Hace días que me planteo escribir un diario. No me
preguntéis por qué. Sólo sé que tengo
necesidad de escribirlo, que tengo mil cosas que me rondan por el interior y me
gustaría sacarlas. Pero no es un diario para desahogarme o para entenderme,
como el que escribí desde los 12 hasta los 33. No quiero que sea igual, al
menos esa no es la necesidad. De alguna manera quiero compartir pensamientos,
ideas, visiones que verbalmente me siento incapaz de hacerlo. Supongo que me
estoy buscando una buena excusa para tener que escribir diariamente.
De alguna manera, mi libreta de dibujo es también un diario.
Me gustaría dibujar al menos una vez al día, pero me viene siendo imposible y
lo hago cada equis tiempo, sin dejar de pasar más de una semana. Ahora mismo,
tengo un montón de dibujos a los que debo darles el color.
El diario quiero que contenga todo lo que me ocurre, sin
miedo a herir a nadie que lo pueda leer en un futuro. A veces, me siento
coaccionada por eso, los sentimientos escritos pueden perder matiz porque hay
mucho de sobredicho y este sobredicho es interior. Recuerdo, que mis primeros
diarios, contenían palabras clave para que solo yo pudiera entender a qué se
refería, pues me daba vergüenza pensar que algún día alguien los pudiera llegar
a leer y conocer mis pensamientos más bajos. Esta vez, quiero que sea
diferente; quiero que algún día sean leídos. No por mi descendencia, que no
tengo, si no por alguien que realmente se sienta interesado por conocer a fondo
a Dintel.
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