31/12/09

Último día, que no ultimatum

Tengo varios posts a medias y quería acabar alguno para publicarlo hoy, pero, al final, he pensado que es el último día del año y que, mientras que toda España está haciendo borrón y cuenta nueva de este 2009, yo no podía ser tan marciana y mantenerme tan alejada de esta maravillosa tradición del último día. Repaso, repaso, repaso.

Ahora mismo estoy en la cama, enferma (sí, esta noche me tomaré doce ibuprofenos con una buena copa de bisolbón y brindaré por este expectante año que voy a empezar horizontalmente, cosa que siempre había deseado pero compartiendo cierta actividad física, ustedes ya me entienden) y como no tengo mantita eléctrica, me he puesto el portátil encima, que una siempre tiene sus ciberrecursos.

Hace tiempo que aprendí a aceptar los reveses de esta vida y siempre, siempre, guste o no guste a mis allegados, encuentro un motivo de humor en todas las situaciones. Y me da igual lo que piensen de mí, cosa que creo que es normal porque es lo que conlleva crecer y madurar, que te vuelves pasota ante los juicios sobre ti. Se supone que la edad, son los galones (como medida de capacidad etílica, también) que te permiten cada vez dar menos explicaciones y hacer más lo que te da la gana. Pronto llegaré a Capitán General de esta vida.

Recuerdo el año en que, por fin, empecé a ser dueña de mis silencios. También era un 31 de diciembre, el primero que pasé sola, en mi casa, conmigo misma y mis circunstancias. Todo el mundo se esforzó en que aceptara su invitación, a una fiesta, a una cena privada, a casa de mis padres, con unos amigos en nosédónde… Pero yo quería celebrar aquella entrada de año conmigo. Ahí, descubrí cómo me llega a gustar mi soledad, mi silencio, mi presencia. De eso ya hace mucho tiempo.

¿Qué voy a decir de este año que está a punto de expirar? Este año ha sido genial, como todos los otros, porque tengo la suerte de recordar todo con humor, desgracias incluidas. Porque, no nos engañemos, la vida es un cúmulo tanto de alegrías y como de tristezas. Y demos gracias porque sólo en los contrarios encontraremos el verdadero baremo que nos va hacer apreciar la vida en toda su realidad. Así, que a pesar del cabreo monumental que tiene la Mosca Estremecida porque no vamos a ir a la fiesta que teníamos planeada y nos vamos a quedar aquí en la camita, sin uvas ni cava, sin bailes ni conversaciones etílicas, yo estoy feliz, porque siempre, siempre, en cualquier situación estoy muy bien conmigo misma.

Os deseo unas Felices Risas y un Próspera evolución.

Ah!!! Y la Mosca también, que acaba de venir volando y me ha pegado una patada en la nariz mientras me chillaba: “No me dejes mal y felicita a esta gente el año de mi parte”. Y ahora la tengo estirándome de uno de los pelillos nasales, cosa que sabe me molesta mucho (creo que empiezo a añorar la verdadera soledad…)

30/12/09

Dimensiones

−Tu amor hacia mí es pequeñito −me dijo una tarde de sábado mientras estábamos mirando la tele sentadas en el sofá, con las piernas entrelazadas; mientras le masajeaba suavemente una pequeña área de su tobillo.

La miré y sonreí. Qué lejos estás de entender, amor. ¿No leíste a Juan Ramón en la escuela? Mi amor hacia ti es adimensional, porque es la idea lo que lo amplifica y lo hace universal.

En momentos así, no puedo menos que abalanzarme sobre ella y abrazarla y besarla y hacerle el amor y, en pleno orgasmo, dotarla de visión microscópica para que vea que todas mis partículas contienen una porción de ella.

Me enamora la sutil manera que tiene de reclamarme.

26/12/09

¡Y una mierda, escatología!

Qué felicidad le causé, el otro día, sin querer a la Mosca Estremecida. No es que busque que sea infeliz, ni que no me esfuerce para lo contrario, lo que ocurre, y ya se lo he dicho, que si su felicidad radica en esto que os voy a contar, que se haga plañidera o que espere sentada, porque si lo puedo evitar, nunca más volverá a ocurrir.

Ella no entiende que le haga defecar siempre en una cajita vacía de Ferrero Rocher y luego, por la noche se la haga vaciar y limpiar para tenerla preparada para el día siguiente.

−¡Con lo bonita que es la caca! Un montoncito aquí, otro por ahí y así, cuando vuelas, tienes un objetivo para posarte un rato y descansar. ¿No vas tú en primavera al campo? ¿No te gustan los prados y las flores? ¿Y su olor?

−No me fastidies, que no es lo mismo.

−Pues hazte a la idea de que mis defecaciones son una extraña variedad de orquídeas.

−Es que cuando no quieres entender algo…

El caso es que la conversación acabó así y nunca más tuve problema con ese asunto. Hasta el día de los autos, o sea, hace unos tres días, que le di motivo para divertirse de lo lindo y morirse de risa.

El otro día, después de hacer mis necesidades, tiré de la cadena y, contradiciendo la lógica de los vasos comunicantes y de los sifones, el váter empezó a aumentar su nivel freático hasta que regurgitó su contenido, cual fuente surgente de la naturaleza (no hago referencia a los geisers porque por aquí no hay, que lo sé de muy buena tinta, pero la sensación fue como si los hubiera).

Imaginaos la escena: suelo del cuarto de baño, zapatillas de estar por casa para tirar a la basura, tropezones (y no de los de apunto de caerse, que también) circulando a su libre albedrío, sensación de que nunca iba a parar de sacar agua la dichosa cisterna.

Cuando todo se calmó, que no, cuando “las aguas del río volvieron a su cauce” (que en este caso no fue así), recogí rápidamente el agua del suelo y sus sedimentos, fregué bien, tiré las zapatillas a la basura y me duché, tenía que ir a trabajar y ya iba justa.

Toda la mañana con el móvil y el administrador. Que si se había embozado mi váter. Que vale, que llamaría a un lampista. Que el lampista le había preguntado si era la única. Que no tenía ni idea, que no había hablado con nadie. Que no habían recibido otras quejas. Que bueno, que me daba igual, pero alguien tenía que arreglar mi váter. Que vale, que me llamaría el lampista directamente. Y me llamó. Resumo la llamaba: “Mire, señora, esto parece un problema suyo, por lo que el coste corre de su cuenta. En principio, si hemos de desmontar el váter costará unos 400 euros. Pero el problema es que es muy viejo y se puede romper. Si se rompe, serán 1600 euros”. Respuesta: “Estupendo, ya le llamaré”.

Como es de imaginar caí en una profunda desesperación. No estaba dispuesta a pagar 1600 euros por una cañería obturada y alguien tenía que solucionarme el problema.

Suerte, que cuando cuentas tu vida, todo el mundo te da consejos. Todos mis compañeros de trabajo me explicaron algún método para intentar desatascarlo yo misma. Así, que cuando llegué a casa por la tarde noche, venía armada con Sidol destascador, Salfumán, Silic Banc, Sosa caústica, guantes de goma bien largos, un cable gordo, una mascarilla de esas de la Gripe A y unas gafas de soldar del conserje de mi oficina. Y sobre todo, venía armada con toda la paciencia del mundo y la convicción de que lo solucionaría (porque no pensaba pagar ni un duro).

La cara de la Mosca Estremecida no tuvo desperdicio cuando me vio vestirme para la batalla. Me puse el chándal más viejo que tenía en casa, unas deportivas que uso para pintar paredes cuando es menester, los guantes, la mascarilla y las gafas.

En el váter, vacié un poco de agua con un cacharro viejo de la cocina. Con un colador de los chinos, pesqué lo pescable (dejémoslo así) y tiré el Sidol. Me esperé una hora, pero no pasó nada. Al tirar de la cadena volvió a subir el nivel y a desbordar. Lo recogí todo, volví a fregar el suelo. Esperé que se secara (eso fue lo más difícil, pues como llevamos varios días de lluvia, no hay manera de que se seque nada). Y mientras pensé: “no puedo mezclar ahora la sosa caústica ni el salfumán porque el Sidol puede contener algún producto que haga reacción y soltar algún gas nocivo, y claro, seguro que en el váter quedan restos.”

Así que volví a tirar de la cadena para que se vaciara de nuevo el váter y la concentración de Sidol que pudiera contener disminuyera. Repetí la operación de recogida de agua y me senté en el sofá dispuesta a llamar al lampista, en mi mente apareció una lápida que rezaba: Intoxicación por váter tozudo.

La Mosca estaba disfrutando de lo lindo, se la veía sonreír por debajo de la probóscide, pero no me dirigía la palabra y yo pasaba de ella. Sabía que podía explotar en cualquier momento. Iba de aquí para allá viendo lo que hacía y lo que pasaba. Y cuando la hilaridad le podía, se iba a mi habitación y disimulaba mirando por la ventana.

Iluminada por un rayo divino, como mínimo, se me ocurrió la idea de la ventosa. Pero… ¿cómo fabricar una? Creo que tardé casi una hora en tener la idea.

Cogí la fregona, la puse en una bolsa de plástico del súper, que até al palo con las asas para que no se soltara; me puse la mascarilla,las gafas y los guantes y al lavabo que me fui.

Como si fuera un deshollinador, estuve presionando la fregona embolsada con el fondo del váter, haciendo vacío y dejando entrar aire. Repetí la acción tres o cuatro veces, hasta que derepente, se oyó un ruido de agua-aire-ynoséqué y se vació todo el váter. Levanté la fregona despacio, esperando que pasara algo. Pero no pasó nada. Expectante, tiré de la cadena y comprobé que funcionaba.

Esa noche dormí muy feliz.

Fue a partir del día siguiente que la mosca empezó a hablarme; al principio no dijo nada sobre el tema, pero luego, fue ganando confianza hasta el punto de que cada vez que me levanto del sofá tengo que aguantar su cachondeo.

−¿Vas de “expelición”? Ja, ja, ja, ja, ja, ja −se mofa. O grita entre convulsiones y carcajadas−: ¡Evacuen la sala, que se va a producir la expulsión! Ja, ja, ja, ja, ja. No prefieres deponer tu idea! Juaaaa, juaaa, juaaaaaaaa.

Y yo tengo que aguantar sus comentarios aunque, en el fondo, también le veo su lado gracioso.

−No, voy “inminentemente” a exonerar mi vientre. Jaajajajajajajajaja.

−Jajajajajjajajajajajajajajjaja.

Y, al final, cedo ante la lógica y me revuelco de risa con ella por el sofá, hablando entre hipadas, a ver quién la dice más gorda.

−Este año te ha tocado la Pedrea −me chilla cuando ya me duelen costillas y necesito parar, consiguiendo arrancar de nuevo mis carcajadas, anegando los ojos de lágrimas, a contrarespiración y evitando el rictus de la cara con las manos, pues el dolor de los músculos faciales es intenso.

−Para. Para. No puedo más.

−Esto es una buena descarga de adrenalina −me dice cuando ya ha conseguido tranquilizarse.

−¿Descarga? −grito yo.

−Jajajajajajajajajajajajajaja!!!

−Jajajajajajajajajajajajajajajajajajajjajaja!!!!!

24/12/09

¿Feliz Navidad?

Este es el día en que todo el mundo se felicita las fiestas, se desea paz y amor, una vida plena de felicidad y cariño, de objetivos cumplidos y deseos realizados. Pero creo que pasa como el día de Sant Jordi, que todo el mundo se regala un libro y los días siguientes se ve a una inmensa mayoría de gente que viaja en tren, autobús o autocar de línea leyendo el libro que le han regalado, pero luego… cuando se lo ha acabado o cuando ha sido incapaz de acabárselo, viajan de nuevo como siempre lo habían hecho antes, sin leer.

En realidad, pienso que estas fiestas son peores que el día de San Jordi; y digo peores, porque pienso que tener la obligación de ser feliz porque es Navidad es una tarea harto difícil para muchas personas. Incluso para mí, que precisamente esta época es de añoranza y lo que me apetece es retirarme en soledad. Pero no voy a ser el bicho raro que vaya en contra de esta dichosa sociedad… así que deseo que todas las personas que me lean puedan sonreír, reír o descojonarse durante estas fiestas. Porque la risa es más perenne que la felicidad.

23/12/09

Vida de Pi

Libro curioso e interesante. Hacía tiempo que no me sorprendía con perspectivas de mirada de nadie y este autor lo ha conseguido. A pesar de que considero de que no es un libro fácil de leer, pues hay momentos totalmente descriptivos que paran la acción página tras página, es un libro que me ha resultado muy interesante.

Dos temas: religión y zoología. Un protagonista: un niño. No quiero explicar más, es una historia para sorprenderse leyéndola.

La he disfrutado un montón; a las cuatro de esta madrugada permanecía con los ojos pegados a sus páginas.

Ahora bostezo feliz.

22/12/09

El maravilloso cochecito Chicco

Alucino. Alucino pepinillos. Sigo sin poder parpadear, pues el cerebro me ha hecho click clock click y creo que se me ha roto algún engranaje y costará que vuelva a funcionar de nuevo. Necesito una lampista de neuronas. ¿Alguien por la sala?

Resulta que mientras me comía un suculento bocadillo de pan con tomate con queso, miraba la tele sin prestar demasiada atención. Estaba en un momento (¿momento?, ja, cínica que es una) de publicidad. Anunciaban un cochecito Chicco y decían que podrías conducir igual que papá, creo recordar (como no estoy segura, no voy a hacer hincapié en el hecho de que lo mismo quería conducir igual que mamá, o del hecho que ya se ha clasificado el juguete para niños, y eso que parece ser que son entre dos y tres años). El caso es que hacia el final del anuncio dice: “ya nada te separará de la diversión” (no sé si es literal porque ya estoy chocha para recordar literaridades) y justamente cuando se pronuncia eso, el súper cochecito pisotea un libro abierto que hay en el suelo. ¡Qué maravilloso mensaje el de la casa Chicco!

Me ha reventado el pensamiento el asunto: ¿no se ha dado cuenta el publicista? o, ¿ese es precisamente el mensaje? ¿Quién maneja los hilos de la casa Chicco?

Necesito que alguien me de cuerda, se me ha parado toda la maquinaria.

21/12/09

El símbolo perdido

Me lo tenía que leer, eso seguro. No quería que la gente hablara de él sin que yo pudiera opinar. El jueves pasado, mi jefa llevaba en el bolso un paquete y me dijo: “Este es mi regalo de Navidad, me he comprado El símbolo perdido, ¿te lo has leído?” “No aún no”. “ Pues si me lo devuelves antes del 24 te lo dejo leer". Y así fue como el viernes, me acababa el famoso best seller.

Más de lo mismo: símbolos, fracmasones, algo de gore gratuito, descripciones y parrafadas explicativas sobre sus conocimientos. Y por supuesto, capítulos de dos o tres páginas creando suspense patatero al final de estos. Y la Caperucita tomó el camino más largo. Pronto sabría que había sido la peor decisión de su vida. Y dale, otro capítulo más.

Supongo que cómo es tan fácil de leer y trata de temas herméticos y demases, atrae a toda clase de públicos. Sobre todo aquellos que tienen poco tiempo para leer, ya que la lectura de este libro, nocturna casi siempre o en los desplazamientos, es de extrema facilidad puesto que el lector no piensa, ya lo hace el escritor por él.

Bueno, que este señor escritor tiene la receta de estas rosquillas y cada equis tiempo nos fríe una.

16/12/09

Coleccionista de ti

Advertirte, te advertí, que de ti, nada perdería, y aquel pensamiento de beso, que en nuestro primer día, dejaste pasar fugaz, presa de timidez y alegría, un día de luz o de sombras, de silencios o de gritos, lanzándome al vacío, si falta hubiera hecho, lo recuperaría.

Y puesto en acto el pensamiento, sin llegar al desconcierto, besar, me besarías, para enmendar el deseo de aquel lejano primer día.

15/12/09

Maldito karma

En realidad buscaba un libro de cocina y me llamó tanto la atención la montaña de libros que había de este libro que decidí que debía acompañarme. Y no me equivocaba. Como soy una persona muy visual, su lectura me ha comportado una perenne sonrisa, ya que imaginarme las situaciones que narra, de la forma tan detallada en que lo hago, conduce directamente a un estado risueño, que me viene durando los dos días de lectura.

El libro está bien escrito, la historia, sorprende y a pesar de que pueda parecer repetitiva, porque en algún momento lo he pensado, no esa sensación. Siempre hay un avance que hace que tengas ganas de seguir leyendo.

El final, la verdad es que no sé qué pensar sobre el final, ya que juega con lo que está bien y lo que no lo está de tal manera, que por empatía con la protagonista, es el final que toca, pero… si se empatiza con la propia moralidad, al menos la mía, hay cosas que no acaban de cuadrar. En fin, creo que necesito un poco más de pensamiento y digestión sobre el tema.

Es un libro ligero de lectura rápida, de aquella que apetece coger en cualquier momento.

13/12/09

Más que carbón, diamante

Es como la historia del patito feo, pero sin patito, que ya desde hace tiempo es un bello cisne, y utilizo el epíteto para enfatizar, pues la naturaleza la ha acariciado con aquella mano que tiñe de belleza a algunas suertudas, que no mi caso, y, dichas, en vez de dicharacheras por la buena fortuna, son incapaces de asumirlo, pues el triste velo de la autoestima mal llevada, que sí fue mi caso también, impide ver la realidad.

La vida, no es frágil como se pensaba. Aquí, en este lacerado planeta que habitamos, lo más frágil que tenemos es la autoestima, esa semilla con la que nacemos, que si no se riega, se alimenta, se cuida y se mima y se hace crecer, descrece y nos descrece como personas. ¡Tanto conocimiento, tanta sapiencia humana, tanta tecnología y en definitiva, tan-ta-ton-tería!

Y, ahora, a mis cincuenta y cinco años, empiezo a sentarme a contemplar mi derredor y descubro que, en general, a todos nos cuelga la autoestima más de lo que debería. Y mirando mirando, localizo unos ojitos que todo lo observan y que nada parpan, de un bello cisne, negro como el carbón, el carbón de esa autoestima que necesita estabilizar su carbono para poder ser el diamante, ahora en bruto (en este caso debiera decir bruta), que contiene.

Cuando observo estas cosas, pasada yo esas edades, me aparece la ternura (eso que siempre tengo tan alejado de mí) y lo que es más importante, la impotencia. La impotencia de no poder influir en la educación que se imparte. Porque no nos engañemos, si no se nos enseña, nadie nace con el manual de la autoestima bajo el brazo (ah, y lo del pan, aprovecho para desmentirlo también).

Pues nada, que he conocido un carboncito que espero que un día, cuando se mire al espejo sea capaz de descubrir el brillo de ese diamante.

11/12/09

Priorizaciones

No acabamos de entender las priorizaciones de los demás. En el momento en que no estamos dentro de ellas, nos sentimos dejados de lado, nos sentimos que “no somos nadie” para aquellas personas.

Por este medio, aún se nota mucho más. Para mantener una correcta relación internáutica debes responder los mails “a vuelta de correo”, como se decía antes; debes conectarte al msn cada día para saludar a tus contactos, debes mantener el blog a post del día anterior, como mucho, y con los comentaristas contestados; del Facebock no digo nada, pues me queda muy, pero que muy grande.

Lo mejor de todo es cuando alguien con quien tenías contacto (y ahora vuelvo a lo del principio), disminuye ese contacto contigo alegando que anda muy ocupado con el trabajo. Hasta aquí, no pasa nada, todo el mundo tiene épocas en las que el trabajo ahoga un poco más. El caso es cuando, visitando blogs, por ejemplo, empiezas a ver sus comentarios en uno, en otro, y en otro y en otro más. O por ejemplo, si te conectas a un chat, ves a esa persona hablando despreocupadamente en el general del chat, un rato, otro, y otro y otro rato más. O en tu correo, empiezas a recibir de esos masivos, con tonterías powerpointianas, que vienen de su dirección. Es ahí cuando te sientes menos que cero, para aquella persona.

Y, eso, considero que es un error, porque sólo es una cuestión de priorizaciones y las priorizaciones no son más que una gestión de vida y, ahí, sí que nadie se puede meter: cada uno gestiona su vida como le da la gana. Es más, las priorizaciones, normalmente (creo que lleva el concepto intrínseco) dependen de un tiempo y puede, que en algún otro momento, vuelvas a estar priorizado en la vida de aquella persona. Todos hacemos lo mismo, pero es más fácil ver la paja en el ojo ajeno.

8/12/09

Nuevo hobbie

Me gusta fabricar cosas por mi misma más que comprarlas. Debo aprovechar que ahora estoy en un momento creativo e intentar hacer todos aquellos proyectos que tengo en la cabeza y que una vez realizados me hacen sentir tan bien. Porque yo no necesito grandes cosas para sentirme bien. Eso da mucha envidia, lo sé, pero qué voy a hacer, soy así de genial (sí, mi abuela opinaba lo mismo, y mi madre, también). Yo, como ya estoy acostumbrada a mí misma, no me doy cuenta hasta qué punto valgo tanto la pena, pero, voy a sincerarme, viendo cómo me mira la gente que me rodea, sé, con toda seguridad y sin duda alguna, que soy de lo que no hay. Pero, bueno, no voy a dar opción de que sintáis envidia de la gente que corre por mis aledaños, no, no lo voy a hacer, por lo que sigo con la cuestión creativa. Pues eso, que ahora me dedico a esto. ;)

Ningún diseño es mío, aunque he puesto de mi cosecha, eh?

Rosalie Blum

Soy la persona más feliz de la tierra. He encontrado una tienda de cómics y me ha encantado la persona que me atendió. Me aconsejó, acertó y ya he quedado con ella que será la encargada de mis lecturas de cómic.

Este libro es una trilogía y sólo está publicado, aquí en España, el primer volumen. Mi nuevo amigo me ha dicho que en diciembre saldrá el segundo.

El dibujo es genial, la distribución de las viñetas, también. Los personajes, ¿qué puedo decir de los personajes? Son entrañables y eso que se ven claramente sus defectos (supongo que por eso me resultan entrañables). Mención especial a la madre del protagonista, posesiva y con un hobbie que no ha hecho más que arrancar mi sonrisa todo el rato.

Me quedo ansiosa esperando el volumen dos.

4/12/09

Historia de un matrimonio

Otro libro que engullo con extremo placer, lo empecé ayer por la tarde y ya me pilló en sus primeras páginas. Y hoy, por la mañana, en una extensa cola de más de dos horas, he podido concluirlo, y ni me he dado cuenta del transcurso del tiempo. Casi casi, al acabar la última página y cerrar la contraportada mientras supiraba para cambiar la dirección de mis ojos y la postura de lectura me tocaba a mí.

Una terrible pregunta que desde el principio me ha hecho replantearme mi vida: ¿conocemos realmente a la persona que tenemos al lado?

“Creemos conocer a quien amamos.
Al marido, a la esposa. Los conocemos, somos ellos; a veces, por separado en una fiesta, nos sorprendemos expresando sus opiniones, sus preferencias respecto a comida o libros, contando una anécdota que no nos sucedió a nosotros sino a ellos. Observamos su manera característica de hablar, conducir y vestirse; cómo acercan el terrón de azúcar al café y lo ven pasar de blanco a marrón y entonces, satisfechos, lo dejan caer en la taza. Observaba cómo mi marido hacía eso mismo todas las mañanas; era una esposa atenta.
Creemos conocerlos. Y amarlos. Pero lo que amamos resulta ser una mala traducción, hecha por nosotros mismos, de un idioma que apenas dominamos. Con ella tratamos de llegar al original, aunque jamás lo conseguimos. Lo hemos visto todo. Pero ¿qué hemos entendido de verdad?”.

3/12/09

Mis libros

He tomado una determinación, voy a deshacerme de todos mis libros. No tengo más ganas de venerarlos como si ellos contuvieran la respuesta y el secreto de la piedra filosofal. No quiero seguir realizando ninguna alquimia con ellos. No son más que páginas llenas de letras, palabras, de textos, de historias y tiempos, de sangres y pensamientos de escritores. Formaron parte de mí las horas en que los tuve entre mis brazos, y me zambullía en sus páginas para nadar los largos que necesitara para disfrutarlos. ¿Pero, y luego? Luego se han convertido en el picoteo de algún día melancólico, en el acariciar los lomos recordando algún momento en el que me acompañaron, en el verlos, ahí, en las estanterías, quietos, mientras yo estoy tendida en mi sofá. Pero nada más.

No nada más en ellos. ¿Cuánto tiempo más deberé seguir leyendo para encontrar alguna respuesta a mi vida? ¿Cuántos libros más deben pasar por mis manos para poder encontrarme a mi misma?

La decisión está tomada: voy a deshacerme de todos mis libros.

2/12/09

La huella del ángel

Me lo he leído de una sentada, en tres horas. Me ha gustado mucho cómo está narrado. El juego que se trae el narrador y la forma de distribuir la información a lo largo de la historia me ha encantado.

El halo de silencio, dolor y misterio que rodea al personaje femenino, me ha agarrado desde el primer momento, hasta tal punto que me ha sido imposible, dejar de leer el libro hasta que lo he acabado.

¡Cuántas capas ponemos los humanos encima para intentar olvidar el dolor! Y por muy protegidos que nos creamos, siempre hay alguien con una simple sonrisa es capaz de rasgarlas y desmontarnos toda la coraza.

Cada vez me gustan más los libros escritos por mujeres. Siempre me siento más cercana a sus personajes y a las visiones que me muestran.

Vale la pena leerlo, se aprende.

1/12/09

Puente entre el dolor

Recuerdo cuando tenía 16 ó 17 años, una noche de verano, que me levanté, tal como hoy, en las mismas circunstancias, me abrigué, cogí mi libreta y me senté en la terraza a escribir. No tardó en amanecer. Estuve más de tres horas seguidas haciéndolo. Me había tomado un calmante, igual que hoy, y mi pluma se deslizaba tranquila sobre la línea de la hoja, soltando palabras de amor, que mi enamorado corazón albergaba en silencio. Entonces, cercana aún a la adolescencia, si no aún en ella, escribía poesía y tenía la esperanzada idea de publicar algo algún día. Sabía a ciencia cierta, y siempre con los pies en el suelo, que mis poemas carecían de calidad alguna, pero mi tesón y la cantidad de horas qué le dedicaba, me conferían la ilusión de que algún día podrían llegar a ser buenos.

Hace tiempo que dejé atras todos esos sueños, quizá delirios de juventud, que me hacían concebir el mundo mucho más asequible de lo que es en realidad. Esta noche, como la de hace años, por el mismo motivo, me hallo abrigada digiriendo un calmante que tarda en hacer efecto. En mí, se ha convertido en costumbre, después de tantos tiempo, acudir a la escritura para agilizar la espera. Pero esta vez, a pesar de que las teclas suenan de forma mucho más rápida que antaño, a pesar de que las palabras han sido escritas por mí, ya en infinitas de sus combinaciones, sé, con la esperanza convertida en la ternura que da el propio cambio de visión por la edad, que nada puedo esperar de lo que escribo, y, sin embargo, ¡terrible paradoja!, continúo escribiendo.

30/11/09

Tres vidas de santos

No pensaba comprarme este libro, por ningún motivo especial, si lo pienso. Pero, cayó en mis manos una crítica en la que lo catalogaba como irónico y mordaz y ya no me lo pensé dos veces. Cuando fui a mi acostumbrada librería a adquirirlo, me encontré al acostumbrado dependiente esperándome con el libro en las manos y con la mirada de “yaestástardando”.

Me costaron las primeras páginas de leer y, bien, bien, no sé porqué. Luego, en alguna decena de página empezó a pillarme de tal manera que realizaba mi jornada laboral esperando con ansia el premio de volver a casa en tren, o sea, de tres cuartos de hora leyéndolo sin interrupción.Y, así, lo he devorado a la vez que he degustado cada una de las imágenes, mordaces a rabiar con las que deleita el autor.

Son tres historias, la primera, bastante más larga que las otras dos, que nos explican la vida, o un trozo de ella, de tres personajes diferentes. Mi preferida es la última, por motivos personales.

Se lee con rapidez o con lentitud según la cadencia del disfrute que se quiera llevar.

Tengo la mala costumbre de doblar la punta de las hojas, no tanto para punto de lectura sino más como marcador de algún párrafo que supongo me apetecerá leer en otro momento. Hago coincidir el vértice de la hoja con el lugar exacto donde se encuentra el párrafo; si se halla de la mitad de la hoja para arriba, el vértice superior y si no, el vértice inferior. Así que ya podéis imaginar la papiroflexia en alguno de los libros que he leído y me han gustado mucho.

Este tiene unos cuantos dobleces.

29/11/09

Cuando la esperanza muere

Sutil, el velo que cubre mi vergüenza ha dejado mecerse por el viento para dejarse ver por tu Yo. En la esperanza, lejos quedan los días de silencioso alimento de ilusiones, para que al levantar tu mirada, me vieras. Aniquilada queda la esperanza, me viste, ahora ya somos tú y yo.

27/11/09

El bien y el mal

El concepto de bien y de mal corre por mi mente. Y la culpa de que mis pensamientos corran por este prado la tiene una serie: Prision Break .

En principio, lo que llamó mi atención de la serie era el cerebro de Scofield, una persona que era capaz de preveer todas las posibles soluciones y reacciones a un hecho y por lo tanto poder actuar en consecuencia. Un cerebro que, por sus características, era controlador de su entorno, creativo y generador de respuestas.

La serie consta de cuatro temporadas y si he de ser sincera, la única que me interesaba era la primera: la fuga de la cárcel habiéndolo planeado todo.

En la primera, estaba muy claro quienes eran los buenos y quienes eran los malos, por lo cual, no dejaba ser una peli de buenos y malos, con el aliciente, para mí, de una previsión de plan y ver cómo Michael, iba consiguiendo poco a poco sus objetivos, tanto materiales como de personas, “agenciarse” la colaboración necesitada. Pero en las siguientes temporadas, la bondad y la maldad iba cambiando en algunos personajes de manera que las afectividades del espectador con respecto a ellos también lo hacían y muchas veces te olvidabas de lo malos que habían llegado a ser. El personaje peor, considerado por mí y por los protagonistas, pues al final es el que acaba encerrado en la cárcel de nuevo, es T-Bag, un psicópata que sólo mira por sí mismo. Este egoísmo hace que el espectador, en una serie en donde el compañerismo enarbola todas las banderas, lo rechace desde el principio. Pero, a pesar de su locura, también se nos muestra que es un hombre que lucha por salir de donde está, mostrando en algunos momentos su bondad, cosa que da profundidad al personaje; a mi modo de ver, mucha más profundidad que al personaje de Michael, que en algunos momentos le ponen ciertas dudas para intentar crear esta profundidad de un modo artificial.

Bellick, el policía, es un personaje muy villano en la primera temporada e incluso en la segunda. Pero queda claro que todo ello es debido a que su trabajo, su soledad y su vida sin objetivo alguno lo han ido embruteciendo. Para redimirlo de sus pecados, muere por ayudar a sus amigos, los “perseguidos”. Con esta redención nos muestra, el guionista, el aprecio que al final los “expresidiarios” sienten por él, haciendo que el espectador, sienta lo mismo: “Pobre, Bellick, animalico”. Pero lejos quedan las torturas, los abusos de poder, y los malos tratos que ejercía en las primeras temporadas.

De Mahone, poco puedo decir. Pienso que fue ideado para ser el intelecto contrario a Scofield y que también, por presión, se pasea entre el bien y el mal, dejando claro en los últimos capítulos, que siempre ha estado más cerca del bien que del mal.

Todo ello me ha llevado a hacer una reflexión sobre el bien y el mal que hay en mi vida, y en ello me hallo.

22/11/09

La verdad no suele triunfar

Odio la famosa frase de que el tiempo siempre coloca las cosas en su sitio. La odio con toda mi alma. Si miro hacia atrás, lo único que veo es cómo la vida “me coloca en mi sitio” y no en el mejor sentido de la expresión.

Ahí estoy yo, viendo desde la barrera como las toreras se codean en el ruedo y el público las jalea y anima a seguir así. Yo, desde la soledad de la barrera, sólo me queda observar el puesto que hace un tiempo ocupaba en ese ruedo. Me retiré con la montera entre las patas, en silencio, como la gran perdedora, pero con la estúpida esperanza que el tiempo jugaría a mi favor. No ha sido así; ahora, ni tan siquiera estoy en la plaza de toros, sencillamente, me paseo por la acera de puntillas para no molestar a nadie.

Pasa el tiempo y cada vez están más lejos.

19/11/09

El tiempo

Me suceden las semanas sin darme cuenta del tiempo que va pasando. Y ahora que ando con las relatividades de Einstein, me interesa no perder ni un minuto de consciencia sobre el paso del tiempo. Supongo, que la felicidad es ese transcurrir ligero de los días, que no hay dedos que puedan atrapar semanas.

No sé para qué tanto pensar que el tiempo no es constante o si lo es, o todo es relativo, si cuando estamos pesarosos y dolidos, cada segundo es una eterna carga que se sienta a mirar tu transcurrir y cuando estamos felices, transcurre el tiempo mientras nosotros permanecemos.

¡Que trabaje otro, que siempre es más llevadero!

PD: Nubosidad variable con algunos claros hacia poniente en las horas del medidodía. Humedad relativa, siempre. ;)

18/11/09

Una muerte inesperada

La vida, o la muerte en este caso, no deja de sorprenderme. Te recordaba, de vez en cuando, de una forma difusa, cuando pensaba en cosas en de mi vida que hubieran ocurrido en aquella época, en aquel pasado. Pasados hay muchos, quizá demasiados para que una misma persona pueda recordarlos y hacerles el honor que se merecen. Así, que pasaste de estar en mi vida a ser pensamiento esporádico. De nada sirvieron tantos años compartidos, pues el tiempo se encargó de colocar (o descolocar, que me parece un término más adecuado) cada cosa en su sitio.

Hoy, cuando tu ausencia es irremediable, llevo clavada tu sonrisa en mi mente, esa perenne sonrisa de labios gruesos, como alguien bien ha dicho; y pensando en ti, me he dado cuenta de que siempre te recuerdo con ella. Dice mucho de una persona, por eso yo ya voy a callar, que nunca dejara de sonreír.
12-11-09

17/11/09

La guía secreta de Harry Potter

Después de haber leído toda la colección, mientras hablaba con un compañero de las filosofías ocultas de la historia que narra, me dijo que le habían regalado este libro y que me lo dejaba, “tú que lees tan rápido me lo devolverás en un par de días”. Y, sí. Me lo leí rápido, más que nada porque no es más que un libro comercial que no aporta si no lo que ya sabía, y, no sólo eso, pues en algunos aspectos no estoy demasiado de acuerdo con él. Es cierto que la historia está llena de historias y entresijos, y que me es imposible recordar todo al pié de la letra, pero sí creo que los siete libros de Harry Potter los comprendí en su momento.

Al devolverle el libro, entramos una larga discusión sobre cual era el verdadero final de la colección. ¿Alguien opina sobre ello?

15/11/09

Pero, ¿qué me dices?

No me pude escaquear. La mamá de la Niñadelscollons tenía una de esas concentraciones de empresa que se encierran en un hotel dos días para que el espíritu santo de la creación y de la dinámica de grupo imbuya a todo el equipo y me pidió que, siendo su madre ya mayor, que es la persona con la que se quedaba la Niñadelscollons mientras ella se dedicaba a dinamizarse con sus compañeros de empresa, si podía ir a llevarla al cole y a recogerla. Por supuesto, le contesté, congelando la sonrisa para que no se me pudiera escapar ni un ápice de “me cago en todo qué palo me da”.

Así, que por la mañana, temprano, me dirigí a buscar a la Niñadelscollons a casa de la abuela para acompañarla al cole. Al llegar, por ser de parvulario, nos recibió una simpática señorita, la señorita Neus, con todo el saludo pedagógico del que era capaz. Llevaba una bata a rayas azules claritas y blancas, con un bolsillo de cada color, uno verde y otro rojo, siguiendo la moda Kickers de lateralidad, por debajo se veían unos tejanos y unos cómodos zapatos anchos de color marrón. De tez morena, con la melenita recogida en una graciosa cola, que acentuaba aún más sus redondeados pómulos y con unas gafas de pasta azules con los cristales tan relucientes que me hicieron pensar en las motas de crianza que acumulaba en los míos, llevándome a la firme decisión de limpiarlos aunque fuera con el borde de la camisa, a falta de kleenex. Se agachó a la altura de la Niñadelscollons para darle los buenos días y le dijo que pasara para la clase. Se despidió de mí con una sonrisa. Esa mujer era todo energía.

Casi se me olvida que la niña salía del cole a las cinco. Así que llegué justo cuando abrían la puerta. Un montón de padres se apelotonaban en frente de la puerta impidiendo a los pequeños salir cómodamente y encontrar a quien les venía a buscar. Las señoritas acompañaban a los niños, uno por uno a la puerta de salida y explicaban en breves palabras cómo había transcurrido la jornada. Apenas veía nada porque al no ser madre y al ser la primera vez que iba a buscarla, me sentía un poco cohibida y me quedé detrás de todo esperando que la marabunta paternofilial desapareciera. Mucho ruido y pocas nueces. Me explico, a empujones para recoger a los niños y luego “tira niño que nos vamos pa casa”. Ni un beso. Ni un abrazo. Ni un cómo te ha ido o qué has hecho. Ni siquiera, qué has comido hoy.

Cuando la puerta se despejó y quedamos unos cuatro adultos, pude ver desde primera fila el protocolo de salida. La señorita Neus, totalmente irreconocible, salió de clase acompañando a una niña rubia rubísima, monísima hasta lo que parecía ser su padre. En la otra mano llevaba unas bolsas de plástico llenas con lo que parecía ser ropa.

−Hola, dijo al padre la señorita Neus, se ha vuelto a hacer caca. Pero no lo entiendo porque la acababa de poner un rato en el váter y no tenía. Se la ha hecho en el pasillo, luego en el patio otra vez, y cuando hemos ido a la biblioteca, otra.

−¡Qué raro! −exclama el padre con auténtica sorpresa−. Pero, ¿qué me dices?, en casa, sólo hace caca debajo de la mesa del comedor.

Se me pusieron los ojos admirativos, igual que a la maestra, que pareció entrar en un absoluto mutismo desde entonces. ¿Qué se contesta a un comentario así? Entonces, amplié la visión de campo y vi a una persona derrotada. Su bata, lucía manchas de pintura y aceite, supongo que de los desayunos de los niños. Sus gafas sucias de polvo de tiza, las manos con restos de rotulador rojo, porque debe ser ese el color que están trabajando, y los zapatos llenos de polvo y tierra de la vigilancia de patio.

−¡Vámonos, chochete! −le dice el padre a su hija−. Muy mal esto de hacer caca por todas partes.

11/11/09

?

Se me han ido las palabra, me vacío de mis gestos, no puedo parar a esperarlas, pierdo la noción del tiempo.

Se me han ido las palabras, ya en mí habita el silencio. Me empuja una insistente calma que lleva el aroma a viejo.

Se me han ido las palabras, mi ser parece desierto. De este rastrero mundo, mi alma desconecto.

Se me han ido las palabras, no tengo vela en mi entierro.

6/11/09

Fracaso

El fracaso aparece cuando alguien te dice que lo haces mal, porque, de pequeños, seguíamos intentando las cosas hasta conseguirlas. ¿O no?

5/11/09

Diganóstico: SON

Curiosamente, después de muchos años de investigación, se ha llegado a la conclusión de que existe una enfermedad que, por extraño que pueda parecer, padece el resto de la humanidad contra el paciente. Se la conoce como SON (síndrome de la oveja negra). Esto ha sido posible tras estudios y estudios de clasificación y nomenclatura.

4/11/09

Aclaración

De nuevo me hallo intentando aclarar, para todas aquellas personas que aún no lo hayan asimilado, que el 99 %, bueno va, el 98,5% de lo que escribo es literatura y que no se basa en mi vida personal, ni estoy intentando hacer ninguna biografía.

Esta vez, la aclaración, me la han pedido que la haga mis amigos pues se sintieron ofendidos al leer mi post de “Cumpleaños”. En realidad, no al leer mi post, exactamente, pues ellos saben que era literatura, pues son mis amigos, si no al leer los comentarios: “Ahora se van a pensar que no tienes amigos”. Y mi respuesta fue: “estoy harta de decir que lo que escribo no es mi vida”. “Pues acláralo una vez más”

Y aquí estoy, aclarándolo de nuevo y sintiéndome tonta por tener que explicar una y otra vez que ni siquiera mi estado de ánimo coincide con lo que estoy escribiendo. Para mi escribir no es más que un ejercicio diario que hago. Me encanta hacerlo, es verdad, pero con ello no quiero conseguir nada más que ir mejorando poco a poco. La verdad es que no siento esa necesidad de comunicar por escrito nada. Leo libros sobre la teoría de la narración y libros de gramática e incluso de semántica y lo único que hago es poner en práctica lo que he aprendido de nuevo. La temática, pues la primera que me va bien para realizar mi ejercicio.

Así, que de nuevo, y creo que por última vez, aclarando que es gerundio, más que nada para que los pesados de mis amigos me dejen en paz. (Creo que lo que en realidad querían era que hablara de ellos).

Y para todo el que quiera tener envidia, tuve todo un fin de semana de cumpleaños lleno de sorpresas y de gente. Tanto es así, que ahora quiero que sea de nuevo mi cumpleaños. ¡Qué mimada estuve!

3/11/09

Serie adicta

Había oído hablar de una serie, pero como el título era una palabra en inglés, me ha sido imposible recordarlo. La he estado buscando por Internet, pero tenía sólo dos datos sobre ella y no he podido encontrarla. No soy una gran buscadora, para que nos vamos a engañar.

Ayer, visitando blogs leí un título de una serie y pensé, lo mismo es esta. Ahí que fui, y sí, sí, era ella. Por ahora sólo hay cuatro capítulos en castellano y uno en inglés, pero por lo rápido que va, en breve colgarán más.

Esta mañana, me he puesto a ver el primero. Soy un forofa de la ciencia ficción y más específicamente, de toda aquella cuya temática es el tiempo y sus viajes. El primer capítulo me ha gustado mucho, tanto, que estoy llegando tarde a una visita médica porque no he podido dejar de ver el segundo también.

Estos días estoy de suerte, empiezan nueva temporada de Hause, de Anatomía de Grey y ahora, estoy súper pillada con Flashfordward, que según tengo entendido, en su guión, participan los creadores de Perdidos.

Soy feliz.

2/11/09

El lamento del perezoso

Me lancé a la librería como una loca a adquirir el segundo libro de Sam Savage; me había encantado Firmin y pensé que este no me decepcionaría. Pero sí que lo ha hecho. No puedo negar que me gusta mucho la ironía de este escritor, me gusta mucho, también, cómo narra, pero esta vez he encontrado bastante rollo lo que me explicaba. Si quiero ser justa, debo añadir, que en algunos momentos me ha arrancado la carcajada.

Si me lo he leído entero ha sido porque siempre me ha acompañado la esperanza de que la historia daría un giro en algún punto y a partir de ahí cobrara interés para mí; pero no ha sido así. Y, como es normal, avanzando, avanzando, llegó el final.

No entiendo ni de literatura ni de su crítica, lo único que puedo decir es mi parecer, que, en este caso, ha sido un perecer: se me ha hecho largo y aburrido.

A partir de cartas y escritos del protagonista vamos profundizando en su vida, desde una linealidad y una monotonía. Quiero dejar aquí algunos trozos que me han gustado.

“Apreciado Fern:
He recibido los nuevos poemas y las fotos.
Llegaron al mismo tiempo que la carta en que se comunicaba la muerte de mi madre. Fue una muerte esperada, una muerte que cabía desearle antes, por mera misericordia; (…)”


“¡Fortini!
Anoche, ya muy tarde, estaba trabajando en mi despacho cuando me sorprendió un estrépito de cristales rotos. Encontré en el suelo del cuarto de estar un ladrillo que imagino de su propiedad. Es, supongo, lo que usted considera una ingeniosa prolongación de sus tarjetas insultantes. (Que le he entregado a la policía, junto con el ladrillo, para que lo analice todo. ¿Tuvo usted la precaución de ponerse guantes?) Es muy noble de su parte que desee usted vengarse de lo que considera insultos míos a la muy vaca de la señora Fontini. Le sugiero que, una vez obtenido el solaz emocional que puede derivarse del lanzamiento de un ladrillo, se abstenga usted de seguir adelante con sus fechorías.
Atenta y vigilantemente
A.Wittaker”

1/11/09

Dependencia

Al dejar de amarla, dejó de existir. No era nadie sin ella.

30/10/09

Sin mentiras

Le clavó el puñal mientras le juraba que le amaría hasta la muerte.

29/10/09

En pijama

Cuando cada noche antes de meterme en tu cama me visto con tu aroma, me peino con tu mirada, y me cepillo los dientes con tus besos y hago gárgaras con la pasión, me desprendo del disfraz del día y vuelvo a ser quien soy.

27/10/09

¿Qué te apuestas?

Marta se hallaba en el salón de casa con un marco de fotos hecho de madera, a mano, y pintado con motivos florales. Contenía una foto de plano medio en la que se veía a cuatro chicas cogidas por los hombros riendo a carcajadas. Sobre cada cabeza, escrito con rotulador indeleble, se podían leer respectivos nombres. Desde la izquierda: Julia, Marta, Concha y Marisa. En el marco, abajo, grabado con muescas poco uniformes, tanto en profundidad como en trazo, se lee: “Armarios fuera”. Fue la primera juerga lésbica que se corrió Marta recién salida del armario, allá por el 1990.

Ahora, Marta, con 30 años, añoraba esos días en los que todo eran risas y sinproblemas. Julia y Marisa, se hicieron pareja dos años después; cuando pudieron se casaron y siempre han vivido todo los felices que dos lesbianas pueden vivir. Marta y Concha han permanecido solteras.

Marta se sobresalta al oír el teléfono. Sin dejar de observar la foto, contesta.

−¿Sí? Hola, Marisa… Bien… ¿Ahora? Ahora no puedo… No… En un par de horas… Sí… En el café de siempre. Si me retraso, espérame, que tengo que salir a un recado… No, no me puedes acompañar… Sí, como siempre… Yo, también, ¡hasta ahora!

Marta cuelga con rapidez y mira el reloj de la pared, se vuelve a sobresaltar al oír el timbre de la puerta. Deja el marco de la foto en la mesita donde estaba y se va al recibidor. Antes de abrir respira hondo para amortiguar un poco el sobresalto del timbre. Abre.

−Hola, Marta −saluda Concha, plantándole dos energéticos besos, uno en cada mejilla y sonriéndole con complicidad.

−Hola. Te veo exultante, vamos muy contenta.

−Contenta y con la adrenalina a tope −dice, dejando sobre la mesita una bolsa que contiene una botella−. He traído cava para celebrarlo.

−Ah, perfecto. Ahora traigo un pastel de chocolate que hice ayer para no tomárnoslo a pelo.

Pero, Marta no se mueve del sitio. Se miran a los ojos. De pronto el ambiente se torna serio. Concha asiente sin decir nada mientras deja que el silencio y la tensión se adueñen del momento. Al final, suelta una risita nerviosa a la vez que sube los hombros como diciendo: “ya está, no se puede hacer nada”.

−¿Ya lo has hecho? −pregunta Marta sin ninguna sorpresa.

−Sí −responde Concha soltando de nuevo la risa nerviosa−. Por lo que gano yo la apuesta. Julia es mía. Esa fue la apuesta.

−Sí, esa fue, Julia sería para quien dejara a Marisa fuera de juego −dice mientras se va a la cocina a por el pastel.

−Creo que no he dejado ningún cabo suelto. Parecerá un accidente de coche. He tenido mucho cuidado. Venga, brindemos. ¡Por Julia!

−Espera, aún no he comido nada. Primero un poco de pastel y guardemos el brindis para el final.

De nuevo el silencio, esta vez provocado por tener la boca llena saboreando el delicioso pastel de chocolate.

−Qué bueno que está −exclamó Concha−. Es el de la…

−…receta de Marisa, sí −acabó la frase Marta y las dos se pusieron a reír con la boca llena.

Cuando Marta hubo tragado añade:

−Bueno, pero tiene una pequeña variante, en vez de poner todo harina…

Marta interrumpió la frase pues Concha parecía que se estuviera ahogando. Le costaba respirar tanto por la nariz como por la boca y emitía unos pitidos agudos como resultado del poco aire que pasaba a través de su garganta. Marta se la quedó mirando.

−…le he puesto almendra picada.

Concha, se estaba poniendo azul. Sus ojos empezaban a desorbitarse, pero en el fondo se podía entrever el odio hacia Marta. Había dejado de hacer ruido porque ya el aire no entraba por su hinchada garganta. Marta coge la copa de cava y dice:

−¿Y ese brindis? Por Julia. Mi Julia −y vació la copa de un sorbo.

Se sirve otra copa y mira a Concha.

−La apuesta la he ganado yo −dice en voz alta y vuelve a beberse la copa de un sorbo. Se levanta para ir a llamar por teléfono a urgencias y siente un agudo dolor en el estómago. Un sabor a almendras amargas le sube de este hasta la boca. Se le acabó el tiempo. Se desploma y empieza una agónica y silenciosa muerte.

Suena el timbre de la puerta un par de veces. Alguién golpea con el puño

−Marta. Marta, soy yo, Julia. Por favor, abre la puerta. Te estoy oyendo. No puedo esperar más. Quiero hablar contigo. Tengo una buena noticia. Marisa y yo hemos roto esta mañana.
Desde el suelo, con leves jadeos, Marta oye las palabras de Julia mientras muere con las manos en su estómago y la cabeza girada hacia la mesita. En sus ojos, quedará eternamente reflejada la botella de cava.

26/10/09

Anatomía

El perdió la cabeza. Ella le entregó el corazón. El pidió su mano. Ella sólo se miraba el ombligo. Sus amigos opinaban que debía tener estómago para casarse con ella. Se lo dijeron pero no dio su brazo a torcer. “Tiran más dos tetas que dos carretas”, pensaron. También hablaron con ella, pero como tenía más oreja que oído, no consiguieron que agachara las idems y se fuera. “Al mal tiempo, buena cara”, opinaron todos. Se mordieron la lengua cuando el cura preguntó. La novia salió de la Iglesia con la cabeza bien alta. Los amigos preferían que hubiera salido con los pies por delante. La familia calculó a los invitados a ojo de buen cubero y faltó sitio. Necesitaron muchos brazos para reorganizar el himeneo y parte de los convidados tuvieron que arrimar el hombro. La broma costó un riñón y el padre, que era devoto de la Vírgen del Puño, se endeudó hasta las cejas; desde entonces, empezó a andar con la soga al cuello. La novia se dejó agasajar y no dijo esta boca es mía. Los presentes no se cortaron ni un pelo y le dijeron al novio de qué pie cojeaba ella. Este esperó a la noche de bodas, cuando estuvieron solos, e hizo de tripas corazón para pararle los pies. Tienes más cara que espalda, le espetó. Esta se puso de los nervios, y tú “tienes mucha mala baba”, le contestó, pues, en estas situaciones, carecía de pelos en la lengua. El se excitó y quiso besarla. Ella se defendió con uñas y dientes y le dio con la puerta en las narices. El se fue con el rabo entre las piernas. Vete a tomar por el culo, fue lo último que oyó mientras se alejaba tirándose de los pelos.

Finitud

Y cuando muera saldrá a la luz la lista de todas las mujeres que fui, tantas como mujeres me amaron.

22/10/09

Cumpleaños

La hora y media que tengo para comer en el trabajo la he utilizado, excepcionalmente, para pasear. Sabiendo de antemano que estos días apenas tengo apetito, ya me he preparado una mínima expresión de alimento en un taper, así que, en tres mordiscos, he degustado esa maravillosa comida, entre papeles, dossieres, libros y ordenadores

A menos de un minuto de mi trabajo, hay un pequeño bosquecillo al que le tengo mucho cariño. Lo atravieso cada mañana sobre las siete y media y me ofrece lo mejor de cada estación. Ahora, el Ayuntamiento, que supongo que no sabe cómo tocar las narices, lo ha convertido en un extenso jardín. Cortaron la hierba y el casi inexistente sotobosque, talaron unos cuantos pinos e hicieron senderos por los lugares que casi, a fuerza de atravesarlo tantos años y tantas personas por el mismo sitio, no crecía vegetación. Han puesto unas maderitas para contener el vigoroso césped que está saliendo y han salpicado de bancos, senderos y parterres.

Por este lugar paseaba yo, con el cielo encapotado y con el ambiente más fresco de lo que deseaba. Podía haber cogido la chaqueta, pero, a veces, cuando el alma está mal, nos apetece hacerle daño al cuerpo.

La Mosca Estremecida intuía algo. Normalmente cruza el bosque parándose en las flores o en la hierba a conversar un rato con algún insecto, o saluda a alguna hormiga soldado que hace guardia delante del hormiguero. Disfruta analizando, como si del CSI se tratase, alguna de las múltiples heces caninas que salpican el bosque (ahora jardín). Pero esta vez, debía intuir algo porque volaba a mi lado ocelándome de vez en cuando de reojo, sin decirme nada. En los momentos en que no estoy bien, me pone nerviosísima su actitud, por lo que, tanto ella como yo, sabíamos que iba a haber bronca.

Ralenticé el paso, para concretizar lo que sentía en patadas a las pequeñas piedras que sobresalían de la tierra. La Mosca Estremecida revoloteó alrededor de mi cabeza hasta que se puso delante de mí, frenando mi avance.

–Bueno, ¿vas a decirme qué te pasa? ––me preguntó perfectamente alineada con mi nariz y poniendo sus seis patas en jarras–. Hoy estás insoportable.

–¿Yo? ¿Insoportable? Pero si no he abierto la boca.

–Eso es lo más insoportable de ti –me gritaba mientras se posaba en el respaldo de uno de los bancos de madera y me indicaba señalando con su trompa que me sentara a su lado–. Ese silencio que dice “nadie me comprende”. Ese silencio que lleva implícito el propio compadecimiento.

–Pues como sigas así de impertinente e inoportuna verás como mi silencio se transforma en enfado.

La Mosca Estremecida calla, sé con seguridad, que no se ha dado por vencida, que lo que está haciendo es un cambio de estrategia.

–Bueno, ¿me vas a decir qué te pasa? –me vuelve a preguntar con la voz más maternal que una mosca, ovípara por excelencia, puede poner.

–Eso sí que me cabrea, tu tonillo.

Oigo que la Mosca Estremecida empieza a musitar mientras aprieta los puños. No entiendo lo que dice.

–¿Qué murmuras?

–Un mantra, para no perder la paciencia contigo –me aclara toda pedante–. "The fly flies with the flow"... "The fly flies with the flow"... "The fly flies with the flow"... "the fly flies with the flow"...

Me levanto y continúo mi paseo dejándola con su mantra. Pasear siempre me sienta bien, es como una manera de armonizar con el universo.

–¿Ya no somos amigas? –oigo que me pregunta desde mi hombro.

No la he oído venir y la sorpresa me desmonta.

–Sí.

Tras unos segundos de silencio, prosigo.

–Estoy triste porque llega mi cumpleaños y no tengo amigos para celebrarlo.

En seguida me arrepentí de lo que había dicho. Me sonaba infantil, pero es que era eso lo que me pasaba; sentía un dolor profundo, imposible de explicar, porque era consciente de que estaba recogiendo lo que hasta ahora había sembrado. Era dueña de un extenso campo baldío.

La Mosca Estremecida estaba pensativa, me miraba en silencio y batía las alas con cadencia de perplejidad. Disparó su pregunta a la yugular.

–¿Qué edad tienes?

–¡No me entiendes!

–No es que no pueda entenderte, no. Es que no quiero entenderte.

–Déjame explicarte.

–Venga, va, explica –y, suspirando, realizó un looping con doble tirabuzón y se sentó otra vez en un banco, una pierna sobre otra, cogiéndose la rodillas con las manos y balanceándose de atrás para adelante–, ya puedes empezar.

–Siempre he tenido la ilusión de que me hicieran una fiesta sorpresa. Llevo muchos años organizándolas para gente que conozco, pero luego, a mí no me la organiza nadie. Me gustaría descubrir que le importo a alguien más que a mi pareja, que la pobre, ya me la organizaría, ya, pero sabe que no vendría nadie porque no hay nadie a quien invitar.

–Ajá.

Omití su comentario porque había empezado a vomitar eso que llevaba en mi interior y que nunca había verbalizado. Proseguí.

–Si que he tenido amistades en mi vida, pero por un motivo u otro no he sabido conservarlas. Y ahora me siento mal por ello. Mi cumpleaños, lo único que ha hecho, es sacar a flote este sentimiento que me va carcomiendo diariamente porque no quiero afrontarlo.

La Mosca Estremecida me mira enfadada. Me doy cuenta que hace rato que ha dejado de hacer el bobo balanceándose para prestar toda su atención a lo que estaba diciendo. Antes de replicar, tensa el cuerpo y me señala con una de sus patas.

–Y nunca tendrás más amigos porque no sabes reconocerlos –traga saliva, o lo que sea que trague, y prosigue–. ¿Y yo que soy? ¿Eh? ¿Qué soy si no tu amiga?

–Bueno… claro… no quería ofenderte –balbuceo porque no sé qué decirle, no quiero empeorar las cosas y soy una especialista .

–¿Sabes lo que te pasa? Que no tienes las amistades que tú quieres tener y a la gente que te aprecia y es tu amiga, no la valoras. Y eso es para ofendernos, y mucho. Porque, no te quepa duda, de que me has ofendido.

Dándose la vuelta me dice:

–Me vuelvo al trabajo.

Y ahí me tenéis, yendo detrás de la mosca, en silencio, buscando la palabra exacta para disculparme, mientras ella bate las alas con excesivo ruido para demostrarme, así, hasta qué punto está enfadada.
En mi fuero interno me comentaba: “¿lo ves, de alguna manera u otra, siempre la cago?”

Pienso, luego ambiguo

La mujer de mi vida es un deseo que el día que se cumpla dejará de interesarme.

21/10/09

Leyenda Urbana

Amé a una mujer, una vez, con toda mi persona. Le regalé mi corazón sin pensarlo y al tiempo me lo devolvió destrozado. Ahora esa mujer es ectoplasma y yo me he convertido en su castillo.

Basado en un cuento de Juan José Arreola.

20/10/09

Realidad

A veces, nos deslumbra una persona hasta el punto que nos volvemos nictálopes a plena luz del día y entonces somos capaces de devorar espadas por conservar el hipnotismo magnético de esa persona.

18/10/09

Una

Si estoy contigo soy una y la infinidad nos abraza gritando a la posteridad que espere. Cada instante es interminable y vemos como cambia la vida alrededor de nuestro amor inmutable. Revuelo sensacional que hace que todo se vuelva de color.

Cada reencuentro soy una, una con deseo de perdurar en ti.

16/10/09

Pensamientos de convaleciente

“Sé quién soy y con vuestra reacción me diréis quiénes sois”.

El problema es que normalmente una no acaba de saber quién es, por lo que tampoco reconoce en las reacciones de los demás quiénes son.

15/10/09

El no pensamiento

Dicen que tenemos dos tipos de pensamiento, el pensamiento y en no pensamiento y que de niños utilizamos de forma natural el segundo, pero que luego al crecer, vamos pasando sin darnos cuenta a priorizar el primero, el racional.

Pasa igual con la respiración: de niños utilizamos la diafragmática y a medida que la vida nos “vicia” pasamos a utilizar la de pecho. También ocurre algo parecido con las posturas corporales, al caminar o estar sentados.

Pues resulta que al primar el pensamiento sobre el no pensamiento lo único que conseguimos es estrés, cansarnos, incluso podemos llegar a estar depres y lo que es peor, llegar a tener depresiones; se ve que aumentan las bajas en los trabajos. Pues parece ser que todo esto es porque dejamos que nuestro pensamiento nos guíe en vez de guiarle nosotros a él.

Esta filosofía de vida, que como es normal viene de Oriente, afirma que durante todas las acciones que se realizan en un día se puede utilizar perfectamente el segundo pensamiento, el que no analiza ni razona sino que da rienda suelta a la intuición y a la respuesta creativa. Y, con ello, lo que podemos conseguir es mejorar nuestra calidad de vida, pues disminuiríamos preocupaciones y estés. Y cuando nos preguntaran si estamos estresados, la respuesta será: estresado, no, cansado porque he trabajado mucho.

El truco parece ser que está en, simplemente, "estar en lo que se esté haciendo", sin pensar en nada que tenga que venir luego, concentrados en la actividad que realizamos, disfrutando, sin juzgar ni querer concluir.

Dicen que si logramos hacer eso, la felicidad se hará extensiva dentro de nuestras vidas. Vale la pena intentarlo, ¿no?

Para toda aquella persona que le interese, existen una serie de ejercicios para que, poco a poco, se vaya dejando más espacio al no pensamiento y poder utilizar el pensamiento, sólo cuando se necesite de verdad.


Ahora bien, lo que a mí me intriga, me inquieta y me hace pensar, es por qué el ser humano pierde su propia naturaleza a medida que se hace mayor; nos sentamos mal, caminamos mal, no respiramos correctamente, cambiamos radicalmente nuestra alimentación y encima, ahora me entero que hasta malutilizamos nuestro pensamiento.

Tantos años estudiando y ¿para qué? Si me hubieran enseñado lo básico otro gallo cantaría.

14/10/09

Las últimas páginas que pasé contigo

Llevo arrastrando esta libreta desde antes de Semana Santa de este año, aproximadamente, siete meses. No recuerdo que una libreta me haya durado tanto, así que me sorprendo ahora que hago el cálculo, pero creo que ha sido porque esta vez he escrito más desde casa, directamente en el ordenador.

Mis libretas no están escritas con esmero, ni pulcramente. En ellas se pueden encontrar listas, escritos, referencias, anotaciones de ideas, recetas.En fin, todo aquello sobre lo que se puede escribir está fijado en sus hojas con mala letra, lleno de tachones, correcciones e interrogantes (desde hace algún tiempo vengo apuntándome aquellos temas sobre los que quiero buscar información).

Si, al lado de una frase o una palabra, se encuentra L es que es la referencia de un libro, si LP, libro de poesía, si P, película, si simplemente hay un interrogante es que tengo que buscar información sobre ello. Normalmente suelo escribir con tinta azul, la negra sólo la uso para las cartas de puño y letra, que, aunque pueda sorprender, sigo escribiendo, a veces.

Ahora, apenas a cuatro hojas de acabar esta libreta ya me muero de ganas de hacerlo. El protocolo es elegir una nueva, siempre tamaño cuartilla pues es la que es más manejable; suelo escribir de pie, en un bus, en tren o en metro, en una cola o si es necesario, me paro en la calle para apuntar lo que sea. Una vez elegida la libreta, le escribo en la tapa el número de clasificación rodeado por un círculo y, debajo, el mes y el año en que la empiezo. He de confesar que soy impaciente y las ganas de estrenar me llevan a abandonarlas siempre con tres o cuatro páginas sin utilizar.

Tengo un estante, en mi despacho, dedicado a ellas y allí las voy almacenando y archivando hasta que me dé por quemarlas o destruirlas, porque conociéndome sé que llegará el día que me deshaga de todas ellas. Creo que soy de esas personas a las que no les gustaría que conocieran su verdadero yo.

13/10/09

Viaje feliz

Hoy, viajo feliz. Estoy en mi amado tren y en este caso no utilizo el adjetivo irónicamente y, delante de mí, viaja un hombre que sobre un folio (sí, un folio de los antiguos, nada de dinesacuatro) está escribiendo. Escribe con letra pequeña y apretada, dejando el mínimo espacio entre línea y línea.

A mi lado, viaja una chica más joven que yo y aunque pueda parecer increíble, está leyendo a Shakespeare en inglés, mi sueño. Al otro lado del pasillo, otra chica que se acerca más a mi edad, sobre una cuartilla está escribiendo versos. Escribe y tacha, y a veces se queda perdida en la lectura de lo escrito, intentando que la musicalidad le cale en los huesos. Se mueven sus labios y de vez en cuando utiliza los dedos para contar las sílabas.

Levanto la vista y más allá de nosotros, el vagón dormita, es normal, son las siete de la mañana.

¡Qué feliz soy! Me siento acompañada en este viaje, en este viaje intelectual.

12/10/09

Mira tú que suerte

"No desearás a la mujer del otro", pero de "la otra" no dice nada. Una ventaja, en este caso, ser lesbiana.

11/10/09

A veces oigo una vocecilla

El Niñodelscollons corre arriba y abajo del autobús. Su madre está sentada en la parte de atrás hablando por el móvil, hay poca gente sentada y un par de personas de pie. El Niñodelscollons está jugando con un coche, va haciendo el ruido del motor y se le cae al suelo cada dos por tres. La madre lo mira pero no lo ve, tiene su atención centrada en la conversación telefónica. El Niñodelscollons empuja y golpea a los viajeros para recuperar su coche. Los viajeros, educados, se revuelven con disimulo en sus asientos como para no estorbar al niño.

El Niñodelscollons pasa corriendo por mi lado hacia el conductor. Tiene la necesidad de patear el suelo pues debe pensar, animalico, que así corre más. De vuelta viene corriendo otra vez y se encuentra con mi furibunda mirada que le frena. Craso error el mío, pues en sus ojos descubro que se le ocurre un nuevo juego: chincharme. Corre más, con más ruido, chocando con mi brazo izquierdo que es el que da al pasillo. Ahora ha descubierto que le divierte más dejar el cochecito (delscollons, también) en el suelo y patearlo hasta que llega al conductor. Miro a su madre, sigue hablando por el móvil y a la vez que mira que a su hijo no le pase nada malo.

Por suerte, me bajo en esta parada que viene. Ya me he puesto de pie y he apretado el botón de aviso. El niño me mira y vuelve chutando el coche con más descaro. Me dirijo hacia la puerta y el Niñodelscollons me tira el coche a los pies. La puerta se abre y, en mi oreja derecha, la Mosca Estremecida me grita “ahora”. Y como si de un plan previsto y estudiado se tratara, doy el paso para bajar el primer escalón más corto de lo que debiera y, con todos los Newtons y kilopondios que mi masa y la gravedad de la tierra me permiten, coloco todo mi peso y mi malababa en el pie que, “casualmente y sin querer”, cae sobre el cochecito.

Se oye el crujido de rotura y sin pararme a comprobar nada, bajo del autobús. Acto seguido oigo como la puerta al cerrarse me impide oír los gritos y el llanto del Niñodelscollons, al ver el espachurre de sus actos.

La Mosca Estremecida me dice mientras con su patita me coge del cuello en plan camaradas: en estos casos, un hecho vale más que mil palabras.

10/10/09

Niños del Paraíso

Children of Heaven

Me dieron una cinta de DVD y me dijeron, la tienes que ver. Y así lo he hecho. No había oído hablar de esta película nunca. Mientras la iba viendo he pensado que estaba rodada con muy pocos medios, por alguna de las resoluciones narrativas que me han parecido algo infantiles. Pero por otro lado, la lírica me ha embargado, así como el silencio de los personajes que parecían resignados y en modo alguno no lo son. En ciertos momentos la he visto con un nudo en la garganta y en otros con una amplia sonrisa.

Sólo puedo decir que la dureza hecha poesía, duele mucho más que la palabra llana. Creo que es una de las películas que debe verse.

8/10/09

Adivinos a mí, ja

Me mira y me dice, tú vas muy estresada. Le contesto que no. Sí, muy estresada te lo estoy notando. Pues yo no noto nada; siempre muevo la pierna, si lo dices por esto.

Me mira con más detenimiento y una sonrisa de seguridad le aflora. Añade: Sí, tú estás muy estresada. Le sonrío con la misma sonrisa de seguridad añadiendo un tanto por ciento elevado de ironía y una cucharita sopera de mordacidad: Que estrese a los que están a mi lado no quiere decir que yo vaya estresada. Se calla y le digo: al estrés va la vencida.

6/10/09

Cistitis

No hay mejor cosa para acabarse de despertar que intentar acertar el chorrito, el segundo chorrito, para ser exactas, en el botecito aséptico y estéril preparado para recibirlo. “Suelte un pequeño chorro y luego recoja el resto en el bote,”, me había dicho la ginecóloga, “pero que sea la primera orina de la mañana”. Y, la verdad, que dicho así, en la consulta, dicharacheramente hablando, no parecía que tuviera la más mínima dificultad. Me dio un botecito transparente con tapón rojo de rosca. “A juego por si hay sangre”, pensé (demasiado Hause, también pensé).

La primera dificultad con la que me hallé es la de anularla visita para llevar el botecito lleno un par de veces, porque no había manera de recordar que el “primero de la mañana” debía de ser archivado. En realidad, sí que me acordaba de ello, pero cuando iba a pagar en algún sitio, que abría el bolso para sacar el monedero y siempre salía primero el botecillo. Así que, después de que medio barrio se enterara de que debía hacerme un análisis de orina, yo seguía desperdiciando mis primeras micciones matutinas por no recordarlo. Hasta que decidida, por fin, la vez que saqué del bolso, en la panadería, creo recordar, el dichoso botecito lo mantuve en ristre, hasta que llegué a casa; ¡total!, ya era del dominio público en todo l’Eixample que la lesbiana tenía cistitis. Así que, “en llegando” (que es en gerundio), deposité el susodicho encima de la tapa del váter, sabiendo seguro, así, que esta vez no me olvidaría.

Y así fue. Tras subir y bajar la tapa agarrando el bote cuando la vejiga lo mandaba y volviéndolo a dejar en su sitio todas las veces que fue necesario, llegó la primera micción de la mañana.

El despertador sonó a las cinco y cuarto totalmente ajeno a lo que iba a pasar. Lo paré a la primera vibración y como siempre me senté en la cama coordinando a oscuras la búsqueda de las zapatillas con sendos pies a la vez que con la mano derecha buscaba mis gafas sobre la mesilla de noche. Puede que sea una tontería lo que voy a decir, pero es más cierto que el pan (nunca he entendido esta afirmación), el caso es que la oscuridad me parece más enfocada si llevo mis gafas puestas, por lo que aunque no haya luz lo primero que hago en cuanto me despierto es ponérmelas.

A lo que iba; una vez en el cuarto de baño y visto el botecito, le saco el plástico y, sin desenroscar la tapa, practico, in situ, cual es la mejor manera de cogerlo y llenarlo con los menores accidentes posibles. Como aún ando somnolienta, mis movimientos son lentos y mis pensamientos más. Al final llego a la conclusión, después de la práctica de un rosario de posturas de recolección y sentada en la taza del váter, de que la mejor manera es por delante, cogiendo el bote con la mano izquierda y acercándolo lo más posible a la hoy, improvisada, fuente surgente.

A ver, a ello; primero el chorrito desechable. Bien, es fácil. Ya está. Ahora el otro en el bote. El silencio y la expectativa afloran. No pasa nada, pues al haber cortado el chorritín se me refluye el líquido para el riñón y me cuesta arrancar de nuevo. “Venga, Dintel, concentración, qué tú puedes” me dice la Mosca Estremecida sentada en mi cepillo de dientes. “¿Qué haces ahí? Lárgate ahora mismo” “Ssssssssss” “Quieres callarte y largarte”, le grito amenazando con encerrarla en el botecito. Al final consigo que se vaya del cuarto de baño y vuelvo a mi postura original. Venga, concentración y tesón.

Después de sufrir lo indecible, siseándome, abriendo el grifo del bidet, el del lavabo y el de la ducha, consigo reiniciar de nuevo el fluir. Todo marcha. ¿O no? Nuevo problema. Resulta que con mi mano tapo el bote y no veo hasta dónde lo tengo lleno. Es aquí dónde se masca la tragedia (aunque poco apetezca mascar en estas situaciones). En esta postura del potro, o sea, yo misma montada en la taza del váter, intento doblegarme al máximo hacia delante para facilitar la visión, dificultada esta por: descomunal tetamen, promontorio barrigal y frondoso monte de Venus, apto este último para que varara el Arca y sus múltiples parejas.

El caso es que, ni 007 con ninguno de sus artilugios, ni contorsionista alguno hubieran podido acceder visualmente a la zona de llenado. Así que siguiendo las leyes de la física, llegado el líquido, ahora incontinente (valga la redundancia si es que la hubiera), al borde y habiendo formado el menisco convexo, pudo más que la presión atmosférica y empezó a caer por los bordes (aquí valga la redundancia más que nunca), mientras salpicaba unas cálidas y alegres gotillas por doquier.

¡Qué difíciles los malabarismos por no soltar el bote, para no manchar demasiado, para no mojarme y para no derramarlo! Al final, poniendo el pie sobre el bidet, intentando mantener quieta la mano que sujetaba el dichoso recipiente y haciendo uso del equilibrio que tantos años practiqué con el winsurf, logro ponerme de pie y conservar bastante líquido para que sea analizado.

Un punto más a mi favor. La vida no puede conmigo, ni sus legañas, tampoco.

Conquistarte

Apoyo la cabeza sobre la hierba de tu falda e inhalo el aroma que desprende tu flor blanca.

Te canta el corazón, mientras tus ojos callan el estallido de amor que te corre en las entrañas.

Con un pequeño temblor, tu música llega a mis canas, la tierra lejana de tu cuerpo, ahora siento cercana.

5/10/09

¡Qué genio!

El genio se compone del dos por ciento de talento y el noventa y ocho por ciento de perseverante aplicación.

Ludwing van Beethoven

3/10/09

Realidad

Por desgracia, esto va má allá de la simple literatura. Está basado en una historia real, cosa que me hace pensar que si existe una situación así, seguro que existen muchas más historias que desconozco. Cuando me enteré de ella, en cierta manera me hundí, porque pensé que estábamos condenadas a repetir patrones de por vida. Pero ahora, con el tiempo, veo las cosas desde diferente perspectiva.

Una de las primeras palabras que aprendemos a decir de niñas es NO. Aprendámosla a utilizar en el momento preciso, aprendamos el valor que tiene el decir NO a tiempo. Y cuando ya lo sepamos, enseñémoslo a decir a todas aquellas personas que lo desconocen. Aprendamos a descubrir cuando desaparece el respeto en una relación, que nunca lo hace de repente, va dando señales, pero cuando somos capaces de verlo ya estamos metidas dentro del ajo. La ansiedad por huir de la soledad, a veces, nos ciega y somos capaces de aguantar carros y carretas convirtiendo las relaciones en un verdadero tormento. Digamos NO y reconduciremos el respeto al lugar que le corresponde.

2/10/09

Un día de zoo

Suena el móvil.

−Hola Dintel.

−Llamo por si os apetece venir conmigo al zoo, han traído unas suricatas nuevas que me gustaría ver.

−A ver un momento, (hablando para fuera) cariño, ¿quieres que vayamos con Dintel al zoo?

Voz a lo lejos.

−Vale.

−Dice que sí. ¿Te parece que nos veamos en la entrada principal a las once?

−Perfecto, nos vemos ahí.

Llegué puntual, como siempre. Como siempre, la Niñadelscollons y su madre aún no habían llegado. Saqué mi libro y me senté en un poyete a leer mientras esperaba. Cuando levanté la vista del libro habían pasado veinticinco minutos. No se las veía ni a lo lejos. Después de tres cuartos de hora, nerviosa porque no me gusta esperar, cerré el libro y saqué el móvil para llamarlas pero, entonces, las vi despuntar por detrás de los tilos. Respiré profundamente y me armé de paciencia.

−Hola. (A su hija) Saluda a Dintel.

−Hola.

−Perdona el retraso, pero ya sabes cómo son los niños.

−(Mordiéndome la lengua y mirando furibunda a la Niñadelscollons) No pasa nada.

Empezamos la visita por los monos, luego fuimos hacia la fauna asiática, las aves y el delfinarium. Durante todo el trayecto, la Niñadelscollons no paraba de quejarse de que no podía andar, de que estaba cansada, de que le dolían los pies. ¡Normal! Me di cuenta, entonces, que llevaba unas chancletas de piscina. Yo no entendía nada. Ahora, finales septiembre, semana de lluvias, temperaturas bajando, camino del invierno, la Niñitadeloscolloncines llevaba chanclas de piscina. La madre al ver que resoplaba, pues el pensamiento que nos sorprende a veces se vuelve físico, me aclaró.

−Es que no se ha querido poner otro calzado.

Dintel, contrólate.

−A ver, ¿me estás diciendo que una niña de tres años ha decidido qué zapatos ponerse para venir al zoo? Y lo que es peor: ¿habiendo elegido los equivocados se los has dejado poner?

−Es que si no, no quería venir.

−(Intentando no perder la paciencia) Pero, a ver una cosa, ¿quién manda?

La madre se queda en silencio.

−Bueno, luego no quedes extrañada de que a los doce años te venga preñada.

−Dintel, qué bestia eres, si sólo son unas zapatillas.

−Ni eso, en realidad sólo son unos cimientos, a tu modo de ver, estúpidos.

−¿Qué quieres decir?

Dintel, a cámara lenta, cae hacia atrás en plan Arare. Fundido en negro, en muy negro lo tienen.

1/10/09

No fui Eva

Lo tengo claro, si fuera Eva, seguiríamos en el paraíso, ¿o debo escribir Paraíso? ¡Qué poco que me gustan las manzanas! Siempre me da una pereza tremenda comérmelas. Además, cuando empiezan a oxidarse, no me gustan. Ni tampoco, cuando les pongo el limón. El sabor me parece de lo más monótono. Y casi peor que aquellos bistecs de cuando era pequeña que, como no me gustaba la carne, me lo hacían mucho y me pasaba horas con el primer mordisco de un carrillo a otro; “se me hace bola”, le decía a mi madreque estaba desesperada y no sabía qué hacer para que me los comiera. Luego, inconscientemente, se solucionó de golpe: le compraron un perro a mi hermano. ¡Más mono! Era un pastor alemán. Lo tuvimos unos once años. Pues, hasta que murió, no volví a comer un bistec. Pero, ya que siempre existe un pero, a él tampoco le gustaban las manzanas.

Mis padres, estaban muy contentos, porque cuando comíamos, el perro no molestaba en la mesa, se ponía debajo de ella, a nuestros pies (siempre con la cabeza en mi dirección). El día que le di manzana por primera vez, como no sabía que no le gustaba y no podía ver si se la comía o no, se quedaron todos los trocitos en el suelo. Mi madre, al descubrirlos, me riñó mucho porque pensó que los había tirado; “no estás en el cole”, me dijo. Ilusa, no sabía que en el cole los ponía dentro de la jarra de agua, o se los regalaba a quien quisiera comérselos, que si los tirabas al suelo siempre te descubrían.

En fin, que nada, que si hubiera sido Eva, me hubieran tenido que tentar con un plátano. Pero un plátano, plátano, nada de bananas ni de sentidos metafóricos; las primeras, aún sería capaz de comérmelas, pero los metafóricos, fijo que se me atragantan.

30/9/09

Resfriados, quién los entiende

Qué malos son los resfriados y lo peor, las conversaciones que generan con la médica, mejor escribo doctora que así no hay confusión (me encanta saber la etimología de las palabras y gracias a esa famosa mis, ahora sé que fue Confucio el padre de la confusión, que clarificadora fue dándonos el propio ejemplo), que siempre que acudes a ella acabas hablando del moco, mucosidad, dice ella. Que si es denso o está licuado, que de qué color es, si blanco transparente o amarillo o verde, pues según color se sabe la etapa de infección, parece ser. Y yo, que con los años me hago más sabia en medicina le acabo diciendo la verdad: Mire doctora, es que lo mío es mucosidad variable, ora blanco, ora amarillo, ora verde, ora vuelta a empezar, ¿qué puedo hacer, pues tengo la nariz como un pimiento? Esto es un proceso que se tiene que pasar, tres días de subida … Pero es que llevo más de tres días de mi vida moqueando, casi un mes y de proceso no tiene nada, creo que estamos ante un verdadero ciclo, como el del agua, pero en moco, ¿sabe de qué hablo? Pues no se puede hacer nada, ahora hay todo de reacciones que tienen que ver con la inmunología y de las cuales desconocemos cura. Será eso, que mis mocos tienen mucha mundología. Gracias, y muy buenas.

Creo que hoy soy yo la mocosa estremecida (vaya, ahora se me ofende la niña).

29/9/09

Con tu amor

Da igual el día que me espere o el día que he vivido, dan igual los problemas, las erosiones personales, las jornadas laborales. Da igual todo, porque tu luz me conduce cada noche a tus brazos, mi puerto, y me anclo en tu corazón, y en cada uno de tus titilantes latidos, respiro y hago mío el universo de tu amor. Soy como una florecita pegajosa adherida a tu luz.

28/9/09

No le gusta la fruta

Hace unos años: No, no. A mi hija no le des fruta porque no le gusta, así que de postre le das un yogur o un helado.

Ahora, seis años después: Estoy preocupada, mi niña tiene problemas para ir de vientre. Pobrecita, unos dolores y unos sudores.

El sábado, en el cine.

Dintel: Toma tres euros y compra las chuches que quieras, yo voy a por las palomitas.
Niñadelscollons: Vale.

Sentadas en las butacas, mientras esperamos que empiece la peli.

Dintel: ¿Qué has comprado?
Niñadelscollons: Un chiclé de MELÓN, unos ositos de NARANJA, sólo me gustan los de naranja. PLATANITOS y corazones de MELOCOTÓN.
Dintel: ¿Has comprado chicles de menta?
Niñadelscollons: De FRESA, de menta no me gustan.

En fin, demostrado que está que el hombre es frutívoro y a la niñadelscollons no le gusta la fruta, eso sí, todo lo que lleva sabor a fruta le encanta, por lo que creo que el nombre apropiado para esta niña es Retoñitodelamadredelscollons, y no me tiréis de la lengua.

27/9/09

Frases del libro que estoy leyendo

"Todas las esperanzas tenían una cita con la decepción."

"Si él muere, es que la muerte está más viva que la vida."

"Aprendió el coste de la amabilidad de un hombre."

"Que nunca se diga que mi dolor me ha endurecido tanto como para no sentir el dolor de los otros."


(Las abuelas)

26/9/09

Deferencias, ¿o quizá eran diferencias?

Soy una mierda. No me hago valer y al final acabo siendo pisoteada por todo el mundo. Me mato ayudando a la gente de mi alrededor, pues soy persona de muchos recursos, pero cuando soy yo quien necesita ayuda siempre tienen otras prioridades que impiden prestármela.

También mis jefes me tratan de forma diferente que al resto de mis compañeros. Si me encuentro mal me dicen que el trabajo es urgente, que debo esforzarme un poco y quedarme a realizarlo, mientras que cualquier otro trabajador es invitado inmediatamente a irse a casa a curarse.

Recuerdo el día en el que mi suegra murió de repente y pedí ausentarme por la tarde para estar junto a mi pareja. Me dijeron que no podía ser, que trabajara las primeras horas y luego me fuera un poco antes. Sé perfectamente que otros compañeros se han ido inmediatamente.

También recuerdo una ocasión en que tocaba subir unos archivos a los altillos, acción a la que se dedica una mañana entera. Pesaban tanto, estaba tan cansada, que pedí si podía tomarme la tarde de descanso porque no podía con mi alma. “No debes estar aquí, pues debes cumplir tu horario”. Este año, le tocó hacerlo a un compañero, y van los jefes y amablemente le conceden la tarde libre para que descanse.

Con respecto a mis amigos, puedo contar mil anécdotas del mismo estilo, pero hace rato que escribo con un nudo en la garganta y creo que es mejor que cierre la libreta y deje fluir el alma. ¡Qué salada está cuando se licua por los ojos!

25/9/09

Las abuelas

Nunca me he arrepentido tanto de no saber inglés como leyendo este libro. Pero es que no hay manera de aprenderlo. Soy un desastre. Lo he intentado un par de veces y los tichers, amablemente, me han intentado explicar, sin que me ofendiera, que mejor me dedique a plantar fríjoles que seguro, seguro, antes encuentro una habichuela mágica que aprendo la lengua inglesa.

Pero, a medida que leo, no sabéis el dolor que siento por no poderlo hacer en el idioma original del escritor (si es de habla inglesa, no me quejo de no saber japonés), en el idioma de Shakespeare, en el idioma de la poesía y de las canciones.

El libro, una maravilla. Si traducido es así, ¡cómo debe ser en su idioma original! Además, sitúa la acción (en su mayoría) en Wisconsin, estado de EEUU, al que, a través de Raquel, le he cogido mucho cariño; como ella siempre pone fotos en su blog, digamos que he podido hacerme una idea del colorido, la vegetación y los lagos, pues si no hubiera tenido ese documento fotográfico, mi adoctrinada mente, al leer “oeste americano” (que en realidad es oeste medio), se hubiera imaginado unos paisajes llenos de polvo y aridez, como los de las pelis.

Y las abuelas, geniales las pinceladas lingüísticas con las que nos las dibuja. No sé cómo acabará este libro, pero sólo habiendo leído un poquito menos de la mitad ya considero que son de aquellos libros que deben leerse. Es la primera vez que hago un comentario de un libro que no he acabado aún, pero creo que el final importa bien poco, en esta ocasión, pues como reza la contraportada no es más que “un retrato de una familia rural en Wisconsin”. Y en el prólogo añaden que en realidad no es más que un trozo de la historia de Estados Unidos. En realidad, para mí, no es más que uno de los mejores caramelos que estoy degustando estos días.

Leedlo, y si tenéis ocasión, leedlo en el idioma original y luego venid a contadme, que ya me encargaré yo misma de darme cabezazos contra las paredes. Por cierto, por décima vez, creo, vuelvo a intentar estudiar inglés, pero esta vez de forma autodidacta; se aceptan sugerencias sobre el método.

23/9/09

Se acabó

Se acabó, eso me dijiste ayer. Se acabó, me marcho, y cogiste tus cosas y te fuiste. Sin motivo alguno, cogiste tus cosas y te marchaste. Sin explicación, se acabó. Todas tus cosas, menos yo, que al ver que partías comprendí que era parte de esa limpieza que se hace en los traslados. Se acabó. Lo que no vi, es si te llevaste la sonrisa puesta o doblada en el fondo de tu maleta.

22/9/09

Soy una mata gigantes

Si no recuerdo mal, me he pasado todo el verano sin leer un cómic. No me había dado cuenta de hasta qué punto lo añoraba hasta que ayer por la mañana empecé a leer uno. ¡Cómo disfruté! ¡Cómo lo llevé todo el día conmigo, en la mente! La historia, el dibujo, las viñetas, los personajes…

La protagonista, Bárbara, me ha arrebatado el corazón, me ha llegado a conmover lo indecible y la empatía hacia ella ha brillado durante toda la lectura. Y como guinda, las geniales frases respuesta de este personaje; concretas, concisas, irónicas y llenas de su propia psicología, cosa que le confería una gran profundidad.

El formato del libro, el tacto de sus hojas (medio satinadas, que le dan una flexibilidad especial), su olor, el blanco y negro de las imágenes, todo, absolutamente todo ha ayudado en este viaje por los abismos de mis entrañas, por las entrañas del personaje.

Tema principal, el miedo.

Venga, ya estáis tardando en leerlo.

21/9/09

Frases

Un día oí por la tele que nada en este universo pasa una sola vez, que el infinito va en los dos sentidos. Realmente, en aquel momento, estaban, estas frases, aplicadas al hecho de que si pierdes una oportunidad, te vuelve a llegar, cosa que no creo para nada, a no ser que haya otras vidas propias y paralelas, que no simultáneas. El caso es que las dos frasecitas me gustaron mucho y me las apunté en un papel. Y, para ser sincera, harta de ver el papelito de un lado a otro de mi escritorio, hoy he decidido escribirlas en el blog para no perderlas. A veces soy así de simple.

20/9/09

Qué pesada es la vida cuando se vuelve complicada

Qué pesada es la vida cuando se vuelve complicada. En esos momentos, apetece apearse de ella y decir a voz en grito: ¡que sigan sin mí!

Una mañana, suena el despertador, te levantas entre legañas y regañadientes, pues abandonar el lecho calentito antes de que haya despuntado el día no le apetece a nadie, te diriges al cuarto de baño, descorres la cortina para ducharte, entras en la bañera y abres el grifo del agua, y resulta que: por mucho que pongas la palanquita del grifo hacia la marca roja, por este, no sale agua caliente, aún más, parece desconocer del todo el concepto de caliente.

Cierras el grifo y sales de la ducha para ver que le pasa al dichoso calentador, no sin antes percusionar ese huesecillo rodillar interno contra una de las paredes de la ducha, pues, en la finitud del gesto al sacar el primer pie y depositarlo en la toalla de suelo, al otro, le ha dado por patinar en dirección contraria causando el impacto. Es entonces, cuando empieza una hermosa coreografía espasmódica de doblegamiento lumbar para evitar, en semejantes horas, soltar el aullido de dolor. Por fin, dejando huellas húmedas en el suelo, pues ya da igual todo, e intentando no resbalar, que una cosa es la rodilla y la otra, mucho más seria, el coxis, te plantas delante del calentador y resulta que está apagado y fuera de cobertura; apagado porque ha decidido por “motu propio” no volverse a encender nunca más, y fuera de cobertura, porque no hay seguro que lo cubra. Eso supone: páginas amarillas, buscar un técnico, encargar calentador y sustitución del estropeado. Quedar con el técnico, hoy no puedo, mañana no puede, teléfono por aquí, móvil por allá.

Al final, quedamos citados. En un par de horas estará instalado, se lleva el viejo, le pago y tírate al monte a cazar la perdiz, por aquello de la ingesta desde la felicidad. Mañana siguiente, “¿qué poco caliente que sale? Llama de nuevo al señor, que eso es cosa del caudal de agua, que no hay problema, ¿cuándo puede pasar?, esta tarde, por la tarde hoy no puedo, mañana no puedo yo, móvil y teléfono, viene un sábado, pero pronto, que luego se va a fuera con su familia. Madrugón de sábado.

Bueno, así explicado, no es nada del otro mundo, vamos, que es de lo más normal. Ya. Pero es que paralelamente, se estropeó el DVD, fui al FNAC a comprar UNO (por seguir con las mayúsculas), lo instalé, lo probé y fue bien. Hurra, algo que funcionaba.
A los dos días, rebobinaba mal, luego empezó a encallarse. Desenchufé los cables, con el movimiento de mueble que ello supone. Ponlos en su cajita, que inteligentemente tenía guardada debajo de la cama, ve de nuevo al FNAC, quéjate, toma otro, vuelve a casa, instala, probatura de mil maneras a ver si todo funciona. Creo que esta vez sí.

Pero por si aún quedaban dudas sobre el título del post… Las gafas que tengo desde hace dos años no han dado más que problemas. Así que justo unos días antes de que se me rompieran los aparatos antes citados, fui a la óptica; queja por aquí, queja por allá. Ya os podéis imaginar: una miope desde los cinco años, siendo fiel a la misma óptica toda su vida, tiene hasta alfombra roja y hasta casi una copa y pastelitos, después de haber pasado más de cuarenta comprando sus antiparras en el mismo sitio,. No te preocupes, te buscamos otra montura.

En medio de las roturas antes citadas, sms de la óptica anunciando que ya estaba en la tienda. Coordinación estratégica. Corre a que te la cambien, espera a ver si te la puedo montar yo. Mira ya está. Perfecto (al unísono). Día siguiente, en la óptica: es que me mareo, esto es problema de los ejes, espera que lo curvo un poco. Bien. Perfecto (nuestro segundo dúo). Otro día más: me sigo mareando y tengo la sensación de que se mueven los objetos. Sigue siendo el eje, espera que te lo descurvo un poco. Nuevo día: ¡qué dolor en la nariz! ¡Ostras, me ha salido una alergia de las patillitas nasales! Óptica de nuevo, por el camino, llamada de móvil, no, ahora no me va bien que venga, mejor mañana, ¿cuánto tiempo necesita para cambiar el calentador? Simultáneo:Te pondré unas patillitas de silicona, vale, mañana estaré toda la tarde en casa, ¿lo traerá usted mismo? ¿A qué ya no te molestan tanto?

Agotada, llego a casa y me dispongo a ver una película de DVD, al cargarlo veo que la imagen permanece fija y partida por la mitad ¡Por Belcebú y todas su familia! Mejor me voy a dormir, eso sí, con la precaución de poner el colchón en el suelo, no vaya a ser que se rompa alguna pata de la cama y tengamos un disgusto serio.

17/9/09

Esto sí que no es literatura

Ni todos los métodos usados por la Inquisición y su querido Torquemada, ni todos los correctivos utilizados en Alcatraz superan una sola sesión de fisioterapia.

Médico: Usted está haciendo mal uso de su espalda.
Dintel: ¿Y cómo la puedo usar bien?

Médico escribe: diez sesiones de fisioterapia.
Dintel piensa: bueno, supongo que eso me hará sentirme mejor, menos cansada y con menos dolores de cervicales, dorsales y lumbares.

Hasta ese momento, todo era felicidad, expectativas muy buenas y ganas de usar bien las cosas, porque ya os podéis imaginar, para alguien que es tan perfeccionista como yo, descubrir que hacía mal uso de algo, le ha creado como una especie de onda sísmica cerebral que le ha llevado a tomar consciencia de la zona y a actuar como si de Alexandre y su técnica se tratara. Además, como es más fácil ver la paja del ojo ajeno, ahora me da por corregir espaldas vecinas, ya que para mí siempre ha sido más fácil la palabra que el acto. Pero a lo que íbamos, capítulo segundo: primer día de fisioterapia.

Dos amables y bellas fisios me indican dónde está el vestuario para cambiarme. Y así lo hago, me disfrazo con la ropa que me pedían, supuestamente de deporte (pues para diez sesiones pensé que no valía la pena vaciar Decathlon optimizando mi indumentaria) y cuando salgo a la primera sala de tortura me encuentro con todo de personas realizando lo que ellas llaman "ejercicios" indumentadas de la manera más chic que os podáis imaginar. Y ahí estaba yo, con mi calza larga azul casi hasta las rodillas, tres tallas más grandes de lo que me correspondía, unas rodillas blancas como la leche y varicosas como la hidrografía hispánica y una raya fronteriza desde donde bajaba hasta el tobillo la morenenez de haber llevado todo el verano unas bermudas de esa medida. Camiseta de color naranja (parece ser que la moda terapiosa es el blanco, el negro y el plateado). Total que lel primer ejercicio fue sobre mi vergüenza, que también parece que la uso mal.

Me estiraron en una camilla, me ataron el pie a una cinta y... pierna estaradaparriba, pierna estiradapabajo. Cinco minutos con cada. Cuando hubo pasado el tiempo, descubrí que mi bruxismo también me estaba ayudando a levantar las piernas. Me senté en la camilla exhausta y con nalgas doloridas (porque las abdominales y sus agujetas es otro tema a parte que aparecería al día siguiente) y la simpática y bella fisio me dijo: “pasa al box cuatro”.

Al box cuatro. Sí, y ahí había puerta. Qué miedo. Me sentaron en una silla, me hicieron quitar la camiseta y me empezaron a poner unas ventosas por toda la espalda que succionaban y daban unas corrientes eléctricas.

Fisio: Es para relajar los músculos.

Coño de relajo, han pasado tres días y aún tengo las marcas de las dichosas ventosas, es más, como cada día me las ponen en sitios diferentes, mi espalda está de lo más pop con esos círculos atopolinados de los setenta. Eso sí, del dolor que tengo en la espalda no hablo, porque estoy convencida que eso forma parte del buen uso.

Después de esos diez minutos, vino la fisio, ¿o debiera llamarle verduga?, y me llevó al box quince. Y yo, ilusa de mí, que pensaba que lo peor había pasado, resulta que me atan una cinta alrededor del cuello y la nuca que va atada a una cuerda que sube hasta el techo y pasa por una polea y en cuyo otro extremo del cabo (dejadme ser marinera) se cuelgan dos kilos de peso. No solo eso, que mientras estoy estirando mis vértebras en contra de la gravedad, me ponen dos focos de microondas uno en cervicales y otro en lumbares. Toma ya, y aguanta diez minutos más. Así, cual ganado en matadero me las tengo que ver cada día. Eso sí, con el calorcito del micro que con el tiempo llega a quemar.

Después de esto, cuando te sueltan, no te atreves a girar el cuello por si aquello del croc, ya sabéis. Así que te dejas conducir, como corderilla a la camilla de turno para seguir haciendo el castigo que toque, mientras que con el rabillo del ojo ves como las saetas del reloj de pared parece que den un paso adelante y cuatro hacia detrás, recordándome aquel dichoso juego de niñas en el que nos cogíamos por el hombro todas y cantábamos una estúpida canción que nos hacía avanzar más para atrás que para adelante.

Al final, cuando piensan que has cumplido por aquel día tu deuda con la sociedad, te dejan libre y te vas, lenta y pausadamente, intentando recolocar todo tu esqueleto en su acostumbrado mal uso, cosa que el cansancio y el dolor, ya se encargan de no dejarte hacer.

No sé si al final haré buen uso de mi espalda, no tengo ni idea, pero os aseguro que hago buen uso del descanso y sobre todo de la cama (recordadme que haga una oda a mi estimado colchón). Ah, por cierto, el insomnio ha desaparecido, no sé si el cansancio puede más o es que prefiero soñar a ver mi cruda realidad. A día de hoy, me faltan siete. Dadme ánimos o, mejor, dadme un trago, que siempre hace ver las cosas de otra manera.