…como siempre lleno de propósitos para que al brindar esta
noche, pueda adquierir la fuerza suficiente y realizarlos durante el año que
empieza. Supongo que esto del “cambio de número” me impulsa al famoso “borrón y
cuenta nueva”. Pero una que es perra y es vieja, ya sabe que no va a cumplir
nada de lo que se proponga. Mañana, en cuanto abra un ojo, seré muy consciente
que estrenar año no es sinónimo de estrenar voluntad y que la otra, a fuerza de
palos, la tengo tan gastada, que no la encuentro en ninguno de mis fueros.
Me he jurado tantas veces que no voy a dejar abandonado el
blog y que volveré a escribir una vez diaria, como antaño, y que dedicaré tiempo a finalizar mi novela,
que he acabado creyéndomelo. Pero la realidad salta a la vista. Nunca encuentro
el momento para ponerme a ello. Siempre estoy cansada o, directamente, no me
apetece. Ya no utilizo el teclado de tamiz y se me quedan las palabras apiñadas
en los dedos y la voluntad vibrando alrededor del alma. Y así vivo, con esta
inquietud, constante y tremenda, que va consumiéndome poco a poco.
Último día del año, lleno de propósitos, los mismos que el
año pasado, y el otro, y el otro. Es lo que tiene no realizarlos, se acumulan
en el túnel de tu tiempo y emborronan el futuro antes de poder estrenarlo.
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