22/7/11

La yayadelscollons

No va y resulta que ahora me coge “codo de tenista”. ¡Pero si en su vida ha jugado a tenis! Y ahora va todo el día por casa uyuyuy y ayayay.

Ayer mismo, a la hora de comer, desde la cocina se oyó un enorme estruendo. Corro a ver qué había pasado. En el suelo la olla a presión a sus pies y la tapa debajo de una de las sillas, ella mirándome entre su parpadeo de atónita, con la mano izquierda cogiéndose el codo derecho, diciendo: se me olvida que no puedo coger peso. Respiré hondo y no le dije nada. Recogí la tapa y la olla. ¿Qué vamos a comer?, le pregunté para no entrar en el tema. Patata y judía tierna. Vi como sacaba de un colador la verdura y la ponía dentro de la olla. Siempre la deja un rato en remojo para que “se hidrate”, dice. En momentos como este, me enternece. Metida en estos pensamientos empecé a poner la mesa. Niña, me dijo, mira a ver qué pasa, que con este codo no puedo poner la tapa. ¿Mira a ver qué pasa? Pues que con la caída al suelo la tapa se ha vuelto ovalada, yaya. OVALADA y no encaja en la olla. Ahora la tendremos que tirar.

La yayadelscollons se fue y volvió con un martillo viejo, de esos que entre el hierro y el palo que lo aguanta hay un trozo de trapo sucio para impedir que se saga. Trae, me dijo mientras que entre uyuyuys y ayayays golpeaba el perímetro de la tapa. Yaya, que no vas a poder y te vas a hacer más daño, le dije y me fui a sentar al sofá al ver que continuaba en sus trece. No sé qué sonaba más fuerte, si los uyuyuys o los golpes fallidos del martillo. El caso es que desde la cocina me gritó: tardaremos en comer una media hora, la verdura se tiene que hacer en una olla normal. No la he podido arreglar.

Más tarde descubrí en la basura, la tapa de la olla a presión con una forma muy parecida a los relojes de Dalí. Mi abuela se pasó todo el día sentada aguantándose el codo con la otra mano entre, uisss, y ayayayays, cuando se me pasará este dolor, mientras que yo llegaba a la conclusión que mientras se lie a martillazos lo mínimo que puede tener es codo de tenista.

4 comentarios:

Sandra Sánchez dijo...

jajajaja buenísimo...
Pues si lo llega a tener bien dobla la olla sin martillo...

Mármara dijo...

Me solidarizo, al cien por cien, con la yaya. A mí también me pasa que, a veces, me pongo a hacer cosas sin tener en cuenta mi (provecta) edad, y pago por ellas. ¡Vaya si pago!

María dijo...

:-)

Leerlo produce ternura.

Anónimo dijo...

Hielo, paciencia y ollas fuera de su perimetro de alcance durante una temporadita....jiji