Extendí los brazos con la torpeza de las emociones habitualmente
reprimidas. Tuve la sensación de que nunca antes me habían abrazado. Aunque
poseía un recuerdo fragmentado de mi primer y único abrazo, aquel en el que, al
topar con el cuerpo abrazante, tomé consciencia de mis pechos. Decidí no volver
a abrazar, no me gustó perfilar los límites de mi cuerpo contra los de otra
persona.
Lo infrecuente de estos abrazos, convirtieron a este en el
acontecimiento destacado de mi vida. Nada
más sentir el mimo de la caricia, me desmonté. Envuelta en ese lazo de calor
que despedía la mujer que amo, no pude evitar recostar la cabeza sobre su hombro
mientras aspiraba, como si en ello me fuera la vida, el perfume que tantas
veces había olido tras cruzarme con ella por el pasillo.
22/11/12
19/11/12
Aullando en silencio
Quiero regresar al lugar donde empezó todo, donde perdí el
juicio y fui atrapada y tragada por el devenir y eliminar de la faz de mi
memoria todo ese tiempo. Soy consciente de que debí darme la vuelta y regresar
a buscar la piedra que rascaba mi realidad en vez de estar espiando qué ocurrencia
iluminaba su rostro. Quiero que desaparezca el lugar de la desaparición, el
tiempo de la desconversión. Nada puede ser recuperado. Arrojaba mi mirada sobre
aguas removidas, y cuando ya empecé a sucumbir y pensaba que una vida no puede
vivirse si no hay lugar para ello, me apareció la oportunidad de enloquecer la
posibilidad de lo hermoso. No existen lodos y fangos que puedan sanar esa
herida. Y aún en su ausencia, sigo siendo aquel cachorro que busca siempre su
caricia.
16/11/12
Sin ánimo de ofender, vamos, sin ánimo
Escribo totalmente borracha, tal como la vida me trajo al mundo, jurando que “ni yo ni los míos” (¿qué míos?) volveremos a pasar hambre (¿qué hambre?). Mientras exista maldad en la Tierra saciados quedaremos (suena a máxima, debiera apuntarla).
Anuncio (qué teatral soy) que todos aquellos correos bomba que tengo pendientes no los voy a escribir (ahora me he vuelto vaga), me encanta mi nueva dipsomanía (qué poco cuesta destrozarse a una misma). Me siento Ave Fénix aunque solo en el momento de la caída y de la ignición (qué tía, aún me salen palabros). En mi espalda, cada uno de los latigazos recibidos (pues sí, a veces voy de mártir) y en el corazón (¿qué corazón?, acerico) clavados los afilados odios, clavados y hundidos (a tomar polculoelportaviones). Redobla en mi alma vuestros nombres (¿por quién doblan las campanas?), pues tengo puesta la silla en la puerta de casa para ver en primera fila el cadáver de mis enemigos pasar (el que nunca haya sido odiado que lance la primera piedra).
Anuncio (qué teatral soy) que todos aquellos correos bomba que tengo pendientes no los voy a escribir (ahora me he vuelto vaga), me encanta mi nueva dipsomanía (qué poco cuesta destrozarse a una misma). Me siento Ave Fénix aunque solo en el momento de la caída y de la ignición (qué tía, aún me salen palabros). En mi espalda, cada uno de los latigazos recibidos (pues sí, a veces voy de mártir) y en el corazón (¿qué corazón?, acerico) clavados los afilados odios, clavados y hundidos (a tomar polculoelportaviones). Redobla en mi alma vuestros nombres (¿por quién doblan las campanas?), pues tengo puesta la silla en la puerta de casa para ver en primera fila el cadáver de mis enemigos pasar (el que nunca haya sido odiado que lance la primera piedra).
4/11/12
Sonrisa perpetua
Quiero despertar desnuda junta a ti, como hoy, despertar de
hoy hasta el siempre. Ese siempre que nos juramos beso a beso cada vez que
nuestras miradas se cruzan y se entrelazan bien fuerte y estiran con suavidad
para fundirnos en un abrazo de alma, cuerpo y labios.
Con el olor a noche y a sexo impregnado en la piel, quiero despertar, amor, junto a ti. Porque es la única forma que concibo de empezar el día; llevándome tu sabor entre los labios, entre ambos labios.
Saciada de caricias, así quiero despertar, con la piel curtida con tu tacto y con el vaho de tu deseo.
Amor, aunque lo explique, aunque lo escriba, aunque lo contemos una y mil veces, siempre se quedarán cortas las palabras tras nuestras noches de amor.
Con el olor a noche y a sexo impregnado en la piel, quiero despertar, amor, junto a ti. Porque es la única forma que concibo de empezar el día; llevándome tu sabor entre los labios, entre ambos labios.
Saciada de caricias, así quiero despertar, con la piel curtida con tu tacto y con el vaho de tu deseo.
Amor, aunque lo explique, aunque lo escriba, aunque lo contemos una y mil veces, siempre se quedarán cortas las palabras tras nuestras noches de amor.
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