He rebajado mi vida hasta la altura de un saldo. Un saldo de
aquellos que siempre permanecen en el montón. Un saldo de aquellos que a pesar
de ir de mano en mano nunca llega a gustar lo suficiente para ser adquirido.
He rebajado mi alma hasta el mismo precio del vacío. No hay
olores que me recuerden a antaño; no hay olores que contengan vida. Devengo,
luego no existo. Ni un ápice de alegría en los rincones de mi ser. Ten
paciencia, todo pasa, me digo aun a sabiendas que esta vez no va a ser así.
Dentro, hecha girones, imposible coser tanto desgarro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario