30/8/10

Sustraído de su blog

Dintel y yo llevamos un par de días enfadadas por una tontería. Al menos yo pienso que es una tontería. Os explico: esto de vivir en Barcelona es bastante difícil para una mosca común. Pues, al finalizar el día, tengo las alas llenas de ese smock que tienen las ciudades y me pesan y me siento cansada para hacer nada. Me he dado cuenta que a ella le pasa lo mismo pues, cuando llega a casa por la noche, tiene los poros de la nariz y de la cara negros, pero sobre todo los de la nariz.

Pues bien, yo que soy una mosca limpia, cogí la costumbre de cuando llego a casa por la noche, entro en el lavabo y me doy una pequeña ducha debajo del grifo y me cepillo bien las alas para estar fresquita y limpia para ver un rato la tele, cenar e irme a la cama. Pues el otro día, no cerré la puerta y Dintel entró sin saber qué yo estaba aseándome y me vio cepillándome las alas con lo que ella llama “su cepillo de dientes”. No veáis cómo se puso. Montó en cólera y empezó a gritarme y de vez en cuando tenía que parar porque parecía que le venían como unas arcadas. Yo no entendía nada. Pensé que ese cepillo era para mí. Ella tiene uno parecido en su ducha, de mayor tamaño y de madera.

En fin, que han pasado dos días desde el incidente y aún me mira mal y no me habla. Pero sé que es buena persona y que en cuanto se le pase el enfado me perdonará.

Me ha comprado otro cepillo igual pero de color verde (mosca, añadió) y se cuidó mucho, entre gritos y gestos, dejarme claro que ese, era el mío y no podía tocar otro. También me enseñó el suyo, de color rojo y me prohibió tocarlo bajo ningún concepto. Lo ha guardado dentro del armario del lavabo. La verdad es que no veo que la cosa sea para tanto, al fin y al cabo las dos somos criaturitas de la naturaleza y bien limpias.

28/8/10

Un último acto de amor

Cariño,

permíteme la licencia de llamarte así por última vez. Aunque ya sé que no me corresponde hacerlo, sigo visualizando este término cuando pienso en ti. Se me han quedado tantas cosas en el tintero que nunca me has permitido decirte, que ahora se pelean en la plumilla de mi estilográfica por salir y rasgar el papel. Pero no voy a consentir que lo hagan, ya que nunca ha existido motivo para ello. Mi idea es tomarme un tiempo para ahogarlas en la tinta donde hasta ahora flotaban y acabar, así, la enorme lucha que tengo con ellas.

Esta mañana, he vaciado, por fin, el champú que dejaste en mi casa cuando, hace tiempo, viniste a compartir conmigo unos días. Recuerdo que al irte, lo guardé con mimo para la próxima vez que volvieras. Me costó darme cuenta de que esto no pasaría nunca. Para paliar el dolor que el descubrimiento me produjo inventé el ritual de ducharme con él, como clara metáfora de hacer el amor contigo. Salía de la ducha oliendo a ti y me sentía, de alguna forma, tuya. Y hoy, que se ha acabado el champú, mientras contemplaba el bote vacío he sentido el sereno adiós.

Por fin, soy capaz de entender que debo dejar que vivas tu propia historia, que nada tiene que ver con la mía. Lo nuestro, si me permites utilizar esta expresión, fue un punto tangencial en nuestras vidas que nunca supe vivir como tal. Me aferré a un amor que no existía pero que me hubiera gustado recibir de ti. Ciega, he creado un mundo paralelo en dónde cualquier señal de amistad tuya era un mendrugo para alimentar mi corazón.

Ahora, creyéndome con fuerzas, me retiro de tu vida para que puedas seguir sin tenerme que arrastrar de lastre. Sé feliz. Adiós.

dintel

26/8/10

¿Y por qué no?

Me atrevo a profanar el mundo de las palabras porque no quiero poseer el derecho a esconder lo que siento. La necesidad de ello es tan grande que hoy me hallo jugando entre ser una humilde obrera de texto y el mundo de los metaconocimientos. La historia avanza, no hay ninguna duda de ello y la preocupación del ser humano sigue siendo el propio ser humano. Mi existir, en analogía, también avanza siendo su preocupación, mi persona. El hombre vive de amor y muere de él y si no se tiene, se espera, desea, anhela, suspira, ansia que roce de nuevo su vida para poder seguir viviendo y muriendo de él. La búsqueda de la felicidad, erróneamente, en otros seres, nos obliga a echar la culpa a lo rápida que avanza la sociedad. Pero nada cambia con el devenir de los años y se continúa escribiendo.

Mi erudición es inexistente cuando salgo de mi propio yo, parte única de esta vida que aunque no domino en su totalidad, estoy en vías de hacerlo. Escribir, escribo, pero sin oficio. Simplemente para atenuar mi propio sufrimiento o a veces para tornar bello la fealdad que hay en mi vida o incluso, para criticar lo que en mí veo. Fantaseo con historias que conozco y desconozco. Juego con significados y nexos en largas oraciones, (valga, también, sus acepciones). De alguna manera, intento decodificar palabra a palabra mi esencia con la esperanza de que haya alguien que la entienda. Y os dejo, asomar, a penas, a mi mundo revuelto en desórdenes con la esperanza de que algo cambie: mi visión, la vuestra o la universal. De mis palabras, leéis vuestras imágenes y formáis vuestra propia historia. No soy más que una persona creadora de ficciones. Quizá debiera haber hecho caso a quien dijo “si puedes vivir sin escribir, no escribas”. Tarde ya. Mi realidad la convierto en mentira para contarla como real y desde una “borrachera de palabras” recrear mi propia historia.

25/8/10

A 300.000 km/s

Entre tanta oscuridad, las chispas que hacen las palabras destacan y pueden llegar a deslumbrar. El haz de luz viaja, fotón a fotón, a su propia velocidad, llegando a ojos lectores que quizá no sepan polarizar el contenido lumínico. Antes de analizar, se debe situar el mensaje luminoso dentro de su propio espectro, dotado de él para esto. La absorción de la propia emisión dará los colores de esos famosos cristales que cada persona posee para ver el mundo. Debemos tender a ver el Arco Iris y no quedarnos sólo en la percepción de la gama primaria. Es bueno recordar, que los objetos poseen todos los colores menos aquel que reflejan, que en su justa traducción, viene a decir que “no es oro todo lo que reluce”. No olvidemos, por otra parte, la dualidad de esa emisión en onda-corpúsculo. Con ella conseguimos entender los diferentes comportamientos de la irradiación. Aquí, ya entramos en el verdadero campo lumínico: la comprensión. La luz, lo que se ve, lo que se dice, es perceptible porque existe la oscuridad, lo que se calla, lo que se omite, y como vivimos en un mundo regido por contrarios es del todo necesario hacer incidir, siempre, en el prisma del entendimiento, ambos conceptos.

A demasiada velocidad viaja la luz para evitar que nos impacte su destello. Andémonos con ojo y no nos dejemos deslumbrar por la refulgencia de lo escrito. No nos basemos, sólo, en las Leyes Ópticas, ya que estas pertenecen al terreno de la intuición, llegando así a errores que, no la luz, si no el ser humano comete. Tengamos presente que el análisis conduce a la comprensión de cualquier fenómeno de la Naturaleza. Y en su defecto, unas buenas gafas de sol, con su graduación pertinente, por supuesto.

24/8/10

Conectada a ti

Mira que lo impido. Lucho contra ello cada noche cuando cierro la pantalla. Sin embargo, cuando me estiro en la cama descubro un trozo más de ti, en mí. Y evoco, evoco el deseo que me has creado con cada una de tus palabras. Intento dormir y no puedo y acabo llenándome de nuevos propósitos para evitar caer mañana. Me gustaría huir de ti, pero desde el primer momento até mi torzal a tu dulzura y sin quererlo, estés donde estés, te siento. Pido fuerzas para poder esperar, sin desespero, a que seas tú quien siga, como hizo Ariadna en su momento, ese hilo que aguanto y ni durmiendo suelto.

23/8/10

No soy yo

No soy yo, me han sustituido. He despertado feliz. Lo he notado enseguida y de un salto me he plantado ante el espejo a comprobar si era yo. He reconocido mi imagen, sí. He palpado mi cara, mi pecho, pero no soy yo, ya os digo que me han sustituido. Esta noche, mientras dormía, seguro que ha sido ahí. He tenido un sueño tranquilo. Es que no puede ser en otro momento, lo pienso y no ha habido otra oportunidad, me hubiera dado cuenta. Me acosté tarde y era yo, eso lo recuerdo y nada más abrir los ojos, antes incluso de ponerme las gafas, ya me sentía feliz. Lo curioso es que en todo lo demás me percibo igual, nada ha cambiado. ¡Qué extraña sensación de ligereza! Ya está, decidido: Me ducho, me visto y salgo a la calle. No pierdo ni un minuto más buscándote en los pliegues de mi vida.

19/8/10

Ella

Llevamos cuatro años de novias (odio esa palabra pero me evita dar explicaciones) y no os voy a mentir, ha habido de todo. Nos queremos, aunque suene cursi. Bueno, yo creo que ella me quiere más a mí. Es cáncer, ya sabéis: se entrega. Se le escapa la pasión por todas partes y yo, ¿qué os voy a decir?, sigo siendo el mismo ser asocial de siempre, cosa que le encanta remarcar en nuestras cenas con amigos. Muchas veces pienso que estoy con ella porque si me voy se moriría de dolor. Otras, en cambio, pienso que no encontraré nada mejor en la vida (a la edad que tengo ya me toca ser práctica). Ella es autosuficiente en todo, no me necesita para nada. Es de nacionalidad cubana aunque ha realizado todos sus estudios, aquí, en San Francisco. No había acabado la carrera y ya se la disputaba más de una empresa. La paradoja consiste en que yo no he tenido que luchar por ella. Es ingeniera y trabaja en una multinacional. Vivimos en un barrio residencial, de esos que tienen su jardín en la parte delantera de la casa y que a penas circulan coches por la calle. El lugar en donde ella quería vivir. Cualquier cosa que se estropee la sabe arreglar. No permite que me encargue de nada; Cocina, estupendamente, limpia la casa y hasta se ocupa de que tenga mi ropa a punto cada día. Ha montado una pequeña red con unos ordenadores que ella misma ha fabricado. Todo el mundo se queja de la conexión de internet. La nuestra, nunca falla. Ha puesto una antena en el tejado. Me explicó para qué, pero si soy sincera, ni la escuché. Con cualquier material fabrica lo que necesita. Lampista, electricista, informática, albañila, carpintera y pareja, seis en una. Tengo un chollo. Ella no es de las que mira el deporte por la tele, no, ella lo practica y a cual mejor. La verdad es que nuestros hobbies coinciden, cosa que me es muy cómoda y hace que me sienta unida a ella (claro que perder ya no tiene importancia, ni llegar dos horas más tarde a la meta, tampoco).

Lo que serían las vacaciones de Semana Santa, se fue a ver a su madre. Yo aproveché para viajar. Volví un día antes que ella y cuando llegó me encontró leyendo en el sofá del comedor. Dejó su mochila apoyada en la puerta. Se acercó y me quitó el libro de las manos, me recostó sobre los cojines y se puso encima de mí. Su beso fue frágil, como si controlara toda su pasión. Pero en cuanto la atraje hacia mí y comprobó que mi deseo coincidía con el suyo, se dejó ir (siempre nos pasaba lo mismo cuando hacía días que no nos veíamos). Hicimos el amor con tranquilidad, tomándonos nuestro tiempo. Debo reconocer que es cuando más la disfruto, cuando nos reencontramos. Al finalizar, se quedó con medio cuerpo sobre el mío, descansando, con esa paz que sólo se alcanza cuando se llega a la saciedad. De repente, se levantó de un salto, como si recordara algo. Se fue hacia su mochila y de una cremallera lateral sacó un bote de pastillas de color naranja y me lo tendió. Acostumbrada como estaba a sus giros temáticos, me dispuse a leer la etiqueta, pero ella me indicó con un gesto de cabeza que lo abriera. Dentro, encontré un anillo de oro blanco con un brillante. Era el de pedida de su madre. Me explicó que habían entrado a robar y se llevaron las joyas y este, por estar en otro cajón, se había salvado. Me estaba pidiendo que me casara con ella. Esas son sus formas.

Le contesté que sí, pero en mi fuero interno estaba llena de dudas. ¿Realmente la quería? Yo a la larga tenía pensado volver a España ya que el tipo de vida americana no me acababa de gustar. No creía que ella me dejara ir. Por otro lado, lo que más me preocupaba era si debía ligarme a alguien que no me despertaba ninguna pasión. Mis otras experiencias, pasionales todas, habían acabado en fracaso. Ahora sé que es porque ya empezaron fracasando. Esa perspectiva la da la edad y es que ya tengo una en que debiera dejarme de tonterías. Ella era lo mejor que tenía y no me apetecía nada empezar a buscar de nuevo. Sabría vivir sin pasión, estos últimos años lo hebía hecho. Lo que me sabía mal era verla intentando complacerme en todo y consumida en deseo. Estaba muy enamorada de mí y a pesar del tiempo que llevabamos juntas no había disminuido en nada, sino todo lo contrario, la intensidad de su sentimiento.

Se fue directamente al ordenador, mientras que yo, con el anillo en una mano y el bote vacío de pastillas en la otra, me perdía en pensamientos. Estuvo un buen rato buscando por Internet hasta que encontró la página que le pareció más adecuada para adquirir nuestros anillos. Nunca se ha fiado de los centros comerciales. Ella compra siempre a través de la red. Envió un e-mail solicitándolos. Al poco tiempo, llegaron por correo unas plantillas rectangulares de plástico con aros de diferente diámetro, marcados cada uno con un numerito. Estuvimos en el sofá mirando cual correspondía a nuestro dedo. Podías separar el aro porque estaba troquelado y cada una nos pusimos la imitación de anillo en el correspondiente dedo. Fue entonces cuando nos miramos. No apartó sus ojos de los míos durante un buen rato, hasta que dulcemente me cogió la mano y con un cuidado más propio del dolor que del cariño, sacó el anillo de mi dedo y después se sacó el suyo. Se levantó y, sin decir nada, se fue a la cocina.

A veces cuando paso por el pasillo me fijo en que ahí quedaron los dos anillos, olvidados en una bandeja. No hemos vuelto a hablar del tema. Creo que, aquel día en que me miró a los ojos, se encontró cara a cara con mi alma. Nunca me ha dicho nada, pero cada noche la veo guardar, abnegada, su pasión y no puedo dejar de pensar que nos hemos vuelto como esas dos alianzas, de plástico.

18/8/10

One more day

Mi día funciona bien, tengo ganas de vivirlo y cuando despierto ya no es en ella en lo primero que pienso. Transcurre tranquilo el desayuno con mi mente ocupada en organizar mi tiempo. Mientras preparo la ropa pienso con quien comeré. En la ducha, es dónde se desmonta mi mentira; usando el champú que tu dejaste me duele cada gota de agua sobre la piel y lloro, sin lágrimas pues ya no quedan. Me seco con la toalla compadeciéndome, todo con movimientos lentos, a la velocidad de un profundo dolor. Parece que la energía se he ido por el desagüe con el agua. Miro mis ojos en el espejo y cuando me encuentro con mi alma aparece la rabia que la impotencia crea y lanzo la toalla, una vez más. Corro desnuda a abrir las ventanas de par en par. Aire, necesito aire, porque por mucho que ventile, mi casa huele a soledad.

17/8/10

Fragilidad

¿Qué designios del destino han hecho que tu fragilidad fuera a caer en mis manos? Terrible responsabilidad he contraído al haber aceptado tanta dulzura y cariño. Yo, que soy adusta en modos y formas y que apenas controlo las palabras que digo, al besarte aquel día, me convertí en excelsa cuidadora de tu alma cristalina, título que me fue otorgado por un antiguo conjuro de tus heridas.

Llegaste a mí con la mirada ensangrentada y rebosante de heladas lágrimas, tapabas tu frío con una gruesa capa de desconfianza, y temblando, te sentaste a mi lado. Sin querer, al acercarte el cenicero, toqué tu mano y como magia que despertó tu desesperación, pude sentir todo aquel frío y te besé queriendo reconfortarte. Te besé tímidamente intentando pasarte parte de mi calor. Fue un beso seco que quiso absorber algunos trocitos del dolor que escondías. Te dejaste besar con tranquilidad y al rato, de forma enérgica y decidida, te separaste bruscamente de mí y te cubriste el rostro con tu capa de desesperación, mientras que me yo desplegaba la mía, fina, llena de impotencia.

Intenté seguir conversando aún viendo que no me prestabas atención, te vi perdida en tu interior. Al final, después de mucho monólogo improvisado, callé dispuesta a cambiar la estrategia social y fue en ese silencio cuando noté que tu mano se posaba sobre la mía y me enseñaba el estrecho sendero que conducía hacia tu corazón.

Aquí estoy, caminando por angostos desfiladeros y salvando peñas que se precipitan a mi paso, hablándote sobre arenas movedizas que van engullendo mis esperanzas, mientras te vas rompiendo poco a poco en cada una de mis equivocaciones y errores, obligándome a retroceder y recoger los vítreos pedazos en que te erosiona el dolor.

Y yo me siento culpable porque aun no he aprendido a andar de puntillas sobre tu vida, con las manos en los bolsillos, sin tocar nada, con la sonrisa y la paciencia como cola de impacto para ayudar a reconstruir a la persona que un día fuiste. Pero debo admitir y confesar que soy una manazas que nunca ha sabido manipular las cosas frágiles.

15/8/10

Naturaleza infiel

Sigo diciendo que últimamente tengo suerte con los libros que leo. Esta ha sido una novela rápida de lectura, no por ello, vacía de pensamiento. Más que hacerme crecer con lo que ella cuenta, que también, me ha hecho pensar en todo ese barullo de teoría narrativa que poco a poco se va sedimentando en mi interior. Su novela, narrada en primera persona, es fresca y amena. Explica los hechos de tal manera que da la impresión de estar ahí viviéndolos en persona. Me ha encantado que parte de ella pase en Zaragoza, ciudad de la que guardo muy buenos recuerdos.

12/8/10

Amándote

La noche empieza a sonar y sus estrellas marcan el norte magnético del deseo. Tu cuerpo y el mío empiezan a temblar por el goce que acuna nuestros besos. ¡Qué fácil es amar lo tierno!

Tus largos dedos buscan, encontrar en mí tu propio eco. Teclas sonoras acompasan la nana de nuestro encuentro.

Y mañana por la mañana , fresca la noche en el recuerdo, bajo estás cómplices sábanas dormirán enlazados nuestros cuerpos.

6/8/10

Ahora, siempre serás dos

Llevas tejiendo tu vida y ahora tienes un retoño que seguirá los pasos que has ido dejando en la tierra, con ese chal de amor con el que cubres a quien te conoce. Se ha llenado de ti la sensación de estar de pronto completa. Esta noche, las estrellas eran la prueba de que irradias esa serena felicidad que sólo las madres pueden poseer, fruto de la ilusión, el cansancio y la sangre de tu sangre.

Sigues hilvanando notas a tu canción. Tu voz se alza en el corazón de una nueva persona, una pequeña con la que tienes la esperanza de hacer más de un dueto. Porque, ¿para qué se tienen hijos? Si no para enseñarles la canción que cantamos.

5/8/10

¿Quién debe narrar?

¡Y parecía fácil! Tienes una historia y en la cabeza y la cuentas por escrito. ¿Dónde radica la dificultad? En ninguna parte. Sí, sí. En ninguna parte. Con esos pensamientos me lancé al hermoso mundo de la novela pensando que tendría bastante con un par o tres de meses para poderla concluir. ¡Animalica! Desde fuera no se ve el enorme precipicio que es la elección del narrador. Parecía cosa fácil, pero no es así. En la elección del narrador y el punto de vista radica casi la mayor parte del éxito de que lo contado, funcione. Y heme aquí, como quien hace una quiniela, intentando hacer las combinaciones posibles para saber qué narrador es el que hará que mi historia prospere lo mejor posible. Y mientras pienso y pienso y corrijo y corrijo, me va pasando el tiempo.

Entiendo que el asunto narrador sea importante y en mi fuero interno sabía de antemano que sería con este tema con el que tendría el verdadero problema. Recuerdo hace mucho tiempo, cuando tuve la oportunidad de poder oír unas clases de novela, un profesor estaba hablando de la elección del narrador y yo desde fuera del aula escuchaba muy atenta. Entendí a la perfección los diferentes tipos de narradores y sus utilidades, pero me quedé con la duda, que aún hoy conservo, de cómo saber qué narrador es el apropiado para explicar la historia.

Me he remitido a mi blog buscando qué narrador he utilizado en los diferentes textos que tengo y no puedo llegar a ninguna conclusión. Bueno, sí, a una conclusión sí que he llegado: el asunto narrador no lo debo tener nada claro porque me es imposible entender qué narrador necesito para mi novela.

Hoy si todo va bien me devuelven el ordenador arreglado y por fin, podré perderme entre mi teclado (añoro su tacto), en mi despacho, totalmente concentrada en lo que quiero hacer, cómoda y acompañada por mis musas.

A ver si para mañana ya tengo solucionado el problema del narrador.

3/8/10

Los hilos del corazón

Quien no tenga un remiendo en el corazón que tire la primera piedra. Porque la vida, queriendo o sin querer, es susceptible de lacerarnos. Sin ser ella la culpable ya que somos nos los que vamos con el corazón a modo de tarjeta de visita. Y luego nos quejamos de que nos lo devuelven sucio, pateado, golpeado, rasgado, ajado e, incluso, roto. Pero qué más da, si el sufrimiento nos hace sentir vivos. Qué bien nos sentimos narrando las desgracias una y otra vez, aquí, allá, recreándolas más y más a medida que las contamos, para que la costumbre no nos aplaque el dolor. Y que rabia reconocer que es cierto lo que digo. Que buscamos la infelicidad para sentirnos vivos pues la felicidad conlleva estabilidad, monotonía y así, en la tranquilidad, no sabemos vivir. Qué sentimiento tan deseado y la par, tan rechazado cuando se llega a adquirir. ¡Es efímera la felicidad!, nos pretendemos convencer. Efímero es el tiempo que nos apetece sentirla.

Yo venía aquí a recomendar este libro, pero cómo esta vez no tengo más que decir que SUBLIME he querido enrollarme un poco con uno de los pensamientos que me ha provocado su lectura.

Por favor, no dejéis de leerlo y ya me diréis.