1/11/15

No me preguntes cómo me siento

He reducido mi vida a lo esencial. Mis pensamientos rezuman la derrota de una lucha que no quise. Tengo el buche lleno a rebosar de cosas que decir, de verdades silenciadas. Aunque las palabras no siempre necesitan un destino, necesito espetarle certidumbres, tantas que mi silencio grita en el hueco que dejó la pena al ser consumida por el tiempo. El tiempo, la enfermedad del alma, el  marcapasos de mis días. Necesito unas vacaciones de mí misma. Cada silencio mío es un despropósito tuyo. Y almaceno  el dolor que me causan tus ojos envenenados y tus acciones torcidas. Y ese dolor deslavaza en la memoria tu persona. ¿Existen palabras para atenuar el odio ajeno?

6 comentarios:

Anónimo dijo...

No existen palabras que den consuelo cuando el corazón no espera nada...

dintel dijo...

Anónimo, muy cierto. Y qué duro es no esperar nada.

Nono dijo...

Perdón por la intromisión :) qué es peor entonces, no esperar nada, o seguir esperando y que no llegue?, realmente se puede no esperar nada? o esperar nada ya es esperar algo... en fin, me ha encantado la entrada, me gusta cuando alguien pone palabras a lo que siento y desde hace mucho tiempo no consigo expresar. Saludos.

dintel dijo...

Nono, es un poco aquella paradoja del barbero que puso un cartel más o menos así: "Aquí se afeita la barba solo a aquellos que no se la pueden afeitar a sí mismos". ¿El barbero se puede afeitar a sí mismo? 😉

Nono dijo...

Estos bucles de pensamiento cómo son eh Touché :)

Anónimo dijo...

Si...