22/10/15

Conjeturas 1

El chaval lleno de granos, delgado, con gafas, que siempre se sienta cerca de las puertas de salida y parece tímido y vergonzoso coge el tren cada día cargado con su mochila porque estudia en la otra punta de la ciudad. No quiere que nadie del barrio sepa de él. No le gustaría cruzarse los fines de semana con ninguno de sus compañeros. Ha decidido levantarse dos horas antes de las clases para que nadie lo vea. No puede con su timidez. En el lejano instituto puede ser quien se le antoje. No lo conocen de verdad. No saben que es un cobarde incapaz de mirar a los ojos e incapaz de afrontar una conversación. Allí es el líder de la clase. Un “clarkkent” para sus compañeros, siempre con la simpatía, siempre con el chiste, y esa calidez que enamora a todos. Los profesores se sorprenden de la madurez de sus respuestas y de la precisión con que lleva el aprendizaje de las lecciones. Nadie en su instituto se fija si tiene acné o no. Es el más popular. Incluso durante el patio se le acercan alumnos de otras clases para oír sus conversaciones. Durante unas horas al día vive feliz, exultante. Su interior vive su máximo esplendor. Se siente grande, invencible, tal vez.

El timbre anuncia que se han acabado las clases. El chaval lleno de granos, tímido y vergonzoso se despide de sus amigos en la puerta de la estación. ¡Cómo mola, es el único de la clase que va en tren a su casa! Todos sus colegas, en secreto, desean que los invite a pasar la tarde en su casa. Pero el chaval lleno de granos ya se encargará muy mucho de que esto no llegue a ocurrir nunca. No quiere mezclar sus dos vidas. No quiere que descubran como es realmente, un cero a la izquierda que nunca hace nada bien. Su padre ya se encarga cada día de hacérselo saber.

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