27/12/11

El son de mis palabras

La crisis también ha llegado a mi espíritu. Lejos de los abundantes días de escritura, sentada en el rincón del tedio, con los pies balanceándose sobre lo que un día fueron ilusiones y proyectos, me hallo silenciosa, escuchando el ulular que el vacío provoca recorriendo mis neuronas.

Quiero motivarme y no puedo. Siento que he caído en aquel profundo pozo de desidia que conduce al olvido.

Veo imágenes, tengo ideas, siento nostalgias, amores no vividos, rabias, denuncias y felicidad junto a tu lado, pero no hallo manera de convertirlo en palabras. Sentadas en el rincón opuesto a mí, me miran y se sonríen, libres y libertinas, gritándome en un infinito canon: ya no bailamos a tu son.

18/12/11

Esa extraña soledad

Siento esa extraña soledad de saber que ya no estás y sin embargo te veo en los rincones de casa. Estás tan dentro de mí que ya no noto las separaciones. Esa fragancia melancólica que deja la añoranza, ahora, es un leño más que arde para acentuar el deseo. Es tanta la felicidad a tu lado, que entre nosotras ya no existen ditancias.

13/12/11

El jardín olvidado

Antes de ayer recordé mis primeros años como lectora y la verdad  es que me encantó. Recuerdo cuando apenas tenía obligaciones (los deberes del cole los hacía entre clases y estudiar poco, porque se me quedaba muy bien lo que me explicaban) y tenía un libro o dos de Los Cinco entre manos. Los viernes, con la paga semanal, me podía comprar hasta cuatro libros en el quiosco de la esquina de casa, cosa que le encantaba al quiosquero y me lo demostraba regalándome una pequeña bolsa de chucherías (entonces, bien distintas a las de ahora: creo recordar que eran aquellos caramelitos de menta casi cuadraditos y también los de “cubalibre”, que me gustaban mucho porque sabían a cola). Llegaba a casa contenta como un azofaifo (traducción literal del catalán) y me sentaba en un sillón del comedor y leía y leía y leía, empalmando un libro con otro hasta que me los acababa.
Volviendo al tema: antes de ayer me acordé de esto. Me habían dejado el libro y debía devolverlo ayer lunes;  fue pasando el tiempo sin empezarlo a leer. Así que decidí dedicarle el domingo. Me desperté, como de costumbre sobre las cinco de la mañana, me puse en el ordenador a cumplir unas obligadas tareas que no podía retrasar más. Cuando acabé, de un salto me planté en el sofá del comedor y ahí estuve leyendo hasta que por la tarde me acabé el libro. No sé si tenía seiscientas o setecientas páginas (me olvidé de mirarlo y ahora no lo tengo para comprobarlo). Qué placer tragarse toda la historia junta. Una historia de esas que pasan muchas cosas y unas llevan a otras sucediéndose los misterios. Me lo puse todo en vena y tuve la misma sensación de cuando me veo seguida toda una temporada de alguna serie. Me encanta, la verdad.
El libro es estilo best seller. La información está explicada en diferentes épocas y protagonistas. Me gustó esta manera de narrar la historia. He visto que la misma autora tiene un libro anterior y otro posterior, voy a ver si los consigo. No me los quiero comprar porque son del tipo que regalo una vez leídos y ahora, en tiempos de crisis, mejor comprarse libros de esos de los que nunca te vas a deshacer. El libro es perfecto para unos días de vacaciones lluviosos. Por cierto, otra cosa que me gustó es que tiene reminiscencias de Dickens, de mi estimado Dickens.

12/12/11

Antes de dormir

Duérmete. Húndete en mí. Protégete de la oscuridad hasta que el día empiece a filtrarse por las grietas que deja la persiana. Sorbe mi calor con tu cuerpo y embellece tu sueño. No temas a las tinieblas del cuarto que flotan porque mi abrazo impedirá su acceso. Haz que tu aliento en mi cuello caliente la violenta indolencia del deseo. Deja que tu respiración, cual música dormitando sobre su instrumento, se acompase a mi corazón y el ritmo de este repercuta por todo el lecho. Sella mis labios con tus besos y hazme callar. Infíltrate en mis pensamientos, quiero hacerte gozar. De amores y locuras tenemos las caricias llenas. Toquemos juntas el techo y descendamos hasta los infiernos.
Mi boca, ahora sobre tus dedos quietos y los cerrados párpados volcados donde tu aliento, alimentarán la noche y esta, todos  tus sueños.

11/12/11

En el fulgor

El estertor de la muerte acecha bajo el dintel de mi habitación. El edredón, protector en algunos aspectos, me aísla irremediablemente de la libertad y me obliga al enfrentamiento entre la entraña y  la mente. Los golpes vuelan sin dueño y en cada sacudida se esboza un pensamiento inconcluso, rastrillado por el tedio de las palabras que un día dejé de escribir. La muerte exhala sueño, pero la encarnizada lucha no entiende de sutilezas y continúa batiéndo el pensamiento contra la digestión. Mientras, yo archivo el aliento que un día dejaré de respirar. ¿Dónde está el final de mi cuento de hadas? ¿Por qué el mío no se escribió antes de mi nacimiento? Fallan las fuerzas, la lucha cede. La muerte pierde todo el interés y desaparece llevándose el frío de la batalla en tablas. Yacen exhaustas mis combatientes. Dadme una pluma, rápido.