2/11/19

“Y después la vida tomó las riendas y el tiempo se aceleró”.


Después de un largo letargo en el que tengo la sensación de no haber avanzado y haber estado perdiendo el tiempo, mi vida se ha acelerado de golpe. También mi corazón, que ya era hora que latiera con ilusión. Pensaba que sucumbiría ante la bravata de mi ex, pero veo que más tarde que temprano mi vida toma de nuevo las riendas y vive.

Cuando la conocí (a la persona que ocupa mi mente y empieza a rellenar mi corazón) me pareció enseguida simpática (bueno, me lo hubiera parecido cualquier chica que no huyera de mi lado) Corroboro: es muy simpática. Tenía miedo de caer en una estúpida gazmoñería proveniente de esos últimos años de autocompasión. Se podría aducir de hasta qué punto había llegado a tirar la toalla. Y a pesar de que estaba absolutamente poseída por la delicuescencia, supo ver mi interior y empezar a enamorarse de él y no de la patética visión que estaba dando. Suerte que quien ha tenido un poder siempre le queda una parte residual.

“Me he empezado a dar cuenta que el tiempo no actúa como un fijador, sino más bien como un disolvente” (esta frase no es mía, la leí hace mucho tiempo en algún lugar y creo que hoy es el momento apropiado de utilizarla).
Me dijo, “tú solo ves lo que ha desaparecido, yo solo veo lo que permanece”. Gracias a ella he descubierto, también, que este gran paréntesis en mi vida era evanescente.

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