31/12/10

Solo para ti

Por favor, léeme línea a línea y entre líneas, pues quiero que mis palabras se muevan por tu interior como si una corriente de calor te cambiara la polaridad de tu persona. No va para nadie más que para ti, así que todas las demás absteneros de leer este escrito, que más que un escrito es un susurrado, pues de tan acuciado deseo pierdo hasta el aliento.

Sin poder tenerte. Sin poder tocarte. Sin que lo sepas. Te hago el amor cada noche perdida entre sábanas de insomnio. Desnudo la imagen que creo de ti en mi mente y poco a poco, mis manos empiezan a acariciarte y empiezo a acariciarme. Tú eres yo y yo soy tú, pues fundo la percepción mental con la física y te hago gozar mientras gozo; no aguanto más sin tocarte. Somos la fusión de dos cuerpos que buscan complementarse sin dejar espacio entre ellos. Emanamos la agresividad que provoca el juego de mandar sobre la otra mientras que la sumisión de deshace en anhelos. Mis dedos se hallan perdidos por tus adentros y mis adentros, notando la cálida humedad desde mi sexo hasta mi cerebro. La boca se me hace agua y jadeo. No quiero llegar a culminar el acto porque se me acaba el sueño. Qué erótico es desearte y no tenerte y morir cada noche en el intento.

30/12/10

Anónima

Ella empuja un carrito verde. Barre, barre y barre y echa dentro del cubo que hay en el carrito verde toda la porquería que va recogiendo de las aceras. Me la suelo cruzar cada día en el mismo parque. Mientras yo camino con prisa hacia mi trabajo, junta con una escoba la hojarasca y los papeles esparcidos por el espacio de los columpios. Los primeros días, ni la vi. A pesar de que el tiempo no me apremia tengo la costumbre de caminar rápido como si llegara tarde a todos los sitios y con el pensamiento velozmente adelantado solucionando problemas de antemano que lo mismo nunca llegan a surgir.

No sé que fue, si es que la imagen se volvió cotidiana o si aquel día no estuve perdida en mis pensamientos, pero la miré. Nada más verla, descubrí que ya lo había hecho antes, lo que en realidad hice en ese momento fue fijarme en ella.

Tiene una cadencia de barrido lenta, acompaña la suciedad con la escoba hasta el lugar donde la va amontonando. En su gesto, no se descubre brío ni energía alguna, más bien parece monótono y carente de vida, pero no por ello certero y efectivo.

Al día siguiente, camino con más lentitud, necesito conocer más sobre ella, su forma de barrer, tan diferente a la mía, me ha creado una inquietud curiosa por saber detalles sobre ella. Barre sin escuchar música, eso es que prefiere escuchar sus pensamientos. No levanta la vista de su trabajo, pero, ahora que la observo con más atención, tengo la sensación de que barre de forma automática. No veo ya por ningún lado la cadencia que el primer día creí ver.

Los siguientes días, cuando pasaba por el parque, la veía haciendo lo mismo: barriendo, sin más. ¿Cómo había podido tener esa sensación el primer día que la observé?

Una vez más, pasé por delante del parque, temprano, como siempre, pero esta vez paseando, mirando los árboles, los columpios, los bancos, pero sobre todo a ella. Debía controlar la hilaridad de pensar que nadie pasea a las siete de la mañana por muy primavera que sea. Descaradamente me senté en uno de los bancos del parque, el que mejor me permitía observarla. Era absurdo pasear sin querer avanzar.

Me senté como quien espera a alguien. Como quien espera a alguien y no tiene prisa a que llegue. La estuve observando un rato. Barría y barría y no levantaba la vista del suelo. Miré el carrito con el que el ayuntamiento dota a todo barrendero y pude observar que se veía pulcro y con la bolsa de basura puesta con conciencia en el cubo. Arriba, colgando del asa que se utiliza para empujarlo colgaban de una cadenita de plástico casi una docena de chupetes.

Cuando volví mi mirada sobre ella había dejado de barrer. Me miraba tristemente. Me había sorprendido observando sus chupetes. Se acercó a mí arrastrando la escoba por detrás de ella. Se plantó delante del banco y me dijo:

—Soy incapaz de tirarlos.

—¿Por qué?

—Cuando eres joven tiras todo lo que te molesta, así, sin pensarlo, y luego, nunca más lo puedes recuperar. Y por mucho que revuelvas en la basura lo vuelves a encontrar.

—¿Qué tiraste tú?

—A mi bebé.

Y sin esperar mi reacción se fue hasta el lugar que antes estaba barriendo y continuó haciéndolo con esa cadencia vacía de toda vida.

29/12/10

¿Quién quiere lógica si de mi se trata?

“Nos tomamos muchas molestias para fabricar nuestros pesares y nuestros temores.” Alain

Poco a poco, ladrillo a ladrillo, construimos ese pozo en donde lanzar y olvidarnos de nuestros miedos, de nuestras penas. Lo único que conseguimos así es enquistar como la ostra enquista en perla un grano de arena, agrandándolo poco a poco. Nuestro enquiste carece de la belleza de la perla, su belleza radica en la posesión de un corazón propio, latente y destructivo que un día explota haciéndonos reaccionar de forma que el prójimo no entiende, pero que nos define.

Podría rascar cada uno de los enquistes y tirar mis pesares y mis temores bien lejos de mí, pero haciéndolo, desaparecería con ellos. Soy quien esconde sus miserias y las rodea de olvido, y las entierra en las profundidades de su ser. Sin ellas no soy ni existo.

28/12/10

Diario de un ama de casa desquiciada

La vida no sé si es curiosa o si es muy ella, el caso es que siempre impera sobre nuestra voluntad. Con ello quiero decir que me las prometía feliz delante de mi ordenador, sacándome trabajo atrasado de encima y acabando futuros trabajos a los que luego no tendré tiempo de dedicar, pero no ha sido así. Se requería mi presencia familiarmente, el router dijo basta y mi estado anímico necesitaba un descanso de todo, así que llevo más o menos una semana perdiendo el tiempo entre unas cosas y otras. Ahora, eso sí, todo el arrepentimiento me aflora y la necesidad de recuperar el tiempo perdido se alza en ristre. Y ¡aquí estoy!, actualizando mi blog a modo de calentamiento para embestir esas famosas listas que, no han aumentado, pero tampoco han disminuido.

Eso sí, he leído. He leído de aquella manera que me gusta leer a mí: medio estirada en el sofá y de forma seguida, empalmando un libro con otro. Parando para prepararme la comida y poco más. He leído y me he reencontrado, pues andaba un poco perdida en las necesidades de los demás y esto suele ocurrir cuando una no quiere enfrentarse con su propia vida.

El libro está bien, se lee muy rápido. No me ha apasionado como otros, pero estoy contenta de haberlo leído. Precisamente, conozco a una mujer que se halla un poco en esa situación y al ir montando el personaje me la imaginaba a ella. Se lee con una sonrisa en el alma, pero sin llegar a la carcajada. La historia no es más que el escenario para poder presentarnos al personaje así que casi ni me acuerdo de ella. Como su nombre indica pertenece al grupo de diarios, pero así como en Bridget Jones todo el rato eres consciente de que estás leyendo un diario, aquí la narrativa es mucho más cercana a la novela, al menos, yo me olvidaba que era un diario hasta que veía que cambiaba de nuevo la fecha del capítulo.

Justo acabarlo inicié la lectura de otro, que tengo a medias aún y del cual os hablaré más adelante, en el que sí que me estoy muriendo de risa, más que nada por la ironía con la que se nos explica la historia. ¡Qué gusto leer! De verdad, no entiendo cómo puede haber gente que no haya descubierto la magia de la lectura. Ya sé, porque lo veo, que se puede vivir sin ella, pero cómo yo no podría me es casi imposible sentir empatía por estas personas. Me gustaría que vieran el asunto desde mi perspectiva. En fin, supongo que si la lectura fuera placer de todos, aun serían más caros los libros. Mejor me callo.

19/12/10

Picnic en Hanging Rock

Esta es una de mis editoriales preferidas y si el libro está escrito por una mujer, mejor aún. Así que por esta vez todo coincide. Me lo he leído casi de un tirón, con ganas de llegar al final y saber cómo acababa. A pesar de ello he disfrutado con cada una de las descripciones y sobre todo con la manera en que la autora tiene de sacarnos de la historia que para volver a la novela.

He estado buscando la película, pero no la he podido encontrar. Me hubiera gustado ver cuán fidedigna era.

Vale la pena su lectura, de verdad.

17/12/10

Lo que me faltaba

Como necesito un descanso mental y a la vez físico, que tengo los glúteos agujetosos de andar todo el día encorvada como el mango de un paraguas, sin quererlo, prometo, casi, que ha sido sin quererlo, me he vuelto a enganchar a los juegos de aventura gráfica. Siempre han sido mis favoritos. Los de arcade están bien, pero sólo para un rato. Luego, me aburren. Los simuladores, nada, nunca he conseguido dominar una. Creo que me harté de estrellar aviones y coches de carreras. Me gustó mucho el famoso de la granja, pero como soy un ser asocial me cansé de inventarme vecinos.

Ahora estoy metida en LA AVENTURA, jugando a ser Sherlock Holmes y en ocasiones Watson. Me estoy divirtiendo, pero nada que ver con mi maravilloso Monkey Island, o Maniac mansión y sus tentáculos, o incluso mi Indiana Jones.

Creo que empecé jugando con el primer juego que se inventó de aventura gráfica, el LOOM. Era un aprendiz de mago que al ir viviendo experiencias aprendía nuevos hechizos que se lanzaban tocando una musiquilla con el teclado. Para mí, que venía de la máquina del millón y el futbolín y más tarde el tenis y el comecocos, aquel juego fue un verdadero shock. Miento. Ahora recuerdo que tuve un Spectrum y que jugaba a un juego bastante infantil en el que eras un jardinero que tenía que ir matando unas abejas que se te comían la flor, no pienses mal, que te conozco (sí, va por ti), y las matabas a base de echarles un insecticida encima.

Bueno, el caso es que estoy más feliz que un azofaifo (més feliç que un ginjol).

14/12/10

La lista de Dintel

Cuando el trabajo ataca, como en esta temporada, una forma de que deje de martillear mi cabeza es escribir una lista exhaustiva de todo lo que tengo que hacer. En un DinA4 apaisado coloco dos columnas: la de la izquierda es la del trabajo más inminente a tener acabado y la de la derecha es del trabajo que será el inminente cuando la primera inminencia esté acabada. Cuál es mi sorpresa cuando descubro que de la primera columna voy tachando trabajos hechos (cosa que produce gran placer) a la vez que voy añadiendo más (cosa que se acerca más a la desesperación). ¿Llegaré a tachar alguno de la segunda columna? Una nueva inquietud martillea mi cabeza.

12/12/10

Turronada

Famosos se han hecho los turrones de dintel que esta vez los hemos hecho en un lugar casi idílico. Un grupo de cuatro cocineros, reunidos con un solo objetivo: turronar. He aquí el resultado.































Agost de Tracy Letts, dirigido por Sergi Belbel

Últimamente me apetece ir poco al teatro. Mi vida se ha vuelto mucho más casera y ermitaña, sin ganas de salir por el mundo ni ver lo que este tiene que ofrecerme. Después de la dura (cansada más que dura) jornada de trabajo lo único que me apetece es regresar a mi hogar a disfrutar de ese merecido “descanso del guerrero”. Pero ayer me convencieron, no sin oponer resistencia, pues me levanto a las cinco y la obra duraba de las 20 horas hasta las 00 horas 15 minutos. ¡Cuatro horas y cuarto! ¿A quién no le echa para atrás este simple argumento? Dormiría, si todo iba bien, casi las mismas horas que dura la obra.

Otra de mis dudas, era el miedo a tener que luchar contra el sopor, aquella sensación de que el ritmo de la obra se convierte en una suave cadencia y los focos del escenario más amarillentos que nunca hacen aflorar el cansancio del día, al cual la monotonía del diálogo le sirve de nana; tú luchas por mantenerlos abiertos y cada vez que levantas los párpados la escena ha avanzado un cierto tiempo. Esa sensación es horrorosa y mucho se acentúa cuando descubres que tus vecinos de asientos son conscientes de tu estado porque unos chivatos cabeceos los mantienen en todo momento informados.

No. No sucedió nada de todo esto. Si el montaje era brillante, el texto lo era mucho más y la interpretación, divina. Emma Vilarasau y Anna Lizarán estuvieron brutales. No sólo ellas, que me encantan, si no todo el elenco. Conociendo a Sergi Belbel, el director, era de esperar; en ningún momento pensé que la obra pudiera fallar por el casting.

También disfruté mucho de la estructura de la obra, de cómo el autor dosifica la información y nos la hace llegar. El humor es vehículo de transmisión pero también de distensión. La cruda realidad que nos muestra va adquiriendo una tonalidad de acidez que no desaparece hasta el desenlace final, donde la violencia de los hechos hace reducir la propia respiración a la mínima existencia.

Esta es la obra que siempre he querido escribir. Cuando la pereza me venga dadme una patada, no hay excusa para dejar de ir al teatro. Por cierto, mi crítica no es más que mi opinión, y una opinión no sienta cátedra.

8/12/10

Tiempo de vida

Me compré este libro porque mi segunda novela (aun no he acabado la primera) quiero que trate de un padre. De la relación de una hija con un padre. Por eso, cuando me lo aconsejó mi librero no dudé en comprarlo. Me costó un poco engancharme, a pesar de que me interesaba la forma en la que trataba el tema de la relación con su padre. Por primera vez me he leído un libro desde un punto de vista analítico con la estructura, el lenguaje, y “los recursos” que el escritor emplea. No es la manera en la que yo quiero escribir el mío, pero me ha ayudado mucho.

Al concluir el libro me he dado cuenta de que me había llenado. De que a pesar de que esta vez la lectura era un ejercicio he disfrutado con la trama y con los personajes.

Volví a la librería mientras me lo estaba leyendo y hablando de él con mi amigo librero me dijo que estaba gustando bastante y que se empezaba a considerar como bueno. Al no haberlo concluido no supe qué opinar. Ahora, sí, creo que es bueno, muy bueno. Más que nada por la forma de explicar una relación, que según parece es autobiográfica. A mí me ha valido mucho la pena leerlo. No os puedo decir más.

En el post anterior copié un fragmento que pertenece a este libro.

7/12/10

La vida no se detiene

Es tan difícil encontrar palabras de consuelo. Y más que palabras, pues me hallo sumida en el silencio, es difícil encontrar rincones en las entrañas donde el pensamiento no pueda acceder. Sucedió este día 3, una llamada anunciaba tu partida. Desde entonces busco el tono en mi escritura y el temple en mi persona. Busco palabras con las que llenar hojas y hojas evitando así derramar el vacío que siento pánico de poseer.

Leo:

Se necesitan muchos días sin oír al teléfono la voz de una persona para acostumbrarnos a su ausencia: se necesitan muchos días reprimiendo el impulso de llamarla para acostumbrarnos a que ya no contestará, se necesitan muchos días guardándonos comentarios que solo a ella haríamos para acostumbrarnos a que en adelante será así, se necesitan muchos días preguntándonos qué diría de algo sobre lo que, sabemos, tendría opinión más certera que la nuestra para acostumbrarnos a que a partir de ahora deberá bastarnos con nuestro criterio, se necesitan muchos días mirando sus fotos para acostumbrarnos a que son las fotos de un muerto, se necesitan muchos días contemplando lo que nos legó para acostumbrarnos a que ya no es suyo sino nuestro, se necesitan muchos días haciendo recuento de vivencias comunes para acostumbrarnos a que jamás se repetirán, a que solo nos queda la memoria. Una memoria, además, que no permanece inalterada.

Leo esto, concuerda con lo que siento y desespero.