Creo que como un pequeño gazapo que acaba de descubrir la
vida voy a ser atropellada por un coche que viene a toda velocidad a mi
encuentro.
Hay veces en las que queda claro que no aprendemos.
Repetimos los mismos errores; quien no supo amarme aquella vez, tampoco lo
sabrá esta otra. Pero sin embargo pensamos que esta vez, la enésima, será todo
diferente. ¿Y qué nos hace pensar eso cuando las n-1 una veces anteriores ha
ocurrido siempre lo mismo?
Me dejo comer terreno y no debiera. Vamos, que lo que
ocurre, ocurre en contra de mi voluntad y sin embargo no soy capaz de parar
este envite al que me veo sometida.
Así, que como buena gazapilla que soy, cierro los ojos,
arrufo el hocico y espero el impacto que acabará de nuevo con mi vida.
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