27/4/10

Rania

A pesar de ser déspota, egoísta y exigente, Rania quería a su madre. No siempre la había tratado de la forma en que una hija debe tratar a su madre, pues Rania, a pesar de tener buen corazón nunca le habían enseñado a mostrarlo. Su madre, pero, sabía del buen fondo de su hija y se lo perdonaba todo. La había parido y la conocía hasta lo indecible.

Rania pasó su infancia y su juventud de una forma feliz e inmadura, rodeada de problemas con sus compañeras de colegio y sus amigos de verano. Nunca supo como comunicarse bien con ellos. Le daba vergüenza hablar de lo que sentía y pensaba, y siempre inventaba historias que le parecían mucho más interesantes que ella misma. Se sentía menos que nadie y ponía toda su energía en que nadie lo notara. Tanta energía que pasaba al campo contrario pareciendo siempre superior y soberbia. Su madre no le decía nada, pues nada comentaba ella en su casa y así fueron transcurriendo los años con sus días y sus eternas noches. Rania apenas dormía. Por la noche no hacía más que pensar en lo rara que era. En porqué no podría ser normal como todo el mundo y comportarse de una forma abierta y natural. Cada noche tomaba la determinación de conseguirlo. Pero la mañana, traía las verdades y las flaquezas y pasaba un día más encerrada en sí misma, mostrando el personaje que se había montado.

En más de una ocasión pagó sus malos humores con su madre, la persona que más quería en el mundo. La persona que más admiraba en el mundo. Y su madre, paciente y cariñosa se lo perdonaba apenas había abierto la boca y un huracán de desasosiego salía del interior de su hija.

En la cama del hospital, hoy, se halla postrada la mamá de Rania. Mayor y enferma le empiezan a abandonar las fuerzas y se consume con más rapidez de la que debiera. Rania es incapaz de decirle lo que siente, nunca ha sabido hacerlo y no cree que pueda llegar a aprenderlo. Rania y su madre se miran a los ojos y aquella descubre que no hace falta que diga nada, pues ese cordón umbilical que en su día un médico cortó, sigue tan firme y alimenticio como cuando estaba en el interior del útero. Rania sabe con certeza que existe telepatía entre ambos corazones. El silencio se llena de amor y la habitación blanca y aséptica del hospital queda pequeña.

10 comentarios:

MI HISTORIA... dijo...

Hay muchas Ranias en este mundo.

Irreverens dijo...

No te lo tomes a mal, Dintel, pero hoy no me convence tu escrito. En el sentido de que no me ha llegado como creíble, no sé... No sé explicarlo.

Pero, sin duda, hay bastantes Ranias por ahí (en mayor o menor grado).

Besos

Tanais dijo...

A veces pagamos las cosas con aquellos que más queremos, toda una contradicción.

María dijo...

Yo creo que, aunque cueste, hay que decir muchos más "te quiero" y llenarnos de energía positiva.

Pena Mexicana dijo...

mmm... si esto está basado en algo real, supongo que la peor parte para Rania vendría cuando la única que la entedía se murió... Vale la pena aprender a expresar lo que una siente, de otra manera te quedas más sola que la una.
Besos

alejandra dijo...

La historia es cotidiana, como todo lo hermoso...

Santa dijo...

En estos tiempos modernos, tiene guasa que falle todo el mundo en la comunicación con las personas más cercanas...

Miguelo dijo...

a mi tambien me cuesta decir lo q siento

LA DESGRACIÁ dijo...

A veces tengo miedo de decir lo que siento, pero normalmente me puede el miedo a no decir lo que siento...

iTxaro dijo...

si ...lo confirmo ,, hay muchas Ranias por el mundo