Cabezona. Permíteme comenzar así, pues no puedo menos que llamarte cabezona. Deja de intentar cambiar al mundo, siempre ha sido así y siempre lo seguirá siendo. Deja de intentar que este te recuerde, no está a tu alcance hacer algo lo suficientemente algo para que la posteridad te abrace. ¿A dónde pretendes llegar con tus textos? Filosofía barata de cuarto de baño público.
Cabezona y pretenciosa. Permíteme decírtelo sin tensar el aliento que exhalamos. Deja de dar latigazos de sintaxis en el aire, no intentes rellenar el vacío con elocuencia. Deja de pretender erizar los recuerdos de otros pisos, supuestos universales impertérritos al viento. Te has creado es ingeniosa cúpula con cada una de tus circunstancias y tus rutinas, y las pisadas se estancan, y las palabras no fluyen al poco de habitar en ella.
Cabezona, no puedo más que llamarte cabezona si pretendes seguir como hasta ahora. Obtén de ti la más absoluta de las verdades, no fuerces las frases de tu charla, abre con melosidad tu corazón y concédete la sinceridad que te mereces para lograr que tus raíces crezcan en el pequeño parterre que te pertenece. Verás, que toda esa gente que te rodea, como arena en el desierto, se disipa y pierdes de golpe la sensación de pertenencia. Pero, cuando se disipe la polvareda, si miras bien, verás que permanezco a tu lado.
3 comentarios:
Bueno, bueno, oyes, tampoco hay que ponerse así... "Cabezona y pretenciosa". Lo de cabezona, vale. Lo de pretenciosa...
Menos mal que, al final, prevalece la lealtad, tan necesaria en los tiempos que corren.
cada cual se agarra a lo que quiere o a lo que puede para sobrevivir.. ¿cabezona ella, o tú juzgándola?
besos,
Pues la filosofía barata de los cuartos de baño público a veces dicen verdades como puños...
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