Hace tiempo que no paseo bajo el frío del amanecer con la montaña bajo mis pies, añorando el crujir de las ramitas en el suelo, que ahora, en invierno, húmedas, son abrazadas y protegidas por la tierra mojada que las incorpora en sí.
Hace tiempo que no respiro el primer aire de la mañana, cuyo oxígeno recién fotosintetizado han desprendido árboles y arbustos y plantas, en su continuo quehacer por sobrevivir. Ese aire frío, también, que te muestra cada recoveco de tus pulmones haciendo consciente la capacidad pulmonar que posees para que no pierdas detalle de todo lo que sientes en cada instante.
Hace tiempo que no comparto mi soledad con laderas empinadas trazadas de senderos intransitables por la soberanía de la rebelde vegetación.
Por el contra, aquí estoy, sentada como Clara, en mi silla de despacho con ruedas, cubiertas mis piernas por una manta a cuadros de tonos rojizos y una copa de vino vacía entre el teclado y la pantalla. Estática de cuerpo pero no de mente, que ha obligado a pasear mis dedos por encima del teclado mientras, allá, en la montaña, amanecía sin mí.
4 comentarios:
¿Y qué escribes?
Fdo: Srta Rottenmeier
Me has transmitido perfectamente la sensación de ese frío entrando en los pulmones...ummmmmm qué gusto...
;)
Para mí también hace tiempo de todo eso. Creo que pronto me toca ya.
También la copa de vino, que ya se extraña.
Para eso nada mejor que aprovechar el puente que se acerca y carretera y manta rumbo a la montaña. Yo desde luego aprovechare un dia para ir de senderismo y pisar la tierra mojada : )
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