Había oído hablar de ella a alguno de mis profesores de
narrativa y decidí comprarme algún libro: Cuentos
completos. Ya debe hacer tres años que lo tengo, debo reconocer que no me
lo he leído, no por falta de ganas, si no por los vericuetos a los que nos
conduce la vida (una historia en la que no quiero entrar).
Este último Salón del Cómic, en un stand que no es de mis
acostumbrados lugares de compra, encontré el libro del que voy a hablaros. Como
no fue el único que adquirí, quedó el último para ser leído.
Estos días en los que soy más consciente de lo que cuesta
realizar un buen dibujo partiendo de una buena idea, decidí leerlo. No lo he
querido engullir rápidamente, que hubiera podido. He preferido trocearlo y convertirlo
en pequeños aperitivos para justo antes del sueño. Y cuando me obligaba a
cerrar la luz, me quedaba estirada, muy quieta, mirando las sombras que se
dibujaban en el techo cada vez que pasaban coches y pensando: “A los 16 años ya
dibujaba viñetas cómicas, ¿qué he hecho yo en mi vida?”. Porque si hay una cosa
que me aterra es llegar al final de ella y darme cuenta de que he perdido el
tiempo. Pensaba: “¿Cómo es que yo que
quiero dibujar, escribir, crear, soy incapaz de hacerlo? Capacidad de trabajo,
tengo. Organización para que el tiempo me cunda y pueda cada día reservar un
poco para mí, también tengo.
¿Qué es lo que me pasa?” Yo misma sé la respuesta.
Tengo un absoluto bloqueo por miedo al fracaso. Será que este perfeccionismo
del que tan orgullosa estoy va en detrimento de mí. Porque si fuera valiente,
si me diera igual el resultado y solo pensara en el proceso, me lanzaría de
cabeza a este inmenso lago (por ahora laguna Estigia) que es el arte y que
tanto me atrae.
En los momentos en que pienso esto aparece por mi mente una
canción de uno de los primeros musicales que vi en mi vida, titulada
Mediocridad
Me impactó absolutamente porque tuve claro que yo no quería ser una mediocre
en mi vida. Y aquí estoy, viviendo en la más sumida de las soledades, entre mis
libros, mis cuatro plantas, mis dibujos y mis textos, con un blog a la deriva
desde hace tiempo y absolutamente cansada, muy cansada para seguir tirando de
cualquier carro. Y en momentos como este, en los que ni toalla tengo para
tirar, entro en la lectura de este libro y de nuevo vuelve a aparecer esa llama
de inquietud por seguir adelante con mis dibujos, con mis textos, con mi vida,
aun a sabiendas que volveré a caer en esta oscuridad profunda de esta escarpada
soledad que la vida (saquémonos culpas de encima) ha decidido para mí.
Es un libro recomendable, pero específico para quien tenga
interés en Flannery o el mundo de las viñetas. Sé que existe una biografía de
esta escritora. Pensaba que la tenía pero no la encuentro. Esta semana, una de
mis tareas será irla a adquirir. Ya os contaré.
Gracias Ave Fénix, por no abandonarme del todo.