante en mis creaciones sabiendo que las limitaciones resulten vitales para crear. Puede que alguna vez tenga que ralentizar su fluir para poder matizarme dentro de ellas, que no se me ofendan, es absolutamente necesario para su propia subsistencia. No quiero darles profusión, no sea caso que se lo crean demasiado y se apoderen de mi mente. Deben sustentarse por ellas mismas y les permito, por exigencia de su propia definición, tener el comienzo errático que deseen y acarrear con reminiscencias de otras ideas primitivas. Deseo que mis ideas tengan la pujanza necesaria para solventar cualquier largo y tortuoso conflicto que aparezca en sus caminos. Que se resitúen cada vez que pierdan el Norte, y que su personalidad sea lo suficientemente intimista como para sorprenderme cada vez que se iluminen. No me parece demasiado desear que mis ideas funcionen en mi mente a pesar de que ese pobre y denostado corazón es el que bombea su aliento.

19/4/15

Una madre

El título, estos días en los que estoy tan sensibilizada con el asunto madre, se me agarró al corazón y sentí la necesidad de leerlo. Lo pedí prestado, porque ahora dada mi incapacidad lectora, ya no me compro libros que luego se quedan en mis estanterías sin ser leídos. No lo empecé en seguida, como de costumbre. Me lo estuve mirando pensando que quizá no sería capaz de zambullirme en él.

Al abrir la primera página, ¡oh, dioses de las letras!, fue una ducha de sentimientos encontrados. Volví a sentir la necesidad de perderme en historias que no son la mía. Un gran libro para volver a caminar entre letras.
Palabra tras palabra ha ido tirando de mí, cual Quijote locamente perdido entre caballeros y molinos. Me he encontrado de nuevo. Sólo hacía falta tiempo para volver a reconocerme.

El libro es una maravilla. Me ha gustado muchísimo por lo bien escrito que está. No explica una gran historia, pero los personajes, para mí, son sublimes. La forma en que el narrador (el protagonista) nos los acerca permite ir construyéndolos poco a poco a medida que las informaciones se van completando. La figura de la madre, siempre al margen de todo y tan imprescindible en los momentos importantes de cualquier hijo, me ha conmovido lo indecible y me ha transportado a mis propios momentos, cosa que ha hecho que interrumpa la lectura, apoyando el libro en la falda, para poder pasearme por mis pasados. Los personajes, rotos por un motivo u otro, como yo, han sido parte de mi propio saneamiento, así que si lo pienso un poco, el libro me ha encantado por la enorme empatía que me ha despertado y por lo cercano que está a mi vida. Este ha sido el momento de leerlo.

Lo recomiendo, sin lugar a dudas. Ya me diréis, porque me gusta saber.

18/2/15

Bulo

¡Qué difíciles son de creer las verdades y qué fácilmente nos creemos las mentiras sobre los demás! Pocas veces ponemos en tela de juicio los juicios de los demás. Juzgamos creyéndonos con el conocimiento y el poder de hacerlo y lo llevamos a cabo con tanta asiduidad que ni somos conscientes de que estamos juzgando.
Alguien suelta una mentira sobre alguien y corre como la pólvora. A cada oído que llega, sale por la boca duplicada y se expande en progresión geométrica a la velocidad de la luz.
Esta vez, la víctima soy yo. No sé el motivo del bulo, pero es, en su totalidad, falso, infundado. Ha corrido de tal manera que, cuando apago el fuego por un lado, un ascua se activa por otro. Me increpan creyéndose en el derecho de hacerlo, desconfían confiriéndome el papel de ogro hipócrita. Medusa es quien me gustaría ser y convertir en piedra todas esas bocas que exhalan mentiras.
Y así paso los días, andando sobre arenas movedizas, hablando con la gente sin saber quienes son mis detractores. Se corta el hielo, saltan chispas, y lo que es peor: no las se ver venir, pues me caen de todos lados. No sé cuanto más voy a poder aguantar.

17/2/15

Rebajas

He rebajado mi vida hasta la altura de un saldo. Un saldo de aquellos que siempre permanecen en el montón. Un saldo de aquellos que a pesar de ir de mano en mano nunca llega a gustar lo suficiente para ser adquirido.
He rebajado mi alma hasta el mismo precio del vacío. No hay olores que me recuerden a antaño; no hay olores que contengan vida. Devengo, luego no existo. Ni un ápice de alegría en los rincones de mi ser. Ten paciencia, todo pasa, me digo aun a sabiendas que esta vez no va a ser así. Dentro, hecha girones, imposible coser tanto desgarro.

16/2/15

Procrastinación

Debo diferir las ansias de comerme el mundo. No es momento. La idoneidad será cuando me impele el corazón con nuevas ganas de amar. Ahora aun no tengo suficiente fuerza impulsora para este nuevo periplo que he empezado con pasos inseguros. Cuesta conceptualizar lo que me ha pasado. Implosioné y ahora me desconozco. Actúo con respuestas de índole diversa y  me zambullo en el fulgor de mis emociones, poco convincentes, con reparo y temor, pues no quiero dejarme empapar por el efecto de ningún flujo emocional. Exhalo mi aliento creativo y me repliego, con introversión en la mirada. Sumergida en oscura sustancia profunda en espera de que algún acicate me espolee.

15/2/15

Ánimos

Ánimo ninguno. Todo el tiempo del mundo y no me apetece hacer nada. Salir pronto del agujero. Acojo resignada el abandono. Todo el que siembra recoge. Y a mí me obligaron a sembrar a destiempo. Por eso ahora sólo recojo hierbajos y brotes secos. 
A veces pienso que yo no pedí vivir, sin embargo, me toca hacerlo.

12/2/15

Conversaciones con tecnología


A noche, hablaba por teléfono, una de esas conversaciones en las que no hace falta justificarse en nada porque se puede hablar corazón en mano y razón sobre los hombros, cuando, viniendo al caso, he dicho:
─Hoy he leído una cosa que me ha encantado. Espera que te la leo: “Tanto si me odias como si me amas, las dos cosas están a mi favor. Si me amas, estoy siempre en tu corazón y si me odias, estoy siempre en tu cabeza.”
─Chulísimo, es como aquel de: “Que hablen de mí aunque sea mal”. Espera, que te envío un vídeo por “Guap”:


Me encanta la tecnología punta cuando apunta al sentimiento.

10/2/15

También esto pasará

Gané una apuesta y fue mi premio;  porque es un buen libro y para que pudiera aferrarme al título. Me lo leí en un par de días, a la velocidad con la que leía antes, abrazada a la tranquilidad y a la soledad, antiguas compañeras.
El libro es veloz, interesante, rompedor, descorazonador, real, cercano, abismal para el pensamiento, preámbulo de cualquiera de nuestras vidas. Lo recomiendo; lo he dejado y está gustando tanto como a mí. Ya me daréis vuestra opinión, si os apetece.

9/2/15

Primer paso

He guardado mis ilusiones en una maleta, bien dobladas y aplanadas para que quepan todas. Ya no las necesito para vivir. Las subiré al altillo y las pondré al final de todo, para que me sea difícil sucumbir a ellas. Me gustaría olvidarme bien pronto de su existencia. Me ardían en el alma y necesito sobrevivir. Tremendo el devenir que me espera, sin horizonte, caminando en el vacío para no dejar huella.

10/1/15

Truco del almendruco

Dar un paso cada día y volver a descubrir que tienes ilusión por vivir. Activar de nuevo todos esos resortes que te hacían ser feliz. Disfrutar de lo que tienes y caminar hacia aquello que deseas. No es más complicado vivir. Luchar contra tu mente cuando te pone trabas que no existen, pero por lo demás, vivir, devenir sin ir a la deriva. Caminar.

7/1/15

Fin de festividades

Por mucho que pretenda creer que el tiempo no pasa y me obstine en seguir utilizando bragas contemporáneas en vez de las de cuello largo no me puedo engañar, ni puedo engañar a nadie. Me he convertido en un ser errático incapaz de cumplir con los propósitos que se propone a corto plazo. E intento relajarme con el tema, pero vuelve con pertinacia susurrando, “no has hecho lo que te proponías” y acribillando mi moral.
Ante mí, toda esa ristra de festividades, que en principio, me otorgaba todo el tiempo del mundo para dedicarme a esa lista de quehaceres, placenteros y obligatorios, que se llenaba de polvo en un rincón de mi mesa de despacho y que continua llenándose.
Y parezco bisoña en el arte de organizarme, pero de nuevo, perdido ese tiempo maravilloso no me va a quedar otra que menguar la lista en los intersticios del día a día, que son mínimos. Y sé que por muchas aserciones que me haga, no voy a poder hacerlo, sin poder, así, librarme del sentimiento de culpa, que yo misma me impongo.
¡A esperar de nuevo vacaciones para disponer de tiempo! (Qué triste, cómo me engaño).

5/1/15

Escrito a gritos

A veces pienso que estamos cambiando a una velocidad difícil de digerir por nosotros mismos. Leía hace mucho tiempo que la naturaleza, sabia como siempre, marcaba el paso del tiempo en nuestro rostro, de una manera inapreciable para nosotros mismos, de forma que la asimilación de la edad fuera lo menos brusca posible. Me pareció coherente la idea; todo el mundo necesita un tiempo de aceptación del cambio.
En la actualidad, de un pequeño tiempo a esta parte, la sociedad (los humanos, en concreto) se ha vuelto más ruidosa, descaradamente ruidosa. Puede que nos estemos volviendo sordos. No es de extrañar que esos auriculares introducidos en el conducto auditivo, sonando hacia adentro y reverberando hacia afuera, estén haciendo fosfatina nuestra audición y por ello debamos aumentar el volumen de nuestra voz (y me refiero a la acepción literal, que la otra la tenemos bien callada).
En uno de mis cumpleaños, mis padres me regalaron mi primer móvil, en los inicios de estos. Me iba a trabajar fuera y pensaron que no me vendría mal estar comunicada. La primera llamada que recibí fue de mi madre. Me avergonzó tanto que la reñí: “¡mamá!, que estoy en el autobús”. Ahora estoy del todo acostumbrada a recibir llamadas en cualquier sitio o situación, pero siempre tengo consciencia de donde estoy y de qué tipo de conversaciones puedo tener en lugares públicos. Nunca me ha gustado que la gente se entere de cosas que no le importa.
Pero parece que se empieza a perder la vergüenza del todo. Muchas personas mantienen conversaciones a voz en grito sobre intimidades o sobre puntos de vista que a mi parecer son viles y bajos, sin consciencia alguna que todos los que estamos allí estamos escuchando con obligatoriedad.
Antes, hablar a gritos era símbolo de incultura, supongo que esta connotación ha debido pasar a la historia. Quizá gritamos porque ahora, más que nunca, debemos afianzarnos, ya se sabe que la inseguridad es muy traicionera. O, quizá, sea que, como me he hecho mayor, me he vuelto más cascarrabias e intolerante y “cosas”, que puedo que yo misma hiciera, ahora no las soporto en los demás. O por último, quizá, tanto móvil, tanta tablet, “tantatontería” desmesurada está acabando con nuestro (saber estar, saber ser) nivel comunicativo.

4/1/15

Nada cambia, ni siquiera el agua del río

Miro hacia un lado, miro hacia el otro. Silencio y normalidad. Parece que este año nuevo no nos ha traído nada de su adjetivo. Nos seguiremos aburriendo por ofuscación, seguiremos cayendo en la vacuidad y nos emocionaremos ante esa “salvación”, ahora cromática, de fácil efectismo y pródiga en palabras. Lejos queda el análisis de las diferencias ontológicas que nos hacía crecer. Permanecemos ínfimos y exhaustos por nuestra pequeñez y nuestra vida deja de ser un devenir para ser un permanecer, cualidad propia del parasitismo, pero sin las ventajas del beneficio.
Y por ahora me voy a callar, porque como decía Voltaire: “el secreto de aburrir a la gente consiste en decirlo todo”.

2/1/15

Mal día, supongo

Espero sentada, porque la edad no perdona y mi salud de romanticismo decadente lo necesita, el detonante que ponga en juego la ilusión para seguir adelante. De la vida, su esencia, ahora me resulta inaprensible y discrepo continuamente de su amalgama vital. Cansada me debo hallar. Cansada y defraudada de la condición ignota y recóndita del ser humano.
Paso a paso, pierdo esa efervescencia intelectual que desprendía mi discurso y me convierto en una persona anónima y encallecida por la decepción. Se apaga el pulso que latía bajo mis palabras bajo la continua erosión del culmen de mi persona. Acabo ya esta  elegía esperpéntica sin rima que no conduce más que a la aniquilación de mis pulsiones inconscientes.

1/1/15

Empiezo el año con un adverbio de negación. No; no pienso hacer un listado de propósitos para este nuevo año, ni nada que se le parezca. Así sea. No es negativismo, ni pesimismo, sino practicidad. Demasiados años haciendo listados cada vez más eternos porque se acumulan de un año a otro. Fin de la historia. Rompo con todo. Cambio radical. Yo también he cambiado, las circunstancias, ya se sabe. ¿Por qué no pueden cambiar mis ideas, entonces?

A coger el toro por los cuernos. Cada vez que la vida me enfrente a algo lo convertiré en propósito. ¡Qué mejor manera de burlar su ironía!