13/3/13

Noche de ronda

Terrible  noche. El miedo acecha y la mente se dispara en un sinfín de condicionales. El silencio se llena con el latido del corazón ampliado por la viscolastica del colchón. Esta vez, pasear descalza no me calma, tengo la cabeza tan acelerada que no noto el frío del suelo en los pies. Pasillo arriba, pasillo abajo, una hora tras otra esperando que amanezca. ¡Qué desesperación! Tomo consciencia de que necesito hablar, pero no tengo a nadie; las amistades la perdía hace tiempo, por orgullo o por esos avatares de la vida en los que te comportas, precisamente, siendo todo lo contrario de lo que eres.

Tiemblo; desde siempre, la incertidumbre ha hecho que me enfríe y tiemble. ¿O acaso es la terrible consciencia de la soledad? Ni escribir me hace bien. ¿A quién le puede interesar los estúpidos miedos de una persona huraña?

Nunca supe vivir, ¿sabré ahora morir?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay momentos en que la mente te puedes más que la razón.
Soledad , eterna soledad. Me estare acostumbrando a ella ?
Me asusta poderme acostumbrar.

Anónimo dijo...

Por muy reservados y huranños que seamos todos necesitamos en algún momento desahogarnos. Estoy convencido que sigue habiendo gente a tu alrededor a los que acudir o con los que poder hablar. Tal vez sea un buen momento para retomar el contacto: hoy por ti, mañana por mi.

maslama dijo...

no sé que decirte, no tengo grandes verdades sobre las noches, los silencios, el miedo, ni mucho menos sobre la muerte

besos,