10/12/13

Retales

Le gustaba acabar la jornada en el bar. No por beber, que bebía, sino más bien por inhibirse entre el bullicio de conversaciones más altas de lo que debieran, pequeñas porciones de vida susurradas a un oído amigo y el tintineo de tazas y loza al ser colocado de nuevo a sitio tras bajarse del tiovivo del lavaplatos.
Se había paseado por el día trabajando absorta dentro la mecánica de la monotonía que, a fuerza de hacer, se había ganado el título de lo cotidiano.
Copa de vino blanco si tomaba patatas, copa de vino negro si eran olivas, observaba a su alrededor e imaginaba historias con las personas y objetos que veía. No hacía nada más: observaba e imaginaba. Al principio, sentía vergüenza cuando la descubrían mirando con interés; peor era si se daban cuenta que escuchaba con atención. Pero un día tras otro sustrayendo retales de historias ajenas le habían llevado a rozar el descaro. La gente al descubrirla se sentía incómoda, cosa que le gustaba cada día más porque le concedía más información.
Dos copas, a lo sumo, tres. Ninguna más. Pagarlas y a casa. Era su rutina, buscada, deseada y necesaria. Necesaria para conciliar el sueño.
Puntual como un reloj, cada amanecer se despertaba regurgitando su vida. Esa vida que le dejaba tan mal sabor de boca y le obligaba a levantarse en mitad de la noche para cepillarse los dientes de forma enérgica, casi furiosa, tal como le hubiera gustado limpiar su vida  para mancharla de nuevo con cualquiera de los retales robados entre copas de vino. 

4 comentarios:

இலை Bohemia இலை dijo...

me gustó la imagen de levantarse por la noche para lavarse los dientes para quitarse el mal sabor que le dejaba la vida...

TORO SALVAJE dijo...

No hay dentífrico que pueda con el mal sabor que la vida deja a veces.

Besos.

dintel dijo...

Bohemia, a mí también me gusta mucho esa imagen.

dintel dijo...

TORO SALVAJE, es cierto, pero si en vez de a veces es por una larga temporada, ni te digo, entonces, la propia voluntad empieza a padecer halitosis, ¿o debiera decir alitosis? Ejem!