“He topado con el sueño muerto de una yerma vida”, pensaba
mientras alargaba el cuello para mirarse en el espejo del lavabo. Hacía más de
un mes que no veía su imagen, desde que una caída cambió sus piernas por ruedas
de una silla. “Esto no me puede estar pasando a mí”, gritaba su alma mientras
desistía de seguir intentando alcanzar con la vista su imagen en el borde más
bajo del espejo. “Pero tu vida no ha sido yerma”, le espoleaba cada latido en la
sien. “¿Y por qué estaba prisionera entre ruedas de sillas y barrotes de cama?”,
gorgoteaba su corazón, el más cercano a dejar vislumbrar retazos de su
pensamiento.
Exasperada, hizo
girar la silla y se dirigió hasta los ascensores. Tocó el botón de bajada. Una
vez dentro haciendo esfuerzo con sus manos sobre el reposa manos de su silla
pudo por un instante contemplar esa decrépita imagen desconocida para ella. “¿Esa
soy yo? Esto no me puede estar pasando a mí. He topado con el sueño muerto de
una yerma vida”.
1 comentario:
Qué dura imagen...
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