Asediada se halla mi alma por sentimientos oscuros y negros,
casi muerta por tanta intensidad. Los escrúpulos ya no cuidan de mí ni vigilan
mi buen sentir, me han abandonado a la profunda decadencia. Defenestro las
ganas de vivir y desparramo mis carencias. Amontono a paladas sobre el
estiércol mis miradas desperdiciadas. Con cuchillo de cocina, rasgo la piel con
tu nombre. Duele menos que perderte. Doy gas a fondo sobre mi moto, sin
parpadeo, y aparece la verdad, una verdad pequeña pero pesada: contra cualquier
muro la vida acaba.
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