
La cuestión que me lleva a contar esto es que esta mañana, mientras esperaba tanda en una tienda he oído como un crío le decía una vieja adivinanza de esas que pasa de generación en generación y que yo tenía totalmente olvidada, a su madre.
NIÑO: ¿Te digo una adivinanza?
MADRE: (Sin interés real) A ver.
NIÑO: Oro parece. Plata no es. El que no lo adivine, bien tonto es.
“La vida junto a un hombre” ha corrido a contestar mi pensamiento adelantándose al “no sé” de la madre.
He estado un buen rato en silencio, intentando controlar la media sonrisa que mi inconsciente pedía a mi boca.
Mafalda, Mafalda, yo lo he dicho antes.