Te veía llegar cada tarde derrotada. Cerrabas la puerta
despacio, acompañándola con la palma de la mano y apoyabas la frente en ella un
rato. Supongo que el frescor de la madera te hacía bien. O quizá necesitabas
energía y este simple gesto te recargaba. Tú no lo sabes, pero desde que
descubrí por casualidad que hacías, cada día te observo. Me enternece ver este
pequeño momento de debilidad. Tú que eres tan fuerte. Tan decidida. Que puedes
con todo.
Te dije un día:
─Deberías buscarte un trabajo. A parte de que entrará un
sueldo más en casa, te vendría bien no estar tan ociosa y deshacerte un poco de
las responsabilidades del hogar. Nuestras conversaciones, ahora, no van más
allá de las aventuras y desventuras de nuestra estimada Rumba. “Que si hoy se
ha metido debajo del sofá y no ha podido salir.” “Que si ha arrastrado la pared
virtual y no ha servido de nada ponérsela.”
─Te estás burlando ─me contestó parándose en seco.
─No, no. No me malinterpretes. Creo que una persona tan
inteligente como tú necesita seguir desarrollándose y encerrada en casa no creo
que lo puedas hacer.
─Intenta arreglarlo ahora…
Y así quedó nuestra conversación. Al día siguiente se duchó,
se arregló y desayunó conmigo. Salimos de casa juntos y regresó a casa más
tarde que yo, cuando ya empezaba casi a anochecer.
─No ha habido suerte ─me dijo.
Un día tras otro la misma rutina. Hasta que dejó de
anunciarme que, como cada día, no había encontrado trabajo alguno.
Así fue pasando el tiempo. Ella cada día más seria, más
cansada, más desesperanzada. Por fin llegó un día, un año y pico más tarde que
entró radiante, cerro de un golpe la puerta y me dijo desde la entrada:
─Hoy sí que ha habido suerte.
Se fue directamente a la habitación a cambiarse. Aproveché
para descorchar una botella de buen vino y llené dos copas. Cuando salí de la
cocina con una copa en cada mano me la encontré en el pasillo con una maleta en
cada mano.
─Gracias por el empujón.
Se dio media vuelta y se fue.
Ahora soy yo quien cada día vuelve a casa, cierro la puerta
despacio y apoyo la frente en ella durante un buen rato.
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