La mujer de pelo crespado de color ébano y tez blanca que
siempre viste de negro no es una bruja. ¡Ya le gustaría, ya! Pero se tiene que
conformar con su humilde plaza pública de maestra. Lleva medias muy tupidas
para que no se vean los pelos de las piernas y calza zapatos voluminosos para
esconder las pezuñas, piensan sus alumnos. Parece pacífica pero siempre da un
poco de miedo por el vaporoso peinado que lleva y el contraste de su vestimenta
negra con el blanco de su piel. El pavor aumenta cuando clava su mirada
directamente en ti. Entonces, si te atreves a aguantársela más de un par de
segundos puedes llegar a ver el mismísimo diablo. Sus ojos contienen tonalidades
más propias del infierno que de esta vida.
La mujer de pelo crespado de color ébano y tez blanca que
siempre viste de negro no tiene la culpa de que ese maldito ardor de estómago
le agrie el carácter, ni de que tenga mala circulación y tenga que llevar
medias compresivas, ni de que las dimensiones de sus plantillas le impidan
llevar un zapato más femenino. Tampoco tiene la culpa de que se le haya
obturado el lagrimal y siempre ande con los ojos enrojecidos. Ni de que lleve
años perdiendo pelo y ya no sepa como disimularlo. Eso sí, siempre le ha
gustado vestir de negro.
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