2/1/15

Mal día, supongo

Espero sentada, porque la edad no perdona y mi salud de romanticismo decadente lo necesita, el detonante que ponga en juego la ilusión para seguir adelante. De la vida, su esencia, ahora me resulta inaprensible y discrepo continuamente de su amalgama vital. Cansada me debo hallar. Cansada y defraudada de la condición ignota y recóndita del ser humano.
Paso a paso, pierdo esa efervescencia intelectual que desprendía mi discurso y me convierto en una persona anónima y encallecida por la decepción. Se apaga el pulso que latía bajo mis palabras bajo la continua erosión del culmen de mi persona. Acabo ya esta  elegía esperpéntica sin rima que no conduce más que a la aniquilación de mis pulsiones inconscientes.

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