22/11/12

Espera

Extendí los brazos con la torpeza de las emociones habitualmente reprimidas. Tuve la sensación de que nunca antes me habían abrazado. Aunque poseía un recuerdo fragmentado de mi primer y único abrazo, aquel en el que, al topar con el cuerpo abrazante, tomé consciencia de mis pechos. Decidí no volver a abrazar, no me gustó perfilar los límites de mi cuerpo contra los de otra persona.

Lo infrecuente de estos abrazos, convirtieron a este en el acontecimiento destacado de mi vida.  Nada más sentir el mimo de la caricia, me desmonté. Envuelta en ese lazo de calor que despedía la mujer que amo, no pude evitar recostar la cabeza sobre su hombro mientras aspiraba, como si en ello me fuera la vida, el perfume que tantas veces había olido tras cruzarme con ella por el pasillo.

4 comentarios:

María dijo...

Uhm... Me encanta abrazar y si es oliendo mi perfume favorito... ¡más!

Anónimo dijo...

;o)

maslama dijo...

ains el amor..

Raquel dijo...

Antes no abrazaba. Ahora sí. Mucho